lunes, 20 de octubre de 2008

Índice General de la Obra

VALDEPEÑAS ES UN SUEÑO
¡ Duerme y sueña recostada,
entre Ranera y Susana!
La brisa sacude tus venas,
la luz quedó enzarzada,
en tus oropeles de seda.
Tu torre alta y señera,
se iza como una espada,
en la tarde fría y serena.
Desde la alta montaña,
te contemplo y adoro.
Refulges como el oro,
y eres platino y plata.
Sueña y sueña Valdepeñas,
entre jarales y peñas,
entre juncias y plantas,
entre las níveas cascadas
de tus aguas claras y frescas.
Sueños de paz y progreso:
Utopías, festines y fiestas,
luces, alboradas y cuentos,
cantares, trovas y endechas.




ÍNDICE GENERAL DE LA OBRA

Capitulo I: Los musulmanes en España.

Capitulo II: La fundación de Valdepeñas de Jaén.


1.Primeros pasos de la Fundación
2.Nueva resolución
3.Nueva carta de fecha 10 de julio de 1537
4.Destitución del Juez Salbago
5.Nombramiento de Bustamante
6.Tercera instrucción.
7.Sentencia de Bustamante contra Salbago.
8. Destitución de Bustamante
9.Nombramiento de Ribadeneira
10. Ribadeneira visita la zona de los osarios
11.Visita de término y ubicación de la nueva población.
12.Ubicación de la dehesa
13.Solares para las casas.
14.Emplazamiento de la Iglesia y la plaza
15.Reparto de las viñas
16.Elección de los lugares de los molinos
17.Señalamiento de los tejares
18.Lugar de las caleras y yeseras
19.Apelación de la ciudad de Jaén
20.Los osarios se llamarán Valdepeñas de Jaén
21. Mandato para amojonar el término
22.Amojonamiento del término
23.Elección de alcalde, escribano y aguacil
24.Instrucciones
25.Bando público
26.Ampliación de plazos.
27.Petición del censo de vecinos
28.Lista original de vecinos
29.Lista de vecinos por los oficios
30.Lista de vecinos por el lugar de procedencia
31.Lista de vecinos por orden alabético
32. Reparto de tierras a los vecinos
33. Entrega de las suertes
34.Oposición de algunos vecinos
35.Cambio de suertes
36. Reparto de solares
37. Señalamiento de la dehesa
38. Susbasta de los molinos
39 . Aprobación de la cesión de los molinos
40. El medio físico
41. Los ríos
42. Problemas con la ciudad de Jaén
43. Privilegio de villa
44. El Marqués de Trujillo
45. El Conde Santa Coloma

CAPÍTULO III: La vida y la muerte en una aldea


1.El sentido de la muerte
2.El trasfondo teológico de la muerte
3.Teología de la satisfacción
4.El juicio y el purgatorio
5.Teología protestante
6.El infierno
7.La agonía
8.Los testamentos
9.Las mandas obligatorias
10.Las bulas de difuntos
11.Otros donativos para obras buenas
12.Aplicación de misas
13.El valor de las misas
14.Los frailes
15.Aplicación de las misas
16.El viático
17.La unción de los enfermos
18.La hora de la muerte
19.Las cofradías de ánimas
20.El entierro
21.El nuevo cementerio de Valdepeñas
22.Sonando las campanas
23. Muertes violenta
24. Las causas de la muerte
25. El cólera en Valdepeñas
26. Medidas contra el cólera
27. Enfermedades usuales en aquel tiempo
28. La medicina en aquella época
29. Organización de la sanidad en 1854

Capítulo IV: Diversos aspectos de la vida religiosa

1.Las prácticas religiosa

2. El templo parroquial y la parroquia.

1. El templo parroquial
2. El retablo y las capillas
3. Orfebrería: La Cruz parroquial, varios cálices y otros objetos.
4. Fincas de la parroquia en los años 1606 y 1669.
5. El órgano

3. Historia del Cristo de Chircales
1. Inicios de la devoción al Cristo de Chircales
2. Aclaraciones
3. Otro testamento de Ginés de Nápoles
4. Petición del Obispo Diocesano
5. Influencias en l fundación del eremitorio
6. Nombre de los ermitaños
7. Muerte de Ginés de Nápoles
8. Testamento de Gaspar
9. Pleito de Pedro de Vilchez Delgado
10. Pedro de Vilchez acude a la Chancillería
11. Apelación a Roma
12. Inventarios
13. Reseña del cuadro del Cristo
14. Otros datos de la ermita de Chircales
15. Incremento de la devoción con motivo del cólera
16. Agrupación de bienes para fundar una nueva capellanía
17. El nacimiento de la cofradía
18. El cólera de 1834 y la cofradía
19. El cólera de 1855 y la cofradía.

4. Las ermitas de Valdepeñas
1. Inventario de las ermitas
2. San Bartolomé y San Blas
3. Santa Ana
4. San Sebastián
5. La ermita del Parrizoso
6. La ermita de San Marcos
7. La ermita de la Cruz del Humilladero

5. Cofradías
1. Cofradía de Nuestra Señora de la Paz
2. Cofradía del Santísimo Sacramento
3. Cofradía de Nuestra Señora del Rosario
4. Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno
5. Cofradía de Animas

6. Memorias

7. Capellanías
1. Capellanía de Bartolomé Sánchez Venegas
2. Capellanía de Pedro Ruiz de Aranda e Inés Pérez
3. Capellanía de Pedro de Castro
4. Capellanía de Juan Ruiz de Contreras y Juana Mozas
5. Capellanía de Juan de Quesada
6. Capellanía de Juan Ruiz Cortecero
7. Capellanía de Manuel de Martos

8. Estancia de Fray Melo de Portugal, Obispo de Jaén, en Valdepeñas.
1. Nacimiento
2. El entorno del Obispo
3. Actividad pastoral
4. Sus relaciones con el rey
5. La muerte de su hermano
6. Su retirada a Valdepeñas
7. Sus conflictos con el Cabildo
8. La guerra de la Independencia
9. El Obispo y los pobres
10. Bendición de la ermita de San Sebastián y el cementerio.
11. El Cabildo denuncia al Obispo
12. . La muerte del Obispo

9. Varias visitas pastorales

10. Los beateríos

11. Los moros de las Alpujarras en Valdepeñas

12. Los clérigos de Valdepeñas
1. Los presbíteros
2. Los beneficios
3. Nombramiento de párrocos
4. Principales funciones del Párroco
5. Los beneficios y otros cargos
6. El Predicador
7, Los sacristanes
8. La formación de los clérigos
9. Los primeros párrocos


10.Los sacerdotes más relevantes, naturales del pueblo


11.Los Arias
12.Los Cabrera
13.Los castro
14.Los Cortés
15.Los Díaz
16.Los Extremera
17.Los Ibáñez
18.Los Gallego
19.Los González
20.Los Jiménez
21.Los Martos
22.Los Medina
23.Los Ortega
24.Los Quesada
25.Los Ruiz Cortecero
26.Los Ruiz
27.Sarmiento
28.Los Tello

Capítulo V: Algunos personajes importantes


1.Los Malo de Molina
2.La familia de los Arceos
3.. D. Bernardo Ortega y Gámiz
4. D. Francisco López González
5. El Marqués de Navasequilla

Capitulo VI: Alimentación y economía


1. Hortalizas
a. Los frutales
b. Los aliños
c. La Conservación de los alimentos
d. Los Tejidos
e. Molinos de harina
f. Centros alfareros y fábrica de vidrio
g. Batán y telares
h. La caza
i. Animales de tiro

2.La seda

3. La matanza

4.La ceniza

5.Los Carboneros

6. Los hornos

7. La corta del monte

8.Las higueras

9.Los olivos
1.Algunos datos sobre la existencia de olivas en el pueblo
2.Molinos de aceite en Valdepeñas
3.Usos del aceite
4.Cómo funcionan los molinos

10.Elección de los molinos de harina
1.El Batán de la Fuente de los Chorros
2.Propietarios posteriores de los molinos
3.El pleito con el Marqués de Navasequilla
4.Siguen los pleitos
5.Siguen los herederos de los molinos

11. Reparto de tierras para las viñas
1. Reparto de las tierras
2. Importancia del vino
3. Hidromiel
4. Alambiques

12.Fábrica de papel

13. Fábrica de vidrio

14.Fundación del Pósito


Capítulo VII: Sociedad


1. Configuración social y causas que inciden en la muerte
2. La infertilidad de la tierra
3. La falta de sanidad
4. El cólera morbo
5. Los oficios
6. Los ajuares
7. Los maestros
8. La Guardia civil
9. Los esclavos
10. Los niños expósitos
11. Crecimiento demográfico de Valdepeñas



Capítulo VIII: Convulsiones políticas en el siglo XIX


Introducción: Precauciones ante la revolución francesa.



I. Primera etapa


1.La guerra de la independencia
2. Muerte del Corregidor D. José María Lomas en Valdepeñas.
3. Fernando VII en Valencia.
4. Reposición del Ayuntamiento de 1.808.
5. Dificultades económicas y toque de queda.

II. Segunda Etapa: Revolución liberal (1833-1868)


1.La Junta Provincial ( 1834-1840
2.Supresión de los monasterios y venta de sus bienes.
3. El contrabando.
4. Los impuestos para la guerra.
5. Los Bandoleros
6. Petición de tierras
7. Los carlistas cerca de Valdepeñas
8. Requisa de alhajas y bienes preciosos
9. Requisa de Caballos
10.Publicación de la Constitución de 1837
11.El Cristo de Chircales y la invasión carlista
12.La nueva ley electoral
13.Supresión del diezmo
14.Periódico sedicioso
15.Reclutamiento de soldados para la guerra
16.Creación del ejército de reserva
17.El hambre en Valdepeñas
18.Peticiones para el ejército
19.Elección de nuevos regidores
20.Grave incidente con el ejército.
21.Venta de los bienes de beneficiencia
22.Circulación de moneda falsa
23. Difícil situación política
24.Fin de la guerra
25.Nuevo Ayuntamiento
26.Juego de naipes
27.Un Obispo intruso
28.Espartero al poder
29.Reorganización de las milicias locales
30.Destitución de los no adictos al régimen
31.Nombramiento de Espartero
32.Remoción del Ayuntamiento
33.Nuevo Ayuntamiento
34.Arreglo del reloj
35.Actitud negativa de Espartero para la Iglesia
36.El puente romano
37.Presupuesto del Ayuntamiento del 1.842
38.Enajenación de los bienes del clero secular
39.Culto y clero
40.Rebelión contra Espartero
41.Conflicto con la cofradía de ánimas
42.Caída de Espartero
43.Conflicto del Ayuntamiento con el santero de Chircales
44.Mayores contribuyentes
45.Tranquilidad con la política de los moderados
46.Opción capitalista
47.Alzamiento de Odonell y vuelta de los radicales

Tercera etapa: Desde la revolución hasta la restauración (1868-1874)


1.Suma pobreza
2.La venganza de los revolucionarios
3.Cambio de nombre de las calles del pueblo
4.Reorganización de las milicias
5.Nuevo Ayuntamiento
6.Nueva constitución y juramento
7.Matrimonio civil
8.Rebelión en Cataluña
9.Presupuesto municipal
10.Principales contribuyentes
11.Petición de atrasos a D. José María de Luna y Medina
12.Reclamación de tierras realengas
13.Nuevo Ayuntamiento elegido por sufragio universal
14.Venta de los bienes de propios
15.Nombramiento de Amadeo como rey
16.Grave situación en todos los planos
17.Nuevo Ayuntamiento
18.Fin de la revolución
19.La cárcel de Valdepeñas


