martes, 14 de octubre de 2008

CAPÍTULO IV: Diversos Aspectos de la Vida Religiosa

1. Las prácticas religiosas.

La vida religiosa, en el antiguo régimen, es muy parecida en todos los pueblos de la provincia.. Está centrada en la misa mayor, a la que asiste, sin excepción, todo el pueblo. En cuanto a la práctica de los sacramentos los padres bautizan a sus hijos al día siguiente de nacer, ya que era muy posible que muchos de ellos murieran.

Todos los feligreses están obligados a hacer la comunión pascual en su parroquia y confesarse con el propio párroco.

Tenía mucha importancia la liturgia funeraria. La extremaunción y el viático eran los momentos más importantes de la vida religiosa. Todos los feligreses recibían estos sacramentos, a no ser que la muerte les hubiera llegado de repente, como expresamente se hace constar en los libros de defunciones y hemos explicado ampliamente en otro lugar.

Ante la teología del purgatorio, tuvo mucha importancia, la aplicación de muchas misas por los difuntos, como se hace constar en los testamentos.

La confirmación estuvo más olvidada por los obispos, ya que he encontrado muy pocas reseñas de visitas pastorales, permaneciendo una gran parte de la población sin recibir este sacramento.

La vida matrimonial fue muy estable en el antiguo régimen, ya que una ruptura matrimonial suponía una condena pública por parte del pueblo y por la Iglesia. Como hecho curioso la mayor parte de los impedimentos matrimoniales son dispensados por Roma, ya que estos comprendían hasta el cuarto grado (primos segundos).

La vida social en el pueblo está muy controlada por la Iglesia. La Iglesia anuncia los llamados pecados públicos, que van cambiando con el tiempo, aunque suele haber una cierta coincidencia en todos los tiempos. Son pecados públicos el adulterio, el falso juramento, la calumnia, el homicidio etc. Si alguien comete un delito de este tipo, el Párroco o cualquier feligrés tenían la obligación de denunciarlo al Juez eclesiástico.

Estos delitos eran castigados con la cárcel, o con la cárcel episcopal o con la real. Por esta presión social se mantenía una moral pública. Por otra parte la inquisición no permitía la disidencia ideológica.

En este tipo de eclesiología, centrada en el poder real y jerárquico, se acentúa de una manera especial la sumisión y la obediencia, ya que ambas potestades provienen de Dios y no es posible apartarse de esta línea.

En cuanto a la piedad popular en el antiguo régimen tiene una importancia muy relevante la vida cofradiera. Todos los habitantes pertenecen a alguna de las cofradías del pueblo. Las cofradías tienen sus fiestas religiosas al año, en las que se gastan una cantidad exorbitante de cera, según su titular. En esta fiesta, comulgan y participan todos los cofrades. Hay mucha emulación entre ellas para celebrar con mayor o menor solemnidad estas fiestas, que tiene una proyección festiva secular. La procesión es el momento culminante de la fiesta.

En la festividad del santo se celebra una comida de hermandad, que en ocasiones dio lugar a abusos.

Sobre todas las procesiones sobresale la del Corpus, en la que los Ayuntamientos y los gremios se vuelcan de una manera especial, haciendo grandes festejos profanos y religiosos.

El Ayuntamiento de Valdepeñas reserva todos los años una cantidad de dinero para la celebración de esta fiesta.

Además de esta vertiente religiosa, en todas ellas había una dimensión profana y jocosa, ya que lo central en la vida del pueblo era lo religioso.

El estar inserto en una cofradía, en la mayoría de ellas, daba derecho a ciertas ayudas en caso de necesidad y en algunas ocasiones al pago de los gastos de entierro, como sucedía en la cofradía del Santísimo Cristo de Chircales de Jaén.

En todas ellas invitan a un religioso, para que confiese a los cofrades y predique el sermón de la fiesta. Los invitados más frecuentes son los capuchinos de Castillo de Locubín y los Basilios de Cazalla.

Estas cofradías tenían una cierta autonomía. Su vida empieza a declinar a finales del siglo XVIII, como ampliamente hemos explicado en otro lugar.

En cuanto a la formación religiosa, es pobre, repitiéndose durante muchos años el aprendizaje de los catecismos de Gaspar Astete (1.599) y Jerónimo Ripalda (1.618), ambos de carácter memorista, con sus preguntas y respuestas. Esta misión los párrocos la encomendaban con mucha frecuencia a los sacristanes.

Hay una figura muy curiosa, nombrada por el Obispo. Es el predicador. Éste suele ser un religioso Dominico o Franciscano. Viene a predicar en los momentos más importantes de la vida litúrgica del pueblo.

Los religiosos vienen con mucha frecuencia al pueblo, ya que eran tantos en el antiguo régimen, que no resistían la vida del convento. En los libros de colecturía es raro el mes en que no dicen misa ocho o diez frailes. La gente del pueblo los acoge con mucho cariño en sus casas y es frecuente verlos en los momentos importantes de su vida, especialmente en el momento de la muerte o en el bautismo de alguno de sus hijos. A la muerte de un personaje muy importante de Valdepeñas asistieron ocho frailes.
Los religiosos tuvieron una gran importancia en la formación religiosa del pueblo.
Tuvieron una incidencia muy grande las misiones, que van a durar hasta nuestros días. En Valdepeñas empezaron a celebrarse con motivo de la visita pastoral que el Obispo D. Benito Marín hizo a Valdepeñas el veintitrés de junio de 1.716.

El Obispo vino asistido de dos padres de la Compañía de Jesús para los santos jubileos de la misión y doctrinas que después se avían de publicar... El día 24 dixo misa en el oratorio y en el 25 republicó la misión por los Rvdos. Padres, haciendo un asalto por las calles y convocando al pueblo para los sermones.

Los misioneros habían adquirido con la experiencia la necesidad de unas técnicas psicológicas para la captación de masas. Se creaba una atmósfera de terror y miedo, considerando al mundo como una ciénaga de corrupción moral por los muchos pecados de los hombres y la consiguiente necesidad de arrepentimiento. Toda la predicación culminaba en una comunión general, acompañada de una exaltación religiosa, que hacía vibrar a los vecinos por todos los rincones al pueblo.
[1]

Los jesuitas estuvieron una semana y repitieron las misiones en otras ocasiones. Éstos eran muy admirados, ya que muchos feligreses les donaron muchos bienes para el Colegio de Jaén y las personas más pudientes del pueblo enviaban a estudiar a sus hijos a este Colegio.
[2] Los pobres tenían que contentarse con la única escuela que había en el pueblo.

La predicación tenía un estilo especial por sus gestos y expresión.
Estaba muy centrada en los novísimos y en los pecados, hasta el extremo que los libros de moral de la época dedican la mayor parte de sus páginas a una explicación muy detallada de cada uno de los mandamientos.

Las misiones hicieron un gran bien en el pueblo. Cuando el liberalismo empieza a tomar auge vino a Valdepeñas el Padre Tarin y en el rosario de la aurora le tiraron petardo.

A mediados del XVIII, se incrementan las devociones particulares, especialmente la devoción al Cristo de Chircales y al Corazón de Jesús. La vida litúrgica, sobre todo la eucaristía, celebrada en latín, es cada vez menos entendida por el pueblo. El rosario, introducido por la cofradía de dicho nombre a finales del XVI, se reza privadamente durante la misa.

Nacen nuevas devociones, ya que el pueblo siente la necesidad de lo divino, que no lo encuentra en la liturgia oficial, que no entiende. Estas nuevas devociones populares(triduos, novenarios etc) mezcladas en algún caso de superstición, vienen a ser el sustento de su piedad.

Creo que es en este momento cuando empiezan a tomar un gran auge los curanderos y santeros.

Ocupa un lugar muy importante en la vida del pueblo la recepción de las bulas. Es curioso el hecho de que todos los años el Ayuntamiento nombra un receptor de bulas, que es el encargado de repartirlas. Todos los años se hace la misma ceremonia.
El dos de febrero de mil ochocientos treinta y cinco se reciben los siguientes sumarios:

1.800 para vivos
80 de difuntos
4 de composición
1 de Ilustre
1 de lacticinios de tercera clase 1
2 de indulto
500 de indulto de tercera
Era receptor de bulas José Torres, regidor
.

Habiéndose recibido las bulas de la Santa Cruzada fueron entregadas a D. Manuel de Ocaña para su expedición en el año 1853.

500 de vivos
30 de difuntos
4 de composición
1 de Ilustre
1 de lacticinios de tercera clase
200 de carne
[3]
Es curiosa la disminución que se produce en el corto espacio de dieciocho años.

Frente a esta corriente religiosa, que empieza muy pronto, surgen apoyados por Carlos III, los ilustrados y reformadores, que quieren a toda costa una purificación de la Iglesia frente a los falsos cronicones, que han introducido devociones sin ningún fundamento histórico.

En Jaén es el Deán Mazas el paladín de esta corriente. En un libro que no pude publicarse en su momento y acaba de publicarse ahora, titulado, Memorial de los Santos, intenta purificar muchas de las devociones con un estudio crítico de cada una de ellas.
[4]

Los ilustrados laicos dieron normas muy estrictas en este terreno con un claro abuso, prohibiendo, por ejemplo las rogativas, que sólo podía autorizar la jurisdicción civil.
[5]

La vida religiosa en el pueblo se ve sacudida con el final del antiguo régimen, que tiene lugar con el estallido de la revolución francesa en 1.789 y con la convocatoria de la primera asamblea en las cortes de Cádiz entre 1.810 y 1.812.

A partir de este momento se produce una remisión en la práctica religiosa. Se reduce la aplicación de misas por los difuntos. La práctica religiosa sigue estando muy generalizada, aunque ha descendido la presión sociológica. El Párroco sigue siendo una gran autoridad moral en el pueblo.


2. El templo parroquial y la parroquia.
[6]


1. El templo Parroquial.
[7]

Los fundadores no siguieron los planes establecidos por el Juez para la fundación de la Iglesia, ya que les pareció, que el templo trazado no correspondía a sus deseos y decidieron hacer otro proyecto.

El templo proyectado les parecía muy pequeño y optaron por hacer una iglesia de dimensiones mayores. No sabemos, si fue por decisión propia o a petición de las autoridades eclesiásticas. Es muy significativo que la Iglesia de Mancha Real y Valdepeñas, se hagan casi con las mismas dimensiones y un estilo muy parecido.

La de los Villares está mas conforme con las medidas dadas por el Juez.

La correspondencia entre la de Valdepeñas y la Marcha, me sugiere que pudieron tener el mismo maestro o diseñador. Hay una diferencia entre ellas. La de la Mancha es más rica en ornamentación, ya que son sillares de piedra la base de su estructura. La de Valdepeñas es muy pobre en la ornamentación, ya que los sillares son de piedra tosca, tomados de una cantera existente cerca del pueblo. Varios edificios del pueblo estaban construidos con esta materia.

Nuestro amigo Lázaro Gila ha hecho un estudio muy exhaustivo sobre nuestra Iglesia.
[8]

Para él la Iglesia actual es un auténtico rectángulo de 33, 2 metros de largo por quince de ancho, posteriormente modificado al añadirse en la parte sureste la torre.

No sabemos cuando empezó a realizarse la obra actual y si el albañil Miguel López, nuevo vecino de Valdepeñas, empezó bajo la dirección del Maestro el nuevo tempo, como estaba concertado en la fundación del pueblo.

El Profesor Lázaro Gila afirma que la iglesia tardó mucho tiempo en edificarse, ya que se trataba de un pueblo pobre. Con este fin los vecinos debieron pedir un préstamo de 100 ducados a Pegalajar y Campillo de Arenas y posteriormente otros 100 a Bélmez de la Moraleda.

Para Gila las obras debieron empezar por el testero en 1.560, según se deduce del poder dado en esta fecha por el Mayordomo de la fábrica D. Benito de Hierro, que fue administrador del Mayorazgo de D. Agustín de Arceo y del testamento del Prior D. Pedro Díaz, hecho el 12 de noviembre del mismo año, en el que manifestaba su deseo de ser enterrado en el altar mayor, si estaba construido.
.
Como canteros, según el mismo articulista, Cristóbal del Castillo, los hermanos Juan y Martín de Lizarga, naturales de Bolivar y Domingo de Uribe, un vasco natural de Mondragón.

La Iglesia debía estar terminada en lo sustancial, cuando murió en año 1586 Domingo de Uribe, ya que consta que le dieron posesión canónica como coadjutor de la parroquia en la Iglesia a D. Manuel Sarmiento, sobrino del Obispo de Jaén en el año 1.582.

En Valdepeñas aparece en los libros de bautismo el Matrimonio Juan Uribe Salazar, casado con Bernardina Ortega, bautizando a dos hijos en los años 1634 y 1636. Este personaje puede ser hijo de Domingo Uribe. Casó con una Ortega, que era una de las familias económicamente más fuertes, naturales de Torredelcampo.
[9]

En cuanto al maestro de cantarería que se encargara de la dirección de la obra, Gila da tres Hipótesis: Andrés de Vandelvira, Alonso Barba y Francisco del Castillo. Se inclina por la segunda opción. Entre los vecinos de Valdepeñas aparece un Francisco Barba, natural de Mengibar. No me consta si éste pudo tener alguna relación con Alonso. Si así fuera, se reforzaría su tesis.
Admite incluso la posibilidad de que sea Juan de Lizargo el que hiciera las trazas.

El templo en el decurso del tiempo se ha ido remodelando en muchas ocasiones: Mediante subasta pública, habida el 25 de agosto de 1749, se realizan unas obras, que van a costar de 3.000 reales. Las obras las realiza Francisco Casado, vecino del Castillo y Pedro de Aguayo, carpintero de esta villa.
[10]

En los años 1825 se hizo una reforma muy sustantiva de los tejados de la Iglesia, costando la obra 8.939 reales..
Con el fin de revisar la obra hecha vino a Valdepeñas el Profesor de arquitectura y Maestro de obras y oficios Manuel Hermosilla, el cual certificó que la obra estaba correctamente hecha, cobrando 200 reales en concepto de visita.
La visita está fechada el día 1 de marzo de 1.827, como consta en el libro de Contaduría..

En el año 1828 se vuelven hacer unas nuevas obras, solicitando un préstamo.
El préstamo es dado por el Santuario de Chircales para hacer el coro alto y la sillería. Los libros de cuentas lo explican de esta forma: Con la competente licencia del Ilmo. Sr. D. Andrés Esteban y Gómez, Obispo de esta diócesis, dada en Baeza a 13 de diciembre de 1828 se hizo un coro en alto con sillería, para cuyas obras, se hizo por el Santuario de Chircales a esta fábrica un préstamo de tres mil novecientos reales de que se hace mérito al folio 247 del libro de Hacienda.

2. El retablo y las capillas.

El retablo estaba presidido por una imagen de Santiago el Mayor. Fue diseñado por Sebastián Solís, uno de los escultores más importantes de la época y destruido en la guerra civil.
El retablo estaba formado por seis cuadros.
[11]

El retablo, tal como aparece en las cuentas, se terminó el 18 de septiembre de 1.606: Passensele trescientos ducados que pagó a Sebastián de Solís, escultor, a cuenta del retablo, que le entregó por mano de Pedro Ruiz Malo de Molina, priostre de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, los quales ubo de aver la dicha Iglesia por capilla que en esta cantidad se vendió a la dicha Cofradía, con orden del Provisor, mostró carta de pago otorgada del dicho Pedro Ruiz Malo de Molina y bajansele al mayordomo por versele cargado las cuentas.
[12]

Pásensele ducientos y quince mil y dos mrs. que parece por carta de pago finiquito que passó en esta villa ante Alonso López, choca su fecha a 29 de noviembre de 1605, pagado a Sebastián de Solís, escultor del retablo, que hizo para la Iglesia con los quales y quatrocientos diez reales, en que se tassó, se dio por contento y pagado de todo lo que a avido de aver de dicho retablo.

Cárguense trescientos ducados que cobró de la capilla que se vendió a la Cofradía del Rosario.

El retablo en parte se financió con la venta de una capilla, por trescientos ducados, a la cofradía del Rosario.

Descárguense doscientos reales que pagó (1611) a Sebastián de Solís, escultor, de poner el retablo en la dicha iglesia, las quales pagó por mandamiento del Obispo mi Señor y carta de pago que exhibió.

El Prior Cristóbal Ruiz de Villaviciosa manda:Dispónganse treinta y nueve reales que gastó en el tablado que se hizo quando se asentó el retablo en la dicha iglesia como precio por su mandamiento del Obispo mi Señor, en que los mandaba dar.

El Retablo estaba formado por seis cuadros en altorrelieve...A cada lado del retablo había sendos lienzos: Uno que representaba el arrepentimiento de San Pedro y otro a Jesús Crucificado, que fue pintado y donado por el pintor Local Dionisio Jordán Infante.
[13]

La capilla de Jesús Nazareno, situada a la izquierda del altar mayor, fue construida al constituirse la cofradía de su nombre, como comentamos al hablar de ella.

La imagen de nuestra Señora del Rosario estaba situada a la derecha del altar mayor. La imagen era de talla y era la más antigua de la parroquia. Se construyó al constituirse la cofradía.

El altar de la Veracruz, con una imagen de Cristo crucificado.

Altar de Nuestra Señora de la Paz, siendo construida por la Cofradía de la Paz.

3. La orfebrería

La parroquia de Valdepeñas tiene una gran riqueza de piezas de orfebrería. En el decurso de los años la parroquia fue comprando, de acuerdo con sus posibilidades, una serie de objetos para el culto, la mayor parte de plata.

Muchos de ellos se conservan actualmente. Para mí ha sido muy interesante, a lo largo de detenido proceso de investigación, conocer el origen y el tiempo en que se hicieron.

a. La cruz parroquial.

La joya de todas ellas es la cruz parroquial. Es una cruz de plata renacentista. En el libro de cuentas correspondiente al año 1.606 aparece esta cruz: Passansele mil cincuenta reales que pagó a Juan de Morales Vedmar, a cuenta de la cruz de plata, que ha hecho para la Iglesia, de que mostró cartas de pago.
Por estos datos sabemos que la cruz fue hecha por Juan de Morales, un orfebre cordobés, de los más importantes de la época.
En las cuentas de 1.669 aparece la cruz deshecha, siendo restaurada de nuevo.

b. Varios cálices y otros objetos de plata:

En las cuentas de 2 de junio de 1639 aparece un cáliz nuevo de plata, que se compra con el dinero que importó la venta del cáliz de la ermita de San Bartolomé por 450 reales.
En las cuentas de 1669 aparecen dos cálices de plata. Uno de ellos tiene la copa dorada por dentro y la patena..
Otro cáliz y una patena de plata, que costó 365 reales, comprado el 26 septiembre de 1.690. Se compró a un joyero que vino de Córdoba, posiblemente a traer un incensario de plata, que pesaba once onzas. Por desgracia no consta su nombre, ya que se trata de una obra de arte.
En las cuentas de 1.742 aparece un cáliz dorado, que costó 1.000 reales. La fábrica invirtió 17. 544 maravedíes y el resto los fieles.
En las cuentas de 1669 varios objetos de plata:
Unas vinajeras de plata.
Un incensario de plata.
Una naveta de plata con su cucharilla.
Tres campanillas de plata, cuando sale el Santísimo.
En las cuentas de 1720 aparecen unas crismeras: Item se obonan cuatro mil nuebecientos sesenta y cuatro maravedíes, que ha pagado en el tiempo de estas cuentas; 88 reales costó una crismera de plata para los santos Oleos a los enfermos cuando sale extramuros, que no la avía y los otros zicuenta y ocho restantes costó de dos hisopos y ostiario de metal.
En las cuentas de la parroquia correspondientes al 26 de septiembre de 1.690 aparece un Cristo de plata, que costó 109 reales para dar la paz.

En las cuentas del 26 de septiembre de 1.690, anteriormente citadas, aparece un incensario nuevo de plata. Se entregó un incensario viejo, una corona de plata y otras cucharillas del mismo metal. Lo hizo el joyero Francisco Sánchez de la Cruz y Ximena, vecino de Córdoba. El incensario se conserva y es una joya, aunque el viejo desechado era mejor.

Una lámpara de plata, según consta en el libro de cuentas III, año 1720-15.
Esta lámpara fue donada por Don Cristóbal de Quesada Ballartas, Chantre de la Santa Iglesia Catedral de Jaén. La donación de esta lámpara de plata la hizo a la Iglesia parroquial de Santiago para el Santísimo Sacramento y la que tenía de azofar se la llevo el dicho señor D. Cristóbal para la hermita de Santa Ana y la de Santa Ana la llevó para ponerla en San Sebastián y para que conste lo firma Pedro Antonio Martínez de Arias.

En las cuentas de 1.742 aparece un copón de plata dorado. Costó 18. 376 maravedíes. Se entregaron dos copones viejos y se pusieron tres onzas de plata para hacerlo.

Otra de las joyas que se conservan son seis candeleros de plata, barrocos, mandados construir por D. Francisco López, que murió en Valdepeñas el día 13 de enero de 1797.

Estos candeleros los compró para una capilla que tenía en el pueblo. Tienen impresas sus armas.

En la cláusula 29 de dicho testamento dispone que la pintura de la Virgen que tiene en su oratorio quiere que se coloque en la Iglesia parroquial de esta villa, en altar o repisa, a costa del testador y su mujer, y dona una lámpara dorada de plata, unos candeleros del mismo del oratorio y dotación de seis arrobas de aceite cada año para que perpetuamente arda sobre el mayorazgo, que funda en dicho testamento y si fuere en la capilla de Jesús, que alumbre también a dicha imagen; lo qual que se costee de mancomún, separando de su caudal la parte que le toque por la mitad.

Aunque no están reseñados, creo que los dos atriles barrocos de plata, que son una auténtica filigrana fueron donados también por D. Francisco López. La pintura de la Virgen ha desaparecido.


4. Fincas de la parroquia en el año 1606 y 1669.

Como vimos en la fundación del pueblo, a la parroquia, como hicieron con los vecinos, le entregaron unas suertes, con las que el Párroco pudiera hacer frente a los gastos de la fábrica.
Esto bienes se fueron incrementando con el tiempo o por compra o por donación de algunos de los vecinos.
A los sesenta y cinco años de la Fundación del pueblo aumentan los bienes, que pertenecen a la fábrica de la parroquia. Estos bienes, en el trascurso del tiempo, se incrementan muy poco como he podido comprobar en las cuentas de la parroquia correspondientes a otros años. Con la construcción de la Iglesia, la parroquia ha quedado muy esquilmada.
La parroquia poseía:
Un haza en Palomarejos
Una huerta
Una huerta del Hospital
Otra haza en Palomarejos
Un censo contra Miguel López, que deja 7.000 mrs a los seis años.
Otro de diez mil maravedíes de principal contra Francisco Hernández.
De la venta de cuarenta sepulturas 120 reales.
En 1669 aumentan en gran manera los bienes de la parroquia.
Una huerta en Susana
Una huerta de siete fanegas y seis celemines en la fábrica, que linda con la huerta del Concejo y con las Peñuelas, con el río y con el corral de Pedro Estepa. Tiene siete nogales, cuatro morales, dos membrillos y cuarenta álamos. Varios guindos y cerezos.
Una Huerta del Hospital
Tres fanegas y media de tierra, 94 camuesas,
[14] varios ciruelos, y guindas, linda con herederos de Martín García y Alonso Vélez, con el río y con el camino que va a Alcalá.
Un haza en Palomarejos
21 fanegas y tres celemines, diez de labor y el resto de monte.
Un haza, de 111 fanegas, las ciento de labor y las once de monte, en el sitio de Ranera, que linda con la Solana y con tierras del Mayorazgo de Don Agustín de Arceo
Un haza de Colecturía
Quince fanegas, que lindan con tierras de Pedro Martín Cortés y Luis de Castilla y con el Río Ranera.
Estas fincas se conservan en los años siguientes.
La mayoría fueron subastadas en la época de Espartero.

5. El órgano

Existió un órgano, cuyas características desconocemos, tal como costa en las Cuentas de la parroquia, libro II p. 129, correspondientes a septiembre de 1646. El organero que lo reformó fue el mestro Francico de Castro.
Item se bajan quinientas y ochenta y siete reales, que parece aver gastado el dicho Cristóbal de Torres, sacristán, en traer el órgano, organista y oficiales en esta forma:
De parte de llevar órgano viejo a la ciudad de Granada, dos mulas y un mozo, quarenta reales, de traerlo con la madera y fuelles, en que se echaron dos biajes ochenta reales. De traer el organista, herramientas y un oficial, tres mulas y un mulo sesenta reales. De la madera que se compró en el Parrizoso, porte de traerla para los bancos, fascistor, y cancel, que se hizo para reguardo del órgano, ciento cincuenta reales. Del oficial del carpintero que se ocupó 20 días en sentar el órgano y hacer el cancel y aderezos del fascistor, ocho reales y medio cada día, ciento setenta reales.
Dos clavos que se gastaron en poner el órgano y cancel, ventiséis reales.
De llevar al organista a Granada y oficiales y herramiento, sesenta reales, que acen la dicha cantidad que por memoria del dicho Cristóbal de Torres y certificación del dicho Maestro d. Francisco de Castro, con cuya intervención se hicieron los dichos gastos y en virtud de licencia del Ilmo. Señor D. Antonio de La Piña,, de quince de enero pasado, deste presente año, refrendado de Don Andrés Fausto Salido, que valen 19.950 mrs.


3. Historia del Cristo de Chircales.

BIBLIOGRAFÍA

Jacinto Linares y Francisco Cerezo, Informe de restauración del Cristo de Chircales, Lugia n. 12.
Juan Infante, Historia de la cofradía (fundación), en Lugia 16 y 18; Historia de la Cofradía (2), en Lugia n. 18 p. 24 ss.; Historia de la Cofradía (3), en Lugia n. 20, p. 25 Historia de la cofradía (4), en Lugia n. 22, p. 19; Serafín Parra Delgado Serafín, El Santísimo Cristo de Chircales, y su ermita, en Lugia nn. 30-31 pp. 22-31. Juan Infante Martínez, Restauración del Santísimo Cristo de Chircales y 160 aniversario de la fundación de la cofradía 7, Lugia n. 36. AA. VV, Historia de la Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales (1834-1984), y 150 aniversario de su fundación, Granada, 1984. Infante Martínez Juan, La Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales de Valdepeñas de Jaén (Historia, Estatutos y Reglamento de régimen interno), 1995. Leticia Ruiz Gómez, El Cristo de Chircales en las Descalzas Reales de Madrid, en Lugia, n. 51, p. 24.

1. Inicios de la devoción al Cristo de Chircales.

Todo empezó, cuando algún o algunos ermitaños decidieron irse a vivir a unas cuevas contiguas a Chircales. Por su estructura, podemos sospechar con cierta posibilidad, que hubiera eremitas, incluso antes de la fundación de Valdepeñas. Por los documentos que vamos a aportar, el hecho conocido y probado se remonta a los años 1550-1560, es decir, casi a la fundación del pueblo, que tuvo lugar el año 1539.
Anteriormente a esta época, podemos afirmar con mucha probabilidad que hubo ermitaños, viviendo en las cuevas, una vez que Valdepeñas dejó de ser lugar de frontera.

Estos ermitaños adoptaron la regla de San Pablo, el primer Ermitaño.
Al principio, sin autorización oficial, de forma privada y por un tiempo limitado, aunque debieron pedir la oportuna autorización al Obispo diocesano, ya que en esta fecha no se permitía la vida eremítica, sin la autorización episcopal.
Estos ermitaños buscaban el silencio, para dedicarse a Dios, por la oración. Algunos de ellos eran personas sencillas, ya que no sabían escribir. Vivían de los trabajos que hacían en el campo, en plan de asalariados o de las limosnas de los fieles e incluso de las rentas de los bienes, que poseían. Estos ermitaños, unos eran laicos y otros sacerdotes.
Cuando el Capitán Aranda decide dejar el mundo, describe la vida del ermitaño de esta bella manera: Compré los instrumentos para un hermitaño: Cilicio y disciplinas y un sayal de hacer un saco, un reloj de sol, muchos libros de penitencia, simientes y una calavera y un azadoncillo.
[15]

Cuando empieza el eremitorio de una manera más oficializada, es con motivo de la creación de una obra pía o patronato, de muy poca monta, hecho por Juan Castellano. Éste estaba casado con Isabel Ruiz y tenía cinco hijos Francisca, Juan, Gabriel, Ana y María.
[16]
En la documentación aportada por el ermitaño Ginés, en el pleito del que hablaremos con posterioridad, aparece una escritura de fundación de Juan Castellano. Esta escritura se encuentra en el expediente del pleito, porque Ginés de Nápoles, en fecha 9 de febrero de 1590, pide a Fernando Soto, alcalde de Valdepeñas, copia de la escritura hecha ante el escribano Rodrigo Álvarez por Juan Ruiz Castellano el 13 de abril de 1566 con el fin de poder defender sus derechos
[17]. El testamento se otorga en casa del Maestro Gaspar Lucas, que firma en nombre del otorgante, al no saber escribir. Firman como testigos Pedro del Sauce y Diego Fernández de Castilla. De ello se deduce que el Maestro Gaspar Lucas, del que hablaremos con posterioridad, tenía en este momento casa en Valdepeñas.

La copia del testamento es firmada por Alonso de Herrera y el Beneficiado Lucas de Torres, escribano de la villa.
Juan Castellano pretende hacer un patronato u obra pía. Una obra pía o patronato se constituye por la donación de unos bienes, al frente de los cuales se pone a un patrón o patronos como administradores de ellos, con unos fines, en este caso, religiosos.

El testamento empieza diciendo Yo Juan Castellano, becino que soy de la villa de Valdepeñas, digo que por quanto yo dí a Pedro Fernández, hermitaño stante en la dicha villa para los días de su vida y para recogimiento un pedaço de tierra, término de la villa de Valdepeñas, el qual de presente lo tiene y posee el dicho Pedro Fernández, questá recogido en él e porque la dicha obra es para servicio de Dios nuestro Señor, la quiero ampliar como de suso se fará menzión.
[18]
Es de advertir que no se especifica el tiempo, que hace que le entregó el primer pedazo de tierra.

Posteriormente, como el mismo afirma, le da seis fanegas, junto a unos solares de piedra, de edificios viejos,
[19] alindando con las peñas de otro pedaço de tierra que tengo dado al dicho Pedro Fernández.[20]

De ello se deducen dos hechos que quiero resaltar: El ermitaño Pedro Fernández ya vivía en Chircales, antes de la fundación de Castellano, posiblemente instalado en las cuevas y viviendo de la primera donación que le había hecho. Con él habría otros ermitaños, cuyo nombre desconocemos. En este lugar de Chircales había edificios antiguos, con anterioridad a la fundación de Valdepeñas, posiblemente de origen romano-visigótico, como se afirma en la misma escritura. No eran árabes, ya que estarían más intactos.
Los linderos de la finca donada son éstos: Linda con tierras del hijo menor de Juan de Linares, con tierras de Juan Gómez, vecino del Castillo de Locubín, con tierras de la mujer de Juan de Becerra y con tierras que se ha reservado Juan Castellano, el cual da la oportuna autorización para que se pueda entrar, con el menor daño posible, a las tierras donadas.
Mientras que él viva se reserva el derecho a ser patrono.
Una vez que muera, queda como patrono el Maestro Gaspar Lucas, presbítero, vecino de Jaén y Párroco de San Bartolomé de la dicha ciudad.

El patronato se constituye para siempre, ya que no da autorización para que se puedan vender ni enajenar ni hipotecar estas tierras, ni nadie pueda mezclarse en su administración, ni siquiera el Prelado de la Diócesis. Es función del patrono, además de la administración de los bienes, el admitir y seleccionar a los ermitaños, aunque la aprobación para recibir el hábito debía darla el Obispo.
[21]

La finalidad de la fundación queda perfectamente delimitada con estas palabras para que sea para siempre jamás recogimiento de hermitaños de buena e santa vida que sirvan a Dios nuestro Señor.
[22]

En compensación de esta donación ruega a los ermitaños questán o estuvieren en la dicha tierra, que rueguen a Dios nuestro Señor por su ánima.
[23]
En una escritura posterior, otorgada el día el 13 de julio de 1567 clarifica cuales son las funciones de los patronos y nombra otros nuevos.
Quiere que el maestro Gaspar sea cabeza principal del dicho recogimiento y que los ermitaños lo obedezcan y acaten sus órdenes.
Aclara que el que esté al frente del dicho patronato debe ser sacerdote.

Nombra también como patrón a su hijo Juan Ruiz de Moya y al Maestro Luis de Noguera, prior de la parroquia de la Santa Cruz de Jaén.
La elección de estos dos presbíteros es debida a la amistad personal con el Prior de la Santa Cruz tenía con Gaspar Lucas, ya que su hermano Alonso era el propietario de la fábrica de vidrio existente en Valdepeñas.
[24]

El nombramiento de Luis de Noguera podría ser debido o a sugerencia de Gaspar, al ser ambos clérigos amigos o por el conocimiento personal, que tuviera el fundador del mismo, al venir en alguna ocasión al pueblo, acompañando a Gaspar. Estos dos personajes tuvieron una incidencia muy grande en la vida religiosa del Jaén del XVI, como señalaremos con posterioridad.

Tal como se deduce de estas dos escrituras, parece ser que hasta el año 1566 no había construida ninguna edificación religiosa en el lugar de Chircales o a lo sumo una capilla de muy escasa importancia, usando las cuevas anejas al santuario como vivienda.
Casi de la misma época es una capellanía fundada por Manuel Ruiz de Montoro y su esposa Catalina López, ambos vecinos de Valdepeñas. Estos el día 3 de enero de 1568 hicieron donación de un pedazo de tierra de riego, zercado, que está en la calle, que llaman del Chorrillo, junto a la poblazión de la villa, con morales del Maestro Gaspar Lucas, clérigo presbítero, que fue de esta villa, bajo de los linderos que comprenden , que son por la parte del poniente y norte dos calles, la una que sale al Chaparral y la dicha citada, que va al dicho Chorrillo y por los dichos dos costados levante y medio día, güerto que oy posee Pedro Cortés, vezino desta, cuya donación fue por escritura que se otorgó ante Rodrigo Alvárez......con cargo a quatro misas rezadas, que se han de dezir perpetuamente en los días de Pascua de Natividad de Nuestro Señor Jesucristo cada un año; una misa rezada; y otra por la Pascua de Resurrección, y otra por la Pascua del Espíritu Santo y otra el día de la Encarnación del Hijo de Dios.
[25]

Esta donación se la hicieron a Gaspar Lucas, que era también Patrón de la Fundación de Juan Castellano. Dieron poderes a Gaspar para que nombrara Capellán de ella. Por los términos de la donación se deduce claramente que Gaspar Lucas tenía o tuvo casa en Valdepeñas, y que fue clérigo presbítero de esta villa, antes de ser párroco de San Bartolomé. Uno de los testigos, que firman la escritura es su hermano Alonso, que era dueño de la fábrica de vidrio.
[26]

Lo más interesante de esta escritura es que hace referencia al eremitorio en estos términos: E por quanto en Chircales, término de esta villa de Valdepeñas se a comenzado a fazer y se quiere fazer recojimiento de hermitaños e personas recojidas. Mandamos que si en dicho recojimiento hobiere algún sacerdote, que subceda la dicha capellanía para dezir las cuatro misas de suso declaradas, después de los días de la vida del Señor Maestro Gaspar Lucas.
En dicha escritura autoriza al capellán para que pueda vender la predicha finca con tal de que con el importe compre otra cerca de Chircales.
El Maestro Gaspar Lucas, que se encontraba recluido en el convento de la Merced de Córdoba, por mandato de la Inquisición, en testamento otorgado en la misma ciudad el día 16 de febrero de 1590,
[27] nombra como patrón al ermitaño Ginés de Jesús de Nápoles y al Licenciado Pedro de Arenal para que estén y abiten en dicho recojimiento. Estaba mandado en la institución del patronato que debería ser sacerdote el que estuviere al frente. Dicho hermano era laico, y parece ser que vivió siempre en Jaén, aunque en la escritura se dice que es de Arenal (o Arenas).

Ginés de Jesús estuvo presente en la ciudad de Córdoba, cuando se otorgó la escritura. El Maestro Gaspar había pasado malos momentos en su vida y no podía prestar la atención debida a este pequeño eremitorio, en el que había en este momento varios ermitaños.
Nos hacemos varias preguntas. ¿Cuál es la razón por la que nombró a un laico en contra de lo mandado en el codicilo de la fundación?
¿ Que relaciones tuvo el tal Ginés con el Maestro Noguera?
No sabemos el momento en que entró Ginés de Jesús en el eremitorio de Cuircales. Sucedió después del año 1570. En el año 1585 presta declaración como testigo en un pleito contra D. Agustín Arceo.

Un sobrino suyo, Fernando de Nápoles Fuenmayor, vivía en la ciudad de Jaén, en la colación de San Laurenzio. Al dicho, propuesto como testigo, le consta que los ermitaños tenían la autorización de los señores Obispos y que en el dicho recogimiento había una capilla, en la cual se dice misa y en el que vivía su tío Ginés.
[28]
Catalina de Fuenmayor, cuñada del hermano de Ginés y viuda de Fernando de Nápoles, aporta algunos datos interesantes para el conocimiento de este periodo: Por su declaración nos consta que en esta fecha había muerto Gaspar Lucas y que hay una capilla, en la que se dice misa con licencia de los señores Obispos.

El Licenciado D. Francisco de Vitoria, prior que fue de Valdepeñas, aporta nuevos datos para conocer este periodo: Conoció muy bien al dicho Ginés de Jesús y Nápoles, sabe que no es sacerdote. Al estar cerca iba con frecuencia a decir misa a Chircales y veía a los ermitaños. El mismo dio el hábito de ermitaño al algún hermano, con licencia de D. Francisco Sarmiento, obispo de Jaén, de buena memoria.