Capítulo IX: El ejercicio de la jurisdicción eclesiástica


El Ejercicio de la jurisdicción eclesiástica
1. Denuncia contra unos clérigos
2. Resolución en Toledo contra una Capellanía
3. Pleito de la cofradía del Rosario
4. Varios pleitos contra D. Tomás de Medina
5. Pleito de los curas de Valdepeñas contra D. Tomás de Medina
6. Pleito de un Clérigo contra el Alcalde (13 de septiembre e 1691)
7. El Juez eclesiástico mete en la cárcel al Alcalde (1746)
8. Pleito entre el Alcalde y el Párroco (1773)
9. Pleito por un niño expósito
10. Pleito del Alcalde contra el Provisor (14 de octubre de 1755)
11. Pleito de un clérigo contra el alcalde ( 165 de junio de 1741)
12. Denuncia por un pecado público
13. Destitución de un sacristán borracho
14.Pleito del Alcalde contra el Juez Eclesiástico (1669)
15. Pleito entre un Clérigo y el Alcalde
16. Pleito contra un fraile revoltoso
17. Declaración de nulidad de una matrimonio
18. Un mozo va a la cárcel por no querer casarse (1649)
19. Pleito contra un abogado
20. Pleito contra el Marqués de Trujillo (1630)
21. Pleito por la finca de Navasequilla
22. Juegos de azar

Capítulo X: Cuatro rutas por la sierra o la botica en el campo


1.Ruta de Navalayegua
2. Ruta por el río Susana
3. Ruta de Valdiarazo
4. Ruta de la Pandera

CAPÍTULO X: Cuatro Rutas o la Botica en el Campo



1. Ruta de Navalayegua

Era una hermosa mañana de mayo. Hacía mucho tiempo que dos jóvenes inquietos y ávidos de conocer los secretos de la sierra, me rogaban que hiciera con ellos una excursión. Decidí darles gusto.
El sol acababa de nacer tras la montaña de la Solana.
Llegamos al pilar del Vadillo de los berros; bebimos un trago de agua fresca y nos disponemos a subir la cuesta que nos lleva al Puerto de Navalayegua.

Pablo descubre al borde del camino dos plantas en un humedal; coge una de ellas con cuidado, la huele, la mima y queda sorprendido de su aroma. Tiene unas florescencias azules, que exhalan un perfume maravilloso. Les explico que esa tierna planta se llama poleo y se cría en sitios húmedos. Se usa como infusión en los bares y es muy digestiva.

A mis acompañantes, los tres estudiantes de bachiller, les digo que es muy importante conocer el nombre latino de las plantas. El poleo tiene un nombre muy sonoro: Menhta pulegium. Hay una gran variedad de mentas, y todas tienen las mismas propiedades, aunque su morfología y composición no son totalmente idénticas.

La otra tiene un tallo de unos 20 centímetros de alto con ramas laterales dispuestas en verticilos. Es muy frecuente en las alamedas y tiene parecido con un pino pequeño. Se llama cola de caballo (equisetum arvense). Recibe este nombre, al ser muy parecida a la cola de un caballo.
Por la flavona y la sopina actúa como diurético y se usa contra el reuma, la gota, los trastornos de vejiga y riñón y como depuradora de la sangre.
El sílice y algunos minerales que contiene ayudan a reconstruir el cartílago, los tendones y las paredes vasculares. Es muy útil a los atletas.
El fresno (faxinus excelsior L.) y el grosellero negro y rojo (Ribes nigrum et rubrum) potencian sus efectos.
Si se mezcla con el diente de león (Taraxacum dens leonis), que con sus flores amarillas crece en las grandes praderas, se potencia su acción diurética y laxante. Destruye la hipoacidez y los cálculos renales.

Seguimos caminando. Hemos recorrido unos pasos y a la izquierda del camino, Pablo descubre en el mismo arroyo un arbusto de unos dos metros, que tiene unas hojas verde-blancas y echa en primavera unas flores blanco-oscuras en umbella y en el otoño produce unas vayas negras con un olor muy desagradable. Este arbusto en Valdepeñas se llama sabúco. En realidad su nombre es saúco o sauce y en latín salix y sambucus nigra vel alba, ya que hay dos variedades. Además de otras sustancias, las flores, vayas, corteza y hojas son ricas en ácido salicílico, que es el precursor de la actual aspirina. Ésta fue sintetizada en Alemania en el año 1899. Se usaba en forma de té para los dolores de cabeza y resfriados, y como anteinflamatorio y analgésico en la artritis y reumatismo, como la aspirina. Siempre se toma mezclado con miel o azúcar para evitar su desagradable sabor y olor.

Cansados, llegamos al Cortijo del Monte de las Ánimas. Hemos recorrido unos tres kilómetros. El sol caía sobre nuestras cabezas como una lámina de plomo. Entramos en el cortijo a saludar a José María y mis amigos descubren una mata de marrubio, que nace cerca del cortijo, ya que es una planta nitrófila.
La marrubina es un buen expectorante. Es digestiva y estimula el hígado. Reduce las palpitaciones del corazón y se asocia a la flor del espino albar.

A la altura de la cañada de la Horca, Antonio me enseña otra planta, que nace al borde del camino. Se llama, le digo, digital o digitalis y es una planta bianual, que contiene glucósidos cardioactivos. En Valdepeñas le dicen crujía. Es tóxica y se usaba para impedir que las aceitunas se reblandecieran y para estimular la circulación. A finales del siglo XVIII, un médico inglés, Witherind, descubrió que la digitalina estimulaba los ritmos del corazón en forma inyectable. Las dos variedades más importantes son la digital roja, que produce en su largo tallo unas flores rojas en forma de campana y la digitalis obscura, que es la que estamos contemplando, que tiene las mismas propiedades que la roja, aunque su presencia sea menos llamativa.
Es muy escasa en el pueblo y se cría en terrenos muy sueltos.

Manolín abre la alambrada de Navalayegua y comenzamos a subir la cañada hasta llegar a la era. A nuestra derecha se extiende un mar de majoletos o espinos, que en este momento están en flor.
Sus pétalos blancos, azotados por el viento, forman una blanca alfombra en el suelo. El perfume de sus pétales llena el aire, que recorre toda la cañada.

En la era nos sentamos en la negra sombra de un quejigo, doblado y herido por los fuertes vientos y el aire, con el perfume de las mil flores del espino, de las margaritas y gamones besa nuestras caras sudorosas de tanto caminar.
Una alfombra de tonos blancos y amarillos, de miles de diminutas flores, cubre la pradera.

Inadvertidamente piso un Cólquico (Colquicum autumnale). Si observáis los pétalos son como los del azafrán, por este motivo se llama azafrán silvestre. En Valdepeñas se le llama Majacuca. Sus pétalos, tirando a azules, se identifican en las verdes praderas, donde abunda a partir de los 1.500 metros. Son abundantes en toda la sierra. Sus flores son tóxicas. Las abejas las frecuentan en el otoño.

Pablo, con una sonrisa irónica, pregunta, si el espino sirve para algo. Recibe, le digo, diversos nombres: Espino albar, o majuelo, majoleto y en latín, crataegus oxycantha. En el siglo pasado unos médicos americanos descubrieron las maravillosas propiedades que tiene para regularizar el ritmo cardíaco y la circulación del corazón. Es cardiotónico, ya que regula las palpitaciones del corazón, ayuda a disminuir las depresiones y ansiedad y nos ayuda a sumirnos en un plácido sueño.
Es impresionante todo esto, comenta Manolín. A este paso, debemos cerrar las farmacias.

Incrédulos se deciden a coger una buena cantidad de flores de espino, que en los días siguientes secaron a la sombra.
Pablo preparó por la noche una buena infusión de flores y al acostarse le dio una gran taza a su abuelo Carlos, que padecía de insomnio. El, confiesa, un poco escéptico, que por la noche se bebió un buen baso. Quedó sobrecogido, ya que al día siguiente estuvo durmiendo hasta las once de la mañana y su abuelo no tuvo que acudir aquella noche a contar las ovejitas.

A nuestras espaldas, florecen dos plantas espinosas, llamadas aulaga (arbulaga) y piornos. Sus flores son amarillas. En realidad su nombre es aulaga (Ulex Parviflorus Pourret). Es una planta que crece, junto con los piornos, a partir de los 1.500 metros. Es muy resistente a la nieve y al aire. Estas no las colocamos en la botica.

Debajo del este espino, florece una planta muy humilde y pequeña, que tiene unas flores azules insignificantes, en forma de cáliz. Es la planta más querida de los árabes. Se llama té moruno, ya que en África es muy frecuente y la toman, cuando la comida ha sido abundante, puesto que es muy digestiva. Su infusión, con un poco de azúcar o miel y limón, es exquisita. Es muy escasa en Valdepeñas, ya que es un bocado exquisito para las ovejas. Por este motivo, sólo nace al resguardo de los espinares, donde las ovejas no pueden llegar. Es abundante en Navalayegua.
Requiere terrenos muy sueltos. Se cría también en la Montesina y en Chircales.

Aunque estamos muy cansados, nos decidimos a subir hacía el Puerto del aire para asomarnos a los picos de los nevazos.
Aquí en esta zona, nuestros antepasados, apilaban la nieve, que después consumían en el verano o la llevaban a Córdoba. Por este motivo se llama Ventisqueros y la media luna, ya que la nieve, en forma de media luna, permanecía muchos años todo el invierno.
Aún se respiran en el aire de Ventisqueros las cenizas de mi amigo Francisco Anguita, que fueron esparcidas a su muerte en esta cordillera tan querida para él.

Desde la cumbre, divisamos todo el valle de Ranera, que termina en el Cortijo de la Colmena y en el Puerto. En la parte opuesta, la Pandera y los artilugios militares, que rompen la belleza del paisaje.

A nuestros ojos miles de cerezos amarguillos en flor, con sus flores blancas como la nieve, se extienden por la falda como una alfombra.

El aire nos trae el perfume de un mar de alhucemas y de romeros, que con sus flores azules se crían en todo el valle y barre las altas cumbres, donde no existe ni el humo, ni el sordo rumor de los motores. El espliego es carminativo, antidepresivo, antiséptico, y antibacteriano. Hay dos variedades de alhucema o espliego. Uno de jardín y este que estamos contemplando.

El romero es muy usado en la medicina tradicional. Con una infusión se lavaban las heridas y las llagas. Una ramita de romero metida en una botella de cristal llena de aceite, le da un exquisito aroma, que sirve para el aliño de las ensaladas.
Los romanos usaban la esencia de romero para los baños.

En nuestros mismos pies, contemplamos una plata pequeña, que es un tesoro, ya que sólo existe en Valdepeñas y en Mancha Real. Es de la familia de los jeráneos. Se llama vulgarmente manzanilla de piedra (erisimum piscis). Está protegida y no se puede recoger. Con sus raíces, se hace una infusión de sabor agradable, auque se ha demostrado, que no tiene las propiedades que se le atribuyen. Una maceta, con esta planta, fue a parar a un herbolario de la facultad de Medicina de Berlín.

Seguimos caminando entre las dos vertientes. La perspectiva es maravillosa. Llegamos a la casa del Moro. Desde aquí, sentados como en un gran balcón, contemplamos la mitad de la Provincia: El Castillo de Jaén, la amplia campiña, los pueblos que como blancas palomas están pintados en el horizonte y la catedral brillante, que reluce al sol como una ascua de oro.
¡Los ojos no se cansan de tanta belleza ¡

Manolo, con su innata curiosidad, desea conocer el origen de esta atalaya.
Les explico que en la época de los árabes se construyó un observatorio en este promontorio, en el que vivían dos personas, controlando los movimientos de los cristianos por estas tierras, ya que por el fondo de valle transcurría uno de los caminos de Jaén a Granada. Desde aquí, por medio de luces, se comunicaban con el redondo cerro del Sahuillo, donde había otro control, que se comunicaba con el Castillo de Susana. Podéis observar que las piedras, donde estaba situado el refugio, ahora destruido, las habían traído de otro lugar.