Por los testimonios aportados hasta el presente sólo sabemos que hay un pequeño grupo, alguno de ellos es sacerdote, que vive su espiritualidad de ermitaños en el silencio, paz y tranquilidad de Chircales, siguiendo el antiguo lema ora et labora (ora y trabaja). Sabemos que se dice misa en una capilla, que han construido los ermitaños a partir de 1566, sin saber exactamente cuando empieza la construcción y si había anteriormente una ermita pequeña o usaban la cueva del santuario.

2. Algunas aclaraciones.

El ermitaño Ginés de Jesús, aunque ha sido una pieza clave, en la construcción de la ermita y de la casa aneja, aparece como un personaje con mucho carácter y profundamente religioso. En un período muy corto hace dos testamentos: Uno, el 11 de mayo de 1609 y el otro el veinte de mayo del mismo año, rectificando en este segundo algunos aspectos del primero, todo ello debido a la inseguridad motivada por la grave enfermedad y a las presiones, a que se ve sometido.

Veamos el primer testamento. En él nombra como patronos al Licenciado Pedro de Bujeda, presbítero, natural de Córdoba y al Licenciado Pedro de Vilches Delgado, natural de Valdepeñas, ambos presbíteros. Permite a los patronos vivir y habitar en la casa, que ha construido junto a la Iglesia, nombrar patronos, y ermitaños que habiten en dicho lugar. Si alguno de los ermitaños faltare más de tres meses sin causa justificada, pierde el derecho a la habitación, sea presbítero o laico. Este lugar, dice, que lo ha cercado y labrado él, y que lo compró a Fray Fernando, ermitaño. Con esta frase está indicando que tenía personalmente unos bienes, que no pertenecían a la fundación u obra pía. Por otra parte está justificando que, con anterioridad hubo viviendo en Chircales un religioso, que era fraile, llamado Fernando. Esta persona puede ser un capuchino o franciscano, ya que estos religiosos eran muy aficionados a la vida del desierto y a la soledad. Es interesante saber que entre los ermitaños hubo también un fraile en esta primera etapa y que no todos los bienes inmuebles pertenecían al patronato.

De nuevo surge otro interrogante, que vamos a comentar con posterioridad. El hermano Ginés deja el eremitorio, por razones de salud y marcha a Jaén a vivir con su hermano Fernando, ya que él y Fernando del Salto Escobar, presbítero, conbenimos en que yo le dí la dicha hermita de Chircales para que la abite por los días de su vida e que avia de façer un cuerpo para Iglesia y dexar cierta renta para después de los días de su vida.

Dicho cuerpo de Iglesia está comenzado a façer.
El Lcdo. Fernado del Salto falleció sin cumplir lo que estava obligado y dexó por heredera a Dª Luisa de Escobar, su hermana, y entre mí y ella nos concertamos, en que me volví a tomar la dicha ermita y, en vista de lo que estava obligado el susodicho, quedó concertado que me avía de dar veinte y cuatro ducados, de que fiço una cédula firmada de testigos.
La razón por la que le pide a la hermana veinticuatro ducados era, porque esta era la heredera y su hermano, en la finca de la fundación, se aprovechó personalmente de las rentas de la fundación, sin invertirlo en ella. Ginés se sentía responsable de este incumplimiento y creyó en conciencia, que debía ir a pedirle este dinero, a pesar de que se encontraba muy mal de salud.
En el mismo testamento muestra su deseo de ser enterrado en la ermita de Chircales, haciendo de paso esta alusión: Cuando de mí acaeciere (mi) finamento, mando que mi cuerpo sea sepultado en la Iglesia de Jesucristo crucificado en dicho sitio de Chircales.

Con ello está haciendo alusión al cuadro, que se conserva actualmente del Santo Cristo y, al mismo tiempo, es admirable la devoción que muestra en el momento trascendente de su muerte a este Cristo, ante el que estaría postrado de rodillas en mil ocasiones.
La devoción al crucificado estaba muy extendida en este momento. Es de advertir que la devoción y amor a este Cristo crucificado es tan intenso que no habla de Chircales, sino del lugar de su Cristo. Ello puede explicar, como diré en otro lugar, que fue Ginés el que pintó el cuadro o el que lo mandó pintarlo. El ermitaño, que hay al fondo podría ser el mismo Ginés.

A continuación afirma que revovo lo que fiçe a favor de Diego Ruiz Aranda, hermitaño, hijo de la dicha villa de Valdepeñas, por donde le nombrara patrón por mi ausencia y mientras no hubiere patronos por mí nombrados.
Por esta frase sabemos que este ermitaño acompañó en Chircales al hermano Ginés y que, al deber ausentarse por enfermedad, nombró interinamente patrón al dicho Diego. No consta, si este nombramiento lo hizo mediante escritura pública.

3. Otro testamento de Ginés de Nápoles

A los nueve días vuelve a hacer un nuevo testamento, rectificando en parte el anterior. Veamos los puntos más salientes de él.
Repite, como en el anterior, que está enfermo, aunque en plenas facultades para otorgarlo. Dada su enfermedad, el testamento lo hace en casa de Catalina de Montemayor, viuda de su hermano Fernando, en presencia de su sobrino Fernando, como había hecho el primero.

Revoca el nombramiento, que hizo del Lcdo. Pedro Bujeda y nombra como patrono y administrador único al Lcdo. Pedro de Vilches Delgado, presbítero de Valdepeñas.
Solamente éste podrá nombrar los ermitaños, y, si lo desea, podrá vivir en la casa de la ermita, que está yncorporada a la Iglesia. Si éste no lo hiciere, podrá vivir en la casa el Ldo. Bujeda, el cual no debe entrometerse en la administración de la obra pía.
Revoca también, dice, el nombramiento de albacea, que hizo del Prior de Valdepeñas y manda que su testamento no tenga efecto hasta el día de la Pascua de Resurrección del año del Señor de mill y seiscientos y diez años, si yo falleciere antes, porque mis herederos tengan tiempo en que poder hacer dineros, para pagar dichos legajos.

Después de este recorrido sinuoso y complicado, debemos pararnos para intentar sacar algunas conclusiones y aclarar los interrogantes presentados:

a. En el tiempo, en que el hermano Ginés vive en Chircales, están viviendo con él, Pedro Bujeda y Fernando del Salto Escobar, presbíteros y Diego Ruiz de Aranda, laico y al menos otros dos laicos. En la casa vive el patrón y en las celdas construidas, cuatro o cinco de los otros ermitaños. El hermano Ginés es, en este momento, el alma del aquel grupo de ermitaños.
Es el encargado de recibirlos en el eremitorio y comprobar, si tiene los postulantes las cualidades necesarias para entrar en el grupo. Es el que debe iniciarles en la vida de oración y religiosa.

b. Aparece claro que el hermano Ginés dejó Chircales por razones de salud y ante la mala gestión de la obra pía llevada por Fernando del Salto, se reincorporó de nuevo a Chircales, obligando a su hermana, a que le entregara veinticinco ducados, como compensación de no haber realizado la obra convenida.

El recogimiento durante 25 o 30 años estuvo funcionado, con Ginés al frente, perfectamente. Era un lugar, al que acudían los fieles de Valdepeñas con mucha frecuencia y los ermitaños con la austeridad de su vida eran un ejemplo y un estímulo para su vida religiosa.

No conocemos el momento, en que deja de nuevo el eremitorio, aunque debió ser al sentirse gravemente enfermo.

c. Hay, por supuesto, una defenestración de Pedro Bujeda, que tenía una cultura superior a él, al ser presbítero. Aparece clara la preponderancia de Ginés, como único dueño y Señor. Este presbítero cordobés es un hombre sencillo y profundamente religioso. No le gustaba el protagonismo y siempre estuvo en un segundo plano.
Gaspar Lucas no lo nombra patrono, sin lugar a duda debido a las presiones ejercidas sobre él, por un grupo de personas, en el momento de su muerte. Debió morir hacia el cinco de junio. No obstante, volveremos con posterioridad a hablar del tema.
Es extraño que Pedro Bujeda, natural de Córdoba, venga a Valdepeñas a vivir como ermitaño. Veremos con posterioridad cuál puede ser el motivo.


4. Petición del Obispo diocesano
El entonces Obispo de Jaén manda al Párroco de Valdepeñas que le envíe una relación de los ermitaños, los escritos y autorizaciones para vivir allí y un inventario lo más detallado posible de los bienes de la ermita. Dicho inventario debe ser hecho ante notario y constar en él los bienes dotados y anexados a la ermita y los propios de los ermitaños.
Una vez cumplida la comisión, el informe debe devolverse al Obispo.
El entonces Párroco de Valdepeñas el Lcdo. D. Alonso de Trujillo, el día tres del mes de junio de mil seiscientos y nueve años, procede a la ejecución de dicho mandato episcopal.
Comparece el Lcdo. Pedro Bujeda, presbítero, en la misma ermita de Chircales, el cual testifica que él no es el fundador, que los ermitaños tienen la autorización de los Obispos de Jaén y que está dispuesto a dar relación de todo lo que se le pide.
En la comparecencia se hallan presentes otros cuatro hermanos, residentes en el dicho sitio: Blas de Osuna, Diego Ruiz, Alonso Sánchez y Alonso Morales.

Entre los documentos aportados aparece una autorización dada al hermano Blas de Osuna en estos términos:
El Lcdo Olea, provisor y Vicario General en todo este Obispado, por el deán, sede vacante, doy comisión al Lcdo. Bitoria, prior de la Iglesia del Señor Santiago de Valdepeñas para que ante él pareciere Blas de Osuna, vecino de Granada y stante en la dicha villa y pueda tomar el ábito de hermitaño para vivir en recogimiento y soledad, se lo doy y dado, le doy licencia al dicho Blas de Osuna para que abite en una celda, que el dicho prior le señalare en el dicho sitio de Chircales, término de esta villa, do ay otros hermitaños y encargo al dicho prior como a los demás priores y curas de este Obispado, le favorezcan y encomyenden al Señor Jesucristo o si ubieren necesidad, le ayuden con sus limosnas, y permanezca en este ábito, atento que (puesto que) soy ynformado de su buena vida y costumbres y asimismo exhorto y prego a los curas y vecinos no le molesten, antes bien lo favorezcan para que permanezca en el servicio de Dios, dado en Jaén, a treinta y uno de mayo de mil quinientos noventa y seis.

El Lcdo. Vitoria el 23 de junio del mismo año, en la misa conventual del domingo entregó solemnemente el hábito a dicho hermano.
No deja de ser interesante la autorización de otro Obispo de Jaén, por los nuevos datos que aporta y que la transcribimos íntegramente:
D. Sancho Dávila y Toledo, Obispo de Jaén, del Consejo del Rey nuestro Señor hacemos saber a los que la vieren como ante Nos pareció el hermano Diego Ruiz, vezino de Valdepeñas y dijo que hace años que desea tomar el ávito de San Pablo, primer hermitaño, y vivir con él en soledad en el desierto acompañando a los hermanos que residen en el sitio de Chircales y que nos suplicaba le mandasemos dar licencia para tomarlo, atento que no a de mendigar y que de sus bienes y patrimonio se sustentava como lo façen los demás hermitaños que viven en el dicho sitio, lo qual por Nos visto, y habiéndonos informado de la virtud, de la umildad y buenas costumbres del susodicho Diego Ruiz y que a casi doce años que desea tomar el dicho ávito, por nuestra parte le damos licencia para que se le pueda poner y façer, como lo pide y pueda vivir con los dichos hermanos en el sitio de Chircales, atento que(puesto que) nos parece se a de servir nuestro Señor. Dado en Jaén a veinte y cinco de mayo de mill seiscientos siete años.

Son muy interesantes los datos de este joven. Es admirable que lleve esperando doce años para entrar en Chircales. Causaba una gran admiración en el pueblo la vida de estos hombres dedicados a las penitencias y a la oración. El obispo hace resaltar su humildad, y sus buenas costumbres. Se trata de un grupo, que no se dedica a mendigar, ya que el párroco y obispo han cuidado de que tengan los bienes mínimos para poder vivir. Combinan la vida religiosa con el trabajo en el campo, es curioso como en los testamentos de todos los ermitaños se encuentra un azadón, como signo de su trabajo en el mundo rural, como veremos posteriormente.

Un mes después se le concede la autorización para tomar el hábito a Alonso Sánchez en estos términos:

Don Sancho Dávila y Toledo Obispo de Jaén, del consejo de su Magestad, por la presente damos licenzia para que pueda ponerse y traer el ávito de San Pablo, primero hermitaño, Alonso Sánchez, vezino de Valdepeñas, natural de tierra de Guete y residir y morar en Chircales, término de Valdepeñas, con los demás hermitaños, atento que nos a constado de que el dicho hermano tiene bienes propios con que poder pasar sin pedir limosna. Dado en Jaén a veinte y cinco de junio de mill siescientos y siete años.
Quiero resaltar que no sólo se da cobijo a los naturales de Valdepeñas. Los lugares de origen son los más variados, incluso fuera de la diócesis.


5. Influencia en la fundación del eremitorio.

Sin lugar a duda fue debido al movimiento espiritual de la época y al influjo de San Juan de Ávila.
Uno de sus discípulos fue el Maestro Luis de Noguera. Este fue prior de la Santa Cruz de Jaén. Era un varón humilde y virtuoso. Dice de él Ximénes Patón: Toda la ciudad le oya como a un santo, y dezían muchas personas, que cuando predicava les parecía, que hablava el Espíritu Santo en él y que sus correcciones las hacía Dios a cada uno de por sí dentro del alma. El memorable Don Francisco Sarmiento, Obispo de la ciudad, amigo de santos y virtuosos, le hizo gracia de un arcedianato: A lo qual le respondió, que su Señoría no le quería bien, pues intentava quitarle de su quietud, pues le bastaba su pobre priorato....Todo lo que tenía de renta lo daba a los pobres, no tenía en su casa otra cosa, que algunos libros y una pobre cama.
[29]
Era un hombre santo y virtuoso, ya que su ayuno, abstinencia y penitencia más eran de hombre lleno de favores del cielo que de persona terrena....De lo qual da testimonio la vida de los feligreses desta parroquia, pues todos eran buenos, y en las mugeres avía muchas beatas religiosas y muy penitentes y no se supo, que toda su vida feligresa o colación, uviese muger mala.
[30]

Murió el 3 de septiembre de 1590. Este santo varón fue uno de los patronos del patronato fundado por Juan Castellano y sin lugar a duda influyó muy positivamente en la vocación de Ginés de Nápoles. Promovió en Jaén una auténtica renovación de la vida cristiana. Era muy querido del Obispo de la Diócesis D. Francisco Sarmiento.
Este y Gaspar Lucas estuvieron muy ligados a los ermitaños de Valdepeñas, especialmente a Ginés de Jesús, que fue el alma de aquella experiencia durante más de treinta años, al ser natural de Jaén. No sabemos dónde estudió Gaspar, que tenía el título de Maestro. Era natural de Cadalso, como consta por la documentación de su hermano Alonso, que era vidriero en Valdepeñas.

La trayectoria de Gaspar Lucas es triste. Terminó su vida recluido en el convento de la Trinidad de Córdoba, donde murió.
La Inquisición de Córdoba, después de un largo proceso, lo condenó por ser cabeza y fundador de un grupo de alumbrados en la parroquia de San Bartolomé. Lo acusó de hechicería, alumbrismo, y farsa pseudomística y el 17 de abril de 1586 le envía prisionero al convento de la Trinidad de Córdoba y a una de las beatas de su beaterío, María Romera, a servir durante toda su vida al Hospital de San Juan de Dios de Granada.
[31] Lo acusan de que ha enseñado a sus discípulas que las censuras y excomuniones del Santo oficio no les obligan a revelar el secreto de su doctrina y que no es necesario entrar en la vida religiosa para la santidad.[32]
El grupo opta por lo maravilloso, y por las visiones.
Alvaro Huerga refiere de una beata de éstas, posiblemente de Valdepeñas de Jaén, María de Vilches,
[33] que estaba poseída de un demonio perverso, que la incitaba a blasfemar y a cometer con él lubricidades. [34]
Esta beata la identifico con Pedro de Vilches, que va a dar lugar a un largo pleito, posiblemente hermana suya. Ello podría explicar las presiones a que pudo estar sometido Ginés, por este fuerte grupo de alumbradas, para que nombrara patrón a Pedro de Vilchez y excluyera a Bujeda, como vimos en su lugar.
La inquisición fue despiadada con aquel movimiento de renovación, no distinguiendo a veces lo verdadero de lo falso.
El influjo más directo en el grupo de ermitaños lo tuvo el maestro Gaspar Lucas. Este personaje tuvo una relación muy íntima con Valdepeñas, ya que su hermano era el dueño de una fábrica de vidrio que existía en el pueblo, donde tenía casa.
[35]

Tuvo una estrechísima amistad con Juan de Prados, el Fundador del Pósito Pío, siendo albacea en el testamento de éste.
Llegó a regalarle un cáliz. Ello explica que Gaspar Lucas y Luis de Noguera fueran nombrados patronos de la obra pía, que fundó Juan Castellano, ya que estos dos personajes eran conocidos por él. Una custodia que regaló Juan de Prados a la Parroquia de Valdepeñas fue copia exacta de una que había en la parroquia de la Santa Cruz.

El Maestro Gaspar era párroco de la de San Bartolomé de Jaén y el patronato le conceden amplias atribuciones en la dirección de Chircales.
En el episcopado de Sancho Dávila y de Sarmiento es cuando el eremitorio de Chircales llega a su apogeo.
D. Francisco de Sarmiento de Mendoza pide el 9 de julio de 1592 que se haga una información lo más completa sobre el santuario de Chircales. El Lcdo. Olea, Vicario General y Provisor pide una información sobre la ermita de Chircales, en la que dice que habita Ginés de Nápoles. El entonces Prior de Valdepeñas Lcdo. Vitoria le envía un inventario de los bienes existentes en la ermita de los que hablaremos con posterioridad.
[36] Gaspar muere el 9 de junio de 1595.

La ejemplaridad de sus vidas está testificada por los señores Obispos y Párrocos de esta época. Fueron queridos y tratados con amor por el pueblo y Chircales se trasformó en un foco de espiritualidad, humilde y sencilla, que ejemplarizó a los habitantes de Valdepeñas de una manera permanente.


6. Nombre de los ermitaños

Pedro Fernández, ermitaño, al que Juan Ruiz Castellano entregó para recogimiento un pedazo de tierra y posteriormente seis fanegas. Se da a entender que el dicho Pedro Fernández vivía en dicho sitio como ermitaño con anterioridad al 13 de abril de 1566, en que hace la fundación Juan Castellano.

En esta primera etapa y posiblemente con anterioridad debió haber otros ermitaños, que vivían en las cuevas, y tal vez empezaron a construir una ermita más pequeña que la actual, ya que en un documento de 1566 se habla ya de la ermita de Chircales. No obstante consta que el hermano Ginés la amplió y los demás ermitaños la siguieron reformando en los años posteriores. Es posible que, incluso con anterioridad a la fundación de Valdepeñas, ya estuvieran en Chircales viviendo en las cuevas y hubiera empezado a funcionar el eremitorio y la ermita.
[37] En esta época habría que situar a Fray Fernando y a otros ermitaños cuyos nombres desconocemos. Algunos de ellos eran sacerdotes, seculares o religiosos franciscanos o capuchinos. La ermita estaría situada en lo que hoy se llama la cueva de los milagros.

Diego Gómez, presbítero y natural de la Rambla de Córdoba, el cual murió el día 15 de febrero de mil seiscientos y siete, siendo enterrado en la misma ermita. En su testamento, hecho ante Joan de Medina el año 1603, nombró albaceas a Alonso Morales y a Ginés de Nápoles, a los que dejó sus bienes personales.
[38]

De esta época o tal más antiguo, debió ser el hermano Lázaro de San Juan, del cual conocemos que murió el año 1615, pero no sabemos la fecha, en que entró a vivir en Chircales. La historia de este personaje la conocemos por las actas de fundación del Convento de San Francisco de Jaén, a cuya orden perteneció como hermano lego. Los franciscanos admiraban la vida eremítica y éste decidió venirse a vivir a Chircales. Parece oportuno hacer un breve comentario. En esa época vivía en Chircales, el hermano Juan, que aparece en muchas ocasiones en los libros de bautismo, como padrino. Con el cual tuvo sus diferencias.
Después de esta precisión, continuemos la historia y vida de nuestro personaje.
Estuvo en Chircales unos años y posteriormente, enterado de que un ermitaño de Toledo había dejado libre la ermita del Zumel de Jaén, se vino a vivir a ella. El cronista nos explica su nueva vida: Nunca tuvo puerta la ermita, su adorno era un crucifijo, una imagen de Nuestra Señora, una corona de espinas, que se ponía los viernes, muchos cilicios diferentes y una pileta de agua bendita. Su cama se componía de unos palos en el suelo, sobre ellos una estera con un pellejuelo, una frezada para abrigarse y una piedra para cabezera. Todas las noches hacía una disciplina de sangre y luego tenía larga oración.
. Todos los habitantes de la ciudad lo tenían por un santo y lo admiraban.
Se puso enfermo, lo trajeron a la ciudad, le dieron los sacramentos y murió como un auténtico santo. El cronista dice que era tan apreciado y querido por todos en la ciudad, que le visitó el Obispo Don Sancho de Ávila y Toledo...y él mismo en persona le llevó los sacramentos, acompañado de lo lustroso de su Iglesia.
[39]

El Lcdo. Pedro de Buxeda (o Bujeda) es el receptor de la orden del entonces Obispo de Jaén Don Sancho Dávila, por la que manda que se le envíe relación de los ermitaños que viven en Chircales y de los bienes que éstos poseen, de los bienes de la ermita y la copia de la licencia del Obispo que les autorizó para llevar el hábito de ermitaño. Este decreto de fecha 12 de mayo de 1609 es ejecutado por el Lcdo. Trujillo, Párroco de Valdepeñas, actuando de notario Joan de Medina.
[40]

En la comunicación a Pedro de Buxeda se dice que fue el primer residente en dicho lugar, sin embargo el mismo responde que no fue el fundador del dicho sitio, ni sabe quien lo fue, ni tiene papeles algunos, aunque siempre han tenido la bendición de los obispos de Jaén todos los ermitaños, que están en dicho sitio de Chircales
[41] No sabemos cuando éste entró en el eremitorio. Es significativo que diga que el no fue el fundador de dicho recogimiento ni sabe quien lo fue. Lo cual indica que la experiencia eremítica hacía bastante tiempo que había empezado, ya que no tiene memoria histórica de ello.
Este presbítero es de Córdoba y no se puede excluir que estuviere influenciado por el movimiento espiritual del Maestro Ávila, que tanta incidencia tuvo en Córdoba con su predicación.

Junto con Pedro de Buxeda se encuentran en este momento en Chircales los siguientes:
Blas de Osuna, natural de Granada.
[42]
Diego Ruiz de Aranda, natural de Valdepeñas.
Alonso Sánchez y Alonso Morales, cuyo origen y actividad desconocemos.
[43]
Fray Fernando.
Fernando del Salto Escobar, presbítero.
Ginés de Nápoles, que fue nombrado patrón por Gaspar Lucas. Es este el personaje central y fundamental de Chircales. Va a vivir en Chircales al menos treinta años. Es el que selecciona a los ermitaños, previa la autorización del Obispo.

Parece ser que tenía cierta cultura, al menos por la forma de firmar que es lo único que conocemos por una declaración prestada en un juicio. En esta época casi nadie sabía escribir.
A su muerte es cuando surge el largo pleito que vamos a comentar muy ampliamente.
[44]

En el testamento de Gaspar se afirma que junto con Ginés se encuentra en dicho recogimiento Pedro de Arenas, que fueron seleccionados por él para que habiten en el dicho recogimiento.

El eremitorio va a seguir funcionando hasta finales del siglo XVIII.
En el 3 de marzo año 1640 muere en Valdepeñas el ermitaño Alonso de San José.
[45]
A partir de este momento el eremitorio va a decaer, ya que no se incorpora a él ningún sacerdote.

En los años siguientes aparece casualmente el nombre de otros ermitaños, que sólo vamos a nombrar:

Juan Díaz (+ 4 –11-1646).
Juan de Contreras (+13-7-1648).
[46]
Francisco de Chircales (+ 23-5-1649).
[47]
Juan de Jesús María (+ 31-12-1655).
[48]
Juan Cano (+ 1-8-1659).
[49]
Antón López de Pareja (+ 8-2-1661)
[50]
El hermano Sebastián Pérez (+7-9-1.671)
[51]
Pedro Álvarez Rodríguez (+ 5-1-1.676)
[52]
Juan de la Chica Fajardo (+ 27-10-1679)
[53]
El hermano Juan León (19-1-1.680).
[54]
Blas Soriano (+6-9-1.683)
[55]
Gregorio Serrano de la Paz (+25-9-1.689)
[56]
El hermano Manuel de Flores (+10-4-1.692)
[57]
El hermano Francisco Moreno Piedrabuena (+15-10-1.692).
[58]
El hermano Juan Martínez de León (+ 26-3-1.702.
[59]

Matías de Écija nace en Valdepeñas y murió a la edad de 85 años el día 30 de septiembre de 1750. D. Antonio de Brizuela y Salamanca, Obispo de Jaén, lo nombró administrador de los bienes del Santuario el 6 de marzo de 1702, estando como ermitaño casi cincuenta años.
[60]

El 6 de octubre de 1706 recibe en escritura pública ante el escribano Juan Gallego de Quesada, la donación de ocho fanegas de tierra, colindantes con el Santuario, hecha por D. Pedro Padilla y Pacheco.
[61] Era considerado como el Ermitaño mayor. Junto con él está también el hermano Juan de Rosales, que firma como testigo en la agrupación de varias capellanías, como veremos al hablar de ellas.
En el año 1754, el uno de septiembre, muere el hermano Lázaro Valdivia.

El 1772 aparece un ermitaño, que era viudo de Ana de Torres Marchal. Murió el 23 de agosto y se enterró en el santuario, siendo éste muy pobre y no poseyendo ningún tipo de bienes.
Con este ermitaño termina la vida eremítica de Chircales.


7. Muerte de Ginés de Nápoles

Después de esta larga enumeración de nombres, vamos a intentar explicar los datos y sucedidos de un largo pleito, que es el que nos ha hecho conocer con más detalles el origen de Chircales.
Dijimos que el protagonista principal de este pleito era el hermano Ginés. Por ello vamos a completar los datos que dimos al principio de este estudio.
El día 3 o 4 de junio de 1609 muere el ermitaño Ginés. El había mandado que era mi boluntad que me entierren en dicha Iglesia de Chircales ...y lleben mi cuerpo al dicho sitio y me entierren en la dicha iglesia y me sepulten.
[62]
El mismo día de la muerte de Gines de Nápoles, el Prior de la Iglesia de Valdepeñas, por orden del Provisor, y bajo pena de excomunión mayor, en fecha 5 de junio de 1609, manda al Lcdo. Pedro de Vilches Delgado, que estaba en la dicha casa de Chircales y tenía los papeles de Ginés de Nápoles, se los entregue para enviarlos al Tribunal Eclesiástico.

El aludido responde que está dispuesto a cumplir el mandato de su Ilma. el Señor Provisor, pero que no puede hacerlo en este momento, ya que no tiene los títulos a mano y ahora se encuentra en la ciudad para procurar provisiones y hospedaje a los que vienen de Jaén, acompañando el cadáver de Ginés de Nápoles, que lo van a enterrar en Chircales.
[63]
Al entierro asisten seis clérigos y otras muchas personas que han venido de Jaén, con sus cabalgaduras.
[64]
A los cinco días, esto es, el día 10 de junio de 1609, el dicho Prior de Valdepeñas comunica al mismo una orden del Obispo Don Sancho Dávila y Toledo, que debe exhibir los papeles relativos al patronato y la licencia que tuvo para hacer la fundación, son pena de incurrir en excomunión mayor, por el desacato a la autoridad.
[65]
Pedro Vilches responde que se encuentra ocupado, atendiendo a los forasteros y que por este motivo no puede responder con la urgencia, con que se le piden los papeles, ya que tiene que buscarlos y asesorarse a su vez de algún letrado.
En su momento exhibirá, dice, todos los títulos, escrituras y favores, que se le han otorgado, y que, si no se respetaban sus derechos, apelaría ante Su Santidad y Sede Apostólica.
Se ve claramente una intención por parte del estamento oficial, esto es, del Prior y de la Curia, de recobrar los bienes del patronato, que hasta ahora se habían administrado al margen de la Diócesis. Se quiere aprovechar este momento de confusión, ocasionado, por la muerte de Ginés de Jesús, para cumplir este propósito.

El pleito es largo y tiene bastante interés, desde un punto de vista histórico, ya que nos suministra muchos datos que de otra manera hubieran pasado desapercibidos para la historia del Santuario de Chircales.

Por este motivo antes de entrar en lo sustantivo del pleito, vamos a ver detenidamente el tenor de los testamentos del Maestro Gaspar y de Ginés de Jesús.


8. Testamento de Gaspar

Este testamento fue otorgado en la ciudad de Córdoba el día 16 de febrero de 1590.
[66]
Gaspar está recluido en el convento de la Merced de Córdoba, por orden de la Inquisición, como ampliamente hemos comentado.
Nombra como patrón a Ginés de Nápoles, estando presente el Lcdo. Pedro de Arenas, presbítero y también ermitaño.
Gaspar se encuentra muy enfermo y decide dejar las riendas del patronato a Ginés. No nos constan las razones, que tuvo para hacerlo así y no nombrar a alguno de los presbíteros, que en ese momento se encontraban viviendo en Chircales. De hecho va a estar al frente del patronato durante casi treinta años, sin que su nombramiento en ese momento fuera impugnado por nadie, aunque tal vez fuera ilegal.

También es algo extraño, que siendo condenado por el Santo Oficio, éste no le retirara sus atribuciones en el patronato, que en parte eran de orden espiritual.
Pedro de Vilches con el fin de intentar defender sus derechos ante el Juez Eclesiástico, presenta los testamentos y codicilos de Ginés de Jesús.
Uno otorgado el día 11 de mayo de 1609 en Jaén, en casa de Catalina de Montemayor, viuda de Fernando de Nápoles, ante el escribano Joan de Morales, es decir, 25 días antes de su muerte, en el que a grandes líneas afirma que se encuentra enfermo, pero que está en buen juicio y cumplida memoria y quiere rectificar el que ha hecho día 4 de mayo.

En él afirma que Juan Ruiz Castellano, vecino de la villa de Valdepeñas, dejó en el sitio de Chircales unas tierras para que se hiciesen y edificasen algunas celdas o moradas para abitación de hermitaños y nombró por patrono al Maestro Gaspar Lucas, prior que fue de la Iglesia de San Bartolomé.
[67]

Al dicho Gaspar le dio poder para que pudiese nombrar patronos y elegir a las personas que quisiesen vivir en el dicho sitio.

En virtud de estas facultades lo nombró patrono, con el fin de que pudiera habitar en dicho lugar, gestionar los bienes pertenecientes a dicho patronato y seleccionar y admitir a los ermitaños.

Nombra patronos en el testamento al Licenciado Pedro Buxeda (Bujeda) y al Lcdo. Pedro de Vilches Delgado, ambos sacerdotes.
Los autoriza para que el más antiguo pueda habitar la cassa que está yncorporada a la iglesia.
[68]

En cuanto a los ermitaños determina que, si alguno de ellos estuviere ausente más de tres meses, pierda el derecho a la vivienda, a no ser que ello hubiere sido ocasionado por enfermedad u otra causa legítima.
[69]

En la documentación aparece un segundo testamento de Ginés, de fecha 22 de mayo de 1609 (el anterior es del 11 de mayo) que rectifica algunos de los puntos expresados en el anterior.
[70] Es otorgado ante el escribano público Joan de Morales en la casa de su cuñada Catalina de Montemayor. Nombra como único Patrón a Pedro de Vilches Castellano, anulando el nombramiento, que había hecho de Pedro de Buxeda.

No obstante, si este no quiere vivir en la casa, podrá hacerlo Pedro de Buxeda, pero le advierte que no debe entrometerse por ningún concepto en la administración de los bienes de la fundación y en la selección y nombramiento de los ermitaños.

Revoca el nombramiento de albacea del Prior de Valdepeñas, con lo cual está indicando las tensiones existentes con el estamento oficial eclesiástico en ese momento.

9. Pleito de Pedro de Vichez Delgado.

El Lcdo. Pedro de Vílches hace constar en su escrito estos extremos:
1. Que fue nombrado patrono por el dicho ermitaño Ginés de Jesús, ya difunto.
2. Que se le deben entregar todos los bienes anejos a su oficio. Estos se encuentran ilegalmente en poder de Pedro de Bujeda, presbítero y asistente como ermitaño en el dicho lugar.
3. Que mande a Pedro de Bujeda, se los entregue.
El Juez, en respuesta a este escrito, sin fecha, manda en dos autos de fecha 4 y 9 de julio (la muerte de Ginés el 4 o 5 de junio), que se abra una amplia investigación sobre el tema, comunicando a los herederos de Ginés, que envíen los oportunos documentos y que se certifique la muerte del ermitaño.

Éste, el día 7 de julio de 1609, en nombre del otorgante, advierte al Juez que Pedro de Bujeda, al que se le comunicó el escrito de su parte, no ha devuelto los bienes y no se ha dignado, ni siquiera responder, debiendo en este caso el Sr. Juez Eclesiástico declararlo en rebeldía.
[71]

A los pocos días (10 de julio), al no haber recibido comunicación alguna del Juez Eclesiástico, envía un nuevo escrito. En él reitera la misma petición, amenazando con apelar a Su Santidad y Sede Apostólica y a la Cancillería de Granada para pedir el auxilio de la fuerza.
[72]
Al mismo tiempo solicita que no intervenga el Fiscal, ya que dicho lugar y sus anexos son bienes temporales, libres de la jurisdicción eclesiástica y sujetos sólo a la jurisdicción real.
[73]
El día 15 de julio interviene el bachiller Francisco de Vilchez Ortega, Fiscal del Obispado, presentando un amplio informe al Juez, que en este momento es el Lcdo. Gonzalo Guerrero.
[74]
El tenor del escrito es el siguiente:

1. El recogimiento del sitio de Chircales, término de la villa de Valdepeñas, no pertenece a Pedro de Vilchez, sino a la dignidad episcopal, ya que el Maestro Gaspar Lucas perdió su condición de patrono al ser condenado por el Santo Oficio.

2. El nombramiento que hizo de Ginés de Nápoles fue nulo, ya que era una persona laica y secular. El fundador Juan Ruiz Castellano había pedido que los futuros patronos fueran presbíteros. En la escritura de 26 de abril de 1566 el fundador había insistido, que siempre y perpetuamente para siempre jamás aya un sacerdote a quien los hermitaños obedezcan y assi el dicho Señor Maestro Gaspar Lucas como el sacerdote que después le sucediere..
[75]
Al ser ilegal e ilegítimo, y por tanto nulo, el predicho Ginés no pudo nombrar como patrono a Pedro de Vilches.

3. En consecuencia ruega a su Ilma. nombre como administrador de los bienes a Pedro de Bujeda.

Baltasar de Ayala responde:
[76]

1. El Fiscal no es parte legítima, ya que el sitio de Chircales y sus anejos son bienes temporales y por lo tanto exentos de la jurisdicción eclesiástica y sujetos a la jurisdicción real.

2. El fundador fue lego y sólo estuvo sujeto a la jurisdicción real.

3. Los ermitaños son también legos y están sometidos a la jurisdicción real.

4. Tampoco el patronato se puede llamar eclesiástico, porque se halle al frente de él un presbítero, ya que una cosa es la administración del patronato y otra muy distinta la atención espiritual de los ermitaños, que desde luego debe hacerla un sacerdote.

5. Ni el Maestro Gaspar se hizo indigno para administrar el patronato con motivo de hallarse preso en Córdoba, ya que la función de administrador del patronato no es una función religiosa o eclesiástica. De hecho el fundador, Juan Castellano, antes de su muerte, llevó la administración de dicho patronato y era un laico.

6. Tampoco se requiere que el patrón sea sacerdote, sino que entre los ermitaños haya un sacerdote que pueda atenderles espiritualmente o vaya alguien de fuera.

7. De hecho Ginés estuvo ejerciendo el oficio de patrono quieta y pacíficamente durante más de 25 años, sin que nadie se opusiera a ello.

8. No se puede tampoco aducir que el dicho patronato se ha devuelto al Obispo por la incapacidad de Ginés, ni por la indignidad del Maestro Gaspar.

9. El juez a petición del Fiscal, nombra administrador al Párroco de Valdepeñas.

El Provisor con el fin de apaciguar los ánimos, opta por nombrar interinamente al Párroco de Valdepeñas como administrador de todos los bienes. Con esta medida no se soluciona el problema, sino que la discusión se recrudece aún más, ya que posiblemente fuera el mismo Párroco el que había puesto al provisor al corriente de todo lo que estaba sucediendo.
[77]

El 20 de julio el Lcdo. Gonzalo Guerrero, Juez eclesiástico, recibe un nuevo escrito de Pedro De Vilches.
[78]
Manifiesta su disconformidad por haber nombrado administrador al Párroco de Valdepeñas.
Insiste en que el Fiscal no es parte en el pleito y que debe castigar a Pedro de Buxeda, que es el que ha usurpado los bienes.

Insiste en acudir a la Sede Apostólica y a la Cancillería de Granada, solicitando el auxilio real de la fuerza, ya que sus derechos han sido pisoteados.

El Provisor, dada la situación, pide nuevas pruebas.

El Fiscal propone que sean llamados varios testigos a declarar, presentando el siguiente interrogatorio:
[79]
1. Si conocen a las partes y al Maestro Gaspar Lucas, prior que fue de la Iglesia de San Bartolomé de la ciudad de Jaén, primer patrono nombrado por Juan Ruiz Castellano.
2. Si saben que el dicho Maestro Gaspar Lucas, primer patrón del dicho recogimiento, fue privado del beneficio por el Santo Oficio de la Inquisición y condenado en cierta reclusión en la que murió.
3. Si saben que Ginés de Nápoles, a quien el Maestro Gaspar Lucas había nombrado como patrón del dicho recogimiento, no era sacerdote, ni tenía orden sagrado y por lo tanto era persona incapaz del dicho patronato, conforme a una escritura presentada por el dicho fiscal otorgada por el dicho Joan Ruiz Castellano, fundador del dicho recogimiento. En ella se requiere que el patrón sea sacerdote.
4. Si saben que los ermitaños que asisten en el dicho recogimiento piden licencia a los señores Obispos y comen de su sustancia y tienen capilla para decir misa con licencia de los señores Obispos.
El Fiscal propone como testigos a Fernando de Nápoles, de oficio cotonero, residente en Jaén, sobrino de Ginés, a Catalina de Montemayor, cuñada de Ginés, a Francisco Luis Delgado, Presbítero, de la parroquia de San Bartolomé, y a Francisco de Vitoria, Prior de Valdepedeñas.
Las testificaciones aportan pocas novedades. Todos los testigos conocen el confinamiento de Gaspar Lucas, al ser un hecho tan notorio y al ser este un personaje muy conocido en Valdepeñas, como hemos dicho anteriormente. Uno de ellos especifica que murió en el convento de la Merced de Córdoba. Hay otros aspectos en las declaraciones que tienen mayor interés, esto es, que los ermitaños tenían la autorización de D. Francisco Sarmiento para vestir el hábito , que se decía misa en la ermita con licencia de los Obispos, que el mismo prior bajó a Chircales a ver a los ermitaños y que en alguna ocasión impuso el hábito a alguno de ellos con la autorización del Obispo. El prior especifica que en Chircales sólo se admitían los que aprobaba Ginés, como patrón de la dicha fundación, aunque se requería la autorización episcopal para vestir el hábito de ermitaño.

En cuanto al sistema de vida, es interesante la declaración de la cuñada de Ginés que afirma que cada uno de los ermitaños vivía de los bienes, que tenía y de los que adquiría con su trabajo, como dijimos al principio. No se trataba, por lo tanto, de una vida comunitaria en sentido total. Sólo ponían y tenían en común ciertas cosas, como la siembra de trigo y otras hortalizas en la finca de la fundación etc. Ello explica que entre los utensilios de cocina, todos tengan una vajilla personal para hacerse la comida.

10. Pedro de Vilchez acude a la Chancillería de Granada.

El Provisor ha hecho fuerza,
[80] ya que ha nombrado al Prior de Valdepeñas como administrador y ha negado las apelaciones. Las líneas fundamentales de la sentencia de la Chancillería son estas: Que otorgue al dicho licenciado la apelación y apelaciones ynterpuestas para que las pueda proseguir ante quien y como deva, revoque y reponga y dé por ninguno todo lo que después de ellas ubiere fecho y fulminado y absuelva a los excomulgados libremente y sin costa alguna...., so pena de perder la naturaleza y temporalidades que a y tiene en estos reynos y señoríos de su magestad.[81]
El Lcdo. Gonzalo Guerrero,
[82] con diligencia, ejecuta la sentencia del Presidente y Oidores de la Real Audiencia, el 14 de septiembre.

Con este motivo manda que se cite a Pedro de Buxeda para que comparezca ante el tribunal en el plazo de seis días y concede a Pedro de Vilchez Delgado las apelaciones interpuestas para que las pueda seguir donde y ante quien proceda en el plazo de tres meses. En la hipótesis en que no la plantee, queda desierta la instancia y la sentencia pasaría a cosa juzgada.

A los pocos días, el 17 de septiembre, Baltasar de Ayala, dirige un escrito al Provisor, recordándole que no ha cumplido totalmente el tenor de la sentencia, ya que no ha revocado el nombramiento de administrador del Prior de Valdepeñas ni ha declarado nulo todo lo hecho después de interponer las apelaciones. Le insiste en que debe obediencia a la real provisión y mandar, revocar y dar por nulo todo lo dicho y fulminado después de las apelaciones, en concreto, destituir como administrador de la obra pía al Prior de Valdepeñas.
[83]

El Fiscal responde que el nombramiento de administrador del Prior no prejuzga la causa principal, sino que se trata de una solución transitoria hasta que se resuelva la cuestión principal y por lo tanto no ha lugar a la destitución del Prior.


11. Apelación a Roma.

Pedro de Vilchez apela a Roma y el Nuncio de Su Santidad en España nombra, mediante un breve apostólico, como Juez al Doctor Montoya, residente en Granada.

Este manda citar a las partes, mediante un requerimiento hecho el día 23 de septiembre por medio del Notario Alonso Bar. Viene a Valdepeñas a ver in situ la ermita y demás bienes de la fundación el doctor Jerónimo de Montoro: En Chircales, término y jurisdicción de la villa de Valdepeñas, a diez días del mes de noviembre del dicho año de del mil seiscientos nueve años, por presencia del escribano y por Pedro de Vilches Delgado, presbítero, patrón que parece ser de la ermita, casa y bienes del dicho sitio de Chircales, y estando el doctor D. Jerónimo de Montoro, canónigo de la Santa Iglesia, juez apostólico, abrió con las llaves que le entregó el Lcdo. Trujillo, prior de la dicha Iglesia de la villa de Valdepeñas, la ermita y casa de Chircales, en la cual hay unos cajones, en los que había los ornamentos y bienes siguientes.
No conocemos la sentencia, aunque por los hechos que vamos a comentar posteriormente parece ser que los bienes de la obra pía pasaron a poder de Pedro de Vilches, dejando al Obispado la Iglesia y casas construidas. Muerto Pedro de Vilches estos bienes pasaron a la parroquia, como se deduce de toda la documentación posterior, aunque no hay constancia escrita de ello.

En el inventario de los bienes, hecho, con motivo de la visita del juez apostólico, se entregan estos bienes a Pedro de Vilches. Todos los dichos bienes del dicho patronato de este inventario, que estaban en la dicha ermita y casa de ella, el dicho Licenciado Pedro de Vilchez, patrón, recibió y se obligó a tener los dichos bienes y de dar cuenta de ellos a los dichos patronos, después de sus días; recibió el dicho depósito como tal patrón y así se obligó y firmó, siendo testigos Alonso Sánchez, ermitaño de Chircales, y Francisco Moreno, vecino de Jaén, ante el escribano Alonso Pérez Choca.
[84]

En un inventario pedido por el Provisor el 8 de mayo de 1612, esto es, a los tres años, al ermitaño Alonso Sánchez manifiesta que, muerto el ermitaño Ginés de Nápoles, persona en cuyo poder estaban los bienes y ornamentos de dicha ermita, se depositaron en poder del Lcdo. Pedro de Moya Romera, presbítero, vecino de Jaén.
El Provisor ordena que el predicho devuelva los bienes a la ermita y los tenga en depósito el ermitaño Alonso Sánchez. Lo cual indica que no se habían devuelto parte de estos bienes, ya que estaban en posesión del Licenciado Moya, a pesar del mandato del Juez.

Los bienes depositados tienen muy escaso valor, como dijimos en otro lugar. No se hace la menor referencia a los bienes inmuebles que Ginés había dejado en manos de los ermitaños para que cultivasen el trigo ni a la huerta de recreo que tenían cerca de la ermita. Perece ser que el Lcdo. Pedro de Bujeda, ante la triste realidad de pleito, deja Chircales, ya que el que está al frente del grupo es Alonso Sánchez.

12. Los inventarios.

En los documentos aportados aparecen dos inventarios, bastante distintos en cuanto al contenido. Los más completos son los correspondientes al año 1609. Los más interesantes los de 1612, donde aparece claramente el cuadro del Santísimo Cristo de Chircales. Hay otro tercer inventario con motivo de la visita del juez apostólico que coincide con el de 1609.
[85]

En el inventario hay una la ermita, tres celdas pequeñas, una huerta de recreación que está junto a la ermita, un haza de tierra de dos o tres fanegas, un corral cercado de morales en Valdepeñas.
[86] En la huerta hay once colmenas de Ginés y otras once de Alonso Sánchez y fanega y media de trigo sembrada en el haza de la ermita, como dice el segundo inventario.
Las celdas de los ermitaños son muy pobres y tienen, además de cama, lo indispensable. Así en la celda de Blas de Osuna hay dos crucifijos de hueso, una verónica dorada, y un arca de pino. En la de Diego Ruiz un altar y tres sillas. En la celda de Alonso Sánchez unas imágenes, dos crucifijos, un banco, unos platos vidriados, y una sartén.

Hay que reseñar la suma pobreza en la que viven los ermitaños y el escaso valor de los bienes reseñados. Si algo hay que resaltar, serían los varios crucifijos que aparecen entre los enseres y todos los utensilios necesarios para decir misa, ya que en los primeros tiempos los presbíteros que vivían en Chircales decían misa diariamente.
El paramento con figuras pintadas en la ermita ha desaparecido, siendo posiblemente pintado por los ermitaños..

13. Reseña del cuadro del Cristo

En el primer inventario de 1609 se dice literalmente que hay un cuadro grande de un Cristo con otras imágenes. En el inventario hecho en la misma fecha con motivo de la vista del Doctor Jerónimo de Montoro se habla de un cuadro grande, que tiene pintado el dicho Cristo y dos imágenes.

El inventario del 1612 es más explícito: Un Santísimo Cristo con la ymagen de Nuestro Señor Jesucristo, colocada en el altar de la Iglesia de dicho sitio de Chircales, pintada al olio con su bastidor.

Sabemos ya, sin suposiciones de ningún tipo, que el cuadro del Santísimo Cristo de Chircales, estaba en la ermita antes de 1600.

¿ Cómo vino este Cristo a Chircales?
Tenemos que entrar en el terreno de las hipótesis más o menos fundadas. Veamos cada una de ellas, siguiendo la tradición oral, mezclada, sin lugar a duda de mucha imaginación.

1. La aparición milagrosa en la cueva, que ha quedado incorporada al edificio actual. Dos niños pastores encontraron en la cueva de Chircales un lienzo enrollado, en el que se encontraba pintado un Cristo crucificado.
De esta leyenda me han contado otras versiones, en las que se habla de una aparición del Cristo a los niños, a los que le entrega el cuadro.
Por este motivo la cueva la llaman la cueva de las apariciones o de los milagros.

Una versión más ampliada es esta: Un pastorcito y una pastorcita que se hallaban dentro de la cueva de alguna capacidad, de forma esférica, sin luces al interior ni ornato alguno. Actualmente existe tal a la fecha del hallazgo, y se halla dicha cueva a la espalda de la Iglesia restaurada en el año 1924.

Observaron dichos pastorcitos que estaba colgado de un clavo un lienzo rollado que creían aprovechar para uso de trajes de vestir, pero al quitarle el envoltorio apareció en pintura la imagen del Señor agónico en la cruz.
[87]

2. La historia más antigua, referida por el Prior de la parroquia de Valdepeñas D. Francisco Tomás de Porcuna en el año de 1781 al geógrafo Tomás López, es que la regalaron unos arrieros, en agradecimiento a la acogida que le prestaron los ermitaños. El Prior narra el hecho de esta manera: Mas aquí ay la más común tradicción, de que haviendo unos hermitaños viviendo en unas cuevas, que aún oy se ven, en el citado risco llegó a descansar un arriero que traía paño de venta, deslió un fardo y entre el paño traía la dicha ymagen y por reverencia de esta sagrada ymagen los cittados hermitaños le edificaron una pequeña capilla, y después los fieles esttendiendo la devoción, ampliaron dicha Yglesia, que está oy lindando con el camino que viene de Jaén para la ciudad de Alcalá la Real.
[88]

El diario la Regeneración, en fecha 11 de septiembre de 1923, da la misma versión, con algunos pequeños retoques: Cuenta la tradición que un buhonero fue a descansar a unas cuevas habitadas por unos ermitaños, a los que ofreciera su mercancía y, al abrir un fardo de paños, apareció la figura de la sagrada imagen, la que dejaría a los eremitas, quienes edificaron para su culto una pequeña capilla en el lugar.
[89]

Es posible la aparición a los niños y la versión narrada por el prior que es la que más peso tiene en la tradición.

3. Propongo una tercera hipótesis y creo que se acerca más a la realidad que las otras dos: El cuadro lo mandó pintar un ermitaño, posiblemente el hermano Ginés, dado el afecto y cariño que muestra a la imagen en su testamento al momento de morir y su deseo de ser enterrado junto a su Cristo. Ello explica que al fondo del cuadro se halle un ermitaño, vestido con el hábito de San Pablo. Este hermano posiblemente sea Ginés de Nápoles. Sabemos que es frecuente que aparezcan en un segundo plano, los que mandaban pintar a sus expensas un cuadro.
Si no lo pintó el hermano Ginés...
¿Dónde se pintó y quien lo pintó? Se pudo pintar en cualquier sitio por un pintor de segunda fila en Jaén, Granada o Córdoba. En el cuadro aparecen ciertas influencias de la escuela granadina, como acertadamente dice Soledad en el artículo citado.
[90]
No descarto en absoluto la historia de los arrieros tan presente en la tradición, aunque me parece más probable la sugerida.

Al margen de la cuestión del origen y de cómo vino la imagen a Chircales, que es secundario, es cierto que los ermitaños lo colocaron en el centro del altar mayor, por la gran devoción que le tenían a la figura de Cristo crucificado, que el cuadro representaba.

En esta época la devoción a Cristo crucificado era una de las más intensas, ya que S. Francisco la había popularizado mucho.
Cómo y cuando surgió la devoción al Cristo, es un tema que lo intentaremos aclarar posteriormente, partiendo de los datos documentados que tenemos.

El cuadro, como dije anteriormente, mide 203 por 145 centímetros. Representa a Jesucristo en la cruz, acompañado de la Santísima Virgen, San Juan y un ermitaño al fondo. De los labios del Cristo sale una cinta con esta inscripción: Pater ygnosce illis quia nesciunt quid faciunt.
[91]
En el respaldo se representa la exaltación de la eucaristía y fue mandado pintar por el sacerdote de Valdepeñas D. Basilio Fajardo, que mandó dorar el cuadro en 1751, como se deduce del texto que aparece en el cuadro que reza de esta manera: Se doró y pintó este respaldo del Santísimo Cristo de Chircales a solicitud y devoción de D. Basilio Fax., presbítero y demás bienechores desta billa de Baldepeñas. Año 1751.

D. Basilio Fajardo murió en Valdepeñas el día 19 de septiembre de 1767 y debía ser tan pobre que la parroquia lo enterró gratuitamente, ya que no tenía dinero ni familiares en el pueblo, que se hicieran cargo de su sepelio.


14. Otros datos de la ermita de Chircales.

El grupo de los ermitaños comienza a decaer, por los datos que conocemos, a partir de mediados del siglo XVIII.
[92] Terminada la primera etapa de fervor, no aparece ya ningún presbítero ni la menor referencia al tema de la fundación, que hemos expuesto tan ampliamente.
En los libros de cuentas de la parroquia, en el día 5 de marzo de 1627 aparece una visita al Santuario de Chircales, hecha por el Lcdo. Gabriel Resaro, visitador de la Diócesis. En la ermita encontró sólo a dos ermitaños: Alonso de la Cruz y Joseh. Dice el acta de visita que a los quales hizo cargo dellos (bienes y ornamentos) y se obligó a tenerlos en su poder, en depósito y de manifiesto, para dar quenta dellos cada vez que su Ilma. o Juez competente le sea mandado y no firmó, porque dixo no saber escribir, por ellos firmé, siendo testigos el Maestro Cristobal Ruiz de Villaviciosa, prior y el Lcdo. Antonio Ruiz de Aranda, presbítero y Notario Barquera, presbítero en esta villa.

De lo cual se deduce que el nivel cultural de ambos era bastante escaso. En otros documentos de esta época aparecen estos ermitaños, trabajando como asalariados.

A los pocos años se vuelve a repetir una nueva visita, esto es, el día 11 de octubre de 1632. En esta ocasión el visitador encuentra a tres ermitaños: Pedro, Alonso, y Juan. Comprueba que hay una plena coincidencia con el inventario anteriormente hecho por el Lcdo. Francisco Barquera. Los bienes y ornamentos los entregó al ermitaño Pedro para que los tenga a su cargo, con nueba custodia, y guarda y dijo la cumplirá, testigos el Lcdo. Cristobal Ruiz de Villaviciosa, Joan de Medina y Jorge Ruiz, vecino de Valdepeñas
[93].

A los cinco años sigue en Chircales el hermano Alonso y no existe ningún dato relevante. Quizá lo único importante es que al frente del grupo está ahora el ermitaño Pedro, quedando relegado de este cargo Alonso.
Durante todo el siglo 17 no aparece en los libros de cuentas, ninguna visita oficial al Santuario.


15. Incremento de la devoción al Cristo con motivo del cólera.

Es la primera peste documentada, que conocemos. Se inicia en el 1647 y dura hasta el año 49. Posiblemente entró en Valdepeñas por Fuensanta o Castillo de Locubín, ya que no afectó a la ciudad de Jaén por las severas medidas que tomaron las autoridades civiles. En este periodo mueren en Valdepeñas, en 1647, 44 adultos, en 1648, 104 y en 1649, 28 y en 1650, 32. En el año siguiente está la peste erradicada, ya que sólo mueren 11 adultos. No conocemos el número de párvulos que murieron al no llevarse control de la muerte de niños en los libros parroquiales.


Era lógico que el miedo, terror, pánico y horror estuvieran reflejado en el semblante de todos. Nunca el hombre se sintió tan indefenso e impotente ante la muerte. La muerte termina en pocos días con aquel, en quien se ha instalado la enfermedad. Casas enteras eran desarticuladas por la muerte de uno o de dos cabezas de familia. Hay casas en las mueren el padre, la madre y tres hijos, como sucede con la familia González de La Cruz, y Extremera etc. El cólera morbo era la enfermedad más temida en todo el occidente.
No tenemos noticias documentadas de su incidencia en 1601.

A partir de estas fechas se va incrementando la devoción al Cristo de Chircales; es frecuente que en los testamentos que se hacen antes de la muerte se equipare la ermita de Chircales con las otras ermitas del pueblo, a las que los testadores suelen dejar unas cantidades de dinero pequeñas, pero que son indicio de que la devoción al Cristo está bastante generalizada en esta época. Posiblemente en esta fecha ya existía administrador de los bienes de Chircales y tal vez capellán, aunque no hemos podido documentarlo.
Podemos concluir que, al finalizar el siglo diecisiete, se ha consolidado en Valdepeñas la devoción al Cristo de Chircales hasta el extremo que en la mayor parte de los testamentos, como una obligación no escrita, los que testan con cierto caudal de bienes, dejan una cantidad, normalmente pequeña. Lo hemos comprobado en muchos testamentos, pero no quiero cansar con más citas, ya que lo considero innecesario.

Quiero hacer una advertencia que considero muy importante. A partir del siglo XVIII, se habla de Santuario más que de ermita. Este cambio de terminología tiene una gran importancia, como veremos posteriormente.

16. Agrupación de bienes para crear una nueva capellanía.

El ermitaño Mayor Matías de Écija, con la autorización del Obispo, y D. Matías Ibáñez y Robles, presbítero, junto con D. Manuel Martos Rozas deciden agrupar parte de los bienes del Santuario, los de la capellanía fundada por Ibáñez y los aportados por Martos con el mismo fin.
La escritura se hace el año 1742 con los bienes, de los que ampliamente hemos explicado al hablar de las capellanías.

En este momento el culto al Santísimo Cristo de Chircales ha llegado a su gran apogeo, siendo sitio y lugar de peregrinación. No sólo los habitantes de Valdepeñas se acercan a él, sino gentes de los pueblos vecinos, especialmente de Martos, Fuensanta, Torredelcampo y los Villares vienen con sus caballerías a ver al Santo Cristo. Incluso tengo noticias que tanto en Martos como en los Villares existió una Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales. En la ciudad de Martos debió ser muy intensa la devoción al Cristo, ya que de los exvotos que se conservan, hay varios de ellos que pertenecen a familias de Martos.

Según datos aportados por Serafín Parra, sabemos que el expolio se había realizado ya el año 1841, ya que estos bienes eran de Pedro Miguel Medel Huertas, vecino de Martos, que los hipotecó para quedarse con las alcabalas de los licores y aguardiente de Andújar.
[94]

Un año después, el día 28 de junio, el mismo Medel da un poner a su hijo Antonio Medel García para que entienda en el asunto de las alcabalas, junto con su socio Juan Ramírez, vecino de Andújar. Es interesante el dato de que el poder se da en Chircales, donde va el entonces escribano de Valdepeñas D. José María de Luna.
[95]

En el año 1846 Pedro Medel Huertas arrienda un olivar y el molino de aceite a José del Moral Marchal.
[96]

17. El nacimiento de la Cofradía.

El préstamo dado por las ermitas al santuario lo ha pagado y el santuario está en condiciones de hacer un préstamo a la parroquia para hacer el coro alto y la sillería. Los libros de cuentas lo explican de esta forma: Con la competente licencia del Ilmo. Sr. D. Andrés Esteban y Gómez, Obispo de esta diócesis, dada en Baeza a 13 de diciembre de 1828 se hizo un coro en alto con sillería para cuyas obras, se hizo por el Santuario de Chircales a esta fábrica un préstamo de tres mil nuevecientos reales de que se hace mérito al folio 247 del libro de Hacienda.

Estas palabras explican claramente que la Cofradía aún no existía, y que la administración de los bienes de la Cofradía era independiente de la parroquia.

La historia y nacimiento de la Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales ha sido últimamente investigada muy a fondo por un grupo de investigadores de Valdepeñas.
[97] De ellos voy a tomar una gran parte de los datos, de los que voy a hablar a continuación.

Narran que el día 25 de julio de 1916 el hermano mayor de la Cofradía, con el asesoramiento de la junta, decidió nombrar una comisión de cinco hermanos, de los más ancianos, para que constatasen el momento de la Fundación de la Cofradía, ya que se carecía de datos históricos.

Los hermanos nombrados fueron: D. Miguel Valdivia Estepa, D. Juan Valdivia Moreno, D. Antonio Tello Rodríguez, D. José Fernández Chica, y D. Juan Fernández Jiménez. Estos después de una larga investigación, fundamentalmente oral, llegaron a las conclusiones que vamos a explicar en el siguiente apartado.

18. El cólera de 1834 y la cofradía.

Esta comisión, preguntando a algunas personas del pueblo, concluyeron lo siguiente: En el año 1834 se presentó una epidemia de cólera en esta población y un grupo de familias, en número de diez, de la calle Sisehace, se ofrecieron al Santísimo Cristo de Chircales, si la referida epidemia no entraba en dicha calle, donde estos señores estaban domiciliados.
El ofrecimiento fue hacer una fiesta en el Santuario del Santísimo Cristo de Chircales el día 14 de septiembre de cada año, mientras estos viviesen y costeada dicha fiesta por estas familias.
[98]
Esta tradición oral, recogida por ellos, creo que es correcta.
El cólera morbo tuvo lugar el año 1834, como está ampliamente documentado. Por la siguiente tabla podemos comprobar el crecido número de muertos, que sucumbieron ante sus despiadadas garras. La población de Valdepeñas, según Madoz, tenía en estos momentos quinientas ochenta casas, 923 vecinos y 4. 309 alma.

Murieron 334 personas, de los cuales 228 eran adultos y 104 párvulos. De entre ellos 16 pobres de solemnidad, que con la terminología de la época, se significaba que vivían en la más absoluta miseria. La peste empieza el día 15 de junio.
Veamos las siguientes tablas significativas:
Muertos en el mes de Junio

Día
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
Adultos
2
2
3
3
1
4
1
4
0
10
9
Párvulos
0
0
0
0
0
0
1
1
0
2
3
Día
26
27
28
29
30
***
***
***
***
***
***
Adultos
6
5
8
7
7
***
***
***
Total
Adultos
72
Párvulos
1
0
3
1
3
***
***
***
Total
Párvulos
15
Total 87
Muertos en el mes de julio

Día
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
Adultos
6
6
6
8
11
5
10
1
1
4
11
6
7
3
4
7
Párvulos
0
1
0
0
3
2
3
0
1
3
4
3
1
0
1
1
Día
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
31


Adultos
5
3
2
5
7
4
3
3
5
3
2
1
2
1
Total
140
Párvulos
0
1
1
1
2
2
1
0
1
2
0
0
1
0
Total
35
Total..175
Muertos en el mes de agosto

Día
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
Adultos
0
1
4
2
0
0
3
1
4
0
1
0
3
1
0
2
Párvulos
0
1
0
0
0
0
1
0
3
0
0
0
2
1
0
2
Día
17
18
19*
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31

Adultos
0
0
2
0
0
0
0
0
0
2
0
1
0
1
Total
28
Párvulos
0
0
1
0
0
0
0
0
O
1
0
1
0
0
Total
13
Total..41
Muertos en el mes de Septiembre

Día
7
11
14
16
23
26
29
30


Adultos
1
1
1
1
1
1
2
1
Total
9
Párvulos
0
0
1
1
1
0
1
0
Total
3
Total.. 11
Muertos en el mes de octubre


Octubre
3
4
8
9
12
14
23
24
31
Total
Adultos
1
1
2
1
1
1
1
1
1
10
Párvulos
1
0
1
0
1
1
1
0
1
6
Total ..16
Muertos en el mes de Noviembre

Noviembre
4
12
20
21
***
***
***
***
***
***
Adultos
1
2
1
1
***
***
***
***
Total
5
Párvulos
0
1
0
0
***
***
***
***
Total
1
Total ..6
Muertos en el mes de diciembre

Diciembre
1
6
8
9
17
29
**
**
**
**
Adultos
2
1
1
1
1
2
**
**
Total
8
Párvulos
1
1
1
0
0
0
**
**
Total
3

Cómo se puede observar en las tablas adjuntas, hay días en que mueren quince personas. Nadie estaba seguro de que la muerte no podría llamar a sus puertas al día siguiente. Esta inseguridad creaba un clima de tensión e incertidumbre, ya que todos podían esperar que de un momento a otro llamara la muerte a sus puertas. Hubo casas en que murieron el padre, la madre y varios hijos. En unas personas de profunda fe, el acudir al Dios, impetrando sus favores, era lo normal.

Los muertos los llevaban directamente al cementerio para evitar el contagio y los rociaban con cal con el fin de acelerar el proceso de putrefacción.

El cronista nos cuenta que el día 31 de julio se dio por terminada la epidemia y se convocó al pueblo, habiéndose registrado sólo dos muertes, la de Dª Joaquina Santaolaya y Miguel Contreras: En el día de hoy y como a las diez de la mañana, habiéndose reunido el clero de esta iglesia, presidido por el Dr. D. Cristobal Tapia y el Ilustre Ayuntamiento por D. Francisco de Paula Peinado, alcalde segundo, se cantó en acción de gracias por haber desaparecido el morbo, un solemne Te Deum, en presencia del Cristo de Chircales y para memoria de este beneficio, lo firmo en Valdepeñas a 1 de agosto de 1834.

A los pocos días, a instancias del Ayuntamiento y de la Junta de sanidad, se tiene una fiesta, que el cronista de la época, describe de la manera siguiente: En el día de hoy este Ilustre Ayuntamiento, en unión de la Junta de sanidad, ha celebrado una fiesta de acción de gracias al Santísimo Cristo de Chircales por haber desaparecido del todo la terrible enfermedad del cólera morbo. Predicó en dicha fiesta el Dr. D. Cristobal José de Tapia, Prior de la misma, y por la tarde una solemne procesión general, anunciada por repique de campanas, varias salvas y juegos artificiales. Y para eterna memoria, de un favor tan singular, lo anoto en Valdepeñas a 24 de agosto de 1834.

Sólo quiero hacer notar dos hechos. El pueblo da gracias al Santísimo Cristo de Chircales, porque le ha concedido el singular favor de librarse de la peste, organizando por este motivo una fiesta por la mañana y una procesión general por la tarde, acompañada de repique general de campanas. Aunque no lo dice el cronista, posiblemente trajeron al Cristo a la Parroquia, al principio de la peste, ya que ciertamente está en Valdepeñas, al menos desde el día primero de agosto en que se organiza el primer acto hasta el 24 de agosto. También se nos da a entender, por una vía indirecta, que la Cofradía aún no existía, ya que se hubiere hecho presente como tal en este acto y no se hace mención de ella.

Por otros testimonios sabemos que el 15 de marzo de 1739 trajeron al Cristo al pueblo para pedir la lluvia, haciendo unas andas, que costaron 280 reales.
[99]
Por otra parte según nos cuenta el Prior de Valdepeñas D. Tomás Porcuna en el año 1781 ya era costumbre traer al Cristo en casos excepcionales: En todas las necesidades que en este pueblo se han experimentado, se ha traydo esta devota ymagen a la parroquia en procesión, precediendo la licencia del Señor Ordinario, quedando siempre socorridas dichas necesidades; y estos favores los experimentan en estos casos los pueblos circunvecinos, tantto que aún esttos claman, cuando hay alguna escasez de agua, a los de Valdepeñas, que se saque a el Santo Cristo en procesión, para lograr con prontitudes lo que necesitan.
[100]

El cólera parece ser, como cuentan los sabios ancianos, no entró en la calle Sisehace y un grupo de diez familias, en acción de gracias, por tan gran don, ofrecieron celebrar y pagar de su propio peculio una fiesta el día 14 de septiembre en la ermita del Cristo, mientras viviesen.
[101]

Según parece ser este grupo no había llegado a constituirse en cofradía, aunque está encargado de organizar las fiestas anuales al Cristo D. Antonio Tello, al estar el primero en la lista.

19. El cólera de 1855 y la cofradía

Así continuaron, dice la crónica de los ancianos, hasta el año 1854, en el que se le unieron quince hermanos más a estos diez fundadores y ofreciéndose por la misma necesidad que lo habían hecho en 1834.
Estos quince hermanos estaban domiciliados también en la calle Sisehace.
Aunque no lo dice la crónica de los ancianos, la razón por la que se unieron a los primeros, era la terrible peste que empezaba a sacudir a la ciudad en el año 1855.
La epidemia fue tan grave como la anterior. Veamos las dos tablas siguientes para darnos una idea de su extensión. Murieron 278 personas, 165 adultos y 113 niños. Sólo en el mes de agosto murieron 127 personas. El índice medio de la vida en este año se sitúa en los cuarenta y cinco años.
Como dato curioso quiero llamar vuestra atención sobre este hecho. Las muertes de niños son las más corrientes: De un año mueren 18, de dos 21 y de tres 14. Esta tasa de mortalidad infantil se incrementa igualmente en los otros años en que no hay epidemia. Lo cual indica que no es el cólera el único determinante de la mortalidad infantil en este periodo. Mueren también muchas personas jóvenes, de 25 años 6, de 30 años 11, de 35 años 6, de 50, años 7, de 60 años 8 y de 80 años 7.

El óbito de personas mayores es muy alto, teniendo en cuenta que son muy pocas las personas, que en este tiempo pasaban de los setenta años. Mueren 278 adultos y 161 párvulos.
La peste desaparece en septiembre y es en el mes de octubre de 1855, cuando se constituye de una manera formal la cofradía, inmediatamente después de la epidemia. Tampoco se puede excluir de una manera absoluta, que se constituyera un poco antes, cuando se veía que la peste estaba ya instalada en los pueblos cercanos, y todos quisieran acogerse a esta devoción para salvarse, como había sucedido anteriormente.
Quiero hacer constar otro dato. Con motivo de la desamortización de los bienes del Santuario, se imponía la necesidad de crear una cofradía que se encargara de atender al Santuario.
De los datos anteriormente expuestos podemos concluir que, con anterioridad a la formación de la Cofradía, ya existía la costumbre de traer al Cristo a Valdepeñas, aunque, por el momento, no podamos precisar cuando empezó, ni cómo. El Cristo era traído ocasionalmente a Valdepeñas en los momentos de cólera o en el caso de las rogativas para pedir que cesara la sequía, ya que estos actos eran muy frecuentes en aquella época. Personalmente me inclino a creer que se empezara a traer al Cristo a Valdepeñas a mediados del siglo XVII que es cuando se consolida la devoción al Santísimo Cristo de Chircales. Los encargados de estas gestiones serían los administradores del Santuario de acuerdo con los párrocos de la villa, como ampliamente hemos explicado en otro lugar.


4. Las ermitas de Valdepeñas
[102]

1. Inventario de las ermitas

El día 14 de julio del año 1815, por mandato del Párroco, D. José de Arias, Cura de la Parroquia, y vicesecretario de Fray Melo de Portugal, Obispo de Jaén, y residente en Valdepeñas, se realiza un inventario muy completo de las ermitas, que quiero reflejar en lo más importante, ya que hay cosas que no tienen interés.
En la realización del inventario le acompaña el nuevo administrador D. Pedro Rabanal.

2. San Bartolomé y San Blas.

Es la ermita más antigua del pueblo, ya que Martín de Ximena Jurado dice en este lugar de Valdepeñas ay una ermita de San Bartolomé.
[103]
La ermita tiene una casa contigua, como vivienda del ermitaño.
Un olivar contiguo a la misma.
Un haza de diez fanegas, en el sitio de Chircales y en el puerto de las Rosas, lindando con Navasequilla, donada por Pedro Gómez Galán y Catalina Martínez con el fin de que le digan una misa el día de San Bartolomé.

Una imagen de nuestra Señora con una corona de plata.
Una coronita del Niño de plata.
Una imagen de San Bartolomé con una diadema de plata.
Una imagen de San Blas con báculo de plata.
Un pectoral de plata.
Cinco cuadros en lienzo viejos.
Un cáliz con patena y cucharilla de plata.

El olivar contiguo a la ermita debía tener muy pocos olivos, pero es interesante conocer la producción, la venta y los gastos que conlleva, como explicamos al hablar del aceite.

Juan Miguel de Montoro y Padilla, Cura Ecónomo, solicita al Obispado la venta de la ermita de San Blas, situada en la Plazuela de San Blas, ya que lleva arruinada ocho años y no hay medios para reconstruirla. Tiene de fachada 16 metros y 17 de fondo, haciendo una superficie total de 300 metros. Hace el peritaje D. Francisco Rodríguez.
Autoriza la venta en subasta pública el entonces Gobernador de la diócesis.

3. Santa Ana.
[104]
La ermita y la casa de los ermitaños.
Las ermitas dedicadas a Santa Ana eran muy frecuentes en esta época. Santa Ana fue la madre de la madre de Jesús y esposa de San Joaquín, ocupando entre otros santos un lugar muy destacado.

La ermita empezó a construirse en 1620 y estaba situada en lo que llamamos hoy las eras de Santa Ana, teniendo anexa una vivienda para el santero.

Los bienes de la ermita eran los siguientes: Las nogueras del huerto de la ermita que desde el año 1776 al año 1.783 produjeron 23 fanegas, que importaron 575 reales.

Una alameda en el sitio de la junta de los ríos, que bajan del pueblo, la cual en el año 1799 fue inundada en una fuerte tormenta. Fue donada por Tomás Pérez de Mendoza, vecino de la colación del Santa María de Jaén, por escritura hecha ante Cristóbal de Mires Ortuño el día 29 de febrero de 1652. La cofradía debía aplicar una misa por su alma.

Una casa y huerto en la calle del Bahondillo, donada por María Mozas, viuda de Alonso de Aranda, a la que impuso una memoria de una fiesta en el día de Santa Ana.

Un haza de una fanega de tierra, donada, en el sitio de los cotos, por Pedro Cortés en 1756.

Un haza en el Sotillo.

Un haza en el Puerto de Navasequilla con la carga de diez misas y una fiesta llana.

Tomas Vélez de Mendoza, vecino de Jaén, deja, por escritura hecha ante Cristóbal Mires el 29 de febrero de 1652, una alameda de medio celemín de tierra en el río Susana.

Tres imágenes de Santa Ana, San Joaquín, y San José, con coronas y diademas de plata con inclusión de la muleta y barita de los santos y de coronitas de plata.

Nueve cuadros.

Un cáliz y su patena de plata.

La ermita tenía dos censos de 1.100 reales de principal contra Marcos Extremera y otro del mismo precio contra Pedro Merino.
En esta fecha se hizo una gran remodelación de la ermita, que costó 5. 857 reales.
La ermita fue vendida el 4 de agosto de 1925 con la autorización episcopal a D. Luis Luna por el precio de 220 pesetas.


4. San Sebastián.
[105]

Junto a la Iglesia de San Sebastián, en la actualidad el cementerio, existía una huerta, en la que había dos grandes nogueras, cuyas nueces se vendían para sufragar los gastos de la ermita. Las nogueras se arrancaron el año 1804 y la cerca del cementerio se empezó a hacer el año 1.799.

La Iglesia fue remodelada por el Obispo Melo de Portugal, como hemos comentado al hablar de su figura.
Al terminar la guerra, no volvió a abrirse y estuvo dedicada a almacén de la cooperativa del Cristo de Chircales.

La ermita, con la ayuda de los vecinos, fue de nuevo restaurada, siendo Párroco D. José Checa e inaugurada por D. Miguel Peinado, Obispo de Jaén en el año 1985.
El entonces administrador D. José de Arias, llevaba con una gran precisión estas cuentas.
Para nosotros, aunque sea por una simple curiosidad, nos agrada conocer la producción y la venta de las nueces.