Seguimos caminando montados en el lomo de los nevazos. Les llamó la atención al observar un gran espino, sobre cuyas ramas se cría una planta muy verde, con unas vayas blancas. Se trata de una planta parásita, que chupa la savia del espino; sus hojas son perennes, correosas y ovaladas. Se llama Muérdago (Viscum album L.)
. ¡Y luego dicen que sólo los hombres viven unos a costa de los otros, comenta Antonio!

En la mitología escandinava el muérdago se confió a la diosa del amor. Lo usan para adornar las casas en navidad.
La planta, les comento, es tóxica. Se usa contra la hipertensión y la arteroesclerosis. Se hacen preparados médicos con ella y hay que ser muy cautos en su uso por el peligro de envenenamiento.

Dos plantas muy humildes crecen en la misma vertiente: El tomillo (tymus vulgris) y el serpol (Tymus serpyllum) de la mima familia y de las mismas propiedades. Ambos se toman en infusión para la gripe, resfriado y bronquitis. Se usan como aliño para las carnes y las aceitunas.

Estamos a 1700 metros y una brisa fresca besa nuestra frente, llena de sudor. Me agacho y recojo en mis manos una planta muy verde y humilde. Es la reina de la sierra y la más usada en la medina popular del pueblo. Su nombre es zahareña. En latín se llama sideritis hirsuta, que quiere decir estrella, ya que su tallo va formando unas estrellitas. De la misma familia es la sideritis incana, que en Valdepeñas se llama manzanilla blanca, y se encuentra en la Pandera y en la Montesina.

Sus usos son múltiples: En forma de infusión y mezclada con manzanilla cura las úlceras de estómago y es un gran desinfectante. Regula los ácidos estomacales y cura las hemorroides. Los veterinarios la usaban para curar las llagas de las bestias.

A los lejos, contemplamos unas plantas, como una varas de metro y medio de altura. Es la más bella de todo la sierra. Está vestida de unas hojas lanudas y plateadas y sus flores amarillas, como unas lámparas encendidas brillan al sol de la tarde. Hasta el nombre tiene su hechizo. Se llama Gordolobo (Verbascum thapsus). Sus hojas son grandes, plateadas, gruesas. Miles de insectos se posan en ellas.

Se recogen las flores con sus estambres y cáliz.
En infusión el mucílago, de que se compone, alivia la tos y las sopinas ayudan a expectorar las mucosidades adheridas a los bronquios. Es buen remedio para la bronquitis y en uso externo es un gran cicatrizante. Mezclado con la zahareña y el llantén maior o minor ayuda a curar las hemorroides.
Los viejos usaban sus hojas como yesca para los antiguos mecheros de pedernal.

Decidimos sentarnos a la altura del hoyo de los arros. Este hoyo tiene muy buenos recuerdos para los cuquilleros, ya que podéis ver un puesto de piedra. Los reclamos del pájaro de a jaula llegan hasta el pantano de Quiebrajano, que se contempla al fondo como un lago de cristal. En este puesto, le comento a Antonio, hizo tu padre un pérfora.

No nos cansamos de mirar al pantano, que brilla como un cristal.
Una mañana, al apuntar el sol, estaba sentado y subía muy silenciosa una cabra montesa, que llegó muy cerca de mí hasta que me olió.
Dio un salto tan fuerte, que arrastraba en su carrera, los guijarros de la pendiente.
Bajamos por la calabaza baja hacia el cortijo de Navalayegua.

Comenzamos a subir al cerro de la Cruz, a la altura del pozo. Del pozo, con una cubeta, rota y vieja, sacamos un agua tan fresca como si estuviera en una nevera. Al llegar a la cadena de rocas, que van a dar al peñón del Médico, enseño a mis amigos el Rompepiedras (Teucrium Rotundiflium) que se usa en la sierra de Cazorla contra de las piedras que se forman en el riñón. Es muy escaso en Valdepeñas. Lo he encontrado también en Chircales, en Carboneros, en el cortijo de los Ninos y en el Parrizoso. Es una planta esponjosa, muy pequeña y se encuentra siempre entre las rocas, junto con esta planta se encuentra la Doradilla (Ceredach officinarum DC.), y la uña de gato (Sedum Album L.)

En las mismas rocas se cría el té de roca (Jasonia glutinosa) que tan buenas cualidades digestivas tiene. Su sabor es muy fuerte. He visto algunas plantas en Chircales y en la zona de Pitillos. A los catalanes les encanta su sabor, recogiéndolo en la zona de Cazorla, donde es muy abundante, tomándolo en forma de infusión.
Sus hojas son muy pegajosas. Su sabor es demasiado fuerte.
De la misma familia es el llamado té de los prados (Jasonia tuberosa), muy corriente en los prados bajos. Su tallo, con sus flores amarillas, es también muy pegajoso y tiene las mismas propiedades que el anterior. Abunda en Valdepeñas en los ribazos.

Bajando del Peñón del Médico, llegamos a la fuente de Tejuelo. Sus pilares de piedra, esculpidos, son un monumento natural. A mis amigos les extraña, que haya una fuente tan abundante a esta altura. Bebemos unos sorbos de agua fresca. Les enseño a mis acompañantes un gran espino, casi como una noguera, en el que tu padre y otros amigos, le digo a Pablo, hicimos muchas acampadas, cuando éramos jóvenes.
Este espino tiene muy gratos recuerdos para nosotros. Muchas noches de vela, llenas de risas y carcajadas con las buenas ocurrencias de tu padre y tu tío Rafael.

Una tarde, tu padre, que había vuelto del pueblo, estaba cubierto con una manta, ya que hacía mucho frío. Vio bajar de la ladera opuesta un conejo en busca del verde del arroyo. Se dirigió hacia él y el conejo no se marchaba, ya que nunca había visto a un tío liado en una manta. Cuando se movía, levantaba sus brazos, agitándolos con la manta y el conejo asustado, se aplastaba, pero no se iba. Entre dos luces, vino Eduardo que estaba de caza, se dirigió hacia él con su escopeta y aquella noche Pepe, siguiendo al milímetro una receta, nos preparó una cazuela de conejo, que estaba riquísimo, aunque la terminó a las dos de la mañana. No obstante terminamos con ella, calentados por una inmensa hoguera e iluminados por una luna llena, que proyectaba nuestras siluetas en el suelo.

Entre los gamones y las margaritas floridas, crecen unas matas de salvia (Salvia pratensis). La salvia officinalis era la más usada en la medicina antigua. Las hojas son elípticas y ovaladas. Su color es gris verdoso. Sus flores de color azul claro. Las hojas secas son un excelente condimento para la carne.
Su aceite esencial es muy aromático y tiene propiedades desinfectantes y antisépticas y los taninos refuerzan su acción en caso de diarrea. Retrasa las fermentaciones intestinales e impide el desarrollo bacteriano en el intestino.

Se combinan muy bien sus efectos con la manzanilla (matricaria chamomilla) tan conocida por todos nosotros. Se usa contra los dolores de estómago, contra la gastritis y para la cicatrización de heridas en uso externo.
Los romanos, que eran muy sibaritas, se solían dar baños de manzanilla , tomillo y romero, ya que limpiaban los pulmones obstruidos, embellecía la sutil piel de las damas y tenían efectos positivos en la cura de las hemorroides, si se le añadía zahareña.

En el collado encontramos el tomillo aceitunero (Tymus cigis L. y el tymus vulgaris ) frecuente y conocido en nuestro pueblo. Sus flores son antisépticas, y calman la tos convulsiva, las bronquitis y el asma. Cura las alteraciones intestinales y es muy útil para la aerofagia. Por sus propiedades antivíricas, se usa contra el herpes zóster.
El tomillo, junto con el romero, se usa también como condimento en los platos grasos, ya que les da un buen sabor y ayuda a su digestión.

Empieza a morir la tarde y descendemos hasta llegar a Carboneros.
Nos paramos en una fuente existente junto a tres nogueras, donde todos los veranos acampábamos a finales de Agosto, en una finca de Antonio.

Aquí vino a recogernos con su coche nuestro amigo Pablo, que nos llevó a Valdepeñas.

En el camino Antonio me recuerda que en nuestro recorrido no hemos visto algunas plantas, que contemplamos al borde del camino. Les explico el uso de algunas de ellas, ya que no es posible enumerarlas todas.

La alhucema (Lavándula latifolia), cuya esencia se ha estado escanciando hasta hace muy poco en unos alambiques. Es digestiva, estimulante y antiesposmádica contra los cólicos y flatos. Con el romero se usa como desinfectante y mezclada con alcohol es apta para darse fricciones en las hinchazones.

Las flores del Matagallo (phlomis purpurea) son diuréticas y se usan para combatir los cálculos. Es una jara. Sus flores, de un rojo muy pálido, son muy apreciadas por las abejas.

LA Hierba de la sangre o tomillo de las siete sangrías (lithodora fructicosa) se usa como purificadora de la sangre y para curar ciertas erupciones. Es muy parecida al tomillo. Sus florecillas azules son muy bellas. Su toma tiene una liturgia especial, ya que se aconseja que se tome, alternando con la luna creciente y menguante. Se toma en infusión y como apósito externo en la erupción de la piel. Al mes la piel queda como la de un niño.

El torvisco (Daphine Gnidium) se usaba como purgante. Es un arbusto que crece un metro. Sus flores son blancas. Muy abundante en Valdpeñas. Tiene también propiedades antiséptimas. A mi amigo Pedro, cuya hija estaba muy delgada, una entendida del pueblo le aconsejó la siguiente receta. Su padre debía ir al ampo y traerse un haz de torvisco, equivalente al peso de su hija. El torvisco se metía debajo de la cama de la niña por un tiempo determinado. Terminado este periodo era necesario hacer otros rituales: Masajes, rezos y llevar un gato negro a la casa. A los tres meses encontré a mi amigo, que era muy escéptico a este sistema de curación y que accedió a ello ante la insistencia de su mujer. Muy serio me respondió: La niña ha engordado siete kilos. ¡Viva el torvisco!
Los cabreros del pueblo, al parir las cabras y ovejas, colgaban en el rabo un manojo de torvisco, con lo que evitaban las infecciones post partum.

Árnica. (Árnica montana) Crece en los ribazos de los caminos a finales del verano. Junto con la hierba bonita, es la última flor de verano. Sus flores son amarillas. Es muy abundante en Valdepeñas. Se usa en forma de compresas para las contusiones, torceduras y dolores musculares. Es tóxica y no se debe aplicar sobre heridas sangrantes.

Orégano (origanum vulgare L. ). Se usa sobre todo con efectos culinarios. En Valdepeñas aliñan las patatas fritas a lo pobre, dándoles un aroma muy agradable. Hay dos variedades, de flores rojas y blancas. Este último es el se usa en Valdepeñas. Ayuda a calmar la flatulencia, y estimula el flujo de la bilis. No suele usarse como infusión.
Acompaña las carnes como aliño y a otros guisos.



2. Ruta por el río Susana

Valdepeñas es su sierra, pero, al mismo tiempo, es su vega. Una vega, que se abre como una alfombra a partir de los ríos Ranera y el Vadillo de los berros. La torrentera de estos ríos es corta en su recorrido, guardando en su seno la llamada loma de los osarios, hoy Valdepeñas y los llanos de Ranera, llamados así por ser un lugar de ranas.

Ambos ríos, más bien arroyos, se juntan en el camino de Chircales para formar entre los dos un nuevo río majestuoso y espumoso. Se le da el nombre de Susana. Valdepeñas no se puede explicar sin Susana. Susana es agua, ritmo en su caída, y fertilidad. Sus aguas bañan y riegan las huertas de su entorno. A su paso el verde de sus campos sustituye el seco yelmo del baldío. Sus acequias, cargadas de aguas cristalinas, recorren los campos sedientos y realizan miles de milagros, trasformados en árboles, hortalizas y plantas.

Por Susana pasaron todas las culturas desde el neolítico a los iberos, los romanos, los visigodos, y los árabes. Hasta hace poco quedaban restos de sus acequias. Cuando paso por este camino, me acuerdo de aquel poeta árabe, que vivía en el castillo de Susana y cantaba la belleza de las negras moras, que se asomaban a las almenas del castillo.

Hoy quiero acompañar a mis tres amigos: Pablo, Manolo y Antonio por las vegas del río Susana..
La botica no está sólo en la sierra. La huerta, además de alimento, es fuente, salud y vida.

El camino de Susana es una delicia. Un largo valle que se extiende desde el pueblo al Castellón. Una camino lleno de secretos y misterios. Un camino, por el que pasó el Condestable de Castilla, miles de veces en sus correrías contra los moros.

Visitamos la huerta del tío Roque, que es uno de los personajes más entendidos en hortalizas y árboles. Lo saludamos con afecto y cariño. Su huerta es un jardín en el que encontramos, desde una rosa blanca y color butano hasta las principales variedades de cerezos, perales y manzanos.

Roque, hombre robusto, desde hace años, ha seleccionado y ordenado su sementera y le han salido las canas junto a sus hortalizas y sus árboles, a los que mima como si fueran hijos suyos.

Tiene un defecto y es que fuma un tabaco carrasqueño, que cría en su huerta, a pesar de las prohibiciones de la tabacalera.
Nos enseña un cuadro del terreno dedicado al ajo, y a las cebollas.

El ajo (Allium Sativum), nos explica, tiene una sustancia llamada alicina, que tiene propiedades bactericidas. Es originario de las estepas de Asia Central. Es diurético, ayuda al funcionamiento del riñón y aumenta la producción de la orina, reduciendo la hipertensión y el reuma, al hacer descender el colesterol. Es vermífugo y antiséptico.

Su uso culinario es de los más variado: Aromatiza los más variados platos de verduras, carnes y pescados. Su desagradable olor desaparece al freírlo o cocerlo con un poco de vino blanco.
La cebolla con el ajo es el condimento más usado en la cocina mediterránea.

La cebolla (Allium cepa), sembrada en un bancal cercano, la introdujeron los romanos en Europa, trayéndola del mediterráneo oriental y de Asia. De las dos plantas originales han surgido muchas variedades. Se usa en todo el mundo como condimento, ya que da un sabor exquisito a la carne, y la hace más digestiva. La cebolla blanca dulce va muy bien en las ensaladas y frita en rodajas está muy buena.

Por su poder curativo es diurética, bactericida como el ajo y, hervida favorece la digestión, abre el apetito, cura los catarros y calma la tos en los resfriados.
Por las parecidas características con el ajo, casi siempre van juntos en la cocina, como dos buenos hermanos.

El puerro, comenta Roque, es de la misma familia y con parecidas propiedades, va bien a las sopas y potajes. Su sabor es penetrante y su agradable olor impregna lo estofados. Nuestro amigo prefiere la cebolla al puerro, ya que este es demasiado fuerte. Las cebolletas tiernas (Allium schoenoprasum) acompañan a las ensaladas.

Todos quedamos admirados de tanta grandeza y sabiduría.
¡ No podía sospechar que nuestro amigo Roque tuviera tantos conocimientos!

Manolo promete comer más ajos para fortalecer sus músculos. Hasta ahora, no le agradaban mucho estas dos hortalizas de la familia de los alios.

Roque nos enseña un cantero, dividido en tres macizos, donde tiene sembradas unas pocas zanahorias, espinacas, acelgas y espárragos silvestres.
El cuadro de variados colores, como la bandera de Polonia, con un verde de cuatro tonos y de cuatro alturas.
El color de la zanahoria (daucus carota subesp. Sativus) es amarillo con su penacho de hojas plumosas y flores blancas. Su sabor dulce agradaba en la antigüedad a los romanos. Con ellas se hace un exquisito puré y un zumo reconstituyente, que resucita a los muertos. Tiene mucha vitamina A.

Un cuadrado de espinacas, como una alfombra verde, crecía junto a la zanahoria. La espinaca (Spinacia oleracea) y las acelgas (beta Vulgaris, sbesp. Cicla) son las verduras más vulgares, ya que acompañan a muchos cocimientos. La mujer de nuestro amigo Roque las prepara cocidas y fritas con huevos, pescado y jamón. La tortilla de espinacas se ha inmortalizado en la cocina europea.

Un cantero de espárragos silvestres, sembrados hace ocho años, se cimbrea al menor suspiro del aire. El espárrago (Asparragus officinalis) es diurético, laxante y seda el sistema nervioso. Hoy se usan como un exquisito manjar, tanto los verdes como los blancos, combinados con jamón o en tortilla con unos huevos estrellados. Una salsa a la vinagreta mistifica su sabor y una sopa de espárragos verdes aligera nuestro estómago.

Contiene sales minerales, vitaminas y potasio. La esparraguina es una sustancia diurética, que comunica a la orina un olor fuerte y desagradable, que molesta a algunos estómagos.

Mas abajo, en unos bancales, nuestro amigo cría tomates, pimientos, pepinos, sandías, melones, habas y habichuelas.

El tomate (Lycopersicon esculentum), nos explica, oriundo del Perú, se introdujo en Europa en el siglo XVII y lo bautizaron como la manzana del amor. Los italianos lo llamaron la manzana roja (pomodoro). En castellano tomó el nombre original del Perú (tomats). El fruto rojo tiene un sabor exquisito, delicioso y pleno. Yo, dice Roque, sigo sembrando los tomates antiguos del pueblo, que son más gordos, aromáticos, y suaves al paladar. Los actuales son duros, e insípidos. ¡Veremos a ver que nos pasa con tantos cambios genéticos!
A los míos no les echo abono, dice nuestro amigo. Con el estiércol de mi burra y cabra, saben a cielo, si los adorno con unos granos de sal gorda.

Se les encuentra en todas las ensaladas con un poco de aceite y combinados con miles de platos.
El color rojo del tomate se combina en el cantero con el rojo más suave del pimiento. El tomate contiene potasio y mucha vitamina A. Últimamente parece ser que tiene efectos antitumorales, especialmente prostáticos. Cura las micosis, si se coloca sobre la afección de la piel. Para extraer la piel, el tomate se divide en cuatro partes y se mete dos minutos en agua hirviendo. La piel se pela admirablemente con este toque.

El tomate, con el pimiento, forma una maravillosa alfombra. El pimiento (Capsicum Annum) lo trajeron nuestros antepasados de América del Sur. Existen variedades de piel verde, amarilla, roja, naranja y negra. Roque tiene tres variedades: El morrón, el italiano y el pimiento de almagro. El primero es dulce y es exquisito asado al horno. Es rico en vitamina C y A. Con ellos se hacen conservas y se combinan en todos los platos. Entran a aromatizar las matanzas, y se fríen mezclados con huevo.

Las cornetas, picantas o guindillas, llamados también chiles, son excelentes para los degustadores de picantes. Nuestro amigo tiene sólo dos plantas, ya que no puede aguantar su fuerte sabor. Nos comenta Roque, que son tan fuertes, que salen al camino a picar.

La berenjena no ha tenido tan buena prensa.
Hay muchas variedades de berenjenas (Solanum melongena). Se consumen rellenas, fritas o cocidas. Remojadas en cerveza y pasadas por huevo y harina son un buen aperitivo, al terminar de freírlas en aceite fuerte.

En un rincón, cuatro matas de pepinos. Unos pequeñitos y otros largos y blancos. A nuestro amigo le gustaban los de antes. Los de ahora son preciosos y de muy buena presentación, pero no saben a nada. Los pepinos holandeses o de Almería están invadiendo los mercados, nos dice Roque.

El pepino ( Cucubis sativus) es el más importante ingrediente del gazpacho andaluz. Es rico en vitaminas y posee carbohidratos y sales minerales. Los encurtidos, con pepinillos fermentados en salmuera y posteriormente desalados y envasados con vinagre han conquistado los mercados europeos. No son muy digestivos.

Tres matas de calabazas trepadoras (Cucúrbita Pepo) rastrean por el suelo. La calabaza es el gigante del reino vegetal. Una de ellas con su piel amarilla debe pesar más de quince kilos. A Pablo le da gana de jugar al fútbol con ella. Las otras, llamadas americanas, son mucho más pequeñas. Eran muy apreciadas por los chinos y los romanos.
Sus efectos medicinales son extraordinarios por la vitamina A, E y F, que aportan y por el hierro, cinc, potasio y magnesio, con los que fortalecen nuestros huesos y tejidos.
No tienen ni colesterol ni grasas.
Las calabazas, horneadas con miel o azúcar y licor, constituyen un maravilloso postre. El pastel de calabaza elaborado con azúcar, nata líquida, canela, nuez moscada y almendras molidas es exquisito; todo estos componentes mezclados y horneados.

Últimamente se ha puesto de moda el calabacín (Cucúrbita Pepo), que es de la misma familia que el melón y la sandía. Toneladas de calabacines tiernos, con su flor amarilla, como un nido, salen para los mercados europeos e ingleses.
El calabacín frito con cebolla, añadiéndole sal, unos quesitos y un poco de nata líquida, pasados estos elementos por la batidora, forman un puré muy sabroso. Se le puede añadir limón a gusto.

La sandía (Cuscurbita citrullus), proveniente del África occidental, ya crecía en la antigüedad a las orillas del Nilo. Es refrescante, y aumenta la cantidad de orina. Con ella se trata la nefritis.
Es muy rico su contenido en proteínas y de fácil digestión.

El melón (Cocumis Melo) tiene un sabor delicioso.
Los Israelitas, cuando caminaban por el desierto se quejaban a Moisés, de no poder comer ni melones ni pepinos.

Seguimos caminando y al fondo de la huerta, descubrimos un macizo verde de fresas, con sus flores blancas y frutos rojos.
Hay miles de variedades de fresas (Fragaria vesca semperflorens). Los llamados fresones y la fresa de los montes, que era alabada por el poeta Virgilio por su exquisito sabor. Esta se reproduce por semilla. En esta variedad, la más antigua de todas, sus semillas son pequeñas y de un rojo pálido, como podéis en esta mata, que no tiene tampoco rastra.
La fresa está bien provista de la vitamina C y es rica en materias minerales.
La industria de la fresa ha prosperado en estos últimos años con sus zumos, mermeladas y diversos productos para confitería y pastelería.
El aguardiente dulce, al que se añaden unas fresas, tras dos meses de maceración, es un exquisito licor. ¡Pruébalo¡.

En los ribazos, junto al río vemos unas alcachofas (Cynara Scolymus L). Esta maravillosa verdura proviene del África. Tanto la flor (la alcachofa) como las hojas ayudan a la vesícula biliar y al funcionamiento del hígado. Estimula el flujo de la bilis y reduce el colesterol, disuelve el ácido úrico y disminuye el reumatismo arterial.

Se preparan cocidas con un poco de limón para evitar que se pongan negras. Frías se sirven con aceite o con alguna salsa.