Nos las presenta de esta forma en varios años:

Años precios fanegas Valor
1776 30 5,3 157-17
1777 22 08-6 187
1778 24 02 48
1778 20 02 40
1778 19 12-6 237-17
1779 24 05-6 132
1780 19 17-3 327-26
1781 38 2-9 103-17
1781 30 1-3 37-17
1783 25 3-6 87
-------------------------------------------------------------------
Total 1. 358 reales
Es curioso ver cómo oscilan los precios de una año y como la producción no es uniforme, siendo la más alta la de 1778, con 16 fanegas y la del 80 con 17. No hubo producción en el año 1782.
Los gastos de la recolección de las nueces en estos años fueron 133 reales.
A partir de estas cuentas y al hacerse cementerio en esta huerta, como comentamos al hablar de Melo de Portugal, la ermita se incorpora a las cuentas de la parroquia.

a. En el altar Mayor
Imagen de San Sebastián
Cuatro candeleros de metal dorados

b. En el altar de San Diego
La imagen del Santo
Dos candeleros de metal dorados
Una cruz con su Cristo dorada

c. En el altar de San Nicolás
La imagen del Santo
Dos candeleros de metal dorados y una cruz también dorada.

d. En la sacristía
Un cáliz con patena de plata

4. Recomendaciones del Obispo Fray Melo de Portugal sobre la administración de las ermitas.

Las ermitas se encontraban en una mala situación económica, ya que estaban endeudadas con la ermita de Chircales y casi se había perdido la obligación no escrita de que todos los que morían solían dejar una pequeña cantidad para las cuatro ermitas de Valdepeñas. El mismo Obispo había dado de su propio peculio al administrador para que hiciera algunas reparaciones pequeñas.

Para intentar solucionar esta situación tan calamitosa, el Obispo dio unas normas, que debían cumplir los administradores:

1.Que se llevase un libro, con los gastos y los documentos que los justifiquen.
2. Que por mínima que sea la partida se exija recibo, que se debe custodiar.
3. Que el administrador solicite el reconocimiento de los censos, que aún no están hechos.
4. Que el Párroco vigile las cuentas.
5. Incidente con el Administrador Don Pedro Rabadal.
En la visita pastoral que hizo el Obispo Andrés Esteban y Gómez el dos de septiembre del año 1818, al revisar las cuentas de las ermitas, el visitador Joaquín Villena, Pedro Rabadal, administrador de las ermitas, fue alcanzado en las cuentas en 8.311 reales, que era una cantidad respetable en aquel momento.
El Obispo pidió un informe al Prior del pueblo D. Manuel Estanislao Martínez, el cual defendió al administrador, diciendo que era una persona muy honrada, de buena fe y de buenas costumbres, pero que era muy descuidado y despistado en sus cosas.

El Obispo, en un decreto muy fuerte, mandó que le embargaran una casa y una viña que poseía, hasta que repusiera el dinero, en que había sido alcanzado.

5. La ermita del Parrizoso
[106]

Data del año 1728. La ermita fue construida por D. José Antonio de Aguilera en 1721, fundando una memoria de siete misas rezadas, junto al cortijo de Chaves.
L ermita era presidida por Nuestra Señora de las Angustias, y fue costeada por Dña. Luisa de Miranda Maldonado, esposa de D. Luis.
La imagen fue destruida en la guerra civil, costeando una nueva imagen Dña. Raimunda Juárez Ortega en 1942.
Todos los años el Párroco de Valdepeñas acude a la ermita a celebrar la misa en el mes de Agosto, acompañado de una muchedumbre de vecinos, antes con sus caballerías y ahora con coches.

6. La ermita de San Marcos.

Se hallaba situada en la fábrica de papel de Valdepeñas. En el año 1644 Antonia Rodríguez mandó que le dijeran 22 misas en la ermita de San Marcos. Esta ermita, aunque debió construirse con la autorización del Obispo, era una capilla particular, hecha por D. Miguel Moreno, canónigo racionero de la Catedral de Jaén, al comprar la fábrica de Papel en 1633.


7. Ermita de la Cruz del Humilladero

Más que una ermita era una capilla, llamada la Cruz del humilladero, construida por la Cofradía de la Vera Cruz, para que sirviera de estación en la procesión, que se celebraba todos los años en la festividad de la Santa Cruz.

5. Cofradías

Los fines de las cofradías eran estos: Culto a Cristo, a la Virgen, a los santos, obras de Caridad, asistencia a enfermos y peregrinos, oración por las almas del purgatorio etc.
Había diversas clases de cofradías: Fragelantes o disciplinates, que en España se agrupan en las Cofradías de la Vera Cruz; Cofradías de Nazarenos, que acompañan penitencialmente y en procesión a las imágenes que representan la pasión de Jesús; Cofradías sacramentales, fusionadas con las de los Nazarenos; las archicofradías del Santísimo Sacramento, que fueron erigidas en Roma por Pablo V en 1539, en el momento de la fundación del pueblo, que organizaba la procesión del Corpus. Establecida en el s. XIV.
Tenían también un carácter religioso las asociaciones gremiales: de cereros, curtidores, plateros, panaderos, alarifes, toneleros etc.

1. Cofradía de Nuestra Señora de la Paz.

Es la cofradía más pobre de Valdepeñas, ya que sólo tenía una viña que les rentaba 22 reales. El organigrama es muy curioso. Al frente de ella está el Hermano Mayor, al que ayudan 7 hermanos, que reciben el nombre de escuadras.
La fiesta la celebraban el día 24 de enero, con predicación y confesión general, viniendo la mayor parte de los años los Padres Capuchinos del Castillo de Locubín para confesar a los cofrades y predicar en la fiesta. En ella intervenía todo el pueblo, ya que había fuegos y cohetes.
Siendo hermano Mayor Francisco Martínez Enbuenaora hicieron en la Iglesia una hornacina para colocar a la Virgen y un altar para poder decir misa.
Como las demás cofradías, los hermanos estaban obligados a asistir a los entierros y a ayudar a los hermanos en sus necesidades.
Al no tener bienes, tenían un sistema muy ingenioso para sufragar gastos. Arrendaban un haza y en ella sembraban algunas semillas, normalmente trigo. Todos los hermanos se obligaban a dar gratuitamente los jornales necesarios para poner a flote la recolección. Con este sistema llegaron algún año a recoger 75 fanegas de trigo. Eran muy frecuentes los donativos en dinero y especialmente en especie: Dos carneros, una arroba de seda, dos carretas de paja, tres vellones de lana, entre oros, fueron los donativos de aquel año,

Inventario de los bienes confeccionados por el administrador el día 3 de enero de 1670:

Dos coronas de plata
Un manto de tafetán doble, blanco y rosa con puntas de oro de Milán.
Otro manto de tafetán azul.
Un pendón blanco de tafetán doble con sus cordones y borlas azules y una blanca y con sus astas y cruz de palo.
Unos manteles
Unos candeleros de azófar.
Un frontal de primavera.
Dos cuadros, uno de San José y otro del Santísimo.
Una espuerta de cera blanca
Una imagen de talla de Nuestra Señora del Carmen, con su corona de plata.
Un niño Jesús pequeño
Dos velos de tafetán encarnado y blanco, el uno y el otro de toca de tasa.
Una toca de tasa con puntas finas.
Otra toca de cuentas de Venecia
Un arca de pino con su llave y setenta y dos hachas blancas
Unas andas con su tornillo
Tres panes de cera que pesan 49 libras.
Cinco vellones de lana
Unos manteles para el altar
Dos candeleros de azofar.

En el año 1669 Alonso de Ortega y Ana Gutiérrez le donan dos colmenas que tenían en la Solana de la Pandera, para que se dijera una misa a Nuestra Señora de la Paz.

D. Joan de Medina deja un censo de mil reales contra Antonio Ruiz de Aranda para que diga una fiesta a Nuestra Señora de la Paz con diácono y subdiácono.

2. Cofradía del Santísimo Sacramento.

La Cofradía del Santísimo Sacramento es la que más importancia tuvo en Valdepeñas por el número de Cofrades. Esta Cofradía se constituyó en todas las parroquias, al haber sido impuesta por el Concilio de Trento y regulada por las normas del derecho canónico. Muchas cofradías se jactaban de ser a su vez sacramentales, ya que la eucaristía era el centro del culto católico. Los primeros datos son de 1.725, aunque es mucho más antigua.
Obligaciones generales de los cofrades eran el promover la devoción eucarística, celebrar las principales fiestas eucarísticas con sermón, preparar la procesión del corpus que se celebraba con gran solemnidad y acompañar al viático a la casa de los enfermos. Era la cofradía que tenía más bienes.

A. Inventario de la Cofradía:

1. Un gallardete, con cordones y borlas de seda, con sus tarjetas de pintura, de damasco carmesí con sus cordones o borlas, varal de palo y cruz que les costó 330 reales.

2. Un palio bordado con fleques de seda con alamares y muletillas, armado de seis varales.

3. Otro palio sostenido por cuatro varales, de damasco rosado, que sirve para administrar el viático.

4. Seis linternas medianas y una grande de hoja lata, que sirven para sacramentar a los enfermos.

5. Unas andas sobredoradas, cuatro quinqués, que sirven al Santísimo en el día del Corpus.

6. Veinte esquilones de plata y tres pequeños.

7. Un palio de damasco carmesí y dos varas y media de vareta blanca para doblar el dicho palio.

8. Un cajón de nogal con su cerradura

9. Un arca de madera con sus cerraduras donde se guarda la cera.

10. Gastos de dorar una custodia, con la autorización del Obispo, en el año 1752, costando 753 reales.


B. Bienes raíces.

1.Censo de 462 reales en siete años sobre María de Martos, que cumplía en el año 1738.

2. Un censo de 210 reales, en siete años, sobre Marcos Romero.

3. Censo de 23 reales, en siete años, contra Pedro Serrano.

5. Censo de doscientos sesenta y cuatro reales sobre un haza que está arrendada por siete años.

6. Censo contra haza en Baña Bermeja, de 17 fanegas de tierra, que linda con el Mayorazgo de Francisco de Gamboa (17-mayo- 1750) arrendada por cuatro fanegas de trigo.

7. Haza en el sitio de las posesiones o remanso de la lana, de siete fanegas de tierra, que fue sembrada de olivos en el año 1751.

8. Haza en Chircales (1753)

9. Donación hecha por María Muñoz de dos casas el 21 de diciembre de 1740.
Una de ellas en la calle Almendrada y otra en la calle de los Chorros.

10. De la venta de estadales 728 reales.

8. Entradas de hermanos y renuevos 333 reales.


C. El Obispo y el Marqués.

Estuvo el Visitador General en Valdepeñas e informó al Obispo de que en la Cofradía del Santísimo Sacramento quedaban al descubierto varios años y que el Marqués no había pagado un censo de 10 fanegas de trigo, que había sobre un haza, propiedad de la Cofradía, que ésta le había vendido.

El Marqués de Navasequilla D. Blas García de Quesada, persona muy devota y caritativa fue nombrado hermano de dicha cofradía en el Cabildo de 1782

El Marqués murió a finales del marzo de 1815, sin que hubiera entregado las cuentas de los últimos años, ya que se sentía mal de salud y su apoderado, el presbítero D. Juan de León y posteriormente D. Guillermo María Barthe, presbítero francés, tampoco lo había hecho.

El Obispo, en vista de que ni él ni ninguna otra persona había dado cuentas de ello, envió un oficio en el que mandaba a su hijo D. Francisco Javier de Quesada para que compareciera en la oficina de visita con los papeles y documentos que obren en su poder y rendir cuentas desde el año 1800 hasta finales de 1805.

En vista de que el Marqués no comparece, su Vice-Canciller, D. José de Arias, le envía el siguiente oficio: En seis de julio de 1799 rindió cuentas de la Cofradía del Santísimo sacramento, sita en la Iglesia parroquial de esta villa D. Guillermo María Barthe, como apoderado del Señor Marqués de Navasequilla, padre de V., del tiempo de 8 años; como desde aquella época hasta fin de febrero de 1805, en que entró por hermano mayor D. Pedro Cortés, no se hayan dado cuentas de los productos y gastos de dicha cofradía, se hace forzosa que V. dé respuesta del tiempo de su padre, para que en la vista que S. S. Ilma. está practicando, pueda hacerse el correspondiente cargo al citado Pedro Cortés , hermano mayor actual.
Espero de V. se prestará a la rendición de las citadas cuentas y también que manifestará el documento que acredita la imposición del censo del diez fanegas de trigo anuale,s que paga sobre el haza, sitio de Ranera, deste término, propia de la indicada cofradía.
Dios....7, marzo 1815.

D. Francisco Javier respondió al día siguiente con una carta muy genérica, sin darse por aludido.
El Obispo, no olvidemos que tiene 82 años, se enfada y dicta este decreto: En vista de que la contestación anterior no es conforme al espiritual oficio que la motiva, pásese nuevo oficio a D. Francisco Javier de Quesada para que, respondiendo categóricamente a lo que se le pregunta, pueda su Ilma. dictar la providencia que convenga.

Este decreto del Obispo, lo ejecuta su secretario, con el siguiente oficio: Contesto al oficio de V., en respuesta al que le dirigí en 7 de este mes, y habiendo comparecido Pedro Cortés manifiesta no haberse entregado de existencias algunas pertenecientes a la cofradía del Santísimo Sacramento, del tiempo que el padre de V., fue su hermano mayor. En consecuencia se hace indispensable que V., como su heredero, se preste a la rendición de cuentas, que se hallan contenidas por este tan principal requisito.
En otro mi oficio de 7 del corriente dije a V. lo que copio: Espero que V. se prestará a la rendición de cuentas y también que acredite la imposición del censo de diez fanegas de trigo que paga el haza del sitio de Ranera de este término, propia de la indicada cofradía y como V. se desentiende, no dando contestación alguna sobre este punto, espero que se servirá presentar el documento que acredite la imposición del censo sobre la citada haza, pues no ejecutándolo se verá precisado S. S. I. el Obispo, mi Señor, a tomar otras providencias. Dios....13 de marzo de 1815.

El Señor Marqués, viendo que el asunto va más en serio, envía la escritura solicitada por el Obispo, diciendo que no puede responder a la otra cuestión, porque en su casa no existe ningún papel sobre la cofradía. Los pocos que había, afirma, los entregó Guillermo Barthe antes de marcharse.

Este clérigo es francés y vino a España para enseñar francés a los hijos del Marqués, actuando a su vez de apoderado en muchas cuestiones que el marqués le encomendaba.
Así quedo el conflicto solucionado.
El problema no terminó con esto, ya que el Obispo le manda que debe entregar veinte fanegas de trigo, que han quedado pendientes de las cuentas de 1811 y 1813 y no las ha satisfecho. Este trigo corresponde al haza de la cofradía sita en Ranera, dada en censo al Marqués en diez fanegas de trigo.

Muere el Obispo y aún no se había satisfecho la deuda. El visitador general del Obispado, manda al presbítero de Valdepeñas Esteban Tello, Vice-Prior, que presente las cuentas de la Cofradía.

Estas son enviadas al Visitador Eclesiástico General D. Javier de Garma y Moreno, dignidad de Chantre, Inquisidor honorario del Santo Tribunal de Córdoba, Juez Subdelegado Castrense, el cual, estando vacante la Sede, el día 12 de agosto de 1816 manda que el hermano mayor Pedro Córtes Extremera hiciera las gestiones para el cobro.
La cofradía, por estos problemas y por la situación política del momento, pasa por momentos muy difíciles. En las cuentas que se presentan el día 10 de agosto de 1818, el nuevo Obispo ........exhorta a los hermanos, por las entrañas de Jesucristo para que cooperen con la mayor unión y paz al restablecimiento de un monumento de la piedad de sus padres y mayores hasta tener el consuelo de verla en el esplendor debido.

Siguiendo las indicaciones episcopales, se cita a Cabildo a los hermanos, pero sólo asisten muy pocos: Esteban Tello, Pedro Cortes Extremera, Alfonso del Moral, Diego Lendínez, Francisco Gallego Carrillo, y Miguel Martínez. Eligen de nuevo hermano Mayor a Pedro Cortés con el fin de que relance la Cofradía después de esta crisis.
La Cofradía no volvió a reunirse hasta el 6 de mayo de 1.827, con la asistencia del Vice-Prior Esteban Tello, Juan Antonio Rivilla, Pedro Pascual González, Pedro González Cristóbal Martos, Antonio Cortes, Brígido Zafra, Manuel Galán y Manuel Villén. Unánimemente eligieron a este último como Hermano Mayor para que reflotara la Cofradía.

3. Cofradía de Nuestra Señora del Rosario.
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La Cofradía de nuestra Señora del Rosario es la más antigua de Valdepeñas. Fue aprobada por D. Francisco Sarmiento de Mendoza el año 1584.

Los estatutos originales son preciosos.
No los voy a copiar al pie de la letra, pero quiero presentar literalmente la mayor parte de las ordenanzas, ordenándolas, para mantener ese sabor antiguo que los hace tan interesantes.

El comienzo es muy bello: En el nombre de Dios todo poderoso y de la bienaventurada Señora Sancta María del Rosario su Madre, a la qual, por nuestra intercesora tomamos desde agora e para siempre jamás. Amen. Nos el priostre y alcaldes y cofrades desta sancta vocación a que para celebralla somos obligados, sea de devoción de nuestra Señora del Rosario.
Ayuntados en nuestro Cabildo, según que lo avemos de costumbre, constituímos y ordenamos este presente ordenamiento por el qual ayamos de ser obligados de servir ser administrados en todas las cosas tocantes e necesarias a la voluntad e honrra desa sancta cofradía, mediante la qual todos los hermanos e cofrades por una forma acatados e honrrados, para lo qual debemos de ser tenidos y obligados a guardar e cumplir aquellas cosas, que por nos de suso serán nombrados.

Los términos usados equivalen: Priostre a Hermano Mayor, Alcaldes a Vocales, Mayordomo a Administrador, monidor al que cita y avisa.

Otro dato interesante es que cada uno de los capítulos en los que se manda realizar algo, se suele imponer una pena o multa, de acuerdo con el principio del derecho romano nulla lex sine poena. Las penas consisten en multas en maravedíes o en cera, dada la importancia que tenía la cera en el culto.
La estructura de la Cofradía, como veremos posteriormente, es muy sencilla.
Hay sólo unos aspectos, a los que prestan una especial atención:

1. A las obligaciones y derechos de los cofrades.
2. A la muerte y al entierro.
3. A la ayuda mutua y al sentido profundo que tienen de la hermandad.

A continuación vamos a resumir cada uno de estos aspectos.

1. Deberes y derechos de los cofrades.

En el capítulo primero se contienen las principales obligaciones religiosas del cofrade y las penas a las que se exponían los que no las cumplieran: Primeramente ordenamos e tenemos por bien que la fiesta de Santa María de la Candelaria e la de Mayo e Agosto e setiembre seamos obligados de la celebrar en la vigilia del Señor Santiago desta villa de Valdepeñas, las quales dichas fiestas se han de celebrar los dichos días a missa e a la tarde a las vísperas e otro día siguiente a las missas de los difuntos e el cofrade que no viniese o cofrada el dicho día pague en pena una libra de cera. E así mesmo el cofrade o cofrada que no viniere otro día siguiente a la misa de difuntos pague en pena cinco maravedís.
En estas cuatro fiestas todos los hermanos deben asistir con las candelas y las hachas encendidas. (c. 33)
Los cofrades debían también asistir el jueves santo con las hachas encendidas a la misa de la institución eucarística (c. II).
Todos los sábados los hermanos debían asistir a la salve con las velas encendidas y acompañar al oficiante en los responsos, que se debían hacer sobre las tumbas de los hermanos difuntos, que en estos momentos se enterraban dentro de la misma Iglesia: Otrosí ordenamos como dicho es, que todos sábados se diga una missa e que el Prior y los clérigos cofrades salgan sobre las sepulturas con responsos e los cofrades, que vinieren, les den candelas (c 24)
Otrosí ordenamos que todos los días de las sobredichas fiestas a la salve sean obligados los dichos cofrades de venir a tener candelas y den candelas a las cofradas, si las oviere (27)

Con el fin de dar más solemnidad a estas cuatro fiestas el Prior debe predicar en ellas. Hay un dato muy curioso, para mí inexplicable y es que el Hermano Mayor debe traer una carga de romero o arrayán. Tal vez la explicación pueda estar en las propiedades antisépticas que se creía tenían contra el cólera estas dos plantas: Otrosí ordenamos juntamente con el Prior y clérigos, que para las dichas fiestas sea dicho Prior obligado a predicar y que el Priostre trayga una carga de romero o arrayán ( 35)

Es extraño que existieran arrayanes en Valdepeñas en aquel momento, ya que en la actualidad no conozco que exista ninguno.
El Cabildo general de la cofradía se celebraba quince días antes de las fiestas principales (c. 3).

2. El rezo del Rosario.

Deben recitar el rosario, que aún no se llamaba así, aunque tenía una forma muy parecida: Otro sí ordenamos e mandamos....que digamos los cofrades e cofradas cincuenta avemarías y cinco paternostres a los misterios dolorosos de la pasión de Jesucristo, esto en cargo de las ánimas de quien non las dixese (15).
Los monjes en sus conventos ofrecían a María el rezo de varías Ave-Marías que era como jaculatorias o rosas, que ofrecía a la madre. De aquí viene el nombre de Rosario. Para contar el número de Ave Marías razadas, se ingeniaron diversas formas de contarlas. Las decenas tuvieron mucha importancia y la meditación de los misterios, especialmente los dolorosos. Santo Domingo y sus predicadores, que recorrieron toda Europa, fueron los que propagaron por toda Europa esta devoción. Hay que resaltar un dato muy curioso. En esta misma época se fundan los pueblos de Manchareal, y los Villares y en los mismos se crea la misma cofradía del Rosario, por la gran influencia que tienen los PP. Dominicos, que ya estaban instalados en Jaén.

En los conventos de los dominicos se ofrecían rosas a María en el mes de mayo. Costumbre que se ha vuelto a reanudar en algún convento dominicano.

3. Los entierros

Una importancia muy grande daban los cofrades a la asistencia a los entierros. El entierro no quedaba circunscrito al acto litúrgico de la Iglesia, ya que los hermanos cofrades estaban obligados a acompañar al difunto desde la casa, donde iba el Prior a levantar el cadáver hasta la Iglesia: Otrosí ordenamos e tenemos por bien que qualquier cofrade que fuere monido por nuestro monidor o portero o cofrade para enterramiento de qualquier cofrade o cofrada e non viniese al dicho enterramiento pague en pena siete maravedís, dos maravedís de la puerta del finado e cinco de la Iglesia e esto si non fuere escusado o diere por sí razón legitima cómo non pudo venir (c. 4)

También todos los sábados se aplicaba una misa por los hermanos difuntos: Otrosí ordenamos e mandamos que el priostre faga decir una missa cada sábado en el altar de Nuestra Señora Sancta María del Rosario (c. 10)
En los entierros los hermanos llevaban unas candelas encendidas (c. 5). La cera en la liturgia tenía en esta época una importancia muy grande, ya que era el mejor ofrecimiento, que podía hacerse al Señor. En todos los actos litúrgicos de la edad media hay un costo muy grande de cera, siendo mayor o menor la categoría del finado, según las candelas que se encendían y la cera que se gastaba.
Con el fin de que todos conocieran la muerte del cofrade, los estatutos mandaban, que el Prioste avisara oportunamente a los cofrades, urgiéndole la obligación de asistir al entierro: Otrosí ordenamos e mandamos que qualquiera que se le muriese fijo o criado o paniaguado que lo vayan a decir al Priostre para que mande monir (avisar) los cofrades que le fagan onrra al enterramiento e el que no fuese al dicho enterramiento pague cinco maravedís (c. 6)

Los estatutos preveían la posibilidad de que uno de los Cofrades muriera fuera del pueblo, dando las siguientes ordenanzas: Otrosí ordenamos que qualquier cofrada o cofrade que finare fuera desta villa en tal lugar que pueda un hombre ir i venir en un día mandamos que vayan cuatro cofrades por él y lo traigan en una bestia a costa de la Cofradía, esto se entiende si fuere miserable y si no que le difunto pague la bestia de su casa e así mesmo los dichos cofrades vayan todos hasta la puerta de la villa a recibir cuerpo y el cofrade de que allá no fuere, siendo monido pague diez maravedís (c. 25).

Todos los cofrades debían asistir al entierro. Cuatro cofrades debían ir a la casa del difunto y velar el cadáver durante toda la noche: Otrosí ordenamos que si algún cofrade finase y lo hiciesen saber al Priostre que el dicho Priostre tenga cargo de enviar cuatro cofrades para que velen el dicho cuerpo e si en la Iglesia lo tovieren que vaya a los dichos cuatro cofrades e el que fasta la oración no fuere que pague en pena media libra de cera y estos cofrades no vayan más a velar fasta que todos ayan velado e que sean monidos por el Priostre o por su mandado.
Los hijos podían entrar en la cofradía a la muerte del su padre (18)

En el caso de que un hermano fuera muy pobre, el entierro, con estos matices, corre de cuenta de la Cofradía: Otrosí ordenamos que si algún cofrade viniere a mengua e muriere pobre que la cofradía sea obligada a lo amortajar e si la cofradía non lo toviere que el Priostre o los alcaldes lo pidan por Dios entre nuestros cofrades y el Priostre que así non lo ficiere y los alcaldes mandamos que pague cada uno una libra de cera ( 29).

Cuando el cofrade cae enfermo, la cofradía debía velar para que el hermano fuera atendido material y espiritualmente: Otro sí ordenamos que si algún cofrade o cofrada estoviere enfermo y cercano de la muerte vengamos al Prior o cura y pidamos de señalada limosna vayan a visitar al doliente como hermano de la dicha cofradía (c. 38)

La cofradía, pensando en la salvación eterna del enfermo, debía procurar los convenientes sufragios por el hermano: Otrosí ordenamos el Prior y clérigos y Priostre y alcaldes que el Prior y clérigos sean tenudos de decir cuatro universarios los días siguientes de las quatro fiestas principales (c. 40)
Otrosí ordenamos que el Prior y clérigos y el Priostre y alcaldes que, si algún cofrade o cofrade muriere y quisiere le fagan oficios, pague la metad de los derechos (c. 41)

5. Ayuda mutua y profundo sentido de hermandad.

Uno de los aspectos más importantes era el sentido de hermandad, que reinaba entre los cofrades. Las relaciones entre ellos debían ser muy cordiales y si alguno tenía necesidades materiales, los hermanos debían ayudarles. La ayuda de la cofradía tenía una importancia muy grande para la seguridad económica de la familia, ya que, en aquellas sociedades agrarias, la seguridad económica dependía de la mayor o menor cosecha. Los años de esterilidad eran muy frecuentes, viéndose las familias avocadas a la más estricta miseria. La ayuda de la hermandad en estos momentos era indispensable.

Era necesario que entre los hermanos reinara la mayor armonía y paz Si entre ellos surgieran motivos de discrepancia, los estatutos en dos capítulos distintos ordenaban: Otrosí ordenamos o mandamos que, si algún cabildo o ayuntamiento donde estovieren ayuntados los cofrades, si alguno de nosotros denostare a otro cofrade suyo o injuria le dexere, pague una libra de cera (c. 11)
Otro sí ordenamos que si algún cofrade con otro toviese omezillo o mal querencia, que sean amigos e el que no lo quisiese ser pague en pena cincuenta maravedís e que sea echado de la cofradía e si ambos no quisiesen ser amigos, sean echados de la cofradía e paguen la dicha pena (c. 16))
Otrosí ordenamos que qualquier cofrade que riñere con otro cofrade y llegare el Priostre u otro cofrade qualquier de la ofradía y les requiriere a qualquiera dellos de parte de la Cofradía, que calle y no aya más contienda; el que así no lo obedeciere, que pague en pena una libra de cera para la misa de nuestra Señora (c. 24)

Otro sí ordenamos que si algún cofrade cativase o encarcelare o sea pobre, que cada cofrade sea obligado a le ayudar con cada tres maravedís (c.19).
Otrosí ordenamos que si algún cofrade estuviere pobre e fuere al Priostre e a los alcaldes, mandamos que le socorran con lo de la cofradía con aquello que ellos vean questá convenible para su necesidad y si el Priostre o alcaldes non lo fizieren así como dicho es mandamos que pague en pena cada uno media libra de cera y lo fagan.


6. Intervención del priostre en los pleitos

Una de las novedades más interesantes de los estatutos, es que el Priostre, y los alcaldes de la cofradía, puedan ser jueces, dar sentencias y ejecutarlas.
En el caso que un hermano tenga un pleito con otro hermano cofrade en una cuantía inferior a los cincuenta reales, en virtud de los estatutos se compromete a no acudir a la jurisdicción civil o eclesiástica, sino al Priostre y alcaldes de la cofradía, para que resuelvan lo que proceda. La norma tiene resonancias evangélicas: Otrosí ordenamos que ningún cofrade o cofrada que oviere querella de nuestro Cofrade fasta en contía de cincuenta maravedís que non sea tenudo de gelo demandar, salvo ante nuestros alcaldes de nuestra cofradía e el que ansí non lo ficiere, pague en pena media libra de cera e los alcaldes fagan derecho y lo libren por nuestro Cabildo e la sentencia que en esta razón dieren, la lleguen a ejecución (c. 27)


7. Órganos de gobierno.

El Priostre que es elegido por los cinco (c. 14) alcaldes, que como vocales ayudan al Hermano Mayor y los mayordomos, que son los encargados de la gestión económica (32).

Los cofrades deben pagar una cuota a la entrada y al año. Deberán prestar juramento de guardar las ordenanzas y cumplir las órdenes del Priostre (c. 21).
Las viudas pueden entrar en la cofradía con ciertas condiciones: Otrosí ordenamos que si alguna biuda quisiere entrar en esta cofradía pague la entrada más quince maravedís de escusa ( 22).

Si el que enviuda es un cofrade o cofrada, y vuelve a casarse: Otrosí ordenamos que qualquier cofrade o cofrada que enbiudare e se tornase a casar que pague los renuebos que es mitad de lo que se paga de entrada en el tiempo que renovare (c. 26).
Si la viuda vuelve a casarse de nuevo, lo cual era muy frecuente, tiene que atenerse a estas normas: Otrosí odenamos que la mujer del cofrade que quedare biuda y volviere a casar que la tal no goce de la cofradía, salvo si el marido que tomare no entrare por cofrade, salvo para el enterramiento della no más c(23).

Otrosí ordenamos que quaquier cofrade que entró al principio en la cofradía, porque pagó poco seyendo mozo, que pague la meatad que fuere la entrada de renuevo, porque entra nuevamente la mujer (36).
Para hacer frente a los gastos de la reunión, era lo normal, no sólo en esta cofradía, sino en otras, que se pasara un cepo (taza), pidiendo unos maravedíes para los muchos gastos que tenía la cofradía: Otrosí mandamos que qualquier cofrade que el Priostre o alcaldes mandare traer taza de la demanda y non los quisiere facer pague en pena una libra de cera si non diere causa legítima (c. 39)
Una gran parte de los miembros de la Cofradía eran ganaderos, ya que, aunque la iniciativa partió de estos, se amplió a otras personas.

8. Bienes de la Cofradía

Alonso de Ortega y Ana Gutiérrez donaron una viña y una haza en escritura hecha ante Pedro de la Puerta el año 1600 con el fin de que le dijeran dos fiestas.
Los ganaderos del pueblo dejaron un censo para que se dijera todos los años una fiesta con sermón (a. 1623)
Joan de Loja, ganadero, pagó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, con Vísperas y sermón, diciendo la misa el Maestro Villaviciosa (1627)
Antonio Serrano, de nación portuguesa, por escritura hecha ante Gregorio Navarro pone un censo el 11 de junio de 1652 sobre una finca.
Pedro Carrillo deja el año 1634 una viña a censo contra Martín de Contreras y María de Molina con el fin de que apliquen una fiesta con sermón a la Virgen en el día de la Navidad.
Joan de Medina deja a la Cofradía del Rosario un censo de dos mil reales contra José de Milla para que diga una fiesta cantada con diácono y subdiácono a la Virgen del Rosario.
Alonso López, ganadero, deja un censo para que le diga a la Virgen una fiesta con sermón (1627)

4. Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno

D. Juan Ibáñez Robles, canónigo racionero de la catedral de Jaén y D. José de Aguilera y Arceo, capitán de Infantería de la villa de Valdepeñas, se proponen crear una cofradía, que tendría como titular a Jesús Nazareno. Con este fin se dirigen al entones Obispo de la Diócesis D. Antonio Brizuela y Salamanca, solicitando la autorización para comprar una imagen de Jesús Nazareno.

Los estatutos los envían al Vicario General y Provisor D. Juan de Quiroga y Velarde, que los devolvió aprobados el día 22 de diciembre de 1701.
El pueblo hace mucho tiempo deseaba tener una imagen de Jesús Nazareno. El primer intento les falló. El ayuntamiento de Valdepeñas encargó a un escultor Giennense Salvador de Cuellar, que hiciera un Cristo crucificado. Era alcalde de Valdepeñas Bernardino de Cabrera.

La escultura fue tan buena que en casa del pintor un fuerte y buen acierto en dalle carne tan imitada la naturaleza que obligaba a tocarle, porque parecía humana, aunque representadora de la divina. Estando en este estado el Consejo de Valdepeñas se detuvo en venir por él, y la imagen Santa, aficionada de fuerte, y causando devoción tal que deseava que se quedase en la ciudad. Quien con más afecto lo procuró fue un Frayle Mercedario lego, que pedía limosna para las ánimas y tal negociación tuvo, y tales medios puso, que Valdepeñas faltó la palabra al escultor y él la prendó, y negoció con el Comendador de su casa, que lo llevaron a ella, haziendo el día de su dedicación una muy devota alegre y santa fiesta.
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Valdepeñas, por el descuido de sus regidores, perdieron este Cristo, que llegó a tener una gran fama en toda la región, ya que con la frecuencia de los milagros creció la devoción de suerte que en todas sus calamidades, afliciones, y miserias se encomendaban al Santo Cristo de Nuestra Señora de las Mercedes, Redención de Cautivos y sentían presentáneos, eficaces y milagros.
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Todo el pueblo estaba entusiasmado con la idea de tener un Cristo Crucificado. El Párroco, D. Juan Fernández Rojo, fue uno de los más entusiastas de la idea.
D. José de Aguilera y Arceo les había hablado de un gran escultor granadino, que era un auténtico maestro en el arte de la escultura.
Acompañado de un valdepeñero, que lo llevó en sus pollinos, se puso en camino para encargar la imagen.
Al poco tiempo fue de nuevo a Granada y quedó admirado de su belleza y grandeza hasta el extremo que, como cronista de la época, le hizo exclamar que era tan primorosa su escultura y tan rica en su adorno, que pudiera contarse entre las siete maravillas del mundo, con más razón que no la que hizo el prodigioso escultor Phitas, el dios Júpiter.

Terminada la imagen, se organizó su traslado a Valdepeñas el día 8 de junio de 1701, depositándose la imagen en la ermita de Santa Ana.
En los días siguientes se organizó un novenario y se celebraron unas fiestas en el pueblo tan plausibles, por las circunstancias, de adorno, luces, música y fuegos.
Se decidió hacer una capilla en la parroquia.

Los estatutos de la cofradía fueron aprobados por el Obispo. Os ofrezco un breve resumen ellos.
La túnica de los cofrades era de lienzo morado, con cordones de esparto, y una cruz en el pecho.
En la procesión los que no lleven hachas u otras insignias, vayan con la cruz a cuestas y todos con sus rosarios en las manos, rezando, executándolo con la mayor deboción y humildad, en beneración y reberencia de acto de tan soberana piedad.
La Cofradía debía tener cincuenta hachas, que los cofrades llevaban en la procesión, para iluminar la noche del viernes santo y otras fiestas, que organizaba la Cofradía.

En los entierros de los hermanos y hermanas o familiares cercanos debían asistir doce hermanos con sus respectivas candelas.
El hermano mayor presidía la cofradía, organizaba las procesiones y los demás actos del culto, ordenaba los gastos y recibía las limosnas de los fieles. Su elección se hacía por el Cabildo, que votaba una lista secreta, presentada por el Hermano Mayor saliente y el Mayordomo.
Su mandato duraba sólo un año, no siendo posible la reelección.

Es función del secretario citar para las reuniones, y levantar el acta de los cuerdos. Debía llevar cuatro libros: Lista de hermanos, libros de asiento de Cabildos, Cuentas e Inventario.

Era función del mayordomo cuidar de los bienes de la Cofradía y guardar las alhajas y las llaves del cajón, en que estuvieran la cera, las túnicas, y demás ornamentos.
Al finalizar su mandato debía entregar a su sucesor el inventario puesto al día.

Al Cabildo General debían ser convocados todos los hermanos. En él se debían elegir doce hermanos, que serían los encargados de pedir en la Iglesia y en la calle los días de fiesta.
Se debían igualmente elegir otros doce hermanos, que serían los encargados de pedir en las reuniones de los sábados cuatro maravedíes a cada hermano, y otros cincuenta para llevar los hachones y ocho para sacar la procesión
Esta votación debía ser secreta, depositando las papeletas en un cántaro vacío.

Las condiciones para ser miembro de la Cofradía eran éstas: Ser cristianos viejos, limpios de toda mala raza de judios, moriscos, ni nuevamente convertidos, ni penitenciados por el Santo Ofizio y que sean personas de buena vida, fama y costumbres.
El Cabildo general se debe de celebrar todos los años en la Pascua de resurrección, debiendo asistir el Párroco, el beneficiado, y todos los hermanos. El hermano que no asista será multado con 17 maravedíes.
La Cofradía todos los años organizaba estos actos:

1. Sacar en procesión la imagen todos los viernes santos. Hay un dato curioso en relación a los hermanos que vayan a asistir a la procesión, ya que ni antes ni después de la procesión no se les dé agasajo alguno de dulce, ni otro alguno comestible, ni potable, ni antes ni después de la procesión.
Se refiere al ayuno del viernes santo.