La odiada Ortiga (Urtica Urens), en mas de una ocasión ha irritado nuestra piel. La encontramos en el barranco de la huerta. Las hojas verdes y tiernas cocidas limpian la sangre y deshacen los cálculos. Mezcladas con la cola de caballo y el equiseto y el diente de león se potencian sus efectos para la eliminación de la gota y los cálculos. Con las tiernas puntas de ellas se puedan hacer unas exquisitas tortillas o simplemente se sirven cocidas y frescas aliñadas con un poco de sal y aceite.
Los pelos de la planta contienen una sustancia urticante y sus hojas diversas sales minerales y vitaminas.
Golpeando con un manojo la piel se produce la irritación local. Con esta urticación se curan las manchas del cutis y se alivia la parálisis, estimulando la circulación.
¡Si sois incrédulos, haced la prueba! Digo a mis amigos.
Los veo muy reacios a esta flagelación urticante.
Tienen tanto hierro que nuestros antepasados se la daban cocidas a los pavos, como alimentación.

En el fondo de la huerta hay un macizo, dividido en comportamientos, que acoge unas matas de tomillo, menta, orégano, ajedrea, mejorana, salvia, té moruno, perejil, hinojos, y albaca para aliñar los mil guisos, que le prepara su mujer. Es la sierra en la huerta.

Los italianos usan mucho la albahaca (0. Basilicum) para la cocina. Por sus componentes disminuye el nivel de azúcar, es analgésico y baja la tensión sanguínea. Da un sabor especial a los guisos.

Ha sembrado tres matas de hinojos (Arbustus unedo), tan necesarios para el aliño de las aceitunas y para la confección de algunas bebidas. Es astringente y antiséptico. Los bordes de nuestros caminos están llenos de hinojos.

Para el aliño de las carnes, una matas de Mejorana (Origanum majorana). Su olor es muy penetrante por los múltiples aceites volátiles. Es necesaria cierta moderación en el aliño.

En el recuadro destaca el Perejil. Era conocido en Roma y Grecia como diurético, tónico, y digestivo. Sus hojas tienen vitaminas y minerales. Se pone como adorno en los platos porque atenúa otros fuertes olores, como el ajo.

Mis jóvenes están cansados. Nuestro amigo nos invita a que probemos un vino que ha hecho con las técnicas antiguas. Como aperitivo unos trozos de queso añejo de cabra, curado en el aceite, hecho por su mujer. Acompañamos el queso con unas rebanadas de pan, como dicen ahora de leña. Después de este refrigerio, estamos dispuestos a comernos el mundo.

Nos sentamos en la puerta de su pobre y pequeña casita a la sombra de unos kiwis, que forman un parral. La actinidia chinensis proviene del Asia Sur Oriental. Es una planta dioica, esto es, tiene flores masculinas y femeninas. Sus frutos, en racimos, aparecen colgados como pequeños ratoncitos, agitados por la brisa que corre. Su sabor es algo ácido, su perfume delicado y fino. Las principales variedades son la hayward, Bruno, Monty, Abbott y Alisson. Su composición es admirable: Calcio, magnesio, hierro, fósforo y una gran gama de vitaminas A, C etc. Se usa cada vez más como entremés, para salsas, dulces, helados y macedonias. Son muchas las recetas elaboradas con kiwi por los cocineros italianos. He aquí alguna de ellas. Se machacan con el tenedor unas rodajas de kiwi, se añade un huevo duro, unas alcaparras, perejil, mezclándolo todo con aceite o mayonesa. Esta salsa acompaña admirablemente a los pescados y a la carne, o cocida o a la brasa. La macedonia es exquisita: Unos kiwis, unas naranjas en trozos, unas fresas, plátanos, piña, todo ello regado con azúcar o miel y algún licor.

Caminamos hacia una noguera, cuya sombra cubre el rincón de la vega. Debe tener más de doscientos años. La puso su bisabuelo.
Junto a la noguera un cerezo (prunus cerasus) con sus cerezas rojas y dulces. Es mi fruta preferida, nos dice Roque. Contienen ácido cítrico y málico. El cerezo silvestre (prunus avium) florece en la umbría de los nevazos, donde sus flores blancas perfuman los días de abril. Se le llama cerezo amarguillo, porque sus frutos diminutos y negros son muy amargos. Les encanta a las aves.

Roque tiene una buena colección de cerezos y guindos: El Burlat, el Bing, el Van, el Napoleón, el Hedelfingen, la Ambrunesa y otras variedades nuevas, que compró hace unos años. La picota es un excelente polinizador para todas ellas. Su preferida es la Bing y un guindo que le trajeron de Logroño..
Es un fruto excelente para la mesa, pero además tiene mil usos en confituras.
Con la cereza deshuesada y el grosellero rojo se hace una exquisita mermelada. Cocidas ambas, a fuego lento, en una cacerola se mezclan con el mismo peso de azúcar y se mueven hasta que se forma una masa. Sale una mermelada que es para chuparse los dedos. Hay quienes le añaden unas almendras molidas, previamente fritas.
La cereza se usa por sus propiedades diuréticas y astringentes. Es una buena receta para la nefritis, retención de orina y gota.
Las guindas especiales del tío Roque en aguardiente saben a gloria. No he probado otras mejores. Con sus hojas verdes maceradas en aguardiente dulce se hace un licor muy sabroso.

Formando un seto tiene un fila de quince groselleros rojos (Ribes rubrum). El grosero es un arbusto; sus frutos crecen en forma de racimos y contiene ácidos málico y cítrico. El jugo de grosella fresco, aunque ácido, es delicioso, antiséptico y purificador, si se endulza con un poco de azúcar o miel. La mermelada de grosella ha ganado todos los campeonatos. Sus hojas son diuréticas y refrigerantes. Por su rico contenido en vitaminas combate la anemia y la desnutrición.
El vinagre de grosella es el mejor del mundo.

Junto a los groselleros, en un rincón hay dos matas de fambruesas (Rubus Idaeus), que Manolo y Pablo confunden con una zarza. Su fruto es excelente para los helados y para otras confituras. Se parecen a las fresas, aunque su color rojo es más pálido.
Brilla en las tartas de las novias.

Tres madroños (arbustus unedo L) cierran el cuadro. Sus frutos, bien maduros en el mes de noviembre, son muy sabrosos, aunque si se consumen en abundancia producen cierta embriaguez. Sus hojas y raíces son astringentes, y antisépticas.

Nos enseña con gozo un árbol que le ha traído de Granada su amigo Carlos. Se llama Azufaifo (Ziziphus jujuba). Sus hojas son dentadas, sus flores en ramillete amarillas, sus frutos rojizos o negros. El sabor del fruto es dulce, agradable y tiene un gran valor alimenticio. Contiene una gran variedad de vitaminas, calcio, fósforo e hierro. Aumenta el sistema inmunológico y mejora la función hepática.
Lo sembró el año pasado y está deseando probar sus frutos.

Delante de nosotros, comenta Roque, la maldita grama, que no puede arruinarla. Le tengo declarada la guerra, ya que ni con los nuevos herbicidas se puede desterrar. También tiene sus propiedades, les comento. El rizoma de la grama de las boticas (agropyrum repens) se emplea como diurético. Por su contenido en mucílago se recomienda contra los catarros, contra el reumatismo, y la gota. ¡Teníamos que tratarla con mas cariño y no declararle la guerra!

Le pedimos a Roque que nos acompañe, ya que queremos bajar andando hasta el charco de Utrera por el mismo borde del río.

A la derecha, nos encontramos con la vega de Juan. Este año no tiene hortalizas y la ha sembrado de cebada. Entre las espigas verdes, y al mismo compás se mecen unas amapolas (Papaver rhoeas L.) Sus flores rojas forman un paisaje pintado en sangre. Antiguamente, les explico, las mamás las usaban para dormir a sus hijos y contra la tos. Si no duermes bien, toma al acostarte una infusión con sus hojas y flores.

Por un puente de madera, pasamos a la otra orilla. Una gran plancha de berros, con sus blancas flores, tapizan el borde de las aguas claras. Es una planta, cuyas hojas en otras zonas se usan antes de florecer para ensaladas. Es una planta muy rica en vitaminas A, B, C, y E y contiene yodo, hierro y fósforo. Si quieres mantener viva tu memoria, come berros en las ensaladas, cantaba Jenofonte, un general griego del siglo V antes de Cristo.
Su uso es aconsejable a los malos estudiantes y no voy con segundas.

Seguimos caminando por el borde del río, entrando por un desfiladero. Les llamo la atención para que observen una planta, que tenemos delante, con sus flores azules. Se llama Borraja (Borago officinalis L.) Las flores en infusión son sudoríficas y diuréticas. Las borrajas cocidas y aliñadas con un poco de sal y aceite están más ricas que las espinacas. Sus propiedades son laxantes.
Sus hojas también son también comestibles, si se embadurnan en un huevo batido y harina de trigo candeal y se fríen en aceite bien caliente.

Dos Serbos o Serbales ( sorbus domestica) nos dan su sombra al ir caminando hacía abajo. Su fruto, si no está muy maduro, es amargo y astringente. Con ellos se hace una mermelada muy sabrosa, que estimula la producción de jugos gástricos y corta la diarrea.

Seguimos encajonados entre las dos vertientes de Susana. Un paisaje maravilloso. A izquierda se levanta majestuosa la Morenilla en una ascensión casi vertical y a la derecha el Castellón, observatorio de todas las civilizaciones que han existido en Valdepeñas.

Antonio y Manolo tienen permiso de pesca y bajamos con ellos al pórtico del mismo charco de Utrera desde donde cae una cascada de unos treinta metros.

El charco es grande y casi inaccesible. Aupamos a tres cabras que han caído despeñadas y no pueden salir. Echa la caña Manolo y engancha con el anzuelo una trucha de dos kilos. La trucha es brava y fuerte. Salta, recorre veloz el charco, se hunde en las profundidades, hasta que agotada nos enseña su panza brillante y plata. Tensa y destensa la caña una y otra vez. La cansa y después de diez minutos logramos atraparla.

Manolo repite el mismo trance con el mismo éxito.
Dejamos el río y volvemos al pueblo por el camino de Chircales. Son las ocho de la tarde. A nuestra derecha las vegas verdes y a la izquierda la Ventilla, con sus olivos viejos e incultos.
Un mar de olivos nos rodea por todas partes. El olivo y el aceite, les explico, tiene muy buenas cualidades.
Olivo en latín se dice olea europea. El aceite del olivo es excelente para aliñar las ensaladas, las verduras y las tostadas. Entra a formar parte en la confección de muchas recetas de la cocina mediterránea. Las aceitunas, adobadas con tomillo y hinojos, son un excelente aperitivo.
Sus hojas son febrífugas y disminuyen la hipertensión, el reuma y la gota, si se preparan en infusión. Regulan el sistema circulatorio.
El aceite es muy nutritivo y facilita el equilibrio en las grasas, bajando, como las hojas, la tensión sanguínea, especialmente cuando se come crudo en las ensaladas o con una tostada de pan. El aceite se puede aromatizar con romero, tomillo, orégano, ajo, mejorana, cebolla, laurel etc., dejándolo macerar un poco tiempo.

Llegamos al pueblo. Nos preparan las truchas al horno en el bar de Salvador y nos damos un gran banquete. Hasta la próxima ruta.


3. Ruta de Valdiarazo

Hace ya muchos años que todos los veranos marchábamos al campo con nuestras tiendas de campaña a pasar unos días deliciosos. El campamento tenía seis tiendas. En una de ellas nuestro amigo Eloy y sus dos hijos Eloy y Antonio. Pablo con su hijo Pablo. Pepe y Eduardo, que, por su trabajo, sólo venía unos días y la mía.

Nos instalamos junto a las pilas de la calabaza baja. ¡Que días más deliciosos entre lo chistes de Pablo y las ocurrencias de Eloy.
Hacía años, que queríamos recorrer el trayecto del río Valdearazo, desde el arroyo de Carboneros, siguiendo por Valdearazo al Pantano de Quiebrajano.

Nos trasladaron en coche hasta Carboneros y Carbonerillos y desde allí, emprendimos la marcha río abajo.
Junto al cortijo de Carboneros y Carbonerillos, vimos unos enterramientos árabes, cuyos restos quedaban al descubierto.

En el mismo lugar aparece también cerámica ibérica, ya que habría un grupo pequeño que se resguardaría en la cueva de los cazadores que está un poco más alta.

Nos adentramos por el arroyo, que en estos momentos va seco. En un rellano del camino aparece una alfombra de dientes de león, vulgarmente llamados también achicoria amarga ( Tarasacum Officinale). Se cría en los prados. Purifica la sangre, es diurética, y sirve para tratar la tensión alta y la gota. Sus raíces tienen un gran poder desintoxicante. Se usa también contra el acné, la eczema y la soriasis. Sus flores antes de abrirse, en algunas zonas, se toman encurtidas en vinagre y sal como las alcaparras. La raíz se ha usado, una vez torrefacta, para sustituir al café.
Recogemos unas hojas y varias raíces para hacer por la noche una rica infusión, mezclándola con manzanilla de piedra.

Junto a una gran piedra, aparecen las flores rosas y ajadas de un escaramujo, o rosal silvestre , llamado también tapaculos (Rosa anina L.). Contiene ácido tánico, pectina, taninos, diversos ácidos orgánicos y grandes cantidades de vitamina C. Por su contenido en taninos es muy astringente. Por este motivo decidimos no probarlo.

En el mismo ribazo, con sus grandes hojas verdes, Eloy descubre el Lampazo mayor y minor (Arctium lappa). Es una planta bianual y poco frecuente en Valdepeñas. Sus raíces tienen propiedades depurativas. El fruto se clava como una lapa en el vestido.
Os acordaréis que cuando éramos niños establecíamos verdaderas batallas campales con sus frutos. ¡Te pegas como una lapa!, es el refrán que hemos conocido todos.

Antonio y Manolo se interesan por el nombre de una planta que tienen delante. Les digo que se llama Malva (Malva silvestris). Su flor es azul, y el fruto está maduro. De pequeños nos comíamos una especie de panecillos que estaban muy ricos y se llamaba pan de pastor. Hervida en agua se toma en forma de té para regularizar las funciones intestinales, ya que es un poco laxante.

Pepe y Eduardo han dejado el río y se han montado en monte Verde, casi a la altura de las Lomas. Los plomos de sus escopetas, aterrizan junto a nosotros y una banda de perdices corta el aire de nuestras cabezas en su descenso.
Eloy se asusta y los vocea, pero no nos hacen ni caso.
A nuestra derecha, muy lejos descubrimos la sierra del trigo, y Paredón, la patria de las setas, el Barranco de los Alamillos, el Cerro Quemado y Cerro Prieto.

Ya cansados llegamos al cortijo del tercero, bebemos un trago de agua y continuamos el camino muy empinado y difícil. A nuestra derecha descubrimos el Castillejo.
Llegamos a la derruida fábrica de la cruz. Volvemos a beber un trago de agua y escudriñamos la derruida fábrica de la luz, que se cerró hace ya mucho tiempo. En la misma fábrica el río del tercero se junta con el otro barranco, que apenas trae agua. A partir de la confluencia de estos dos arroyos el río se llama Valdiarazo.
Examinamos detenidamente los alrededores y observamos unas cuevas que con seguridad estuvieron habitadas, ya que el lugar es extraordinario para la defensa.

En este río lo cristianos y los árabes tuvieron muchos encuentros, ya que se mediaba el camino de Granada por la sierra. El Condestable Iranzo, en muchas de sus correrías, bebió las aguas del Tercero y de Pitillos.

En el cerro de Tercero, los de la sierra, al terminar la guerra civil, se albergaban en una guarida que habían excavado entre el monte. Allí murió un sargento de la Guardia civil y alguno de los huidos.

Nos sentamos debajo de un Moral o Morera (Morus nigra). Sus moras negras y rojas nos saben a gloria y nuestras manos se tiñen de un rojo sangre, que no podemos borrar con el agua. Eloy me pregunta, si sirven para algo, además de para manchar la ropa. Lo pregunta con cierto recochineo, ya que es médico y cree poco en las propiedades de las hierbas, El jarabe, le digo se utiliza para hacer gargarismos y curar la garganta y te aseguro que curan mejor que tus pastillas, le digo a Eloy. Como fruto comestible es exquisito, como todos comprueban. Valdepeñas estuvo plagado de morales, ya que sus hojas eran un excelente alimento para los gusanos de seda, cuyos capullos eran muy importantes para la industria de la seda.
Con moras y aguardiente dulce se hace un licor extraordinario.

En un remanso de aguas cristalinas descubrimos unas truchas. Manolo, un aventurero utópico, se tira al agua y cree que va a poder capturar alguna de ellas, que debe pesar más de dos kilos. Aunque nadaba como una anguila, su aventura fue inútil. ¡Menuda cazuela hubiéramos hecho! Vimos en el mismo charco dos galápagos. Muchas otras veces he recorrido estos caminos y no he vuelto a verlos.

Nos encontramos con Pepe y Eduardo y con curiosidad registramos sus morrales.
Descubrimos tres perdices y dos conejos. ¡Menudas habichuelas nos vamos a comer mañana, apostilla Antonio!

A continuación nos desviamos para entrar en uno de los barrancos ecológicos más bellos: El Arroyo de los Barrancos y el del polvero, que pasando por el cortijo de los Barrancos, va a parar a la llamada Era del Polvero. Se llamaba así, porque las siembras de todos los contornos se aventaban allí. Las perdices eran muy abundantes en la zona, acudían en busca del trigo y de paso tomaban un poco de polvo en los ribazos de la era. Aunque hoy no se siembra nada, en tiempos pasados todas estas faldas se sembraban, como se descubre por las muchas albarradas, que aún se conservan. En esta era dormí una noche en la paja con Carlos Ortiz y Alfonsillo y maté mi primer conejo con la escopeta de éste, sin haber cogido nunca un instrumento de este calibre y conste que el conejo iba corriendo.

Empezamos a caminar el barranco hacia arriba para ver un grupo de tejos. El tejo (taxus baccata) es una planta dioica, esto es, hay árboles con flores masculinas y femeninas. Para los druidas era un símbolo de inmortalidad por su larga vida. En Valdepeñas solo se crían en la umbría de cortijo de los Barrancos. Su principal composición es un alcaloide, llamado taxina, de sabor amargo y venenoso. En la actualidad se estudia la posibilidad de que sea anticanceroso, al inhibir la división de las cédulas. La planta es tan tóxica, que al árbol, al que se le aplica una cuña de tejo, se seca, como conocen los vecinos de Valdepeñas.

El tejo le da al barranco un verdor especial. Estos tejos no son muy antiguos y por este motivo no debe hacer mucho tiempo que los trajeron aquí o sus semillas fueron depositadas por algún pájaro. Cuando vi en Cazorla un tejo milenario, que nos enseñó mi amigo Javier Cavanillas quedé admirado e hice el propósito de hacerme de uno de ellos. Aunque lo he plantado en dos ocasiones, no me ha sido posible cultivarlo.
También tiene un crecimiento muy lento el boj o boje, que sólo se encuentra en la zona de Carboneros.

Contemplando los tejos delante de nosotros salió corriendo un gran macho jabalí, solitario, que estuvo a punto da arroyar a Manolo y Eloy, con el consiguiente susto.
Volvemos de nuevo al cauce del río. Les enseño un corneta.

En todas estas tierras es muy frecuente la Corneta o cornicabra (Pistacia terebinthus). De la corteza del teberinto se saca una excelente trementina. Las hojas y la corteza, y los cuernos de cabra, formados por la picadura de unos pulgones, se usan macerados en vino contra la ascitis.
De esta misma familia son los pistachos; por este motivo, éstos se pueden injertar en un pie de corneta, con bastante éxito, como están haciendo en algunas zonas de la provincia.

De la misma familia es el lentisco (pistacia lentiscus), que es muy abundante en Valdepeñas. Es un arbusto, como estáis viendo, de un metro. Al ser de la familia de las cornetas posee sus mismas cualidades. Se usaba en la industria de los barnices y para enjuagarse la boca y limpiar las encías.

A la altura del cortijo de los Prados encontramos un durillo. El Durillo (Viburnum tinus L). es un arbusto pequeño y, aunque no está muy extendido en Valdepeñas, se encuentran ejemplares por todas partes. Sus hojas son purgantes.
En la vega del Cortijo hay una buena colección de nogales muy selectos. El antiguo Cortijo ha sido reformado. En él nos encontramos con Marcos, Cándido y Manolo, tres guardas que conocen los menores recovecos de esta sierra, a la que aman y quieren, como si fuera su hija.

El nogal (Juglans regia) tiene muy buenas propiedades curativas. Las hojas y frutos son astringentes y combaten las inflamaciones. También combaten la diabetes. El aceite es un excelente laxante. Con las nueces, antes de granar, estando tiernas, se prepara una bebida de esta forma. En un tarro, con un litro de alcohol (de 90-95 grados), endulzado con azúcar o un litro de aguardiente (mejor dulce que seco) se colocan 8 nueces, una ramita de albahaca, mejorana, té moruno, tomillo, hierba luisa, menta etc. Se deja macerar unos dos meses. Es muy importante saber combinar los distintos sabores. Los catalanes, de donde viene la receta, la llaman ratafía. Hay quienes modifican la receta, añadiéndole canela y nuez moscada, aunque cambia radicalmente el sabor del brebaje.
[1]

A partir del cortijo de los Prados abundan los enebros y sabinas. El Enebro Rastrero (Juniperus communis L.) con su color verde claro. Sus bayas son de color negro azulado. Los frutos contienen un aceite esencial y son diuréticos y antirreumáticos, aunque no se debe abusar de esta tisana, ya que puede irritar el pulmón. De las vayas se hace la ginebra, que estimula la digestión. Estas vayas aromatizan las carnes grasientas.

Junto al Enebro las Sabinas ( juniperus sabina L.). Son más severas, altas, y armoniosas que los enebros. Su color verde tenue me encanta y da un tono especial al paisaje. La esencia de la sabina es irritante, produciendo inflamación en la piel. Su uso es peligroso.

Nos paramos unos momentos para beber unos tragos de aguas cristalinas, que nacen junto al cortijo de Pitillos. Después de tanto caminar el agua nos refresca y nos da ánimos para seguir hacia delante.

Un mar de quejigos y encinas plateadas se mueven al compás del fresco aire, que sopla del norte.

En este maravilloso paisaje, los reyes de toda esta zona son las encinas y los quejigos. Los carboneros gallegos destrozaron nuestros montes. A pesar de ello, aún quedan quejigos y encinas centenarias. En la Cañadilla del agua hay dos ejemplares maravillosos. Calculo que tendrán más de mil años. El otro quejido tiene su nombre propio, el quejigo del amo, con sus brazos de gigante, cubre una extensión de más de 40 metros, ya que el dueño de la finca no permitió que lo podaran. Son las joyas de la sierra. Si lo hubiera visto Don Quijote, posiblemente hubiera arremetido contra él, creyendo que era un gigante. En la Calabaza baja hay otros dos ejemplares centenarios y voluminosos. Pero el rey de todos ellos, un poco más grande que el de la Cañadilla del Agua, lo vimos muy cerca de Covaterriza, a donde subimos para contemplarlo. Su tronco es inmenso. Tiene tres brazos, que parten del eje central, que le dan un carácter robusto y majestuoso. Aún quedan otros muchos, Icona, con gran acierto, en lugar de plantar pinos, ha alambrado una zona de Navalayegua la alta, y está intentando regenerar el monte de quejigos y encinas, que estaban atoconados por las cabras. En Covaterriza y en el Cortijo de Navalayegua, pudimos contemplar las dos encinas más grandes de la zona, aunque no superan a la de Colomera. Son centenarias y dos monumentos de la naturaleza, más viejos que la Jiralda de Sevilla, que tanta fama tiene.