2. El domingo segundo de septiembre se celebrará la fiesta principal.

3. Para la fiesta, el sermón y la procesión el Hermano Mayor podrá gastar doce ducados.

5. Todos los años se celebrará por los hermanos difuntos una misa con vigilia y responso y otra en la octava de todos los santos, con sermón.

6. Si alguno de los hermanos muriese fuera de la villa, se le debe decir una misa de difuntos, cantada, con vigilia y responso, ardiendo cuatro hacheros.


5. Cofradías de ánimas

Tenemos pocos datos de esta cofradía. Se fundó a finales del siglo XVI, como consecuencia de la reforma tridentina, que defendió contra los protestantes la existencia del purgatorio.
La cofradía tuvo sus bienes. El monte de las ánimas fue propiedad de ella.
La Cofradía de ánimas hacía todos los años una cuestación en todo el pueblo, de puerta en puerta, pidiendo dinero ,para aplicarlo en sufragio de las ánimas benditas, especialmente por los pobres. Estas peticiones iban con frecuencia acompañadas de bromas, algunas de mal gusto. Ello dio ocasión a protestas no sólo en Valdepeñas, sino en otros lugares de la diócesis.
Esta cofradía desaparece a mediados del siglo XIX.

A su costa se aplicaba la misa de doce en los días festivos por los hermanos difuntos y cuando se moría algún pobre de solemnidad, le aplicaban varias misas y corrían con los gastos del entierro.
Se celebraba mucho el día de los Santos y de los Difuntos.
Las cofradías empezaron a estar en crisis, por la desamortización, que le arrebató todos sus bienes.
No obstante, ya anteriormente Campomanes fue un enemigo radical de ellas. En el reinado de Carlos III, a Campomanes le dolía el dinero que se gastaban; no le importaban que los interesados le dijeran que así se divertían; los pueblos no saben lo que les conviene, y es obligación de los gobernantes enseñárselo.

Campomanes hizo un inventario de las miles de cofradías existentes en el reino. Las clasificó en cinco grupos. Las gremiales y las que no tenían aprobación civil y eclesiástica fueron suprimidas, invirtiendo sus bienes en atención a los pobres y a los jornaleros sin trabajo. Las que tenía ambas aprobaciones, podían seguir. Las que sólo tuvieran aprobación eclesiástica, debían someterse a la aprobación del Consejo.
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6. Memorias
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Son muy frecuentes en los tiempos que analizamos la fundación de memorias, que tenían como finalidad la aplicación de unas misas, una vez que la fundadora hubiera dejado esta vida.
Son muchas las fundaciones que se hacen, pero vamos a presentar sólo algunas a modo de ejemplo. La constitución de memorias era muy frecuente, ya que la mayor parte de la población dejaba un censo para misas, que debía pagar el que usufructuaba la finca. Estos eran tan frecuentes que aún existen estos gravámenes en muchas escrituras antiguas, si los censos no se han liberalizado.

Isabel de Cabrera casada con Marcos Torres, en testamento otorgado ante el escribano de la villa Joan Gallego de Quesada fundó varias memorias: 2 misas rezadas y cuatro aniversarios..
Fundó otras dos memorias el día 1 de noviembre de 1717 para que le dijeran una misa el día de su fallecimiento, que tuvo lugar el día cinco y otra por su hermana María de la Paz, que murió el 21 de junio de 1723 a cargo de Antonio de Torres.

Cristóbal Cabrera casado con Felipa de Torres constituyó otra memoria en 1730 de 8 misas rezadas con un censo sobre una casa en la calle de las Parras.


Catalina de Castro casada con Francisco Moreno estableció otra memoria en los siguientes términos:
Dos misas al Santo Cristo de Chircales con un censo sobre un haza de doce fanegas de Pedro Ramírez de la Puerta, por testamento otorgado ante Joan Gallego de Arquellada,

Pedro Rodríguez manda que se celebren 6 misas, estableciendo un censo sobre una huerta.

Don Antonio Despiga y Torres, regidor del ayuntamiento de Jaén, manda que se diga una misa todos lo domingos del año en la misa del alba.

María Pareja manda que se diga tres misas al año por su alma, poniendo un censo a una casa, que poseía en la calle de las Parras.

Juan Ruiz Cortecero manda que se diga cuatro misas al año, estableciendo un censo sobre un haza.

Pedro de Padilla, vecino de Martos, manda se diga una misa en el santuario de Chircales, estableciendo un censo sobre un haza y un olivar, que donó en 1706 al santuario de Chircales.
La fundación no se cumple en Valdepeñas hasta el año 1734.

Juan de Ibáñez e Robles, canónigo, manda que se digan 22 fiestas al Santísimo Sacramento a cargo de la parroquia, a la que deja una huerta de tierra calma y un censo de cuarenta ducados en la parroquia. Empiezan las obligaciones a partir de 1699.

Juan Ignacio de Quesada, presbítero y capellán de la villa, fundó en julio de 1733 una misa rezada a cargo de Matilde de Quesada, por una finca que le dejó en Ranera. Otra memoria de 13 misas rezadas a costa de diversas posesiones que deja a su prima hermana María de Quesada en 1733.
Otra memoria con una misa a cargo de una huerta con nogales que deja a Diego Espinosa de los Monteros.
Otra memoria de tres misas rezadas, sobre unas casas y sobre una moraleda que dejó a Dña. Ana Berrio, que se unirá a su muerte al vínculo que fundó Juan Ruiz de Ballartas.

Lucas de Quesada, dignidad de Tesorero en la catedral de Jaén, dejó una memoria de 2 fiestas mayores.

Isabel Cobo, viuda de Luis Gómez Galán, estableció una memoria para que se celebrara una fiesta llana en un censo a cargo de Diego Ruiz Enbuenahora. Empezó la obligación en 1678.
Al no pagar el censo D. Diego Ruiz, le embargaron tres fanegas de trigo en la cosecha de 1723, que se vendió a seis reales.

María Feliciana Rivas manda que se digan 6 misas sobre un haza. Dijo las misas su sobrino Lucas González. La misma dejó una memoria de seis misas rezadas el 16 de Agosto de 1717 sobre un horno.

Francisco Moreno en 1725 mandó que se digan 4 misas rezadas en la ermita del Cristo de Chircales a costa de un censo a cargo de Catalina Galán, Pedro Ramírez, y Salvador del Rayo.


7. Capellanías
[112]

Hay muchas capellanías fundadas en Valdepeñas. No me propongo enumerarlas todas ellas, ya que ello sería largo y pesado. He elegido aquellas, que he creído que son más significativas, por las personas que las fundan y, sobre todo, por la enumeración de los bienes de ellas, que nos sitúan en el territorio del pueblo en un periodo distinto al actual. Las capellanías eran unas fundaciones, que ya existían en el derecho Romano, a las que se dejaban unos bienes con unos fines determinados, como sería un fin religioso, debiendo aplicar unas misas o dar unas limosnas a los pobres.

La administración de los bienes se encomendaba a un clérigo, que vivía de ello o a un seminarista, que se preparaba al sacerdocio para que se pagara con el sobrante de la aplicación de los fines religiosos los gastos en sus estudios. Si el aspirante no se ordenaba de presbítero perdía los derechos a la capellanía y se daba a otro, mediante un largo expediente, que sustanciaba el Juez Eclesiástico.

En la fundación se determinaba con claridad los que tenían derecho a ella. Tenían preferencia los parientes más cercanos al fundador. Hay ocasiones, en que se presentan más de tres personas, argumentando, con interminables árboles genealógicos cada uno sus derechos. Estos árboles son también muy interesantes, para conocer la evolución de algunos apellidos a través de la historia, y el recorrido de las familias en el tiempo, con sus múltiples apareamientos.


1. Capellanía de Bartolomé Sánchez Venegas

Es la primera capellanía de la que tenemos constancia en Valdepeñas.
La escritura de fundación se hizo ante Fernando Gutiérrez Crespo, escribano de Jaén, el 30 de mayo de 1562, esto es, a los veinte y tres años de la Fundación.
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1. Bienes.
75.000 maravedíes de censo. Hay un censo, que paga Luis de Calvente, al que entregó unas casas. EL dicho censo se podía liberar en cualquier momento.

2. Obligaciones:
Todas las semanas: Una misa por las almas del purgatorio y otra los sábados a la limpia Concepción de Nuestra Señora.

3.Capellanes
Fue primer capellán Benito del Hierro, que fue administrador de D. Agustín de Arceo y de la parroquia.
En 1583 es capellán Juan de Becerra, el cual pide al Provisor Don Diego de Biedma, que le reduzcan las misas. Petición que es atendida.

En 1603 la capellanía es dada por el Obispo D. Sancho Dávila y Toledo a un estudiante, llamado Juan de Ayala, clérigo de órdenes menores.

Posteriormente goza de ella el canónigo D. Lorenzo López de Ayala y por desistencia de éste Diego de Ayala, su sobrino.

Las escrituras originales se perdieron y hubo problemas de autentificación.


2. Capellanía de Pedro Ruiz de Aranda e Inés Pérez

Fue fundada por escritura pública ante Joan de Medina, escribano público de Valdepeñas el 26 de enero de 1614.
El primer capellán fue Antonio Ruiz de Aranda, hijo de los fundadores, como aparece en la escritura de Fundación. Fue ordenado de menores por Sancho Dávila y Toledo en 1607.
El Provisor da el decreto de posesión en el mes de noviembre de 1.614.
Solicitan la Capellanía posteriormente Lucas González de Aranda, clérigo de órdenes menores, que estaba vacante por inhabilidad y falta de suficiencia de Pedro Valentín González, su tío. Es nieto de los fundadores. La petición la hace el 29 de noviembre de 1690.

La petición la funda, argumentando que es nieto de los fundadores. El árbol genealógico es este:

Lucas González de Medina tiene dos hermanos Francisco González de Medina y Aranda, presbítero, difunto, y Pedro Valentín González de Aranda. Fue su padre Diego González de Medina y Aranda. Los tres fueron hijos legítimos
Fueron sus abuelos paternos Lucas González de Medina, difunto, y Dña Ana de Rivas y Aranda.
Fueron sus bisabuelos: Dña Ana de Rivas, que era hija de Francisco Pérez e Isabel de Aranda (bisabuela del opositor).
Esta última Isabel de Aranda es madre de Ana de Rivas, que fue hija de Pedro Ruiz de Aranda y María González, su primera mujer.
Francisco Pérez, marido de Isabel de Aranda (bisabuelos del fundador) fue hijo legítimo de Inés Pérez, fundadora.

1. Bienes.

Una huerta que se compone de muchos morales y nogales en el Badillo de los berros. Linda con tierras de Diego Ruiz de Aranda y Diego Martínez Enbuenaora y con el camino que lleva a Granada. Juan Ruiz Cortenero la valora en 400 reales.
Un haza de siete fanegas en el sitio de Ranera. Apreciada en 100 ducados.
Los tasadores ponen la renta en seiscientos reales, al ser muy seguro el riego que no falla nunca.

2. Cargas 25 misas

3.Capellanía de Pedro de Castro Cortés (17 septiembre de 1781)

La capellanía se fundó el 22 de mayo de 1745. Fundó una capellanía, para que su sobrino Juan José Cortés pudiera tener la congrua conveniente para ser sacerdote.

1.Bienes:
Dos fanegas de viña.
Un olivar, en las viñas del Pontón.
Dos fanegas y medio celemín de viñas y olivar.
Una fanega y cuatro celemines de viña y olivar en el Prado de la Beata, que se tasa en 18.000 reales.
Dos casas en la calle del Sol.
Una viña y un olivar de Catalina González y herederos de Fernando Cabrera
Su sobrino ingresó en los Basilios de Córdoba.
La Capellanía la piden Lucas María Romero y Joseph Cortés, por medio del Padre Lector Jubilado de la Orden de San Basilio Magno de la ciudad de Córdoba. Se la conceden a José Cortés.
Vide también en conflictos jurisdicción.

2. Capellanes posteriores
Lucas María Romero
Esteban Tello


4. Capellanía de Juan Ruiz de Contreras y Juana Mozas de Medina, de estado soltera
Juan Ruiz de Contreras, hijo de Pedro de Contreras y María Lendínez se casó el día 19 de octubre de 1671 con María de las Mozas, hija de Francisco González de Medina y Catalina de Mozas.
La fundación tuvo lugar el 1 de julio de 1707. La fundaron para su hijo el Lcdo. D. Francisco González de Contreras, clérigo de órdenes menores y estudiante de teología en el Colegio de la Asunción de Córdoba.

1. Bienes
Una casa con un huerto de media fanega, poblada de nogales, morales y otros árboles, en la calle del Santísimo Sacramento. Era su propietaria Juana Mozas.
Una huerta de árboles frutales, nogales y otros árboles, de varias fanegas, en el río del Toscazo
Dos aranzadas y media de viña.
12 fanegas en el Moralejo.
5 fanegas en la cañada de Gallego.

2. Cargas.
Doce misas rezadas cada año

3. Capellanes

A la muerte de Francisco González de Contreras, se la dieron a Diego Esteban de Atocha, hijo legítimo de Juan Martín de Atocha y Dña. Catalina de Mozas de Contreras, hija del fundador.

A su muerte (7 de enero de 1772) piden la capellanía (1772):

1. Diego Martínez de Atocha, presbítero de la ciudad de Jaén, nieto de los fundadores, hijo de Juan Martínez de Atocha, difunto y Catalina de Mozas y Contreras, que se casó el día 20 de septiembre de 1723 con María de la Puerta , hija de Pedro de la Puerta y Dña Ana Villoslada.
Le acusan de que posee dos beneficios.

2. Juan de Pernia Vocos, hijo de Juan de Pernia Vocos y Dña Juana de Medina, contrajo matrimonio el día 20 de febrero de 1764 con Maria Ana Felipe de Atocha y Puerta, hija de Juan Martínez de Atocha y María de la Puerta Villoslada (Desp. 1760), para su hijo de siete años Francisco de Paula Pernia y Atocha.
Dña. Mariana de Atocha era hija de Martín de Atocha y María de la Puerta (Desp. 1725)
Martín de Atocha era hijo de Juan Martín de Atocha y Catalina Contreras (desp. 1624). La cual es hija de los fundadores.
La parte contraria le acusa de tener muchos bienes, obligándole a que aporte sus bienes.
Los trascribo, ya que tienen un cierto interés histórico para Valdepeñas.

3. Bienes de Pernia.
[113]
Un cortijo con tierras en la villa de Cambil, arrendado en 700 reales.
Una casa en la ciudad de Jaén, que le renta 337 reales.
Un cortijo y tierras en Alcalá, que le renta al año 45 fanegas de trigo, a 18 reales le renta 990 reales.
Dos aranzadas de viñas sin rendimiento.
Una huerta de nogales y otros árboles en Valdepeñas y un haza.
Un cortijo y tierras en esta villa, que le rentan 36 fanegas de trigo y cuatro de cebada, que le dan 597 reales.
Un monte de encinas y quejigos en Valdepeñas que le rentan 2.000 reales.
El Rey le paga 330 reales.
Por parte de su mujer Mariana de Atocha un censo que heredó de su tío Diego de Atocha, que le renta 770 reales.
Otro censo de la misma herencia de 150 reales.
Un monte que le renta 100 reales.

4. Pide también la capellanía Tomas de Cabrera Extremera, hijo de Francisco Cabrera y Luisa Extremera, que se casó el 28 de febrero de 1753 .
María Feliciana de Castro Serrano, hija de Lucas Serrano y Feliciana de Castro pidieron también la capellanía para su hijo Lucas Cabrera Serrano, de 14 años de edad.
Lucas es segundo nieto de Catalina de Mozas.

Fueron sus abuelos paternos. Fernando Cabrera, hijo de Francisco Cabrera, difunto y Catalina de Contreras Mozas, viuda de Juan Martínez de Atocha.

Fernando Cabrera, hijo de Francisco de Cabrera, y de Catalina de Contreras Mozas, contrajo matrimonio el día 8 de octubre de 1724 con Luisa Jiménez de Castro, hija de Tomás Extremera y Francisca Jiménez de Castro.
La capellanía, por decreto del entonces Provisor D. Juan Lea Diez de Villarroel se la dan a Lucas Cabrera, con la condición de que debía ordenarse de corona dentro de seis meses, preparándose para este fin con los estudios oportunos de Gramática y Latín.

Tomó posesión canónica, real, actual, corporal, vel quasi de la capellanía.
Excluyeron a D. Diego, porque tenía otro beneficio y a Francisco de Paula Pernia, porque era menor de edad y era hijo único, heredero de un mayorazgo, que tenía su padre, que le rentaba más de mil ducados al año..
No contento con esta decisión, D. Diego apeló a Toledo, cuyo Juez le dio la capellanía, desplazando a Lucas Cabrera.
Muerto Diego Martín de Atocha, se vuelve a plantear de nuevo su sucesión en la capellanía. La solicitan:

1.Francisco Javier Vilchez de Aguirre, menor de edad e hijo de Francisco de Vilchez y Atocha y María Antonia de Aguirre..

2.Lucas Cabrera, el cual se retiró al principio del pleito.

3. Frey Diego García de Quesada, presbítero, de la orden de Calatrava, hijo de Francisco Javier de Quesada y Dña. Josefa Martín de Atocha, primos segundos. Fue bautizado en Jaén el día 1 de julio de 1751 por Pedro Gregorio de Quesada, Maestrescuela de la Catedral de Jaén. Fueron sus padrinos Blas García de Quesada y Medina y Catalina de Viedma, sus abuelos.
Después de un largo proceso la capellanía la dan a Javier Vilchez de Aguirre.

Diego de Quesada no se conforma con la decisión judicial y acude en apelación a Toledo.
D. Plácido Bustillo, teniente vicario del arzobispado de Toledo en fecha 7 de julio de 1784 decreta que la capellanía pertenece a Diego de Quesada.
¡Una capellanía bastante polémica!

5. Capellanía de Juan de Quesada

El Lcdo. Juan de Quesada, presbítero, fundó una Capellanía el día 20 de octubre de 1643.

1. Bienes
Un horno de pan cocer, valorado en 500 ducados.
Media fanega de corral cerrado.
Un haza de siete fanegas de trigo en Ranera, valorada en 100 ducados.
Dos suertes de viñas valoradas en 2.600 reales.

2. Cargas.
Ocho misas rezadas
3 misas llanas

3. Capellanes
Es el primer capellán su sobrino el Lcdo. Lucas de Quesada Ballartas, racionero, hijo de Martín García de Quesada e Isabel Ruiz de Ballartas (1677) .
En 14 de marzo de 1736, a la muerte de Juan Ignacio de Quesada Espinosa de los Monteros, la solicitan:
1. Francisco Antonio Gallego de Quesada y Ballartas, presbítero, hijo de Francisco Gallego de Quesada Ballartas y Ana María de Castro Jiménez.

2.Francisco Gallego de Quesada, es hijo de Francisco Gallego (hermano del fundador) y María Malpica de Quesada y Ballartas.
Sigue la línea Blas de Malpica y Ana Ballartas
Luis de Malpica y Juan Ruiz Ballartas
Padrino Francisco González y Medina, familiar del Santo oficio.

3. Andrés Antonio Tello, nacido el día 14-12-1722, hijo de Andrés Tello y Mariana de Abril Cabrera. Se retiró.

4. Pedro de Quesada de la Puerta, hijo de Martín de Quesada Ballartas y Mariana de la Puerta Villoslada.
Posee un vínculo con varias posesiones en la villa de Isnayoz, por la muerte de su madre Mariana. Desea ser sacerdote.

5. Francisco Antonio de Quesada (hermano de Lucas de Quesada Ballartas y María de la Puerta.
Martín García de Quesada e Isabel Ballartas.
Martín García y María de Quesada.
Francisco Gallego y Quesada, hijo de Cristóbal Gallego y Ana Castro
Francisco Gallego y María Malpica
Francisco Gallego de Quesada y Ana López, (hermano de Juan de Quesada)
Martín García y María de Quesada.
El día 14 de enero de 1795 se le da la capellanía a Manuel de Quesada, después de un largo trámite. Renuncia en 1820.
Le sigue el subdiácono Bartolomé de Quesada
A su muerte, la solicita Rafael de Quesada y Orozco, menor de edad, hijo de José de Quesada y María de Orozco, que la pierde al contraer matrimonio a los 34 años.
Son sus padres José de Quesada y María de Orozco (desp. 1817).
Son sus abuelos Rafael de Quesada y María del Rosario Morales (desp. 1791).
Son sus bisabuelos: Pedro de Quesada y Francisca del Moral ( desp. 1746).
Son sus tatarabuelos: Martín de Quesada y Mariana de la Puerta (Desp. 1719).
Sigue la línea: Francisco Antonio de Quesada Ballartas y María de la Puerta (desp. 1685)

Martín García de Quesada e Isabel Ruiz Ballartas, que era hermano de fundador Juan de Quesada, siendo los padres de ambos Martín de Quesada y María de Quesada.
Para defender sus derechos aducen las siguientes partidas que copio por el interés que tienen:
Cristóbal Gallego de Quesada, hijo de Francisco de Quesada y María de Malpica
Con Ana Jiménez de Castro, hija de Antonio de Castro y María de la Peña, siendo testigos Francisco Gallego de Quesada y María de Castro, su mujer. Desposorio 15 de noviembre de 1616.
Blas de Malpica, hijo de Luis de Malpica y Francisca López con Ana Ruiz de Aranda, hija de Juan Ruiz Ballartas y Sebastiana Fernández casados el 3 de diciembre de 1656.

Francisco Antonio de Quesada Ballartas, hijo de Martín García de Quesada e Isabel Ballartas con María de Paula Robles, hija de Pedro de la Puerta Robles casados el día 4 de diciembre de 1660.
Juan Ruiz de Aranda, hijo de Mateo Ruiz e Isabel de Ballartas, vecinos de Alcalá la Real con Sebastiana Hernández de Pareja, hija de Cristóbal Hernández de Pareja y Ana de Quesada de esta villa. (Desp. 4 de febrero de 1628)
Copio igualmente los bautismos de algunos de los interesados por el interés que tienen.
Isabel Ruiz Hernández, hija de Juan Ruiz de Aranda Y Sebastián Hernández bautizada el día 26 de mayo de 1629.
Ana Ruiz Hernández, hija de Juan Ruiz de Aranda y Sebastiana Hernández bautizada el día 4 de septiembre de 1633.
Con la evolución de los nombramientos de capellanes en el tiempo, se ve claramente el origen del apellido García de Quesada, como veremos en otro lugar. Comprendo que es pesada esta larga enumeración, pero tiene cierto interés histórico para este pueblo.

6. Juan Ruiz Cortecero
Tiene un cierto interés histórico esta fundación, ya que la constituyó el secretario del Ayuntamiento de Valdepeñas, que ocupó este cargo más de cincuenta años y fue un personaje muy querido y reverenciado por los habitantes de Valdepeñas.
1. Bienes:
Cuatro aranzadas de viñas en la Fuente del Tesoro
Un arbolado de encinas y quejigos.
Diez fanegas en el sitio de los berzales y otra en el sitio de la Loma del Madroñal.
7 fanegas y media en el sitio del Puente de Ranera.

1.Capellanes

Primer capellán Juan Ruiz Cortecero

Segundo Juan Jacinto de Quesada, canónigo, hijo de Blas de Quesada y Catalina de Biedma.

Posteriormente la solicitan:
Pedro de Quesada, Maestrescuela, hijo de Blas de Quesada y Catalina de Biedma.
Juan Manuel de Espinosa Puerta y González, hijo de Pedro Espinosa Puerta y María de Castro Malo de Molina.
Este último en fecha 20 de septiembre es nombrado por el fundador, aduciendo que está muy viejo y con achaques.
Le da dos años para que se ordene.
No habiéndose ordenado, la solicita de nuevo Pedro de Quesada.
Juan Manuel de Espinosa pide que se le conceda un plazo de tiempo más largo, ya que no ha podido estudiar la latinidad y la doctrina cristiana, por tener que atender a sus padres, que se encuentran muy enfermos y a sus hermanos menores.

Le concedieron de prórroga dos años, sin que se ordenara.

Reitera la petición Pedro de Quesada y el juez eclesiástico la declara vacante.

La capellanía la solicita Juan José de Quesada Martín, hijo de Javier García de Quesada y Medina y María Josefa Martín Masoterra y Atocha. Fue bautizado en la parroquia de San Bartolomé de Jaén el 17 de octubre de 1741. Fueron sus abuelos paternos Blas García de Quesada y Catalina de Biedma y maternos Joan Martín Masoterra y Atocha y Ana Ruiz de Contreras.
El Juez le dio la capellanía por decreto de fecha 13 de febrero de 1758.

En el proceso se aducen las siguientes partidas matrimoniales, que trascribo por el interés histórico, que tienen.
Francisco Antonio de Quesada Ballartas, hijo de Martín García de Quesada e Isabel Ballartas con Paula María de la Puerta Robles Murillo, hijo de Pedro de la Puerta Robles y María de la Paz Murilo (Desp. 14-octubre-1685).

Pedro José de los Reyes Quesada y Villoslada, hijo de Martín de Quesada y María Villoslada y Puerta, con Francisca María del Moral y Aguilar, natural de Villargordo, hija de Antonio del Moral y Antonia de Aguilar. Desposorio 3 octubre de 1747 en la parroquia de San Andrés de Jaén. Fueron testigos Pedro Gregorio de Quesada, Maestrescuela , Fernando Velarde y José de Seijas, canónigos y Javier de Quesada, 24 de Jaén.


7. Capellanía de Manuel de Martos Castro e Isabel Dorotea y Castro de Torres en 1.776

Manuel de Castro Martos, hijo de Manuel Martos y Francisca de Castro, e Isabel Dorotea y Castro de Torres, de estado honesto, hija de Pedro de Castro Malo de Molina y de María Patricia de Torres fundaron una capellanía ante Cristóbal Joseph de Torres, escribano público en noviembre de 1776. Ambos eran primos hermanos y vivían juntos.

1. Bienes.
La mitad de unas casas principales, en la villa de Valdepeñas en la calle del Real, que linda con la casa del Prior D. José de la Chica, que la valoran en diez mil reales y renta al año 27 ducados.
Dña Isabel Dorotea dona la otra mitad de la casa.
Una casa en tres cuerpos en el sitio del Bahondillo, linda con la casa Hospital del refugio de pobres. Tiene su corral, dos morales y dos olivos, que se valoran en cuatro mil cuatrocientos reales y gana doce ducados de renta. Tiene un censo de trescientos reales y dos gallinas al año.
Una aranzada de viña y olivar en el sitio de las posesiones, que linda con la fábrica de la Iglesia. Tiene treinta y un olivo. Otra aranzada de viña y olivar con catorce olivos, valorada en 2.420 reales.
Una viña que tiene dos fanegas en el sitio de las posesiones, linda con haza de la fábrica, que tiene tres mil vides, que al precio de medio real importan 1.500 reales. Un servo grande que vale diez ducados y otro más pequeño que vale siete ducados
Quiero advertir al lector, que a partir de esta fecha empiezan a aparecer plantaciones de olivos.

2. Capellanes
Primer Capellán Pedro de Castro Extremera, hijo de José de Castro Torres, difunto y de Isabel de Extremera Carrillo, clérigo tonsurado. Se la concede el Juez Eclesiástico el día 22 de febrero de 1777.

La capellanía quedó vacante al casarse Pedro de Castro en Mayo de 1786.
La pide de nuevo el fundador Manuel de Martos.
Se la concede D. Gregorio Mohamud en sentencia de fecha 18 de nov. 1786.



8. Estancia de Fray Melo de Portugal, Obispo de Jaén, en Valdepeñas

Biografía

López Pérez M.-Lara Martín-Portugués I, Entre la guerra y la Paz, Jaén (1808-1814), Granada 1993.
Lara Martín Portugués, La lucha por la libertad en el trienio liberal, Jaén, 1820-1823), Ayuntamiento de Jaén, 1996.
Montijano Chica Juan, Historia de la diócesis de Jaén y sus Obispos, Jaén, Diputación, 1986
Nicás Moreno Andrés, La heráldica y genealogía de Fray Diego Melo de Portugal, en Lugia, n. 35, p. 7.
Nicás Moreno Andrés, Herádica y genealogía en el reino de Jaén, Jaén, Diputación, 1997.
Nicás Moreno Andrés, Heráldica de los Obispos de la diócesis de Jaén en el siglo XVIII, Escuela Universitaria de Profesorado de Granada, vo. II, pp, 459-470.
Datos sobre el Obispo Melo de Portugal, en Lugia, n. 9, p. 19.
Melgares Raya José, D. Fray Diego Melo de Portugal, Lugia nn. 43-44, p. 6-11
Cazabán Alfredo, Fray Diego Melo de Portugal, Revista Don Lope de Sosa, año 1917, p. 327.


1. Nacimiento

Fray Diego Melo de Portugal nació en Badajoz el 24 de mayo de 1734. Sus Padres, D. José Francisco Melo de Portugal y Dª Ana de la Roca Calderón eran descendientes de la real casa de Braganza e hijo de los condes de Assumar y Marqueses de Vellisca, como ampliamente expone A. Nicás Moreno
[114]. En su mismo escudo episcopal se refleja esta ascendencia noble.
Renunciando a todos los títulos y bienes, que le correspondían, ingresó muy joven en el monasterio de los ermitaños calzados de la orden de San Agustín, residiendo varios años en Granada, donde vivió el espíritu de esta orden.
Fue presentado por Carlos IV el 17 de septiembre de 1784, a los 52 años, para regir la diócesis de Osma, donde estuvo muy pocos meses. En esta diócesis conjuró un grave conflicto producido por una división del clero a propósito de las oposiciones a curatos
[115]
El 17 de diciembre de 1785 fue trasladado a la diócesis de Jaén. Estuvo al frente de ella hasta enero de 1816, esto es, casi veinte años.
El Obispo Fray Melo era un hombre profundamente religioso, y austero como buen religioso. Actuaba con una gran energía en la defensa de la dignidad episcopal. Era un realista convencido, como correspondía a su origen noble, en el que se había formado. Por su origen era una persona educada y respetuosa con los demás, como se irá viendo en el decurso de este trabajo.

El día 13 de mayo de 1786 el Señor Deán da cuenta, que ha recibido del Ilmo. Sr. Don Diego Melo de Portugal un poder, para que, en su nombre, tome posesión de la Diócesis. Al poder adjunta la Bula Pontificia acompañada del exsequatur de la Cámara Real de Castilla, las reales ejecutorias y demás documentos. Al presentar el Cabildo al Doctoral toda la documentación, para que dé su parecer, éste informa que el Obispo debe hacer personalmente el juramento de fidelidad a la Santa Sede, antes de la toma de posesión, y que este juramento no se puede hacer por poder.

En la misma sesión nombran para que vayan a Mengibar el día 8 de junio a recibir a S. Ilma. a D. Joaquín Rubín de Zeballos, arcediano de Baeza y a D. Julián de Titos, canónigo magistral y a dos canónigos racioneros elegidos por los mismos.

Una vez que llega el Obispo a Megibar, ante el escribano público de la ciudad, en presencia de los comisionados, hace el juramento de fidelidad, que es enviado inmediatamente a Jaén para la toma de posesión por poderes.

A las diez de la mañana del día siguiente la plaza de Santa María era un hervidero de fieles.
El Deán D. José Martínez de Mazas toma posesión en nombre del Obispo.
Acompañado de algunos miembros del Cabildo y de las autoridades civiles y militares, fue recibido en la Sala Capitular por los capitulares D. Gregorio Mahamud y D. Francisco Mesía. El Deán, hincado de rodillas, entonó el Te Deum y juró en nombre del Obispo, que guardará las preeminencias, prerrogativas, estatutos, constituciones, usos y costumbres loables del esta Santa Iglesia Catedral.
A continuación, acompañado por el Chantre D. Luis de Garma y D. Nicolás de Landa, canónigo más antiguo, marcharon al coro.
El Deán, con su bonete puesto, se sentó en la silla episcopal, dándole el cabildo posesión real, actual, corporal vel quasi de la diócesis, en nombre del Ilmo. Señor D. Fr. Diego Melo de Portugal.
Y como anécdota curiosa dice el cronista de la ceremonia que en señal de verdadera posesión y percepción de frutos, hizo derramar y derramó ciertas porciones (monedas) de oro, plata y vellón, que habían llevado en dos fuentes de plata.
En la tarde del doce de junio el Obispo fue a la Catedral a hacer el juramento. En la puerta de la Catedral lo esperaba el Cabildo en pleno, los párrocos y clérigos de la ciudad y las autoridades provinciales y locales.
Llegados a la sala capitular, el secretario preguntó al Obispo.
V. Ilma. jura a Dios nuestro Señor, a los santos evangelios y a la santa consagración que recibió que guardará y mandará guardar la inmunidad, preeminencias y prerrogativas de los beneficiados y personas eclesiásticas desta Santa Iglesia y Cabildo, dello y de su Obispado y los estatutos, usos y costumbres della, según y cómo los obispos pasados de buena memoria, sus antecesores, y que no irá, ni vendrá, ni mandará ir, ni venir contra ellos, ni parte alguna de ellos.

El Obispo, de rodillas, respondió:
Nos así lo pensamos de los guardar y mandamos que los guarden, porque somos informados que son buenos, justos y a derecho conformes.

2. El entorno del Obispo

Para poder entender la figura de este obispo, es necesario conocer su entorno. Las personas que estuvieron cerca de él fueron de bastante altura moral e intelectual. En ocasiones, con ideas distintas, pero la mayoría orlados de una gran honradez y nobleza. En el Cabildo hay una baraja de personalidades muy interesantes, no sólo por su quehacer diocesano, sino nacional. Nos encontramos en unos tiempos sumamente agitados y muy difíciles de entender, por las contradicciones internas de los mismos sistemas que pugnan entre sí.

Los Cabildos de aquella época tienen una importancia e influencia muy grande en la ciudad, por su aspecto moral y poder económico. Las canonjías de oficio se solían dar tras una muy reñida oposición, a la que solían concurrir hasta doce candidatos. Por este motivo se trata de personas que han debido demostrar su valía intelectual y moral, ya que no son señaladas a dedo.
Quiero presentar una galería de personajes, especialmente de aquellos que estuvieron en más contacto con el Obispo Diego Melo de Portugal y influyeron de una manera especial en la vida de la ciudad y de la diócesis, sobre todo en el periodo de la guerra de la independencia.

A la muerte del anterior Obispo el Cabildo nombra a tres capitulares, como Gobernadores eclesiásticos: Al Sr. Deán D. José Martínez de Mazas, al Doctoral D. José Ignacio Carranza y al canónigo D. Miguel Sáez González. .
Todos estos nombramientos eran provisionales hasta la venida del nuevo Obispo. Con el nuevo Obispo entran en escena estos personajes:

1. Castanedo.

D. Francisco de Paula Castanedo del Río y Castanedo Becerro, Mendoza Ruiz Ceballos y del Río Merecilla, , nació el día 13 de diciembre de 1766 en Villanueva (Santander). Es uno de los personajes más interesantes de este periodo, a nivel diocesano, y nacional. Fue un hombre inquieto, abierto a las nuevas corrientes, polémico y amado por sus amigos y odiado por sus enemigos. Era un hombre muy inteligente y doctor. Era uno de los ilustrados de aquel momento. No sabemos las razones que tuvo el Obispo para nombrarlo Provisor y Vicario general. Posiblemente por sus relaciones de amistad con el Deán Mazas, que era también santanderino.

Al tomar posesión de la Diócesis nombra como Vicario General y Provisor a este santanderino ilustre. Posteriormente lo hace canónigo el día 26 de enero de 1786, aunque no pudo tomar posesión hasta el 19 de julio de 1800, ya que un decreto real lo había prohibido, al ir los frutos de los beneficios vacantes a las arcas reales, exhaustas por las múltiples guerras. Ejerció ambos cargos con gran competencia y brillantez. Sus sentencias judiciales son profundas y muestran una gran erudición en el campo del derecho.

Se mantiene como Vicario y Juez eclesiástico hasta el año 1808, en que, con motivo de la rebelión contra las tropas napoleónicas, entra a formar parte de la junta provincial, que se crea en Jaén el día 18 de mayo de 1808 y posteriormente es elegido vocal de la Junta suprema creada en Aranjuez.
[116]
A pesar de sus ideas avanzadas sigue manteniendo una gran amistad con el Obispo, que, por sus antecedentes, era más conservador.

Al trasladarse la Junta a Sevilla, Castanedo se instala en aquella ciudad. Al dejar la diócesis, el Obispo nombra nuevo Provisor y Vicario General, ya que su nueva actividad le impide la atención a estos cargos.

El gobierno intruso, al conquistar Jaén, lo destituye de la canonjía por sus ideas liberales y nombra en su lugar a D. Nicasio Manzanares el 4 de octubre de 1812.
Actúa como diputado en las Cortes de Cádiz.
Cuando la ciudad es liberada de los franceses, vuelve a Jaén y el Obispo lo restituye en sus antiguos oficios de Vicario General y Provisor de la diócesis,
[117] dispensándolo de la asistencia a coro.

De nuevo vuelve a la política, dejando los cargos pastorales.
Es nombrado diputado en las Cortes que se constituyen en el año 1814.
[118]

Fernando VII ha suprimido la constitución liberal de Cádiz de 1812 y convoca unas nuevas cortes, de corte realista y absolutista, suprimiendo todo lo acordado y decretado por los constitucionales. Este nombramiento nos muestra la gran confianza, que tenía el Rey en Castanedo y la lealtad y devoción que profesaba al veleidoso y manejable Fernando VII.
A pesar de su lealtad al Rey, sus enemigos lo denuncian por sus ideas liberales y piden su cabeza.
El rey, ante las fuertes presiones de los realistas, se ve obligado a destituirle de su cargo de diputado y lo recluye en el convento de Vélez como desterrado.
El Monarca debió sentir ciertos remordimientos de conciencia, lo deja en libertad y le ofrece una canonjía en Toledo. Los realistas toledanos se opusieron a este nombramiento y el rey, preso de estos grupos, no tuvo la valentía de impedirlo.