Después de esta larga explicación, Eloy, hijo y Antonio me piden que les hable del misterio de estos dos árboles, que, aunque los conocían, han excitado su curiosidad por su grandeza y prestancia, que queda empequeñecida y diluida en el infinito paisaje de la llanura.

La Encina (Quercus Ilex L.), les digo, se cría en toda la zona del mediterráneo. La bellota, que contiene una gran cantidad de fécula, azucares, taninos y grasas se usa como alimento para los animales, especialmente para los cerdos. Su corteza es astringente. Con su cáscara y la del roble o quejigo, macerada en vino, se prepara el vino de roble, que se usa para lavar úlceras, sabañones, y otros lesiones etc. La bellota dulce se usa contra la diarrea.

Hay en esta zona algunos ejemplares muy buenos. Junto al cortijo de Navalayegua hay varias encinas centenarias. La más grande está detrás del cortijo, junto al barranco; ha crecido en el corralón, gracias al estiércol de las ovejas y cabras, que encerraban allí.

El quejigo o robre (Quercus robur fanigera) es de la misma familia que la encina. Hay algunas variedades. La corteza contiene una gran cantidad de taninos. Sus efectos son anteinflamatorios y actúa contra la diarrea. Sus bellotas son muy amargas. Es un excelente alimento para los cerdos.

Gracias a las bellotas se criaban en Valdepeñas miles de cerdos, enjutos y sin grasa de tanto caminar por el campo en busca de las bellotas. Sus jamones, que eran de cerdos de pata negra, los únicos que entones existían, tenían fama, junto con las nueces, en todos los contornos de la zona. El oficio de porquero era muy corriente.
A Isabel II, en su venida a Jaén, le estuvieron riquísimos estos jamones.

Cómo he explicado, al hablar de un personaje muy curioso D. Bernardo Ortega y Gámiz, había en la zona de Navalayegua, los Barrancos y Carboneros que estamos recorriendo, más de dos millones de quejigos y encinas.

Tuvo mucha importancia en la antigüedad la coscoja, hoy desprestigiada y perseguida, ya que los animales no la pueden comer por los pinchos de sus hojas y por la mala calidad de sus bellotas, que se tostaban en los años de escasez como sustituto del café. Era muy importante para confeccionar unos tintes. Un insecto hemíptero, el coccus infectorius, con su picadura produce en sus hojas un grano del tamaño de un garbanzo, que produce disuelto en agua hirviente un hermoso color grana, carmesí, que ya conocía Plinio.

Cuando lleguemos a estos sitios, os seguro que quedaréis admirados.

Seguimos caminando por el río hacia abajo. A nuestra derecha descubrimos la célebre piedra del palo, alta y elevada como una catedral natural. En la inmensidad del barranco parece pequeña. Le hacen la guarda unas piedras altas de unos cinco metros, que erosionadas por el agua, forman una cuadro junto a la gran piedra. Las piedras parecen monjes orantes, mirando inclinados a la gran catedral, que es la piedra del Palo. Otros dicen que son fantasmas, que quedaron fosilizados por la varita mágica de un hada, que andaba por aquellos barrancos. Mis amigos jóvenes trepan como cabras monteses en busca de la cresta alta de la piedra del palo, que antes se llamaba la piedra de Iyora. ¡Que satisfacción, me dicen, poder contemplar tanta grandeza¡

En sus mismas faldas nos encontramos con un Endrino (Pronus spinosa). Sus flores son blancas, purgantes y ligeramente diuréticas. El fruto, una vez maduro, es negro. Con él se preparan mermeladas, que estimulan el apetito. Con media botella de endrinas, un litro de anís dulce y 12 granos enteros de café se hace un exquisito pachará, que se puede tomar a los tres meses de su maceración y que compite con el navarro. Hay quienes le añaden un poco de canela en rama.

Haced la prueba, bebed con moderación y os gustará.

Tenemos que esperar a los jóvenes que han ido a explorar la piedra del palo y seguimos nuestra ruta.

Hay un paso muy difícil, ya que una gran zarza se ha hecho dueña de todo el margen del río. Logramos hacernos paso con un trozo de álamo, con las quejas de Antonio y Pablo, que van en bañador y se han rasgado sus tiernas carnes. No os quejéis de la zarza, les digo, que Dios ha puesto en ella muchas virtudes.

La zarza en latín se llama Rubus fruticicosus. Sus brotes nuevos, por los taninos que contiene, son astringentes. Con las zarzamoras se prepara una rica mermelada. Si se mezcla con la fambruesa, que es de la misma familia, sus sabores se mezclan admirablemente. A un litro de anís dulce se le agregan unos cien gramos de moras y se dejan macerar durante dos meses, se hace una bebida exquisita, llamada aguardiente de mora.

Un poco más abajo encontramos unas piedras puntiagudas y altas, plantadas en los laterales del río, que parecen monjes fosilizados por alguna hada, que recorriera estos ríos. Junto a ellos un fresno ( Fraxinus Excelsior L.). Se trata de una planta regresiva, ya que quedan muy pocos ejemplares, el número más grande de ejemplares se encuentra en el Puerto del Castillo, en Puerto Viejo, y en Valdiarazo. En nuestra bajada hemos encontrado varios. Aunque no se parece en nada, es de la familia del olivo. Por cuya razón, en los sitios muy húmedos, se injertaba el olivo en pie de fresco. Las flores agrupadas en panículas, no tienen cáliz ni corola. Sus flores son ligeramente diuréticas, usándose contra el reuma y la gota. Su poder diurético se potencia con la cola de caballo, y las hojas del grosellero.



4. La ruta de la Pandera

La ruta de hoy la vamos a dedicar a los pájaros. Antes de empezar la marcha les explico los principales pájaros, que existen en el pueblo. Es posible, que en nuestro ascender hacia las cumbres de la Pandera, veamos alguno de ellos.
Hace muchos años tuve la manía de identificar los pájaros de Valdepeñas. Mi amigo Carlos, en su estancia en Alemania, me trajo unos prísmáticos, que me ayudaron mucho en este empeño. Os voy a explicar mi larga experiencia de estos años. Me agradaría que especialistas en la materia hicieran un estudio más completo.
Antes de emprender la marcha, nos sentamos, y tomamos un exquisito chocolate con churros.
Aunque es posible subir en coche, nos hemos decidido a subir andando a las cimas de la Pandera para respirar el aire puro de la cumbre más alta del pueblo.
Con anterioridad a la subida, les había dado copia de este escrito para que estudiaran la avifauna del pueblo.

En la Pandera y en los nevazos se crían los mismos pájaros, animales y reptiles, que en la zona de Manchareal.

La avifauna consta de muchos pajaritos pequeños. Abundan mucho los llamados zarceros (Hipollais Sp.), de color pardo, muy abundantes, llamados así, porque de zarza en zarza van capturando insectos. Son muy abundantes, ya que se defienden muy bien de sus enemigos con las espinas de las zarzas, donde anidan.

El Valdepeñas tienen mucha fama los jilgueros (Carduelis carduelis) desde que Baltasar, el sastre, los puso de moda y los poetas de alforjas para la poesía los hicieron célebres en toda España. Son tan listos, que, como tengan conciencia de que has visto su nido, lo abandonan. Les encantan las semillas de los cardos marianos. Sus trinos mañaneros alegran el alba. Están en decadencia por los herbicidas y otros muchos enemigos que tienen, como los lagartos y comadrejas.
Antiguamente las alamedas hervían de jilgueros. Actualmente están en baja.

Existen también los verderones ( Carduelis chloris), pinzones (Fringuilla coebens), gorriones, escribanías (Emberiza cia), pitirrojos (Erithacus),carboneros, herrerillos colirubios, alcaudónes (Lanius senatus), arrendajos (garrulus glandiarius), trepadores, vegetas o totovías (Lululla arborea), las oropéndolas, mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita), papamoscas, de color gris (muscicapa striata), ruiseñor común (Luscinis megarhynchos), camachuelo común, (pyrrhula pyrrhula), verderón serrano (Serinus citrinella), trigueros (Bemberiza calandra), y la Rubiblanca.

Los gorriones en épocas pasadas constituían una plaga. Os cuento una anécdota, que me hizo sonreír, cuando la leí en las actas municipales, correspondientes al 28 de mayo de 1852 . El acuerdo del municipio es este: A instancias del primer teniente alcalde y en consideración a que los pájaros hacen un daño considerable en los sembrados y que, obligando a cada vecino a presentar cierto número de cabezas se remediaría aquel, el ayuntamiento acordó se efectuara un repartimiento de ellos, obligando a cada vecino a presentar seis gorriones por ser la especie que más daña, para la sanción necesaria.
[2]
El Gobernador aprueba esta decisión del ayuntamiento.[3]

Al principio de la primavera, en los aleros de nuestras casas o en las rocas de las cimbras hacen sus nidos el avión roquero (Hirundo rupestris), el vencejo común (apus apus), y el avión común (Delichón urbica). La golondrina común (Hirundo rustica) prefiere anidar junto al hombre, ya que tiene conciencia de que el hombre es su amigo. Con sus zizagueantes vuelos, en busca de mosquitos, surcan el cielo de nuestro pueblo.

Son muy abundantes las palomas torcaces (Columba palumbus) y las tórtolas (Steptopelia turtur). Muchas de las torcaces no emigran, ya que se quedan en Valdepeñas durante todo el invierno

La perdiz roja (alectoris rufa) es la delicia de los cazadores, especialmente de los cuquilleros. Está casi desapareciendo del pueblo. La chocha perdiz viene a Valdepeñas, en escaso número, algunos inviernos muy lluviosos y las codornices (Coturnix coturnix), que campean por los trigos y por los prados de la sierra son en la actualidad muy escasas..

Las urracas (pica pica) y los arrendajos (garruluus glandarius) han aumentado en estos últimos años hasta el extremo, que van a terminar con las frutas de las huertas.

Ocasionalmente, ya que hay pocas, podemos ver una aropéndola (Oriolus oriolus), con su color amarillo. Tiene una gran querencia por las nogueras y en Valdepeñas la llaman mozitas de Priego. Es una de las aves más bellas de nuestra sierra.

Recuerdo que en una ocasión contemplé una acción que me ocasionó un triste recuerdo. Un alcaudón común (lanius senator) persiguió a un zarzero, lo atrapó y pinchándolo en un espino, se dio un buen banquete. Desde entonces le tengo manía. Es muy escaso el alcaudón real (lanius excubior), de mayor tamaño y con las mismas o peores intenciones, dada su envergadura.

En más de una ocasión, si habéis ido de pesca, por los acantilados del Castellón, de las cascadas, que forma el río al despeñarse, habréis visto salir el mirlo acuático, de color negro y largas patas (Cinclus cinclus). De los fondos del agua extrae las lombrices, ya que es un gran nadador.
Su vuelo raso y sinuoso impresiona.

En las alturas de la pandera y los nevazos existió el águila real (Aquila xhryseatos). Recuerdo haber visto un ejemplar muerto hacia los años 50, el cual lo trajeron unos cabreros, ya que le tenían declarada la guerra, porque se lleva los chotos y en ese momento no estaba protegida legalmente. Recuerdo su impresionante envergadura.

Los buitres leonados (Gyps Fulvus) desaparecieron de Valdepeñas hace unos 60 años. En esta época era muy frecuente la muerte de burros, caballos, vacas, cabras y ovejas, que eran su alimento principal. Sin necesidad de enterrarlos, los buitres en poco tiempo terminaban con ellos. Con la técnica y, al desaparecer éstos, desaparecieron también nuestros queridos buitres, que estaban tan unidos a los miles de burros y vacas, que corrían por las sierras.