Entonces comunica al Cabildo por medio de su Secretario D. Pedro Ceballos que el rey quiere que el Cabildo acuda con los frutos de su canonicato al Señor Francisco Castanedo, quien no puede venir a residir por la orden que se lo impide, siendo buena prueba de ello el haverle acordado una canogía en Toledo, la que no se ha llevado a efecto sin causa de su parte.
El lectoral La Madriz, a propósito de esta carta, se hace una serie de preguntas, ya que no comprende cómo el Rey no actúa con más autoridad y ha permitido la defenestración de Castanedo. Con ello está haciendo una lectura sub línea, acusando a algún miembro del Cabildo de la denuncia. El Lectoral era también una persona de talante liberal, como veremos posteriormente. El Cabildo accede a la petición real, ya que no tenía otro camino.

Después de un largo calvario de casi cinco años, en que se siente perseguido y calumniado por sus ideas, vuelve a emerger su figura con el triunfo de los liberales en 1820, y es nombrado diputado en las cortes, que se constituyen en el llamado trienio liberal, dando vigencia a la Constitución de Cádiz.
[119]
El Cabildo tiene un valedor en Castanedo en la corte. Con motivo de una denuncia del Ayuntamiento, el Cabildo acude a él, para intentar echar tierra a la denuncia que le han hecho por la omisión de una exhortación, que el Cabildo debía hacer el día del juramento de la Constitución. Con ello estaban acusando a los miembros del Cabildo de ser reticentes con la nueva situación política. La causa se instruyó por desacato ante el Juez de primera instancia de Jaén y en apelación en la audiencia de Granada
Gracias a los buenos oficios de Castanedo en la Real Corte la causa fue sobreseída.
[120]

El siguiente contacto de Castanedo con el cabildo es con motivo de una orden real, en la que se mandaba que no percibieran los frutos del beneficio todos aquellos beneficiados que estuvieran ausentes de sus Iglesias. Castanedo comunica que esta norma no le afectaba, ya que estaba prestando un servicio a la patria. (12 octubre 1822)

A los pocos meses, el día 23 de enero presenta un certificado médico al Cabildo pidiendo dispensa del coro por seis meses. El Cabildo accede a ello, siendo un poco extraña esta petición, y dando a entender que ha tenido un accidente, que debió ser grave, sin especificar nada al respecto.
El secretario de Estado en el ministerio de Justicia comunica al Cabildo que su majestad se ha servido conceder a D. Francisco Castanedo los honores de Magistrado del Tribunal Supremo de justicia en una comunicación que le hace el 14 de marzo de 1823.
[121] El Cabildo lo felicita y éste responde, dando las gracias el 28 de mayo.

En el mes de mayo, Castanedo escribe al Cabildo comunicándole que, aunque está dispensado del coro, piensa asistir a los oficios de semana Santa.
[122]
Castanedo intervino en los oficios y durante su estancia en Jaén, se produjo el nuevo triunfo de los realistas.
Castanedo, en los últimos días de su estancia en Madrid, viendo que todo estaba perdido y que incluso su vida estaba en peligro, decide retirarse a Jaén, donde tenía muchos y buenos amigos. Debía sentirse enfermo, perseguido y decepcionado. Su destino era posiblemente la cárcel o el destierro, ya que ninguno de los dos bandos había sido capaz de asumir el menor gesto de tolerancia y concordia. Su única ilusión era la venganza y lapidación de los adversarios.

Su muerte tuvo lugar el 11 de julio de 1823, a una edad muy joven, a los 56 años. Este fin lo libró de muchos males.
Para terminar, Castanedo sirvió a un Obispo con lealtad y el Obispo, al mantenerlo en su puesto de Vicario, debía apreciarle mucho, aunque las ideas de ambos eran distintas. El Obispo, era profundamente realista como Castanedo, aunque no entendía las nuevas ideas de los ilustrados, que profesaban un cambio de ideas. Tuvo momentos de tensiones con el Cabildo, ya que tuvo que tomar posturas en contra de él, incluso en el plano judicial, pero al final, cuando se encontraba en la cumbre del poder, ayudó al Cabildo. Dentro del Cabildo sintonizaba mucho con el Deán Mazas, con el lectoral La Madriz, y Cayetano Segundo García, ya que éstos eran hombres abiertos a los nuevos tiempos, no comulgando, por supuesto, con los atropellos.

2. Garma

D. Luis Javier Garma y Moreno de la Fuente Pérez nació en Barcelona el año 1752.
Ingresó como cadete de las Reales Guardias, estudiando matemáticas y otras ciencias afines para la carrera militar. Intervino en la batalla de Argel y Carlos IV lo llamó para que le presentara unos inventos que había hecho sobre estrategia militar.
Renunció a su carrera militar y a los ascensos prometidos por sus brillantes acciones, para hacerse sacerdote. Por sus servicios, el Rey le otorgó una canonjía en Vich. Durante su estancia en esta ciudad, inventó una máquina de hilar, por cuya invención estuvo cobrando una renta vitalicia de 500 ducados al año. En la declaración de la guerra a Francia por parte de España y otras naciones europeas en 1792, Garma se une a los ejércitos del General Ricardos, participando en varias batallas. Garma estuvo siempre en primera fila, atendiendo a los soldados enfermos y contrajo una enfermedad, que estuvo a punto de llevarle a la muerte. Recuperado, en 1792, el General Oquendo lo nombra comandante de somatenes, con dos mil hombres a su servicio, que entraron en acciones de guerra en varias ocasiones.
[123]

Ordenado de sacerdote, fue nombrado Chantre por el Rey el día 25 de febrero de 1795, aunque fue muy remiso a dejar su tierra. Es una de las figuras más importantes de la época en Jaén, que ha sido revindicada por Emilio Lara..

Al estallar la guerra de la independencia es nombrado vocal de la Junta Provincial y miembro de la Junta de seguridad. Siendo nombrado, con Aguirre, superintendente para las fortificaciones de la ciudad, dados sus conocimientos militares. De su propio peculio aportó 1.000 reales para este fin.
[124]
Cuando entran los franceses en Jaén el día 23 de mayo de 1810, aunque los demás capitulares huyen de la ciudad a las cortijadas, él se queda en Jaén y aconseja a los demás lo mismo para evitar los pillajes.

Por sus ideas realistas y conservadoras, Garma y Quesada son llevados presos al Castillo de Santa Catalina el 17 de mayo de 1811, pidiéndoles un fuerte rescate, y estando a punto de que los ahorcaran.

Renunciando a un Obispado ofrecido por el Rey, acepta el cargo de teniente General y Subdelegado Apostólico de la Diócesis de Orihuela en fecha 12 de enero 1816, donde está muy poco tiempo para volver de nuevo a Jaén, donde se sentía en su casa.

Al tomar el poder los liberales, el gobierno constitucional lo traslada al arcedianato del Ballés de Barcelona (22 de febrero de 1823), donde no se va aduciendo, que se encuentra muy enfermo.

El 29 de junio de 1823 entran los realistas en Jaén y Garma, muy enfermo, con 70 años encima, se incorpora de nuevo al Cabildo.
Muere el doce de marzo de 1824 a los 71 años y es enterrado en la Catedral, como era costumbre.

Garma es la figura opuesta a Castanedo, ya que rechazaba las nuevas ideas liberales de su tiempo. Era un nacionalista y un realista profundamente convencido. Hombre noble, honrado, valiente, desprendido, serio, y profundamente religioso. Su testamento es ejemplar.

No tenía la formación teológica y jurídica de Castanedo, pero fue un ejemplo de trabajo y tesón. Tal vez, por sus conocimientos matemáticos, llevó la economía de la catedral, en el cargo de superintendente, con una ejemplaridad admirable, durante muchos años.
En ese mundo de conflictos y enfrentamientos permanentes, D. Javier, sin lugar a duda, tuvo que sufrir mucho.

3. Moreno

D. José Segundo Moreno, natural de Madrid, fue presentado como canónigo racionero por el Obispo en el año 1800, nombrándole posteriormente canónigo capitular en la canonjía, que había quedado vacante por muerte de D. Manuel de Torres.
El Obispo lo nombra Vicario General y Provisor al marcharse Castanedo como vocal de la Junta suprema. Va a ejercer este cargo en la etapa previa a la invasión francesa y durante todo el tiempo que los franceses están en Jaén. En sustitución de Castanedo es nombrado vocal de la Junta Provincial.

En los días previos a la entrada de los franceses muestra una actividad patriótica extraordinaria. Es enviado por el cabildo como miembro de una legacía, que debía rendir honores a Castaños por su triunfo en Bailén.
Este patriotismo se trasforma en pleitesía y reverencia a los franceses en su estancia en Jaén. Colabora con ellos, les vende favores, traiciona a los amigos con una gran deslealtad y engaña al pobre Obispo, que está ya muy viejo. Vende la honra y el honor, por el oro y el oropel de un cargo, con la felonía de los traidores.
En recompensa el rey Intruso lo nombra Arcediano de Jaén.
[125]
Su postura con el Cabildo es cada vez más tensa y el Obispo lo dispensa del coro, nombrándole comensal.
Al marcharse los franceses de Jaén y entrar las tropas españolas, consuma su traición, marchándose con ellos, de noche y avergonzado, para que nadie lo viera, por temor a las represalias que podría haber contra él por colaboracionismo. Es curioso, que en este personaje no existe ideología de ningún tipo ni el menor escrúpulo. Su vida está a la caza del ascenso y del poder, sea como sea, aún vendiendo a los amigos, como hizo con el Chantre y con el mismo Cabildo, que en más de una ocasión se queja de sus malas jugadas como Provisor y Vicario.

Fue un duro golpe para el Obispo esta deslealtad y engaño. Ante su deserción el Obispo nombra como gobernadores interinos al Dean y al Prior y como Administrador General a D. Bartolomé Cárdenas.
[126]
Muere en Burdeos el 17 de octubre de 1826, no existiendo constancia si volvió a España en el trienio liberal. En su testamento deja a la parroquia de San Sebastián de Madrid las rentas no cobradas de su canonjía, que son reclamadas al Cabildo por su Párroco D. José García Maroto.
[127]

. En el año 1828, por sentencia firme, fue destituido de su canonicato a instancias de Francisco Torres, que había sido nombrado racionero por el Obispo Melo en la canonjía que ostentaba el Sr. Moreno. En cuanto a los frutos se determina, que no le pertenecen al no haber guardado la residencia.
[128]

4. García

D. Cayetano Segundo García
Otro cargo muy importante en la diócesis en estos momentos era el visitador General, cuya función era el revisar las cuentas de los entes eclesiásticos diocesanos y someterlas a la aprobación del Obispo.
Para este cargo el Obispo nombró a D. José Segundo García, al que propuso como canónigo racionero el 17 de octubre de 1800 y como capitular el 17 de junio de 1803.
Al marchar Castanedo a Madrid, es nombrado vocal de la Junta Provincial. Por su estrecha amistad con Castanedo y por su influencia, deja la diócesis y marcha a Madrid como encargado por la Junta Central para disponer de las materias eclesiásticas.
[129]
Cuando entran los franceses no está en Jaén. El día 27 de agosto de 1811 el Gobierno intruso la da por huido y le quita la canonjía.

Cuando se instaura el nuevo orden, por la entrada de las tropas españolas en Jaén, vuelve a la diócesis y el Obispo lo restituye en su cargo de Visitador general y Gobernador.
Con posterioridad no hay el menor rastro de este personaje, ya que posiblemente siguió la misma suerte de Castanedo.

5. Mazas

D. José Martínez de Mazas Albear de la Cuesta hizo las oposiciones a Penitenciario el 5-9 de 1764, siendo nombrado posteriormente Deán en 1790, era natural de Liérganes (Santander).
Es uno de los ilustrados de Jaén. No es necesario presentarlo, ya que es el personaje más conocido de esta época. Estuvo un largo periodo de Deán en el episcopado de Fray Melo. Sus relaciones con el Obispo fueron cordiales, como se refleja en las actas capitulares. Era persona muy prudente, que siempre puso paz en las tensiones del Cabildo.
Murió el 20 de abril de 1805.

6. Beltranilla.

D. Gregorio González de la Beltranilla es nombrado Deán el 27 de noviembre de 1805, a los pocos meses de la muerte de Mazas. Con anterioridad era arcediano de Almería.
Fue una persona pacifica y manejable.
Muere el día 28 de julio de 1822.

7. Carranza.

Don José Ignacio de Carranza Jocano, doctoral, era natural de Orduña (Vizcaya). Fue Provisor y Vicario General con el anterior Obispo D. Pedro Rubio y Benedicto.
Era un gran jurista, que dejó sembradas las actas capitulares de informes y díctámenes llenos de sabiduría, de buen derecho, aunque en ocasiones polémico.
Con algunos de estos informes estuvo en el centro del huracán de las tensiones entre el Obispo y el Cabildo.
Era un realista convencido y furibundo enemigo de las nuevas ideas.
Murió el 4 de enero de 1816.

8. Mahamud

D. Gregorio Mahamud Benito de la Serna Gadeo era natural de Santa María del Campo (Burgos), y fue nombrado canónigo en el 1786. Colaboró con el anterior Obispo D. Agustín Rubín de Ceballos en el cargo de Provisor y Vicario General.
Fue superintendente de fábrica durante muchos años. Su actividad en este cargo se distinguió por su eficacia y tesón. El mismo Cabildo le calificaba entonces como una persona extraordinaria por su inteligencia, integridad y eficacia.
Era un realista profundo, e intransigente con las nuevas ideas. Era una persona honrada, coherente y respetuosa con los demás, a pesar de su fuerte carácter.

El 4 de diciembre de 1801 el Arzobispo de Burgos, D. José Ramón de Arce, lo llama para ocupar una plaza en Logroño como Promotor Fiscal del Tribunal de la Inquisición. Cesa en su oficio al suprimir las Cortes de Cádiz el Tribunal.
Al restablecerse el tribunal de la Inquisición en 1814, es nombrado inquisidor en Valladolid.
Al ser suprimida de nuevo la Inquisición en el trienio liberal, le conceden la jubilación. Solicita su jubilación como canónigo de Jaén, y el Cabildo no acepta su petición, aduciendo que, por estatutos, no existe la jubilación en esta catedral.

Ante la insistencia de D. Gregorio, que aduce como ejemplo la concedida por el Cabildo de Valencia a un inquisidor que se encontraba en su misma situación, accede a ello. Haciéndole saber que no puede cobrar las distribuciones ordinarias y debe levantar las cargas anejas a su canonicato con los frutos de su beneficio.
[130]
Muere en Valladolid el día 22 de abril de 1825.

9. La Madriz

El Obispo asiste a las oposiciones de lectoral,
[131] a las que se han presentado 8 candidatos. De entre ellos sobresalen dos, D. Juan José de la Madriz, con 12 votos y el otro D. Segundo Cayetano García con dos, del que hemos hablado anteriormente..
El Obispo lo traslada a la residencia de Baeza en virtud de una comunicación hecha desde Valdepeñas y refrendada por D. Camilo del Barco, tesorero y Vice-Canciller del Obispado. ( 25 nov. De 1808)
Después de muchas reticencias, marchó a Baeza y el Obispo al poco tiempo, lo traslada de nuevo a Jaén.
. Era de talante liberal y en las cortes liberales de 1820 es nombrado Diputado por la provincia de Burgos.
El gobierno constitucional lo nombra Colector de anualidades y vacantes de este Obispado.
[132]
Al instaurarse de nuevo el absolutismo monárquico se incorpora al Cabildo sin problemas.

10. Pérez Aguirre

Simón Pérez Aguirre Herreros Fernández del Muro era natural de Arnedillo (Logroño). Concursó a las oposiciones de Penitenciario en el año 1791. Fue nombrado vocal de la Junta provincial creada en Jaén con motivo de la invasión francesa.
[133]
Era un realista convencido, un activista político y un polemista en el pleno sentido de la palabra, buen orador. El duque de Montemar lo invitó a que diera algún discurso patriótico a los miembros de la Junta Provincial. Es nombrado junto con el canónigo Garma superintendente para las fortificaciones que se están haciendo en Jaén, ante el temor de la entrada de las tropas francesas en Jaén. De su peculio personal entregó 1.000 reales, que en aquel tiempo era una respetable cantidad.
Por su gran patriotismo, debieron hacerle sufrir lo franceses a su entrada en Jaén el día 23 de mayo de 1810. Con el mayor recochineo las autoridades civiles le envían a Granada a rendir pleitesía al Rey José, que había ido a visitar esta ciudad. El pobre D. Simón no tuvo más remedio que ir para evitar mayores males.
Muere el día 9 de junio de 1822, con el gobierno liberal en el poder, contra el que había luchado con tanto denuedo.

11. Quesada

Pedro Tomás García de Quesada Martínez de Atocha, racionero en 1778 y posteriormente canónigo capitular. Hermano del primer Marqués de Navasequilla.
Los franceses, por su patriotismo, lo encerraron en la cárcel del Castillo juntamente con Garma, pidiéndole una gran suma de dinero para dejarle libre.

Fue superintendente de fábrica durante mucho tiempo. Vino a Valdepeñas, en varias ocasiones, a supervisar los libros de fábrica, enviado por el Cabildo, tal vez por los familiares que tenía en el pueblo. En su cargo de superintendente de fábrica tuvo problemas con el Cabildo, al no cuadrarle las cuentas, ya que lo franceses le obligaron a pagar un gran rescate.

12. Ceballos.

Joaquín Rubín de Zeballos Cobo Herrera , fue canónigo en 1784, Chantre en 1788 y arcediano de Baeza en 1792. Era natural de Palencia. El Obispo D. Agustín de Ceballos (1780-1792), su tío, le fue dando estos sucesivos oficios en la medida en que quedaban libres, como hizo con otros sobrinos.

13. Cabrera y Arias.

Otros dos personajes de segundo nivel, que estuvieron muy cerca del Obispo en su estancia en Valdepeñas y que los conoció de seminaristas, fueron Fernando Cabrera de Arias, a quien el 12 septiembre de 1809 nombró canónigo racionero y a José de Arias, su primo. Ambos fueron sus manos y sus pies durante su estancia en Valdepeñas, actuando como Vicecancilleres. Todas las comunicaciones al Cabildo las hacía el Obispo, refrendadas por ellos. Al segundo antes de morir le dio un curato en la parroquia del sagrario.
Al primero le dispenso de asistir a coro para tenerlo permanentemente con él en Valdepeñas, teniendo el Obispo un enfrentamiento con el Cabildo por este motivo.


3. Actividad pastoral

El Obispo, a los pocos días de la toma de posesión de la diócesis, empieza su actividad pastoral. Administra el sacramento de la confirmación en la Catedral durante el mes de octubre y en las parroquias de la ciudad. Lo acompaña el Arcediano y otros dos capitulares.
El día 12 de octubre de 1786 marcha a varios pueblos de visita pastoral y el día de todos los santos celebra un solemne pontifical en la catedral, asistido de todo el Cabildo catedralicio. Todos los años va a repetir esta misa pontifical en el mismo día.
Desde Valdepeñas, donde está de visita pastoral en estos momentos, responde a un problema que se ha suscitado con motivo de la construcción de la parroquia de Larva, ya que el Cabildo le propone enviar una comisión para ir a la corte a solucionar el tema.
A principios de 1787 el Obispo deja Jaén y marcha a la zona de la sierra para la visita pastoral y administrar el sacramento de la confirmación. Antes de marcharse de visita pastoral, es su costumbre despedirse del Deán que en estos momentos era D. José Martínez de Mazas para que lo comunicara al Cabildo. Vuelve a Jaén y sigue el ritmo de visitas en los pueblos más cercanos a la capital.

Terminadas las confirmaciones el Obispo se retira a Valdepeñas, prácticamente casi todo el verano, como se desprende de un oficio de fecha 19 de octubre, que envía al Deán, en el que le comunica que habiéndose ausentado desta ciudad por una temporada considerable, nombraba para que le representara en el Cabildo a D. Juan Julián de Titos, en sustitución de D. Simón Pérez Aguirre, penitenciario. Decisión del Obispo que no gustó al Señor Pérez Aguirre. No sabemos los motivos que pudo tener el Obispo para tomar esta decisión.
En los años siguientes sigue su estancia en Jaén y en los pueblos, atendiendo los asuntos normales de gobierno y celebrando el sacramento de la confirmación en la catedral en varias ocasiones. Son frecuentes las comunicaciones al Cabildo sobre asuntos económicos y las respuestas del Obispo, con motivo de las consultas, que le hace el Cabildo.

En las fiestas más señaladas celebra de pontifical en la Catedral. En la muerte de Pío VI el 29 de agosto de 1799 celebra un solemne pontifical, al que asistieron el Cabildo en pleno, y los clérigos seculares y religiosos de la ciudad. Con este motivo escribe una pastoral pidiendo oraciones por el Papa y mandando que en todas las parroquias se celebre un funeral por su alma.
Con motivo de la celebración del cónclave, celebrado en Venecia en el que fue elegido el Cardenal Chiaramonti, con el nombre de Pío VII escribe otra pastoral.
Asiste a la inauguración del Sagrario de la Catedral el 22 de marzo de 1801.

En pleno verano, 11 agosto de 1802, se encuentra en Baeza y en Ibros. Desde aquí escribe una larga carta al Deán, interesándose por las fundaciones del Colegio de San Felipe Neri, ya que los que están al frente de esta institución, se quejan de que las rentas no les llegan a tiempo.
A partir de 1809 no hay constancia de que el Obispo saliera de Valdepeñas, tal vez por sentirse enfermo. Sus salidas son muy ocasionales, a partir de este momento.
Son frecuentes las comunicaciones con la Curia y el Cabildo, desde Valdepeñas, por medio de Fernando Cabrera y José Arias, a quienes nombra Vice-Cancilleres.

El Obispo se conmociona, cuando se entera que Pío VII ha caído prisionero de Napoleón. La prisión fue debida a que el Papa lo excomulgó, con una bula de fecha 10 de junio de 1809. En venganza, el cinco de julio lo llevó prisionero, junto con el Cardenal Pacca, a Savona y lo encerró en una fortaleza.
El día uno de Agosto de 1809 escribe una pastoral a los feligreses, pidiendo oraciones para que el emperador de los franceses deje libre al Papa.
Expulsados los franceses de Jaén, los españoles entran en Jaén el 23 de septiembre de 1812. El Obispo, desde Valdepeñas, a los dos meses escribe una pastoral sobre la constitución política de la monarquía española, haciendo una llamada a la concordia y a la obediencia a las autoridades legítimas.
[134]

En 1813 vuelve a escribir otra pastoral sobre la situación política.
[135]
Manda hacer rogativas, dadas las tensiones políticas entre realistas y liberales y escribe una nueva pastoral el 21 de junio de 1814.
La salud del Obispo, sufre un serio revés, ya que el posible parkinson ha ido progresando de una manera alarmante.
El 11 de Febrero de 1815 el canónigo D. Miguel de los Santos Ballesteros lo visita en Valdepeñas para manifestarle el estado lamentable, en que se encuentra la fábrica de la Catedral de Baeza y pedirle una ayuda económica. El Obispo le concedió una subvención de seis mil reales a cargo de los prioratos vacantes. El Cabildo acuerda escribir al Obispo, dándole las gracias en los términos más expresivos.
El Señor Ballesteros, en el mismo oficio comunica al Cabildo que el próximo jueves santo, el Obispo hará la consagración de los santos óleos en su capilla de Valdepeñas. Circunstancia que nos hace ver la deplorable situación en que se encontraba, ya que todos los años había asistido a esta celebración.
[136].

4. Sus relaciones con el rey

Como buen realista tenía una estrecha devoción al rey, de manera especial a Carlos IV, que le había nombrado Obispo y que tan ligado había estado con su hermano.

Uno de los golpes más fuertes para el Rey fue la traición de su hijo Fernando, el cual, aliado con el duque del Infantado y el canónigo zaragozano D. Juan Escosquiz, preceptor del príncipe, conspiraron para destronarle.
El secretario real envió al Obispo y Cabildo la carta que el Rey había escrito al General interino del Consejo del Reino. La comunicación es conmovedora, cuyo tenor es el siguiente:

Dios que vela sobre las criaturas no permite la consumación de los hechos atroces cuando las víctimas son inocentes; así me ha librado su omnipotencia de la más inaudita catástrofe; mi pueblo, mis vasallos, todos conocen bien mi cristiandad y costumbres arregladas, todos me aman y de todos recibo pruebas de veneración, cual exige el respeto de un padre amante de sus hijos; vivía yo persuadido de esta felicidad y entregado al reposo de mi familia, cuando una mano desconocida me enseña y descubre el más enorme, el más inaudito plan, que se tramaba en mi mismo palacio contra mi persona: La vida mía que tantas veces ha estado en riesgo, era ya una carga para mi sucesor, que preocupado, obcecado y enajenado de todos los principios de cristiandad, que le enseñó mi paternal cuidado y amor; había admitido un plan para destronarme; entonces yo quise indagar por mí la verdad del hecho y sorprendiéndole en mi mismo cuarto hallé en su poder la cifra de inteligencias e instrucciones, que recibía de los malvados; convoqué al examen de mi gobernador interino del consejo
[137] para que, asociado con otros ministros practicasen diligencias de indagación; todo se hizo y de ello resultarían varios reos cuya prisión fue decretada, así como el arresto de mi hijo en su habitación; esta pena quedaba a las muchas que me afligen; pero así como es la más dolorosa, es también la más importante de purgar; e interim mando publicar el resultado, no quiero dejar de manifestar a mis vasallos mi disgusto que será menor con las muestras de lealtad, trendréislo entendido para que se circule en la forma conveniente.
San Lorenzo del Escorial 30 de octubre de 1807.
[138]

El Cabildo quedó impresionado por esta carta, en la que se respira la profunda tristeza y dolor por la traición de un hijo, que hizo causa común con los malvados.
A los pocos días el Cabildo y el Obispo responden al Rey con una comunicación muy escueta: S. I. y el Cabildo harán lo mejor que convenga al cumplimiento de las reales intenciones, quedando entretanto en redoblar particularmente las oraciones y súplicas a Dios por la salud de su magestad y el mayor bien del reino.
El ayuntamiento pide que se cante un Te Deum con este motivo.
El Obispo, por su origen noble, era una persona muy afín a la monarquía y sumamente respetuoso con los reyes.
Me ha impresionado una carta enviada por el Obispo al Cabildo, a la que adjunta una petición del Rey, solicitando un préstamo, que se pagaría con la renta de los excusados, para afrontar los grandes gastos ocasionados con las guerras de los franceses y de los ingleses.
En ella aparece su patriotismo, su amor a la patria y veneración al Rey, que hoy puede parecer servilismo.
La carta del ministro de hacienda es de fecha, 25 de enero de 1798 y la enviada por el Obispo de fecha 20 de febrero.
La carta, llena de delicadeza y finura, la transcribo íntegramente por el interés que tiene:

Ilmo. Sr. Deán: Dirijo a V.I. el adjunto oficio que acabo de recibir afín de que visto y reflexionado su contenido, me lo devuelva, diciéndome su modo de pensar, sin más dilación que la permite.
Pública es mi actual imposibilidad de hacer desembolsos; más sin embargo, siendo como son tan ejecutivos los apuros de nuestro católico monarca, que supone la propuesta que en su real nombre se nos hace; no puedo menos de prestarme gustoso, ofreciendo hasta las cantidades que puedan considerarse indispensable para sostener la decencia de mi dignidad episcopal, supuesto ser necesario usar de este recurso para poder presentar lo que en efecto sea correspondiente a la seguridad de la finca, con que se ofrece afianzar; a las condiciones, a que se sujeta, a las urgencias actuales de la corona y sobre todo a la confianza, con que su majestad acude a nosotros.
Considero a V. I. penetrado de estos mismos sentimientos y consiguiente a esto, no dudo hará todo esfuerzo, a que tenga arbitrio, contando siempre con mi prontitud racional a interponer mi autoridad para vencer las dificultades, que impidan o puedan dilatar la ejecución de este empréstito, con el que daremos una nueva prueba de amor y lealtad a nuestro soberano.

El Cabildo después de estudiar y discutir el asunto en varios Cabildos y hablar personalmente con el Obispo, decide entregar al Rey la cantidad de un millón de reales en dos momentos, previas unas condiciones.
Con este fin envían a la corte al doctoral D. José Ignacio de Carranza, con los poderes consiguientes, para que firme estos documentos.

El Obispo durante el tiempo de la invasión francesa no salió de Valdepeñas en ningún momento. Las razones pueden ser múltiples: Estar apartado de los invasores, los peligros que acechaban en los caminos por la poca seguridad, que había y sobre todo su edad (74 años), y los achaques y enfermedad de parkison, que estaba muy adelantada..

5. La muerte de su hermano

Ha muerto su hermano y el Obispo comunica al Cabildo, que desea celebrar en la Catedral un funeral por su alma. El Señor Deán le comunica, en nombre del Cabildo, que se siente muy complacido por acompañar, tanto él como el Cabildo a S. Ilma en este momento tan triste y penoso.

En la comunicación del Obispo se indica, que se trata del Excmo. Señor D. Pedro Melo de Portugal, Teniente General de los reales ejércitos, Virrey, Capitán General y Presidente de las Real Audiencia de las Provincias de la Plata en la América.
El obispo con gran finura termina la comunicación diciendo, contribuyendo con lo que fuere necesario.
El Cabildo le responde que lo hace sin ningún tipo de interés.
Con este motivo manda levantar el túmulo usado en la festividad de los fieles difuntos.
Se celebra con la mayor solemnidad el doce de mayo de 1787 y asiste el Cabildo, las autoridades civiles y militares y un gran número de fieles.


6. Su retirada a Valdepeñas

La diócesis de Jaén tenía un palacio en Valdepeñas, al que solían venirse los obispos en el verano. En el año 1657, el entonces Obispo de Jaén D. Fernando de Andrade y Castro hizo con Eufrasio López Rojas un concierto para que suministrara la piedra, que necesitaba para la casa, que estaba reformando en Valdepeñas el Obispo, pagando por cada losa real y medio.
Esta casa era el Palacio residencia de verano, que se había comprado al clérigo Joan de Medina.
[139]
Fray Melo, en los primeros años de su estancia en Jaén, venía todos los veranos. Hubo un momento, en que se recluyó en Valdepeñas, sin salir del pueblo.
De una manera reiterativa, en los pocos artículos escritos sobre este Obispo, hay una coincidencia absoluta al afirmar que la razón, por la que se retira a Valdepeñas es el conflicto con el Cabildo.
Después de estudiar detenidamente el asunto, me parece que la razón o causa por la que el Obispo se retira a Valdepeñas no está motivada por los posibles enfrentamientos con el Cabildo, ya que, al margen de otras consideraciones, un enfrentamiento de este tipo no es motivo, de que deje la ciudad. Hubo ciertamente algunos puntos de fricción, pero de ninguna manera ello puede justificar su ausencia de Jaén. En la primera etapa de su pontificado, va pocas veces a Valdepeñas, ya que aparece en pleno verano administrando la confirmación en otros pueblos.

En Valdepeñas encontró una paz y una tranquilidad, que no encontraba en el Jaén de aquella época, tan lleno de tensiones y problemas. Como buen religioso le agradaba la soledad y el poco bullicio de una aldea, como era Valdepeñas en aquel momento. Allí vivía tranquilamente, sin las grandes complicaciones de la ciudad. Pero quizá la razón, a mi juicio más determinante, es la enfermedad y la edad. No olvidemos que en este momento la media de vida de un adulto no pasaba de los cincuenta años.

El Obispo me da la impresión, que padecía un parkinson, que, aunque no le quitaba el uso de sus facultades, le creaba un gran deterioro mental, como indica el lectoral al afirmar que el Obispo padecía una semiparálisis y un temblor permanente y al final debía tener muy mermadas sus facultades, ya que cuando le visita D. Francisco Autón, nombrado por él Vicario General, le confunde con el anterior Vicario.
Basta con ver las firmas en las diversas etapas de su vida, para descubrir, que existe en él un temblor permanente, especialmente en los seis últimos años de su vida.

7. Sus conflictos con el Cabildo

Aunque el motivo por el que se retiró a Valdepeñas no fueran las tensiones con el Cabildo, tuvo algunos conflictos con éste.
Fray Diego era un carácter fuerte, que no se dejaba intimidar por nada ni por nadie, pero era un hombre muy virtuoso.
En los comentarios que vamos a hacer a continuación aparecen en él dos rasgos: Su patriotismo y la defensa, de lo que él llama la dignidad episcopal.
La primera fricción con el Cabildo tiene lugar con motivo de la elección de un oficial de la Contaduría de rentas decimales. En la votación para la elección del cargo, el Obispo tiene la mitad de los votos. Al Obispo se le une algún otro capitular, y votan por Manuel Martín Pérez, joven muy inteligente y prometedor. El Cabildo, a pesar de la propuesta del Obispo, elige a Francisco Lazuna.

Pide un informe al Cabildo, indicando que no estaba de acuerdo con la solución adoptada.
El Cabildo manda un largo informe, que no viene al caso, y termina con estas palabras: En todo deseamos el acierto y tratar de complacer a V. I. en testimonio de nuestros verdaderos deseos de complacerle en cuanto depende de nuestro arbitrio.

Ante esta postura tan delicada y respetuosa del Cabildo el Obispo, con energía, pero también con mucho respeto, aunque considera que su postura está jurídicamente fundada, responde, con un gesto de humildad, deseando continuar las pruebas de buena armonía y amor a la paz, dejo al prudente arbitrio de V. S. I, la resolución de este caso.
[140]

El Cabildo, el día cuatro de diciembre, le responde dejando en manos del Obispo la solución del problema, al margen de los motivos jurídicos en pudiera estar fundada su postura.

De nuevo vuelve el Obispo a escribir al Cabildo y agradece su postura con estas palabras: Es una prueba nada equívoca de la sacra correspondencia a mis sentimientos de amor y de paz, que justamente merece todo mi aprecio.
Existen ciertamente momentos de tensión, pero nunca un conflicto abierto, ya que el Obispo es respetuoso con el Cabildo.
Este conflicto se manifiesta de una manera especial con las personas, que están en el entorno del Obispo, ya que algunas de ellas, especialmente D. Francisco Castanedo, Provisor y Vicario General, tomaron decisiones, que no fueron gratas al Cabildo.

Tuvo también fricciones con algunos canónigos, como fue el caso de D. José La Madriz, lectoral, y D. Francisco Santos Ballesteros, con motivo de la orden dada por el Obispo para que se fueran a la residencia de Baeza. El primero estuvo muy poco tiempo en Baeza
El segundo enfrentamiento más serio fue, con motivo del nombramiento como racionero de D. Francisco de Torres, ya que el Obispo, previo el nombramiento, le había dado la colación canónica y el Cabildo se negó a darle la posesión.

El Obispo le había dado la canonjía de D. José Segundo, vacante por su huida con los franceses. El Cabildo funda su negativa, en el informe dado por el Señor Doctoral. Para este, la canonjía, a pesar de que la ausencia del Señor Moreno, que había huido con los franceses, no está libre, ya que se necesita un largo proceso judicial, que puede durar hasta tres años, para declarar vacante la canonjía. Este proceso está aún pendiente.
A pesar de las objeciones del Doctoral, se siguió el criterio del magistral Sr. La Madriz, dándole posesión de la canonjía, con el acuerdo, de que se prosiguiera el proceso judicial, tal como había pedido el Cabildo
[141] No obstante el cabildo acuerda consultar el caso con la Real Cámara, que no toma posición en el tema, ya que el Obispo muere al poco tiempo ( enero 1816).

A los pocos meses el Obispo decide dispensarle de su asistencia a coro y de nuevo se entabla la polémica. La razón de la dispensa es que se dedique exclusivamente a la administración de los bienes de la mitra.
La dispensa no debió gustar al Cabildo, ya que durante la estancia de los franceses en Jaén, en la guerra de la independencia, el Obispo no había percibido nada de lo que le correspondía y fue el encargado de pedir las cuentas al Cabildo. Circunstancia que no gustó al Cabildo, ya que el predicho era un auténtico incordio.

8. La guerra de la independencia

Hay muy pocos datos para indicar cuál fue su postura frente a la guerra de la independencia.
Para unos no hubo la menor fricción con las tropas invasoras, ya que dejó su palacio a los invasores, como se prueba por un oficio del Obispo presentado en la sesión capitular del municipio de Jaén, de fecha 13 de marzo de 1819 en la que dice haberle servido de mucha satisfacción que se haya elegido su Palacio para hospedar en él al Rey José I Bonaparte, sintiendo que no está alojado dignamente para que se verifique en la menor forma y que esperaba de la municipalidad diesen todas las disposiciones que estimasen convenientes a este fin de que S. M. fuese atendido o servido, si no como correspondía, al menos como permitiesen las circunstancias y la escasez del pueblo, a cuyo fin dispusieron a su arbitrio de todas las piezas y oficinas de palacio. Con todos sus muebles y enseres que desde el instante quedaban a disposición de la Municipalidad y si en sus muchas y bastantes ocupaciones juzgasen para más acertado el medio de nombrar dos de sus individuos para que de acuerdo con sus familiares, especialmente su tesorero y mayordomo, que por sus destinos pueden más bien contribuir al mejor y pronto servicio de su S. M.

Otros lo tratan como un nacionalista acérrico. Comenta Cazabán, que cuando llegó el Rey a Jaén, llamó al Obispo para que viniera a cumplimentarle y este le respondió: Yo no acudo a quien no es mi Señor; yo no mancho mis canas, ni prostituyo mi ministerio ni empeño el lustre de mi cuna.
[142]
Es una pena que Cazabán no haya reseñado la fuente de su información, que está en plena contradicción con la carta anteriormente reseñada.
Parece más correcto decir que le Obispo estuvo evidentemente contra la invasión francesa, pero por razones de prudencia debió optar por el silencio.
El oficio mencionado es una carta de compromiso, ya que, en aquellas circunstancias, no tenía más remedio que dejar el palacio, si no quería verse expuesto a serias represalias. Si no da la autorización, es evidente, que se lo hubieran ocupado igualmente.
El oficio es muy medido, y termina con una apostilla muy diplomática, esto es, que se pongan en comunicación con su tesorero y mayordomo.
La actitud del Obispo frente a los franceses aparece muy clara en una comunicación que manda a todos los sacerdotes y religiosos, en fecha 7 de enero de 1810, invitando a los eclesiásticos seculares, para que vayan a los ejércitos con el objeto de exhortar a las tropas y oficiales al cumplimiento de sus obligaciones militares.
[143]
La exhortación episcopal debió tener poca acogida, ya que los franceses entran en Jaén el 23 de enero de 1810 a los pocos días de enviar su exhortación.

La revista Don Lope de Sosa, sin citar el origen de la noticia, cuenta que en Jaén los franceses establecieron una logia masónica. Luego que esto llegó a noticia del Reverendo Obispo de esta Diócesis, tomó varias medidas con el fin de atajar tan grande mal, y preservar a sus ovejas de este principio. Pero algunas personas de elevado carácter, y acreditada prudencia, lograron disuadirlo del intento, haciéndole presente, que estas medidas sólo iban a producir su propia ruina, en un tiempo, en que su vida era tan importante a esta afligida iglesia. Pues su muerte podría traer muy perniciosas consecuencias, siendo de temer que, privada de su legítimo pastor, sería substituído en su lugar con un intruso, que aumentaría su amargura y desolación.
[144]

Otra intervención muy directa del Obispo en este periodo fue motivada con motivo del cobro de un subsidio extraordinario, que el gobierno intruso había puesto a todos los clérigos, que tuviesen algún beneficio. El cuadrante de lo que cada pieza tenía que pagar lo había hecho el Provisor D. Segundo Moreno y quiso que fuera el Cabildo el encargado de cobrarlo, por medio de las oficinas o tercias, que tenía en los pueblos. El Cabildo, sabiendo la impopularidad de esta cobranza y la manera injusta, en que se había hecho el reparto, se resistió a cobrarlo. El Provisor acudió al Obispo y para evitar males mayores, mandó que el Cabildo lo cobrara con dos comunicaciones de 15 y 18 de septiembre de 1810. Insinuación que el Cabildo aceptó, aunque no de buen agrado. En venganza, todas las protestas enviadas por los clérigos, al Cabildo las enviaba al Señor Provisor. Un coadjutor de Valdepeñas se queja de que a su curato, que es muy pobre, le han puesto de tasa 2.000 reales.

El Obispo escribe una larga pastoral sobre la constitución política de la monarquía 15 de diciembre de 1812.
[145]
Otro hecho, sin relieve, pero muy significativo, es su actitud con uno de los capitulares de Baeza, D. Juan de Cespedes. Es natural de Jaén y la entrada de los franceses le ha cogido en esta ciudad. Teme marchar a Baeza y pide poder cumplir con sus obligaciones corales en la catedral de Jaén. El Cabildo no se lo permite y opta por hacer la petición al Obispo, fundando su concesión en los peligros e inseguridad que había en aquellos momentos por los caminos.
El Obispo accede a su petición.

Dos años antes de su muerte el Cabildo lo invita a la bendición de los óleos y les responde, diciendo que la hará en su capilla de Valdepeñas.
En otras muchas ocasiones muestra un interés especial, con todas las comunicaciones, que le vienen de la casa real, encargando al Cabildo, su pronto cumplimiento.
[146]
A los dos años (21-abril-1801) el Obispo recomienda encarecidamente una petición del Rey en la que solicitaba al Cabildo dos millones de reales para los gastos más urgentes
.

9. El Obispo y los pobres

El día 13 de 1805 el Obispo envía al Cabildo una carta, a la que adjunta un oficio del Ayuntamiento de Valdepeñas, solicitando colaboración del Cabildo para la creación de una junta, suplicando al Cabildo, que colaborara y concurriera a un fin tan importante y necesario para a tender al socorro de los pobres. Su finalidad sería la siguiente.
Ante el año tan calamitoso que está pasando la ciudad por las sequías continuas, hay una gran necesidad de ayudar a muchas personas, que están pasando serias dificultades económicas.
Se propone la creación de un fondo, destinado al acopio del trigo necesario para el abasto de los pobres.
El cabildo cedería a este fondo las rentas de los arbitrios dependientes del Cabildo y el Ayuntamiento, junto con los donativos del pueblo, ayudarían a paliar la extrema necesidad, en que se encuentran una gran parte de los vecinos.
Algún miembro del Cabildo debía pertenecer a esta junta.
El Deán manifiesta, que le habían visitado y expuesto ampliamente esta idea el corregidor y dos venticuatro.

El Cabildo nombra como comisionados para que vayan al pueblo a D. Juan Julián de Titos y a D. Simón Pérez Aguire, magistral y penitenciario respectivamente.
No conocemos el resultado de esta gestión, pero creemos que se llevaría adelante y que el Obispo de su peculio particular haría su aportación para solucionar una calamidad tan fuerte.

10. Bendición de la ermita de San Sebastián y del nuevo cementerio

Fray Diego fue una persona generosa. Le gustaba mezclarse en el quehacer de las obras de la parroquia. Daba orientaciones a los clérigos encargados de la colecturía, que debían hacer esta o cual obra. En los libros de fábrica, en más de una ocasión, el Obispo da consejos al colector y Párroco para que hagan esta o aquella obra. El responsable de la economía es excusa con la idea de que no tienen dineros y él se ofrece a pagar de su peculio el yeso.

La obra del cementerio, con su magnífico tapial de piedra tosca, se hizo con su aportación. El cementerio, junto con la Iglesia y el puente de Santa Ana, son las únicas edificaciones antiguas, que van quedando en Valdepeñas. Es una pena que haya desaparecido algunas bodegas y algunas casas de piedra, hechas en la fundación del pueblo.
Sería una pena que se destruyera, como ha sucedido con otros edificios de piedra muy ligados a la historia de Valdepeñas
La más importante hecha por el Obispo a sus expensas fue la remodelación de la ermita de San Sebastián y el nuevo cementerio.
Ante esta nueva ley civil, se plantea la necesidad de construir un nuevo cementerio en Valdepeñas. Se elige la ermita de San Sebastián, con sus anejos. La elección tal vez fuera hecha por el mismo Obispo, ya que éste construye el cementerio y remodela la Iglesia de San Bartolomé. Oigamos como nos describe un cronista de la época la bendición del cementerio y la consagración de la ermita: En la villa de Valdepeñas, a ocho de junio de 1807 el Dr. D. Juan Francisco Gay, Prior de esta Iglesia, con licencia de Ilmo. Sr. D. Fray Diego Melo de Portugal, Obispo de esta diócesis y con asistencia y la presencia del dicho Sr. Ilmo. y el Señor Doctor Don Francisco Castanedo, Señor Provisor y Vicario General de este obispado, su gobernador, y canónigo de la Santa Iglesia Catedral, con asistencia de otros sus familiares de su Sñría. Ilma. , de este clero, de las cofradías de esta Iglesia, de los señores jueces sinodales y del ayuntamiento de esta villa, el dicho Señor Prior hizo solemnemente las ceremonias, que manda el Ritual Romano para la bendición del cementerio, lo que se expresó en el indicado día, cuya constitución ha sido hecha a expensas del Reverendísimo, dignísimo y caritativo Prelado dicho Señor Ilustrísmo y para que conste y se tenga presente tan piadosa donación y beneficio público, se estampa en este libro de testamentos de esta única parroquia, que tiene esta villa en los dichos días y mes expresados.

A los dieciocho días se inaugura la ermita de San Sebastián, que ha sido remodelada casi por completo. Oigamos la crónica de la época, que tiene sin lugar a duda un sabor especial:

ITEM el día 28 de dicho mes y año el Ilmo. Sr. D. Fray Diego Melo de Portugal, Obispo de esta diócesis, acompañado del clero de la villa, y Ayuntamiento, formando solemne procesión, revestido su Ilma. de Pontifical, precediendo las cofradías y un numeroso concurso de gentes.
Presidiendo el dicho Señor Ilustrísimo se encaminó desde esta parroquia, haciendo procesión todos, a la ermita que se llama de San Sebastián, la cual se ha fabricado de nuevo desde su fundamento, porque la antigua se demolió y derribó por estar muy devastada y quebrantada, a expensas y costa del dicho Señor Ilmo. , quien en habiendo llegado, consagró y bendijo.

La referida ermita conforme disponen los ceremoniales y concluida, que fue esta sagrada bendición, regresó dicho Señor con el mismo acompañamiento a la parroquia, habiendo mandado, que al instante se quedase uno de los presbíteros a celebrar su primera misa en la dicha ermita, para que el que quisiera de los fieles la oyese, por ser domingo el expresado día. Fue presente a esta bendición el Sr. Visitador y Gobernador de este el Dr. D. Segundo García, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Jaén y otros familiares de su Señoría Ilma. y para que tengan en memoria los beneficios, que el dicho Señor ha dignado hacer a este pueblo, entre otros muchos, se hace expresión del presente, que se fija en este libro de testamentos, se hace expresión del presente, que se refleja en este libro de testamentos de esta parroquia en el dicho referido día, mes y año, domingo, 28, junio, de 1807.

En el cementerio los enterramientos se hicieron en la tierra hasta el año 1850. El 15 de febrero, con la autorización del Obispo, el Prior de Valdepeñas, el Bachiller D. Antonio Muñoz, mandó construir 50 nichos. La venta de ellos se realiza en 80 reales para los adultos y 60 para los párvulos. A los tres años el cadáver debía ser exhumado, a no ser que se abonaran 80 reales para otros tres años. La obra asciende a 1.307 reales. Hay un dato curioso: Los cadáveres deben ser rociados con una cuartilla de cal con el fin de facilitar la destrucción del cadáver.
[147]


11. El Cabildo denuncia al Obispo

Todo sucedió, con motivo del escrito del Obispo, en el que comunicaba había nombrado comensal (dispensa de la asistencia a coro) al canónigo racionero D. Francisco Torres, nombrándolo administrador de los bienes de la mitra.
En un largo informe, el entonces doctoral Carranza hace ver al cabildo, que no se puede acceder a la petición episcopal ya que, según los estatutos, el predicho no llevaba un año de residencia.
Al final del informe, sugiere la posibilidad, que el nombramiento del predicho Señor Torres, podía ser nulo, al forzar dicho nombramiento, encontrándose el Obispo en unas condiciones deplorables, por motivos exclusivamente personales. Ello había llevado a los mal intencionados a censurar esta postura nacida de fines personales, cuando es notoria la debilidad que en su juicio padece el Señor Obispo por su edad avanzada y sus achaques y porque aún el Cabildo no tiene conocimiento del expediente que breve y sumariamente debe formarse.
[148].

El Cabildo, en virtud de las sugerencias del doctoral, acordó en el mes de diciembre nombrar una comisión integrada por los capitulares D. Simón Pérez Aguirre, penitenciario, y D. Andrés Anasotegui, con el fin de que marcharan a Valdepeñas a averiguar el estado en que se encontraba el Obispo por lo respectivo al uso de sus potencias.
El hecho se presenta con motivo del nombramiento del canónigo racionero D. Francisco de Torres, como he dicho anteriormente. El Doctoral ha dado un informe en el que sugiere la posibilidad de que el nombramiento sea nulo, por no encontrarse el Obispo en sus plenas facultades mentales.
La razón por la que se deciden a enviar la comisión es que por varios conductos y cada día se van aumentando las noticias confirmatorias de ello, y no pudiendo mirarse con indiferencia un asunto de tanta gravedad por los perjuicios, que de ello pudieran seguirse en lo espiritual.
Los comisionados fueron a Valdepeñas, hicieron su informe para el Cabildo y, leído, decidieron enviarlo a la Real Cámara, para que resolviera lo que estimara conveniente. El dictamen no se conserva en las actas.

Intervino, a continuación, el canónigo lectoral D. Juan José de la Madriz, afirmando que sintió no estar en el cabildo y opinaba, que no era correcto, ya que los comisionados debieron ir acompañados de dos médicos, que pudieran dictaminar con más precisión, sobre el estado de su Ilma., esto es, si se trataba de una demencia total o parcial y cual era la época más probable, en que podía haberse fijado esta enfermedad. Consta, por otra parte, a tenor del informe dado por el facultativo del obispo en octubre pasado, con motivo de la petición del Obispo de que le nombraran Obispo auxiliar en la persona de D. Francisco Javier Outón, que se encontraba en el pleno uso de sus facultades en ese momento.

Nadie, por otra parte, dice el lectoral, ha dudado de la legitimidad de los nombramientos, que hizo como Gobernador Eclesiástico en la persona del Arcediano de Baeza Sr. Rubín de Ceballos y posteriormente del Señor D. Francisco Outon, como gobernador de la diócesis y no se explica cómo el Cabildo tiene ahora estos escrúpulos infundados.
Es verdad, dice la Madriz, que el Obispo padecía, hacía muchos años un habitual temblor y semiparálisis.
En relación al contenido del informe sostiene que se debían haber omitido las referencias al Sr. Outon, Castanedo y García, sugiriendo con ello el informe negativo de cada uno de ellos, ni haber hecho referencia a la canonjía del Señor Torres, por no haber sido este hecho objeto de la comisión.
Pide que su voto se envíe a la Real Cámara, ya que considera que no se puede en un asunto tan delicado, lúbrico y peligroso poner en duda la jurisdicción del Obispo y de las personas nombradas, aunque tuviera cierta debilidad mental en su cabeza en el momento presente.
[149]

A pesar de la oposición del Señor Lectoral, el Cabildo acuerda (6 diciembre de 1815) enviar el informe elaborado por los dos comisionados, previa su lectura, para que la Real Cámara se sirva resolver lo que considere más oportuno.
El Secretario de la Real Cámara D. Cristóbal Antonio Ibarra se da por enterado de la comunicación del Cabildo, y ruega al Cabildo, que haga un informe más amplio, ya que la postura del Lectoral le ha creado muchas dudas.

Por otra parte la real justicia de Valdepeñas había enviado un escrito, desmintiendo la información de la comisión, y tomando firma y nombre de su Ilma., envía un largo escrito a la Real Cámara, indicando que el Obispo se encontraba en el pleno uso de sus facultades mentales, aunque con ochenta y tres años encima.
El Cabildo se alarma y acuerda, que pase inmediatamente a la Corte un Señor Capitular para informar personalmente sobre el asunto, ya que la opinión de La Madriz tenía mucho peso en la Cámara Real.

Previa votación, se acuerda enviar a Madrid, al Señor Penitenciario D. Simón Pérez Aguirre, que había sido uno de los comisionados.
El Señor lectoral se opone a esta legacía, aduciendo, que sería un escándalo para la diócesis que un capitular vaya personalmente a hacer una información y más aún, cuando ya se ha hecho por escrito.
Se opone terminantemente a que los gastos de este traslado los pague el Cabildo.

El lectoral apostilla que el Obispo debía haber sufrido mucho, ya que se le notaba su habitual temblor y semiparálisis.
Con anterioridad a esta fecha alguien había denunciado al Obispo a Roma, indicando que se había ausentado de la diócesis e ido a vivir a Valdepeñas. La diócesis estaba abandonada, y regida por el Vicario General y Provisor Castanedo. La Santa Sede, con mucha discreción, envió al Obispo de Guadix para que informara. Este vino a Valdepeñas en plan de visita personal, ya que el Obispo le había consagrado en una ceremonia muy solemne en la Catedral. Se conoce que el objetivo de esta visita era otro por el comentario hecho por el Provincial de los Carmelitas. Al dicho religioso había dicho el Obispo de Guadix, que su Ilma. había sufrido alguna novedad en el cerebro.

El Cabildo, después de la muerte del Obispo, para salvar su buen nombre, acuerda que el Señor penitenciario pasara a la corte a hablar con el Duque de Montemar para explicarle verbalmente lo sucedido.

12. La muerte del Obispo

El Señor Deán, en el Cabildo de 23 de enero de 1816, lee una oficio del Párroco de Valdepeñas D. Manuel Martínez y otro de D. José de Arias, Vice-Canciller de su Excia., en los que le comunican que el Obispo había muerto a las doce del mismo día.
El Prior de Valdepeñas mandó tocar las campanas. Las campanas estaban como locas de tanto repique. Los vecinos se extrañaban de tanto aldabonazo y toque y con curiosidad se asomaban a los dinteles de las casas, preguntando qué es lo que pasaba. La voz corría de puerta en puerta: ¡ Ha muerto el Obispo!. Al cabo de doscientos años, aún se recuerdan los paseos de aquel personaje humilde y sencillo, junto a la senda del río del Badillo, por un lugar que aún se llama el paseo del Obispo.

El Cabildo en pie reza un responso por su Ilma. y con la mayor urgencia se dispone a preparar lo necesario para el entierro.
Acuerda que el Obispo, acompañado de dos o cuatro eclesiásticos, sea traído hasta la Fuente de la Peña, donde lo esperarán y recibirán D. José Serafín de Lara, D. Joaquin de Bargas y D. Joaquín Cisneros, comisionados con este fin.
El Deán manda que repiquen las campanas de la Catedral, siguiendo el ritual de la muerte de un Obispo: Que inmediatamente se toque a sede vacante con tres signos de a treinta toques pausados cada uno y luego todas las campanas a repique y concluido el último habrá un cuarto de hora sin intervalo en todas las campanas a que acompañarán las de las parroquias y conventos de esta ciudad y lo mismo en los demás días en que se toque en la matriz con este motivo hasta concluirse el novenario.

El Cabildo toma posesión de la diócesis, sede vacante y comunica que al Vicario General, Provisor, Fiscal, Visitador, Notarios y demás oficiales, que han cesado en su jurisdicción. El Señor Deán manda recoger las llaves, sellos etc de la Secretaría General.
En el Cabildo de fecha 27 de enero fueron nombrados conjuntamente como Gobernadores los Señores Don Gregorio González de Baltranilla, Deán, Don Agustín Rubín de Ceballos, Arzediano de Baeza, y Don Francisco Mesía, canónigo. Como Provisor y Vicario General nombraron a Don Simón Pérez Aguirre, Penitenciario, cuyas atribuciones serían conocer todas y cualesquiera causas civiles, criminales, beneficiales, matrimoniales y decimales, excepto las reservadas a los gobernadores.

Se acuerda que se le dé sepultura en el coro frente al púlpito del evangelio.
El entierro se hace el día 25 de enero por la tarde al terminar las completas. Es presidido por el Señor Deán, a quien acompañan dos capitulares. Asiste la universidad de Priores, Comunidades religiosas, Beneficiados, clero parroquial y cofradías, todos ellos con sus respectivas cruces y estandartes.
Al llegar a la Catedral, el Obispo es colocado en el túmulo preparado al efecto, celebrándose la vigilia y misa con toda solemnidad.
Terminada la función, las campanas siguieron tocando durante los nueve días siguientes. Había muerto el Obispo.
Al día siguiente, siguió la vida, corriendo de nuevo y el reloj marcando las horas.

13. El expolio del Obispo

Al entrar las tropas realistas en Jaén (julio de 1820) el intendente pidió 10.000 reales del expolio de Melo de Portugal, concediendo el Cabildo esta petición a cuenta de los dos novenos en fruto del año en curso
[150]

El día 13 de septiembre de 1820 hace acto de presencia en la catedral un pelotón de saldados al mando del teniente coronel Lancha, edecán del General Riego, concentrando en la sacristía a los escasos miembros del Cabildo todavía presentes, pues hacía más de una hora , que habían acabado los oficios del coro y en su mayoría habían marchado a sus domicilios o simplemente no habían acudido por contarse algunos entre los huidos de la noche anterior; a los presentes procede a leerles un pliego......por el que pedía sin dilación ni excusa al Cabildo una contribución forzosa de otros 500.000 reales, la misma cantidad, que exigía por otro lado al Obispo, además de entregar la totalidad de las cantidades que existieren en el expolio del obispo Melo de Portugal, que sabían se guardaba en un arca al efecto existente en la contaduría catedralicia y, lo que era mucho más grave, todas las alhajas de oro y plata existentes tanto en el primer templo como en las demás iglesias de la catedral, esperando el edecán que el Cabildo daría con su conducta motivos para aplaudir su celo y para recomendar su patriotismo a S. M.
[151]

Del arca del Obispo se llevaron los 44. 003 reales. No les dio tiempo a llevarse otras joyas y el santo Rostro, porque en ese momento entraron por la Fuente de la Peña las fuerzas realistas del General Sánchez Cisneros.
El Cabildo entregó también 50. 000 reales del expolio al ayuntamiento.
El 25 de noviembre de 1827
[152] D. José Agustín de Lara, subcolector de expolios y vacantes de este obispado hizo presente que los pontificales que quedaron por fallecimiento de Fray Melo de Portugal, con motivo del concurso formado, se hallan por vía de depósito entregados al Señor Racionero D. Jorge López y se custodia en una pieza del palacio episcopal, pero este sitio se halla mal acondicionado de modo que estos pontificales, permaneciendo allí por más tiempo podrán sufrir perjuicio, y para evitarlo quisiera dicho Señor Lara, que el Cabildo tuviese la bondad de que se trasladen a una pieza de esta Santa Iglesia mediante las llaves,.....encargándose a un racionero como depositario .


9. Varias visitas pastorales

La visita pastoral en aquella social sacral era un acontecimiento social, ya que todo el pueblo acudía a recibir al Obispo. Lo esperaban en la puerta de la parroquia los fieles, los niños, los clérigos y las autoridades locales.
Vamos a narrar tres tipos de visitas hechas por Obispos distintos, con un talante distinto y en momentos y épocas distintas.

1. La primera, que quiero narrar es la más antigua y fue hecha por D. Santo Dávila y Toledo el día 17 de septiembre de 1606.
Por la tarde bautizó a doscientas catorce personas entre niños y adultos, ya que hacía mucho tiempo, que no se había hecho la visita pastoral.
El cronista de la época la refiere de esta forma: Le recibieron en procesión con palio como manda el ritual y de esta forma llevaron a S. S., al altar mayor, donde después de aver dicho missa rezada, vissitó el Santísimo sacramento de la custodia y luego en la misma procesión, visitó la pila y en ella los santos olios y crisma y el libro de bautismos y casados y luego en el cementerio de la Iglesia se leyeron los edictos de pecados públicos y luego S. Señoría predicó, en que se acabó la dicha visita y mandó que a la tarde trajesen a los niños a confirmar.
Al día siguiente, acompañado del Visitador General Hierónimo González, revisó los libros de cuentas.
Después de la comida del medio día volvieron a juntarse con el Párroco el Lcdo. Trujillo e hizo a los clérigos las siguientes recomendaciones:

Item mandamos que todos los domingos y fiestas de guardar por la mañana a la misa mayor, quando no hubiere sermón, el Prior o Cura declare al pueblo el santo evangelio y un artículo de nuestra santa fe católica.. A quien no lo cumpla, se le impondrá una pena de dos reales para la fábrica de la Iglesia.
Otrosí mandamos, so la dicha pena, que todos los domingos por la tarde el Prior o Cura o el sacristán, si ellos están ocupados, enseñen la doctrina cristiana, haciendo primero señal con las campanas para ello antes o después de vísperas.
Item mandamos que los clérigos no lleven sotana de tafetán ni lleven sombrero, a no ser que esté lloviendo o haga calor.
Item que los clérigos asistan a las procesiones con sobrepelliz y que se lleve en el cementerio un libro de sepulturas.

Al día siguiente muy de mañana, el Obispo volvió a Jaén.

2. Visita del Cardenal Baltasar Moscoso de Sandoval, hecha el día 24 de Junio de 1635.
[153]

Estuvo en Valdepeñas varios días e hizo en tres tandas, 756 confirmaciones, ya que no se habían hecho desde Sancho Dávila.
El Cardenal, de una manera muy sencilla, se pone en contacto con los clérigos de la parroquia y con los feligreses. Comprueba la situación económica y moral de la parroquia e insiste en la necesidad de pedicar y anunciar la doctrina cristiana.
El Cardenal después de la visita manda que de aquí en adelante se guarde en todo el dicho capítulo del Sínodo, diciendo y explicando la dicha doctrina cristiana todos los días de adviento y quaresma y los domingos y fiestas de guardar de todo el año y por quanto se a hallado no saber la doctrina cristiana los niños y demás personas, que tienen obligación, condena y condenó al dicho Prior en venticuatro reales.
Es de notar el gran interés que tiene el Cardenal por la catequesis de niños, al multar al párroco, por el desconocimiento, que tenían de la catequesis.
El día 27 de agosto de 1644 confirmó a 644 niños y adultos.


3. Visita pastoral de D. Rodrigo Marín Rubio.
Tomó posesión de la Diócesis el día 3 de agosto de 1714 y murió el día 10 de enero de 1732. Hizo el suntuoso marco del Santo Rostro, del que era muy devoto.
La visita tiene lugar el 23 de junio de 1716, es decir, unos ochenta años después de la realizada por el Cardenal Moscoso. El ritual de la visita se hace más barroco, imperativo y ritualista. He preferido conservar las mismas palabras de la época, ya que el ambiente y el colorido de la descripción quedaría difuminado en un resumen.
El cronista de época levanta acta de la visita en estos términos:
En ventitres días de junio de mil setecientos y dieciséis años, el Ilmo. Sr. D. Rodrigo Marín y Rubio, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de Jaén, del Consejo de su majestad y su predicador, aviendo salido como a las tres de la tarde del lugar de Carchelejo para esta villa de Valdepeñas, acompañado del Cura, clero y Concejo del dicho lugar, salieron a recibir a su Ilma. al Cortijo que llaman de Castañeda, sitio del Parrizoso, división de términos, el Prior, Clero y Justicias de dichas villas y vinieron asistiéndole, asta que llegó a esta villa, y caminando hasta la Iglesia, S. Ilma se desmontó del caballo y a la entrada de la Iglesia estaba el dicho Prior, con capa pluvial, cruz de plata pequeña en las manos y otra grande para la procesión con el demás clero, con sobrepellices.
Y aviendo entrado, avia puesto un tapete con su almohada, donde se incó de rodillas S. Ilma. y el dicho Prior, le dio a besar la Santa cruz, puso incienso,, se aspergó a si mismo, al preste, al clero y demás pueblo y después fue incesando tres veces, según el ceremonial, y fue llevado debajo del palio, cantándose el Te Deum y en medio de dicha Iglesia avía puesto otro sitial, en donde su Ilma. se incó de rodillas e hizo la oración del Santísimo sacramento, y en el interin el dicho Prior subió al altar y al lado de la epistola dixo la oración Deus humilium visitator y después su S. Ilma. subía al Presbiterio y se sentó en las sillas, que avía preparadas al lado del evangelio con dosel y llegó el Prior y demás eclesiásticos por su orden a besar la mano de S. Ilma. en señal de obediencia.

Dixo S. Ilma. una breve plática explicando los motivos de su visita y como hay en su asistencia dos padres de la Compañía de Jesús para los santos jubileos de la misión y doctrinas, que después se avían de publicar y se rezó el Rosario a María Santísima Nuestra Señora y finalizado con la misma asistencia de eclesiásticos y Concejo se vino S. S. al palacio Episcopal, que la dignidad tiene en esta villa.

El día 24 dixo misa en el oratorio y en el 25 republicó la misión por los Rvdos. Padres, haciendo un asalto por las calles y convocando al pueblo para los sermones. En el día 27, a las 8 de la mañana, pasó S. Ilma a la dicha Iglesia con asistencia de todo el clero y a la entrada el Prior le dio el hisopo, se aspergó su Ilma, y después al clero y pueblo en la forma acostumbrada, hizo oración y se dispuso para celebrar el Santo Sacrificio de la misa y aviéndola dicho y estando revestido de medio pontifical y sentado en su silla consistorial, delante en medio del altar, mandó a mi el presente secretario, leyese el edicto de pecados públicos, lo qual executé en el púlpito, en fuertes e inteligibles voces, y acabó S. S. Ilma., hizo una plática, explicando los asuntos del edicto, lo que se entendía por pecados públicos y la obligación precisa, que tenían todas las personas a declararlos ante S. Ilma., su Visitador o Secretario, para poner el remedio conveniente, al mayor servicio de Dios Nuestro Señor, y para bien de las almas

Y acabó con atto de contricción; y por el Prior se abrió el tabernáculo del Santísimo, que se halló con todo aseo y limpieza; del qual se sacó un copón grande, en que avía muchas formas pequeñas y una grande, que manifestó al pueblo, viendo todos al Santísimo Sacramento, cantándose interin el Pange Lingua y dando S. Ilma. la vendición con Nuestro Señor; se volvió a encerrar en el tabernáculo y desde alli, procesionalmente, llevando el Cura los Santos Olios y Crismeras, se fue a la pila bautismal y la reconoció y se dijeron las oraciones prevenidas por el ritual y se le puso estola y capa negra y se dixeron los tres reponsos en medio de la Iglesia por las almas de los difuntos, lo qual concluido dio gracias, después se volvió a su palacio con el mismo acompañamiento.

El día 28, siendo las quatro de la tarde, volvió a dicha Iglesia con las misma asistencia y aviendo heho oración, subió al altar mayor, y vestido de medio pontifical, hizo una breve exhortación y explicó el Santo sacramento de la confirmación y sus efettos, el qual lo administró después a todas las personas, que llegaron a recibirlo, y concluido visitó los altares, los quales halló con manteles, aras y todo lo necesario para sus decencias; en ese mismo día dirigió una exhortación a los fieles del jubileo, que se dispusieron para la comunión general.

Y por la tarde se hizo la procesión general de la doctrina a la que asistió S. Ilma. y con la ocasión de aver permanecido en dicha villa todo el verano, reconociendo que avían quedado algunas personas sin confirmar, en el día quince del mes de agosto, siendo como las cuatro de la tarde, fue su Ilma. a la dicha iglesia y administró el Santo Sacramento de la confirmación, concluyendo la tarde con sermón, en que explicó el misterio de la Asunción de Nuestra Señora, exhortando a todos los fieles a su devoción y después se rezó el Santo Rosario, concluido el qual, se volvió a su palacio; y sobre la referida visita mandó que se pusiesen aquí

Una vez terminada la visita, dio a los fieles y a los clérigos de la ciudad los siguientes mandamientos.
1.Que ni el mayordomo de fábrica ni otro administrador de obras pías y cofradías, sitas en ésta, no puedan vender ni vendan los granos del trigo y cebada, ni otros efettos de dichas obras pías, sin que preceda licencia por escrito de S. Ilma. y ésta la an de pedir en los tiempos regulares para las dichas ventas que han de ser con intervención del Prior, con apercibimiento de que si se vendieren los referidos granos, sin la dicha licencia o si dejaren de pedirla a su tiempo, se les a de hacer cargo a los más crecidos precios, a que por entonces ubieren valido.
Tuvo tanto interés en la reforma del Pósito, que se mandó, se hiciera un reglamento sobre su funcionamiento, como hemos visto en otro lugar.
2. Que respecto de que por las quentas tomadas al colector de testamentos, memorias y capellanías resultan crecidos alcances de misas, fiestas y aniversarios, cuyo atraso procede de la omisión que dicho colector a tenido en su cobranza por falta de diligencia, aviendo reconocido su Ilma. la esterilidad del año 1715, se les concede de término asta fin de septiembre próximo venidero, para que soliciten su cobranza, con condición de que el dicho día an de remitir a la colecturía general, certificación de lo que ubieren ejecutado y cobrado para que por el Colector General se pongan a cobro dichos devitos, y reconociendo omisión en el dicho colector, se le privará del empleo.
De hecho el Colector fue destituido y le obligaron a pagar los alcances, en que había incurrido, sacando a subasta los bienes del Colector.
3. Que el Colector de memorias y capellanías que vacaren, adquiriendo noticias de los que no residen dentro de esta iglesia, con el día del fallecimiento, o, otra causa par la vacante, y quando otro tome la posesión en su lugar, se anote también para reconvenirle con la obligación de las misas y que a la razón para las visitas y en apercibimiento a los capellanes, de que si no fueren presbíteros, no se les admita a las órdenes, si no es con certificación de estar anotadas las capellanías y los dévitos que tienen de misas y los presbíteros no se les dará de la colecturía, si primero no an cumplido la obligación.

4. Que respecto a ser el clero suficiente y que muchos no tienen obligación de asistir por ser capellanes a los oficios divinos, encarga S. Ilma. que asistan todos por el ejemplo que deben dar. Manda S. Ilma., que asistan en los de semana santa y miércoles de ceniza por la devida edificación, en los días solemnes de las tres pascuas, Ascensión del Señor, Asunción y Concepción de Nuestra Señora, todos los Santos y días de Difuntos, y del titular de la Iglesia, so pena de que an de ser castigados por inobedientes; y en las procesiones no sólo de nuestro Señor Sacramento, sino en las de rogaciones y demás que sean generales por necesidades y en lo tocante a lo frecuente de todo el año, siendo razón que a los que se aplican con mayor insistencia, se les corresponda con los emolumentos. Manda su Ilma. que estos sean privilegiados en las misas de colecturía, denegándolas a los que no asistan con el pretexto de no ser de su obligación. Y porque, en los de menores órdenes, ay particulares motivos, de que no se habitúen en la práctica de las ceremonias y adquieran inteligencia y amor a los exercicios eclesiásticos, se les intimará, que además de los días expresados, asistan a todas las vísperas y misas conventuales, de los días festivos, con apercibimiento, de que no serán promovidos a las órdenes mayores y al Prior o Cura encargamos la conciencia, de que en este punto informe a su Ilma. la realidad.
[154]

5. Que siendo de suma importancia la inteligencia de los puntos morales y prácticas, no sólo para los confesores, sino para los demás, a quien es culpable e indecorosa la ignorancia e los seglares y también a muchos, a quien Dios a dado talento les pedirá, si los esconde en la tierra de las conveniencias temporales, sin aplicarlo al bien de las almas en una población, que no es corta, será muy del agrado de su majestad, el que se expongan de confesores; y porque S. Ilma a invitación de otros señores antecesores, va disponiendo que haia conferencias morales más o menos, según el número de eclesiásticos, haciendo encargo a los Priores de la obligación, que tienen de ser maestros. Manda. Ilma. que al menos, un día de a semana, que puede ser el sábado y si fuere festivo el antecedente, la hora más cómoda, según el tiempo, se aian de asistir todos, y señalando punto de una semana para otra y el sujeto que lo avia de defender, presida el Prior o en su ausencia el Cura y explique los principios generales de la materia, para que se puedan resolver mejor las dificultades, que se puedan poner después; y si además de este día preciso, se juntaren algunos para ir adelantando más, así en los casos morales, como en la inteligencia de los misterios de la doctrina cristiana, será muy grato a S. Ilma. y mérito para sus conveniencias.
Es intereresante la inistencia del Obispo en la celebración de las llamadas conferencias morales, que van a existir con las misma estructura de la propuesta por el Obispo. Obliga a la asistencia a ellas a todos los clérigos del pueblo.

6. Por cuanto, en el quarto alto, que ai sobre la sacristía, en donde tiene el sacristán menor una havitación con bastante familia, reconociendo los graves inconvenientes, que ay por el tránsito de mujeres por la sacristía, no teniendo la veneración, que se debe a lugar sagrado, mandó S. Ilma., que en adelante el Prior no permita que se havite el dicho cuarto por sacristanes, que tengan familias de mujeres y que el que oi ay se mantenga y por ser pobre, en el interin, que se desocupe la casa y quartos del palacio, donde se ha recogido el trigo del Pósito en este año. Lo qual, siendo como es suficiente, señalamos para que, en ellos viva el dicho sacristán menor con su familia, y los que en adelante lo fueren.
El sacristán menor, ante las intransigencias de su Ilma. se ve obligado a marchar a una de las dependencias de palacio. La mujeres eran un peligro para los clérigos y era nececario quitarlas enviartlas a otro sitio.

7. Manda igualmente que en las misas mayores haya diácono y subdiácono, auque sólo exista un oficio servidero.

8. Manda que se haga el coro alto sobre un arco de ladrillos, ya que la Iglesia está muy llena de fieles
Por este mandato, conocemos que el coro de la parroquia se hizo en su pontificado.
.
Firmado, Rodrigo Obispo de Jaén. Por mandato Sebastián Jerónimo del Castillo y Moreno.

Don Antonio Fernández del Campo Angulo y Belasco el día 5 de julio de 1676 confirmó a 450 personas y el día 7 de diciembre del mismo año 103.
También hay constancia de la visita que hizo a Valdepeñas el día 3 de septiembre de 1818 el nuevo Obispo de Jaén D. Andrés Estaban y Gómez.



10. Los beaterios

Una institución que estuvo en boga en esta época consistía en un grupo de mujeres religiosas, que solían vivir juntas en la misma casa, intentando practicar la vida religiosa. Eran una especie de monjas. Muchos de estos beaterios se transformaron en conventos de dominicas y carmelitas. Su vida era muy austera y estaban muy cerca de todos los problemas de pueblo. Eran una gran ayuda para los párrocos de aquella época, tanto para la vida litúrgica de la parroquia como para la ayuda a los pobres y necesitados. Esta entrega a Dios en el mundo fue un adelanto de lo que hoy llamamos institutos seculares. Una de las acusaciones que hizo el Inquisidor al Párroco de San Bartolomé Gaspar Lucas fue que había defendido, que no era necesario entrar en un convento, para vivir una vida religiosa, profunda y seria. Las personas que integraban este beaterío, se llamaban Beatas. Cayeron sobre ellas muchas sospechas de la Inquisición en algunos pueblos, especialmente en Baeza y en Jaén.