El águila calzada (Hieraetus pennatus) sigue conviviendo con nosotros. Aún se puede observar algunos ejemplares en la Pandera, en los Nevazos y en el Cortijo de los Ninos. Es muy posible que en nuestra ascensión a la Pandera podamos contemplar alguna.

Con suerte, por su escasez, se puede contemplar también el halcón común (Falco peregrinus), que es fácil de distinguir por su dorso color pizarra, pecho blancuzco y una ancha bigotera banca.

El Aguila perdicera (Hieratus pennatus) fue abundante en Valdepeñas. Hoy, ante la falta de caza, sólo se ve ocasionalmente. Se distinguen los adultos en vuelo por sus alas oscuras y las partes inferiores del pecho de color blanco sedoso.
Hace unos veinte años plantamos un campamento en la Calabaza baja varios amigos. Quedamos sorprendidos ante el paso de unas dos mil águilas, tal vez perdiceras por su tamaño, que volvían a África a primeros de septiembre. Subían por el barranco del Pantano de Quiebrajano, llegaban a la piedra del palo de Yllora y desde aquí, siguiendo las corrientes del aire, dando unos círculos, pasaban por nuestras cabezas, se dirigían al Cerro de la Cruz y desde allí a África.

Es frecuente ver la silueta recortada de los gavilanes (accipiter nisus). Se les distingue con facilidad en vuelo por sus alas cortas y redondeadas y su cola muy larga. Sus largas patas son amarillas. Desde las alturas, siguiendo las corrientes del viento, observan su presa en vuelo continuo y lento.

En mis salidas al campo he visto varios ejemplares del azor (Accipiter Gentilis). Sus plumas inferiores están ondeadas de gris y sus alas caudales son blancas. Tiene un vuelo rapidísimo, cuando cae despeñado en busca de su presa. Son los dueños de aire y de los espacios.
Me han contado algunos amigos que, mientras cazaban con su reclamo la perdiz, un azor se les tiró a la jaula, dobló sus aros de alambre con sus garras, pero no mató al reclamo de milagro, aunque fue tal el susto del pájaro de perdiz que estuvo un mes sin cantar..

Hay en la actualidad, al menos dos ejemplares del gran duque o búho real (Bubo Bubo). Con suerte, al atardecer, se oye su fuerte canto en el mes de abril, en los picos altos de la sierra, donde elige el lugar de su anidación. En el cerro de la Cruz, en Mataratas, en los altos de la Pandera y en Pitillos oí hace unos años en varias ocasiones el buuujo largo y sonoro y vi volar a uno de día, al espantarlo de su guarida. Del Búho chico (Asio Otus) existen también algunos ejemplares. Si pasáis en alguna ocasión andando por las faldas de unos acantilados y veis plumas de perdices y pellejos de conejo, mirad hacia arriba, que en algún balcón de acantilado, podéis observar un búho o su nido.
Me impresionó el silencio de su vuelo, sin el menor aleteo y ruido. Sus grandes ojos escudriñan la noche, como si tratara de un radar.

El mochuelo común (Athene noctua) es más conocido de todos. Era muy abundante. Todos lo hemos visto, colocado en una piedra, con su cabeza oscilante y con sus ojos grandes, mirándonos, como si quisiera conocer nuestros secretos.
Hace dos años ha desaparecido un mochuelo amigo, que cuando volvía del campo, me saludaba todas las tardes con sus oscilantes cabezeos. ¡Ya no se ven en el campo ni mochuelos!
Manolo el Pipi me contaba, que estando en un puesto de cuco, se le montó un mochuelo en la escopeta, tiró muy despacio de ella hacia dentro y lo apresó con sus manos. Con la gracia que tenía Manolo, me comentaba que tuvo que soltarlo, porque mordía más que una mula. ¿Sería Verdad?

El autillo (Otus scops) y lechuza (Tyto alba) se alimentan de los ratoncitos del campo.

El cuco (Cuculus canorus) tiene la envergadura de una tórtola, con una larga cola. No me hace mucha gracia desde que me enseñaron su puesta en un nido de cañamera. Cuando nacieron los pollos, el del cuco, al ser más grande, tiró al suelo a lo cañameros. Se quedó como rey y dueño del nido. Los diminutos cañameros iban y venían sin tregua para alimentar a aquel intruso, que era seis veces mayor que ellos. Desde entonces le tengo pocas simpatías.
Su fuerte canto resuena en los meses de abril.

La abubilla, con su bonita cresta, (Apupa epos) tiene muy mala prensa, por la leyenda de que huele muy mal y se alimenta de detritus humanos. No deja de ser una leyenda, ya que se alimenta de insectos y es uno de los pájaros más bonitos de nuestras sierras. Es verdad, que, cuando se ve en peligro, por unas glándulas, deja escapar unos malos olores, que son el origen de su mala fama.

El abejarruco (Merops apiaster) vestido de múltiples colores, es el enemigo de los colmeneros. Algunos años, en grandes bandada, se dejan caer sobre las abejas, llegando a diezmarlas.

Son muy abundantes los cuervos en sus diversas variedades.
Los grajos, de gran envergadura, que van siempre en pareja y cruzan el espacio con sus fuertes graznidos. Se ven muy pocos ejemplares.
Hay una gran bandada de chovas pitirrojas (Pyrrhocorax Pyrrhocorax), que recorre todo el término. Son gregarias, y negras, con el pico rojo. El pico les distingue de las grajillas de la catedral (corvus moneguda), que se posean por Valdepeñas en busca de las aceitunas.
Estas últimas son tantas, que pueden terminar con un olivar.

Os invito a subir un día del mes de octubre a Navalayegua para contemplar la venida de los zorzales. Si tenéis suerte de verla, el espectáculo es grandioso. Después de su largo vuelo desde el norte, vienen en busca de las rojas mojoletas de los espinos, muy abundantes en esta zona. Desde aquí emigran muy pronto a otras zonas en busca de las aceitunas. Es impresionante contemplar tantas variedades: El zorzal común, el zorzal real, el zorzal alirojo, el zorzal charlo, el mirlo capiblanco, todos ellos muy parecidos entre sí.
En todos los terrenos se puede ver el solitario mirlo común con su pico amarillo en busca de los gusanos, que le encantan y de la fruta. Este año un mirlo ha criado en un manzano de mi huerta y se ha hecho muy amigo mío, ya que ha visto que le he respetado a sus cuatro hijos.

La sierra está plagada de jabalíes, que habían desaparecido hace mucho tiempo. No es muy frecuente en la actualidad ver el gato montés (Felis silvestris) y la garduña (Mortes foine), que en épocas pasadas terminaron con los gallineros de los cortijos.

El lobo desapareció hace mucho tiempo del pueblo (canis lupus). El hombre le declaró la guerra, ante los ataques frecuentes que hacían al ganado. Aún se conservan varios nombres que hacen referencia a ellos: El barranco de los lobos o el collado de los lobos.
En épocas pasadas eran muy frecuentes las batidas de lobos. El 4 de junio de 1852 el Ayuntamiento de Valdepeñas organizó una batida de lobos, ya que aquel invierno habían matado muchas ovejas. El Ayuntamiento hizo un presupuesto de quinientos reales para combatir a estos animales, que se consideraban dañinos.
El precio que pagaba por estos ejemplares era el siguiente:
Por un zorro 10 reales
Por una zorra 17
Por un lobo 30
Por una loba 40
Por una loba con cría 80


Los zorros (Vulpes Vulpes) fueron mucho más listos y se escaparon de la quema. Abundan mucho en el pueblo.

Los linces en tiempos pasados existieron en Valdepeñas. Antes de la guerra, un cuquillero mató dos linces. El puesto se bautizó con el puesto de los gatos. Últimamente un cazador amigo me aseguró que sus perros levantaron un lince, que hizo frente a los perros. Me aseguró que era un lince, por su tamaño y porque los había visto muchas veces en la televisión. Andaba por la zona del Peñoncillo del Grajo.

El turón y el hurón son escasos. He visto varios ejemplares en la finca de los Marusos. Manuel era un experto en su caza, cuando no estaban protegidos.

Los tejones (Meles meles mariannsis) son abundantes. En Palomarejos hay una pareja, que todas las noches recorre las vegas del Barranco del Zas en busca de lombrices.
Su fino hocico excava la tierra mojada en busca de lombrices y grillos. Sus huellas son muy claras.

La nocturna jineta (gnetta gnetta) es difícil de ver. La he visto varias veces de noche en mis viajes a Jaén. La introdujeron los árabes, como un gato domestico, y cubre en la actualidad casi toda Europa.
Sus costumbres nocturnas nos privan de ver un animal tan bonito.

Son muy simpáticos los ratoncitos. El ratón del campo (Silvaemus sylvaticus) y la musaraña (Crocidura russula), que corren inquietos por la carretera, cuando viajamos en coche. En el campo es fácil observar sus graneros, llenos de trigo y almendras, debajo de las grades piedras.

En lo ríos de Valdepeñas sólo existe la trucha arco iris (Salmo gairdeneri), que fue repoblada hace unos veinticinco años. En tiempos pasados existía la trucha común, y los barbos. En la huerta grande hubo una gran alberca, en la que se guardaban para la consumición algunas truchas y barbos (Barbus sclateris).

De la zona de Cazorla se corrieron a Valdepeñas algunas cabras montesas (capra hipanica), que está desapareciendo por la sarna. Tuve la suerte de poder contemplarlas en los picos de Pitillos y en la Calabaza Alta.

La subida a la Pandera es larga. Vamos contemplando algunos de los pájaros anteriormente reseñados.
Nuestra subida, además de los pájaros, tiene otros fines. Contemplar la sima de la Pandera, donde se guardaba la nieve, que era trasportada a Córdoba y a Jaén.
La sima nos impresiona por su gran profundidad. Es una lástima que no llevemos equipo para bajar. Nos contentamos con contemplarla desde arriba, ya que no estamos en condiciones físicas para bajar.
El horizonte, que se descubre desde estas alturas, es maravilloso. Debajo de nosotros, perdidas en el horizonte, una inmensidad de nubes, se pierden al fondo de la campiña. La tarde es nublada, la atmósfera está turbia y los horizontes se achatan tapados por la bruma. Hay quienes dicen que, en días claros, se ve África. Os confieso que en las ocasiones que he subido, no la he visto.
Un águila calzada planea encima de nuestras cabezas y una rubiblanca nos acompaña, volando de piedra en piedra y mirándonos con mucho recelo.

Hacía mucho frío y decidimos bajar a las faldas de la Pandera a buscar algunas setas. Nos acompaña nuestro amigo Paquito Paseos, especialista en la materia.
Junto a las faldas de la Montesina recogió dos colmenillas (morchella vulgaris), que no las recogen en Valdepeñas, aunque nos comenta que son exquisitas.
En Mataratas nos encontramos diversas variedades de champiñón silvestre (agaricus augustus), que tiene un exquisito gusto y que no se recoge en Valdepeñas.
La reina de todas ellas es la seta de cardo ( pleurotus Eryginii), llamada así, porque crece en las raíces podridas del cardo corredor.
Es la reina de todas las setas y la más apreciada de Valdepeñas. Se cría en toda las sierras del pueblo. Es abundante en los años lluviosos y un poco templados. Su precio de venta es bastante alto.
En una hora recogimos casi dos kilos de setas de cardo, gracias a los consejos de Paco, que sabía de memoria los sitios, en que nacían. Yo y mis otros amigos, os aseguro que no recogimos ni medio kilo..

Aquella noche, con su correspondiente cerveza y sus vasitos de vino, nos comimos las setas, fritas y enharinadas, en casa de Salvador.


Bibliografía y Fuentes

Fuentes

AHPJ. , Archivo histórico provincial de Jaén.

AHDJ. , Archivo histórico diocesanode Jaén

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