Las personas que integraban este grupo tenían una gran relevancia social y económica en pueblo.
Al revisar las partidas de bautismo he logrado hacer la lista completa de este grupo, ya que la mayoría de ellas intervienen como madrinas de bautismo en multiplicidad de ocasiones. En la medida, en que intervienen muchas veces se ve la relevancia social y el prestigio de ellas.

Hubo dos beaterios. La mayoría de las integrantes eran familia, a excepción de algunas, que posiblemente eran de una escala social inferior..
La lista de esta grupo, perteneciente al grupo, más conspicuo de la villa, son las siguientes;
Inés de la Peña ( B. 1.577), cuñada de Juan de Armenteros, que fue alcalde del pueblo y regidor en varias ocasiones. Este personaje intervino mucho en la actividad del pueblo en estos momentos.

Lucía Muñoz (B.1.579), hermana de Fernando Alonso de Aranda y su prima Ana Ruiz de Aranda, hija de Diego Ruiz de Aranda ( B.1. 602). Tenía un tío presbítero, que es el que la inició en la vida relisiosa..

María Rodríguez, hija de Pedro Ruiz de Molina, el mozo, (B 1.583). La familia de los Ruiz Malo de Molina, como hemos explicado en otro lugar, fue de las más importantes del pueblo.
Es curioso comprobar la facilidad con que esta fecha se cambian los apellidos. Esta es sobrina de la Fundadora de este Beaterio, Dña. María Ruiz Malo de Molina. De la misma familia es Águeda de Molina (B.1.584) e Inés de Molina (B.1.579), esta posiblemente hermana de la anterior.
La más importante de todas ellas es María de los Malos de Molina, llamada también Ruiz Malo de Molina, hija de Pedro Ruiz Malo de Molina (B.1602)
Esta señora, soltera, estuvo al frente de este beaterío hasta el 31de agosto de 1635. A su muerte mandó que le dijeran 607 misas. Por la gran relación, que tuvo con los conventos de Jaén, mandó que se dijeran 83 misas en el convento de los Carmelitas Descalzos, otras 83 en los conventos de San Agustín y San Francisco.
Hizo el entierro un religioso de San Agustín, natural de Valdepeñas, llamado Diego Morillo
Mandó que el día de su entierro se entregasen 2 fanegas de trigo en pan, que se repartieron en la parroquia al día siguiente del entierro. Estuvo muy presente en la vida del publo, atendiendo a los enfermos, a los pobres y, siendo madrina de bautismo, de un número muy crecido, de niños. La finca de la beta debe su nombre a ella..

Lucía Muñoz, doncella, tía del licenciado Francisco González, beneficiado. Los González tuvieron un gran influjo en la configurción social del puebl, como hemos explicado en otro lugar. (B. 1.602-1.603-1.616). La cual muere el día 6 de diciembre de 1642. Perteneció al beatería de Dña. María Malo de Molina.

María Gutiérrez (B. 1.600)
Catalina Ruiz (B. 1615), hija de Lázaro González (B.1.619). Era cuñada de Alonso García, escribano.
Ana Ruiz, hermana de la anterior (B. 1.617).
Catalina de Molina (B. 1631-1634), es cuñada del escribano público Alonso García. Esta muere el día 7 de mayo de 1653. Mandan le digan 150 misas y deja por heredera de sus bienes a su sobrina Ana de Ribas, mujer de Lucas González de Medina. ¿Hermana o sobrina de María Malo? Es la última beata de la que tenemos constancia, ya que estos beaterios debieron suprimirse por esta época.

María de Osuna, muere el 28 de septiembre de 1637. Es muy pobre y Juliana Martínez (B. 1622).


11. Los moros de las Alpujarras en Valdepeñas.

Los moriscos del Reino de Granada se levantaron contra Felipe II el año 1568. Aunque hacía más de setenta años que habían sido derrotados en Granada por los Reyes Católicos y que éstos los trataron muy bien en las capitulaciones firmadas, no cesaban de entrar en contacto con los turcos y moros de la Berbería, para que les ayudaran de nuevo en la conquista del reino de Granada.

No contentos con su situación, se sublevaron el día uno de enero de 1569, nombrando como rey a Fernando de Córdova y Valor, con el nombre de Muhamed Aben Humeya, descendiente de los antiguos califas.
Los moriscos en seis días mataron a más de 3.000 cristianos indefensos y sembraron el terror por toda el reino de Granada.

Ante tantos crímenes y atrocidades, Felipe II envió a su hermano Juan de Austria, el cual, con un numeroso ejército, terminó con la sublevación y con la orden del Rey mandó que todos los moriscos que habían quedado vivos, fueran trasladados a otras zonas.

De Linares, mandados por el regidor de Linares D. Jerónimo de Porras, marchó en 1570 una compañía para ayudar a D. Juan de Austria.
La convivencia con aquella raza inasimilable, como dice un historiador, se hacía difícil y se temía, que en contacto con los turcos y moriscos de la Berbería, organizaran otra nueva rebelión.
Ante este peligro, el Consejo de Estado en sus reuniones del 29 de octubre de 1607 y 30 de enero de 1608 aconsejó la expulsión de los moriscos.
Miles de moriscos se vieron obligados a marchar de España por los puertos de Sevilla y Málaga.
Un grupo de estos moriscos, procedentes del reino de Granada, de las Alpujarras, se habían instalado en Valdepeñas, según las órdenes, que había dado el Rey.
De toda Andalucía, y de Valdepeñas, fueran algunos vecinos a ocupar los pueblos, que habían quedado despoblados por la marcha de los moriscos. De Valdepeñas, en el año 1572, marcharon a Fondòn (Almería) mas de treinta familias. Al conocerse estos datos, con muy buen acuerdo, ambos municipios se han hermanado y acordado establecer unos vínculos especiales de colaboración.

Estos se integran plenamente en la villa de Valdepeñas; bautizan a sus hijos y en la inscripción del bautismo de sus hijos, el Párroco los llama cristianos nuevos, indicando sólo en algunos el lugar de procedencia, que era de las Alpujarras.
El número de estos cristianos nuevos que aparecen, a partir de estas fechas, en las actas de bautismo no son muchos. No todos ellos fueron expulsados de Valdepeñas, ya que algunos de ellos siguen bautizando con posterioridad a sus hijos.
Estos moriscos, al bautizarse, asumen nombres y apellidos totalmente cristianos.
Los nombres que aparecen, aunque la lista puede ser más numerosa, son los siguientes:

Salvador López casado con María López.
Juan de Alhama casado con Lucía de Soto
Diego Hernández casado con Isabel Pérez
Pablo Puebla casado con Beatriz de Medina
Alonso Martínez y Angela de Medina, moricos del reino de Granada.
Francisco Hernández casado con Leonor Pérez
Alonso Gutiérrez casado con Angela de Medina
No he podido comprobar, si los expulsaron del pueblo posteriormente, ya que es muy laborioso comprobar, si mueren en Valdepeñas.
Con posterioridad he podido comprobar que el pueblo de Fondón, sito en las Alpujarras de Granada, fue repoblado, por habitantes de Valdepeñas. Fueron a este pueblo unos 50 vecinos de Valdepeñas, que equivale casi a un setenta por ciento de los vecinos, que se instalaron en este pueblo, para cubrir la baja de los moriscos.
[155]
Para terminar, un bautismo de un moro muchos años después. El día 24 de septiembre de 1724 se bautizó un moro africano, natural de Hipona, llamado Hamete. Se bautizó con licencia del Obispo D. Rodrigo Marín y Rubio, habiéndose preparado e instruido sobre las preguntas del catecismo así de primera como de segunda y tercera instrucción. Se le puso el nombre de Agustín.


12. Los clérigos de Valdepeñas


BIBLIOGRAFÍA

Martín Jiménez Cobo, Los primeros Párrocos de Valdepeñas, Lugia, n. 26 y 27, p. 11
Valdivia Castro R., Los párrocos de Valdepeñas desde su fundación hasta hoy, en Lugia nn. 31, 32, pp. 9-14.
Valdivia Castro Rafael, Los coadjutores de la parroquia de Valdepeñas, Lugia 32, 28.
Valdivia Castro Rafael, Otros sacerdotes de la parroquia, en Lugia 39, 36.
Valdivia Castro Rafael, Beneficiados y Capellanes de la parroquia en Lugia n. 37 y 38, p. 40.


1. Los presbíteros

La vida religiosa en Valdepeñas era dirigida y ordenada por los sacerdotes. Desde la fundación del pueblo, dice Martín de Ximena Jurado: En esta Iglesia de Santiago de Valdepeñas ay un Priorato y un beneficio simple servidero. Pártanse sus rentas como las de San Laurencio.
[156]

Además del Prior o Párroco y el Coadjutor o beneficiado, había en Valdepeñas otros presbíteros que no tenían ninguna función parroquial.
Hoy nos extraña, que en Valdepeñas hubiera en ocasiones mas de diez presbíteros. Eran muy frecuentes las vocaciones al sacerdocio, especialmente en los siglos XVI, XVII y principios del XVIII. Las vocaciones empiezan a declinar a principios del XIX con motivo del movimiento liberal.
Según el censo realizado en 1591
[157], Jaén, incluido el partido de Calatrava, tenía una población de 54.168 vecinos y 1.309 clérigos seculares.
Junto a estos había un crecido número de clérigos de órdenes menores.
Durante el Pontificado de Don Sancho Dávila se ordenaron en la diócesis 766 presbíteros y 2.796 de órdenes menores.
En el Pontificado del Cardenal Moscoso recibieron las órdenes sagradas 238 presbíteros.
En aquella sociedad sagrada, el sacerdocio era muy estimado desde un punto de vista social.

2. Los beneficios

El servicio pastoral a la Iglesia se realizaba por la consecución de un beneficio, al que estaba unida una renta determinada. Existían beneficios en la catedral, en las colegiatas y en las parroquias. En la parroquia el oficio más importante era el de Párroco y en un segundo plano el de beneficiado o coadjutor.
Los bienes del beneficio estaban integrados: Por posesiones rústicas y urbanas, por los ingresos procedentes del diezmo eclesiástico,
[158] por los percibidos de las ofrendas de los fieles y los procedentes de aranceles, con motivo de las exequias y la administración de algunos sacramentos.

De todos ellos el más importante era el diezmo, que se recogía en las llamadas tercias de los pueblos y consistía en la obligación de pagar la décima parte de los frutos recogidos. Esta renta se repartían entre las arcas reales, el Obispo y Cabildo y una parte mínima iba a la parroquia.
Para administrar estos bienes de la parroquia el Obispo nombraba un Colector y Mayordomo, que cumplía su oficio bajo la supervisión del Párroco.
Por este motivo, al hacer la fundación del pueblo, se le asignaron a Valdepeñas una serie de bienes, que constituían la dote del beneficio parroquial, como explicamos en su lugar.

3. Nombramiento de los párrocos.

En el clero secular existían los Párrocos, que eran los responsables de la Parroquia y que Fray Domingo, el primer Obispo de Jaén, había llamado priores, que era el nombre, que asumían los superiores de las casas religiosas.
Los Párrocos, a partir de 1534, era nombrados por el Obispo, de acuerdo con las normas dadas por Pablo III, en la época del Cardenal Merino.
Al quedar vacante la parroquia, por muerte o renuncia del párroco, aceptada por el Obispo, en el plazo tres días, mediante un decreto, éste declaraba oficialmente vacante la parroquia.

Todos los presbíteros de la diócesis, que hubieran ejercido el ministerio durante un año, podían presentarse al concurso a prioratos.
Junto con la solicitud debían presentar otros documentos: El títulos de ordenación y los grados académicos que ostentaban: Bachiller, Licenciado, Maestro o Doctor.
Pasados seis días, eran convocados para someterse a un examen sobre materias religiosas, distintas en las diversas épocas.
Tres peritos, nombrados por la autoridad eclesiástica, eran los encargados de evaluar la capacidad global de los presentados e informar al Obispo sobre la mayor o menor idoneidad de los candidatos. Estos jueces solían ser elegidos entre los conónigos de oficio de la catedral.

Hecho el nombramiento por el Obispo y recibida la colación canónica, el agraciado tomaba posesión del Priorato.
[159]
Estos Párrocos eran llamados propios y, si estaban al frente de la parroquia provisionalmente sin concurso, posteriormente se llamaban ecónomos.
Excepcionalmente, en momentos críticos, interviene la autoridad civil e incluso el Papa en estos nombramientos.



4. Principales funciones del Párroco.

Los Párrocos presidían la misa mayor de los domingos, celebraban los otros oficios eclesiásticos, predicaban la palabra de Dios e instruían en las verdades de la fe a sus feligreses. Todos los fieles estaban obligados a confesarse por Pascua con su párroco, no pudiendo hacerlo con otro, si él no daba su autorización. Con este fin llevaban un libro, en el que debía constar el cumplimiento de esta obligación.
Llevaba el viático a los moribundos y administraba la extrema-unción, en momentos distintos, con una solemnidad hoy perdida. Presidían las procesiones.
Eran los encargados de organizar unas colectas por los pobres, con cuyo fin decía el Sínodo de 1.492 mandamos que se elixa una persona, que demande para los pobres vergonzantes e que lo que allegaren de las limosnas, que lo distribuya con cuerdo y parecer del Prior.

Debían residir en la parroquia a partir del Sínodo de 1.492.
[160]
Todas estas obligaciones están detalladamente descritas en los diversos sínodos diocesanos, castigando al Párroco y a los feligreses a una serie de multas y penas, que sería largo relatar, si no cumplían con lo mandado.
En sus ausencias el Obispo nombraba un Vice-Prior o teniente.

5. Los beneficiados y otros cargos

Los beneficiados, también llamados coadjutores, ayudaban al párroco en el servicio pastoral.
[161] Junto a estos aparecen otras figuras, que ayudan al párroco, sin ser beneficiados y se llaman de una manera genérica Curas, Encargados, Interinos, en cuanto ayudaban al párroco al cuidado de las almas, si haber conseguido el beneficio.
Éstos eran nombrados por el Obispo. No obstante he encontrado dos excepciones al caso.
Inocencio XI le concede un beneficio simple servidero por medio de una bula, del año 1677, de la parroquia de Valdepeñas al Lcdo. Francisco de Medina y Viedma, que con anterioridad había sido capellán perpetuo en la Iglesia de Santa María de Alcalá la Real.
Queda vacante, por renuncia de su tío D. Juan de Medina y Viedma.
Las rentas del beneficio al año, sacando una media en los cinco años importan 69.941 mrs. y 46 fanegas de trigo.
Tomó posesión en su nombre, previa la colación, provisión e institución canónica, el Procurador D. Antonio de Torres y Bernal el día uno de agoto de 1678.

El día 13 de julio de 1767 Carlos IV nombra como beneficiado a Antonio Gutiérrez de Mier, Capellán de honor y predicador de su majestad.
En el año 1824 el Provisor, D. Manuel Rodríguez Palomeque, da posesión a Juan Cosme Sánchez, teniente cura de la parroquia ministerial del Real Palacio, nombrado por cédula real de Fernando VII en fecha 15 de agosto de 1824, en conformidad con el último concordato.
Los capellanes eran los encargados de estar al frente de las muchas capellanías, que habían constituido una fundación, a la que se unían un conjunto de bienes, que eran administrados por ellos bajo la dirección del Obispo, que nombraba un visitador para que comprobara, que los colectores y capellanes cumplían las cargas de misas anejas a cada fundación.

Los clérigos de órdenes menores eran muy frecuentes en esta época, ya que el estado social de clérigo era muy estimado y estaban exentos de la jurisdicción civil. Podían ostentar una capellanía, si no contraían matrimonio. La capellanía la podían poseer también los jóvenes, que se preparaban al sacerdocio, con el fin de que pudieran hacer frente a los gastos de su preparación. Se les llamaba también los coronados, porque debían llevar abierta coronilla.
Junto a estos había otra figura de sacerdotes, que no eran ni párrocos ni coadjutores, sino que se ordenaban ad titulum patrimonii o por una vocación personal y por el prestigio social o buscando la exención.
Estos clérigos, para poder ordenarse, tenían que demostrar, que tenían un patrimonio, heredado de sus padres, con el cual podían atender perfectamente a su congrua manutención. Figura que llegado hasta nuestros tiempos.

Esta clase de clérigos fue muy frecuente en Valdepeñas. Pertenecían a familias económicamente fuertes. Su contribución a la cultura del pueblo fue muy importante, ya que, en aquellos momentos, en que la mayoría de la población era analfabeta, ellos prestaron un gran servicio cultural y de atención social al pueblo. Hay momentos en el pueblo, en que hay varios clérigos de este tipo, como veremos posteriormente. Estos presbíteros se dedicaban la mayor parte del tiempo a otros quehaceres no religiosos, como era la agricultura o la ganadería. Muchos de ellos daban clases particulares.
Durante el siglo XVI, XVII y XVIII son muchos los clérigos, pertenecientes a familias pudientes, que se ordenaban de presbíteros. En el siglo XIX, por todos los avatares políticos de este tiempo, desciende el número de presbíteros en el pueblo.

6. El Predicador.

El Obispo nombraba también en cada pueblo a un religioso, que se llamaba predicador, el cual iba con mucha frecuencia a la parroquia, especialmente en los tiempos litúrgicos de cuaresma y Navidad.
Los religiosos fueron una ayuda muy importante para los Párrocos en la parroquia. Los Capuchinos del Castillo de Locubín y los Basilios de Cazalla acudían en las fiestas principales para confesar y en las fiestas de las cofradías eran llamados por las mismas para predicar los novenarios o triduos. Eran alojados en sus casas por los hermanos mayores y participaban muy activamente en la vida de la cofradía.

7. Los sacristanes

Una función muy importante era la del sacristán y vice-sacristán que debía ser nombrado por el Obispo y removido por el mismo, con una causa grave.
El organista tocaba el órgano en las funciones litúrgicas y el campanero tenía a su cargo el toque de las campanas al medio día para el rezo del Ave-María y para llamar a los feligreses a las funciones litúrgicas, ya que en aquel tiempo sólo existían los relojes de sol. Por la noche se despedía con el toque de ánimas.

8. La formación de los clérigos.

El Concilio de Trento mandó que se crearan seminarios para la instrucción de clero. La mayor parte de los párrocos, en la primera etapa, tienen el título de bachiller, licenciado, maestro y alguno de doctor. Salvo excepciones, no he podido constatar, donde adquirieron estos títulos. Es de suponer que algunos de ello estudiaran en la Universidad de Baeza. Otros estudiaron en los centros de estudios dirigidos por lo religiosos tanto en Granada como en Jaén, como consta en el expediente de alguno de ellos. A partir de 1660 algunos alumnos estudian en el seminario de Jaén y otros, a partir de 1714 en el de San Felipe Neri.
La vida de los presbíteros de Valdepeñas es ejemplar en todos los aspectos. Sólo hay dos casos en que uno de los párrocos D. Tomas Medina Vacas es desterrado con motivo de unos altercados, que tuvo con algunos feligreses y con el sacristán.

En el año 1623 el Cardenal Moscoso pidió al Párroco una información confidencial sobre un clérigo de Valdepeñas D. Bartolomé Leal , que el acusaban de tener relaciones ilícitas con una persona casada.
El tenor de la carta del Cardenal es el siguiente: Se le acusa de que está públicamente amancebado con una mujer casada, que por serlo, no se pone aquí su nombre, viviendo en una casa juntos y comiendo a una misma mesa con mucha nota murmuración y escándalo de los vecinos de la dicha villa por la publicidad del caso y para saber la verdad del y poner el remedio conveniente, haga información de lo aquí contenido, examinando los testigos, mediante juramento, por esta cabeza de proceso y haciéndole las preguntas y repreguntas que convenga.

El Párroco responde que, según los testigos informantes, cree que la acusación es incierta y puede por sus imprudencias. .
. El Cardenal, ad cautelam, lo trasladó del pueblo.


9. Los Primeros Párrocos

En el momento de la fundación de Valdepeñas, El Oispo debió enviar a algún sacerdote o Párroco, que atendiera espiritualmente a los primeros pobladores del pueblo.
El primer párroco, de quien tenemos noticias es D. Melchor de Vergara, el cual consiguió en 1.549, en el reinado de Carlos Primero, que le concedieran los beneficios de los prioratos de los Villares, Valdepeñas, Campillo de Arenas y Mancha Real.

Los beneficios se los concedieron en expectativa, hasta que fuera presbítero, ya que en aquel momento era estudiante en Salamanca.
En 1550 lo obligaron a que se quedase con una sola parroquia, eligiendo la de Mancha Real y renunciando a las demás.
No obstante, al ser un personaje muy influyente, consiguió que le dieran los frutos de las otras tres parroquias, aunque debía pagar la congrua al sacerdote que atendía a la Parroquia.
A este siguieron, en las mismas condiciones que el anterior. D. Pedro Diaz (1550-1576) y el Maestro D. Pedro de Salcedo y Cáceres ( 1577-1579), que posteriomente fue promovido a otro beneficio.

En el año de 1579 le sucedió, previas las oposiciones y concurso respectivo el Bachiller Don Gil de Molina (1579-1583), el cual reclamó la titularidad completa del beneficio, aduciendo que las bulas eran subrepticias y nulas, ya que no se habían tenido en cuenta los decretos tridentinos en virtud de los cuales no había podido obtener el beneficio con todos sus derechos y pertenencias.
El ayuntamiento de Valdepeñas, con su alcalde al frente, Juan de Castro, y regidores Cristóbal González, Pedro Ruiz Malo de Molina y Pedro García Serrano fueron parte en el pleito en defensa del Prior, aduciendo que el párroco, si los frutos los cobraba el otro, no teniendo congrua sustentación, se iría de la villa y pretendería otro priorato.

Murió sin que se resolviera el pleito en Granada el año 1583.
[162]
A estos siguieron el Lcdo. D. Alonso de Vitoria (1584-1598) y el Lcdo. Gabriel de Castro Verde,(1585).


10. Sacerdotes más relevantes, naturales del pueblo

No pretendo presentar la lista completa de los Párrocos, sacerdotes y clérigos de Valdepeñas, ya que soy consciente que ello sería pesado, largo y aburrido..
Esta lista de los clérigos que tuvieron un oficio en la parroquia o nacieron en Valdepeñas, la publicaré en otra ocasión, para los que tengan interés en seguir con detalle el tema. Tengo conciencia que el catálogo es incompleto, al no constar en los libros parroquiales los nombres de algunos de ellos, ya que hubo presbíteros naturales de Valdepeñas, que fueron a parar a otros destinos y no ejercieron el ministerio en el pueblo.
Los clérigos naturales del pueblo mueren casi todos en Valdepeñas. Los Párrocos, que no son naturales del pueblo, mueren en la parroquia, cuando la muerte se presenta de una manera repentina. Cuando dejan la parroquia por la edad o por otro motivo, mueren en el lugar del nacimiento.

Vamos a reseñar algunos de estos clérigos nacidos en Valdepeñas, agrupándolos por familias y otros que tuvieron más incidencia en el pueblo.


11. Los Arias

El primer Arias de que tenemos noticias es Fernando de Arias casado con Francisca Orduña. Murió en el Nogueral del Parrizoso el 22 de abril de 1645.
Son varios los clérigos que ostentan este apellido:

1. Cristóbal Arias Pañuela fue Prior hacia los años 1639-1669.

2.Juan Antonio Arias y Orduña fue teniente beneficiado a partir de 1700; murió el 27 de enero de 1744; mandó que dijeran por su alma 300 misas.
Era hijo de Fernando de Arias y Francisca Orduña. En segundo matrimonio fernando casó con María de Vilches
Dejó como heredero a Juan de Arias Vilchez.

3. D. José de Arias, Prior de San Bartolomé de Andujar. Fue su heredera Teresa Lendínez, la cual, a su muerte, cobró la renta decimal de las fincas, que tenía arrendadas D. José Cabrera Arias.
José Antonio Arias muere en Valdepeñas el día 10 de dic. 1804.

4. José Arias Escabias (1791-1806). Hijo de Juan de Arias Extremera y María Escabias en 2 matrimonio.
En unas testimoniales pide al rey un beneficio. Tiene cuarenta y nueve años en 1794. Estudió la teología en el Convento de los Carmelitas Descalzos de la ciudad de Jaén. Se ordenó de presbítero el año 1775. En 1778 fue nombrado teniente Cura de Valdepeñas. Tuvo mucho trabajo y estuvo expuesto al contagio del cólera, administrando los sacramentos en los cortijos de la sierra, especialmente en los años 1785 y 1786, en que se experimentó la epidemia de las tercianas.
Fue también Cura de Ibros.

5. Juan Arias y Aranda, Cura en 1740, muere en marzo de 1759. Aplican por su alma 100 misas. Son sus herederos los hijos de su hermano José.. Vivía con él un sirviente de 18 años.

6. Pedro de Arias (1836-1870), presbítero. Deja herederos a sus primos Manuel de Martos, que fundó una capellanía.

12. Los Cabrera

Los Cabrera vinieron a Valdepeñas en el momento de la fundación de Valdepeñas. Parece ser que vinieron dos. Juan de Cabrera y Luis de Cabrera, que estaba casado con Isabel de Quesada.
Este tuvo dos hijos Bernardino Cabrera de Quesada, casado con María de Araque en 1.590 y Luisa Cabrera y Quesada casada con Juan de Armenteros Malo de Molina.
Ambos tuvieron dos hijos Juan de Cabrera y Araque casado con Juana Calvache en 1615 e Isabel de Armenteros Malo de Molina y Cabrera casada con Francisco Téllez Monroy, familiar del Santo oficio de Campillo de Arenas.

Los clérigos de esta familia fueron éstos:
1.Lcdo. Fernando Cabrera Arias, Canónigo racionero (1806-1829). Es subdiácono en 1803. Al año siguiente canta misa en la ermita de San Bartolomé, que acababa de inaugurarla el Obispo.. Fue secretario del Obispo Melo de Portugal, por quien fue nombrado racionero. Fue en varias ocasioes administrador de los bienes de la parroquia.
2. Francisco Cabrera (1806-1816)
3. Lucas Cabrera, clérigo órdenes menores, hijo de Tomás Cabrera y María Feliciana Serrano, que muere el 26 de noviembre de 1783.

13. Los Castro
Los primeros Castros, que vinieron a Valdepeñas fueron los siguientes: Juan de Castro casado con Luisa Parra (B.1572). Diego de Castro casado con Isabel de Vilchez (B. 1572). Juan de Castro casado con María Ruiz, que murió el 6 de mayo de 1.648. Diego de Castro, (+ 5 ene. 1693-200 misa), casado con Francisca de Mozas. Francisco de Castro casado con María Abril (+ 14 de marzo de 1648), aplicando a su muerte 400 misas. Alonso de Castro, hermano del anterior , que murió el 19 de diciembre de 1648. Pedro de Castro casado con Feliciana Cortés (1690). Ésta muere el 18 de diciembre de 1690, siendo sus albaceas Juan de Castro Malo de Molina y Juana Gallego de Quesada
Quiero hacer notar, especialmente a los interesados en los árboles genealógicos, la combinación reiterada de los mismos apellidos, que se va a repetir en los clérigos siguientes.

Hubo varios presbíteros del tronco de los Castro:
1. Lcdo. Gabriel Castro Verde, Prior, 1579-1585.
2. Francisco Castro, maestro, Teniente cura y prior, 1658-1668.
3. Juan Castro Cortés, 1717.
4. Cristóbal Castro muere el 7 octubre de 1797. Pagaron sus hermanos el entierro.
5.Antonio Castro, hermano del anterior, 1761-1784
6. Isidoro Castro Arias murió a los 78 años en 1865.


14. Los Cortés

El apellido Cortés proviene de Castillo de Locubín.
El primero que vino a Valdepeñas fue Alberto Cortés Rodríguez casado con María Moreno Callejón, natural de Valdepeñas. Contrajo matrimonio el día 14 de enero de 1.674 y muere el 4 de septiembre de 1.736. Tuvo muchos hijos Pedro y Cristóbal confirmados el 5 de julio de 1676.
Juan Francisco bautizado en 1678 (libro 5, p. 23 vto), Teresa de Jesús bautizada en 1.681, Mariana bautizada 1690, Francisco Alfonso, bautizado en 1693, Pablo Antonio bautizado en 1.695, María de la O, bautizada en 1.699,
Los antecedentes últimos los encontramos en Santiago Cortés casado con Gertrudis Carrillo, que tuvo 19 hijos y tuvo una parte muy activa en la turbulenta política de estos tiempos (1850-1879).
Esta familia tuvo varios sacerdotes.
Tuvo varios presbíteros:
1. José Cortés, basilio en Córdoba, fue capellán de la capellanía, que fundó Pedro de Castro Cortés el 22 de mayo de 1.745. La fundó para que su sobrino Juan José Cortés y para que sus sucesores pudieran tener la congrua conveniente para ser sacerdotes.
El 17 de diciembre de 1781, al quedar vacante la capellanía, la piden Lucas María Romero, Nicasio Martín Tadeo y Joseph Cortés, por medio del Padre Lector Jubilado de la Orden de San Basilio Magno de la ciudad de Córdoba. Se la conceden a Nicasio y los basilios apelan a Toledo.
El Provisor, el Lcdo. D. José Saenz de Santa María Arce da sentencia el día 11 de octubre de 1786 concediéndosela a Cortés.
El Provisor D. Gregorio Mahamud Benito de la Serna ejecuta dicha sentencia.

2. Juan Cortés, clérigo (1762-1772), muere el 13 octubre 1.775. Es hermano del anterior.

3. Pedro Cortés Villén, muere el 2 de noviembre de 1846. Hijo de Pedro Cortés y de María Villén. Dejó sus bienes al Hospital de San Juan de Dios de Jaén y nombró como herederos a sus hermanos Juan, Antonio, Catalina y Gabina.
Estuvo muy presente en la vida del pueblo. Es albacea en un número muy crecido de Valdepeñas y fue administrador de los bienes de la parroquia en diversas ocasiones.
4. Felipe Cortés, Dominico, Lector de Filosofía en el convento de los dominicos de Jaén, muere el día 4 de julio de 1752. Es hijo de Pedro Cortés Moreno.

15. Los Díaz

Sólo conocemos un presbítero con el Apellido Díaz. Este apellido proviene de Castillo de Locubín..
Lázaro Díaz de Torres, Licenciado, Cura en Valdepeñas, en el 1684, ante el hambre que había en la ciudad de Jaén, creó un casa para atender a los hambrientos. El Ayuntamiento le pagó 16 ducados para el alquiler de la casa.
[163]
Hizo una maravillosa labor en la ciudad de Jaén, donde debió quedarse, ya que no hay posteriormente rastros de él en Valdepeñas.

16. Los Extremera.

Los Extremera vinieron a Valdepeñas a finales del siglo XVII.
Era una familia profundamente religiosa. Fueron alcaldes y regidores en muchas ocasiones y tenían una situación económica bastante desahogada. Procedían del Castillo de Locubín.
El Primer Extremera, de que tenemos noticias es Luis de Extremera, casado con Catalina de Mendosa, que murió el 20 de marzo de 1656 y su mujer el 26 de noviembre de 1.687. Alfonso Extremera casado con Ana Vílchez, que murió el día 8 junio 1712. En su testamento mandó que a su muerte le aplicaran 500 misas
Juan Antonio Extremera, que murió el 14 de diciembre de 1729, dejando en su testamento que aplicaran por él 300 misas. Estaba casado con Ana Aguilera. Juan Extremera casado con Lucia Cortés (1753).
Los Extremera, desde su venida a Valdepeñas, ocuparon un lugar prominente en la vida política de Valdepeñas. Fueron alcaldes en muchas ocasiones, desde que aterrizaron en Valdepeñas. En las turbulencias políticas del siglo XIX estuvieron en el centro de toda la gerencia política.
Dieron muchos sacerdotes a la Iglesia, aquí y en su lugar de origen.

1.El Lcdo. Pedro de Extremera, vecino del Castillo, dijo el funeral de entierro del presbítero de Valdepeñas Juan de Quesada, que murió el 17 de julio de 1.684.

2. Bernardino Extremera de Castro, hijo de Antonio José Extremera, casado con Dña Juana de Castro. El padre murió en Valdepeñas el día 29 de junio de 1798. Su hijo aplicó por él 120 misas.
.
3. Juan Antonio Extremera Arias, murió el 22 de marzo de 1831, hijo de José Antonio y María Fabiana de Arias. Se ordenó el día 11 de marzo de 1786. Pidió, a los 33 años, letras testimoniales para que el rey le concediese un beneficio.
Tuvo un hermano religioso, llamado Cristóbal, que murió el 3 de enero de 1811. La familia era muy religiosa. Le aplicaron 600 misas.
Murió a los 66 años. Tuvo una hermana Carmelita descalza en el convento de Jaén y donó un haza al Cristo de Chircales

4. Bernardo José Extremera era Doctor en Teología. Aparece en el año 1802. Debió marchar del pueblo al terminar los estudios, ya que no aparecen otros datos de él.

17. Los Ibáñez

Los primeros antecedentes de los Ibáñez los encontramos:
Matias Ibáñez casado con Catalina Jiménez, que murió el 30 de diciembre de . 1661.
Antonia de Ibáñez (+ 6 sep. 1667) casada con Francisco de la Puerta
María de Ibáñez (+ 13 agost. 1671) casada con Pedro Peinado; al que aplican a su muerte 200 misas.
Isabel Ibáñez (Isabel 9 dic. 1681- 150 misas) casada con Diego Martínez de Enbuenaora.
Ibáñez Robles Matias (+ 4 sep. 1692-500 misas-) casado con Catalina de Castro. Hermano del presbítero Joan Ibáñez de Robles, racionero.
María Ibáñez María (19 sep. 1704 -150 misas) con Francisco de Castro.
Diego Ibáñez (de 21 e enero 1704-250 misas) casado con Francisca Jiménez.
Matías Ibáñez Robres casado con Catalina Castro. Murió 4 de septiembre de 1692. Es hermano de los clérigos Juan y Diego Ibáñez Robles.
En esta familia hay estos presbíteros:

1. Matías Ibáñez, presbítero, murió el 24 de marzo 1760. Fue muy devoto del Santísimo Cristo de Chircales. A su muerte le aplicaron 100 misas.
Fueron albaceas sus sobrinos Antonio Gallego, Juan de Martos, Juan Cortés y heredera su prima Catalina de Castro.

2 Juan Ibáñez de Robles, racionero,
[164]1679-1750.

3. Matías Lorenzo Ibáñez de Robles, doctor (1730-1747), que muere el 24 de marzo 1760.A su muerte le aplican 100 misas. Fueron sus albaceas sus sobrinos Antonio Gallego, y Juan de Martos.

18. Los Gallego
Los antecedentes de los Gallegos los encontramos en los siguientes matrimonios:
Gallego Francisco y Catalina de Quesada (1578)
Gallego de Quesada Juan, escribano (b. 1697- + 27 feb. 1734), casado con Dorotea de Castro.
Gallego de Quesada Francisco (+ 14 marzo 1703-200 misas) casado con María Serrano de Castro.
Gallego María Paula (+ 29 nov. 1748-200 misas( casada) con Pedro González
Gallego de Quesada Francisco (+ 24 marz. 1760) casado con María Guerrero de Castro (+ 30 octubre. 1.769- 400 misas) Son los padres del presbítero Antonio Gallego.
Gallego de Quesada Cristóbal (+ 11 de junio 1778) con María Paloma de Estedo. Su hijo Francisco , presbítero, pagó el entierro.
Gallego Dña María (+ 16 abil 1799-150 misas) casada con Diego Martínez
Gallego Juana Rita Dña. (+ 8 sep. 1810, soltera, 60 años) hija de Juan Gallego y Francisca de Castro.
Gallego Ana (+ 31 dic. 1812) casada con Cristóbal José de Torres.
Presbíteros de esta rama:
1. Francisco Gallego de Castro, Teniente Cura (1762).
2. Sebastián Antonio Gallego (1764-1791) muere el día 19 de julio de 1799. Fueron sus albaceas Francisco Martínez y Francisco de Torres, sus sobrinos. Hijo de Francisco Gallego Malpica y María de Castro.
En el informe de testigos, al pedir un beneficio, intervienen el Marqués de Navasequilla D. Blas García de Quesada, caballero de hábito de Santiago , y D. Juan de Pernia, alcalde.
Comparece también D. Francisco López González, Caballero de la Real Orden distinguida española de Carlos tercero. Estudió en el Convento de los PP. Dominicos de la ciudad de Jaén tres años de Filosofía y Moral.
3. Fray Juan Gallego, que murió el 14 de septiembre de 1778, de la orden de San Pedro de Alcántara. Dijo la misa su hermano de la misma orden.
4. Francisco Gallego Estedo (1800)
5. Antonio Gallego Guerrero (1800)


19. Los González

Los primeros González, que recalaron por Valdepeñas fueron estos:
Lázaro González casado con Catalina Ruiz (B. 1569)
Mateo González casado con Ana Martínez en 1570.
Mateo González casado en segundas nupcias con Ginesa Pérez en 1581.
Los González de la Cruz tuvieron gran influencia, ya que fueron en muchas ocasiones alcaldes y regidores. Estos se unieron en sucesivos matrimonios con los Medina y dieron varios presbíteros al pueblo. Fueron los mayores contribuyentes a Hacienda. Su poder económico aumentó como consecuencia de haberse casado varios de ellos con los Medina y Rozas. Tuvieron una influencia política muy importante en Valdepeñas en el antiguo régimen. Del apellido González de la Cruz proviene López González, que fue uno de los personajes más importantes de Valdepeñas a finales del siglo XVIII, del que hemos hablado en otro sitio. Todo su capital fue a parar al Marqués de Navasequilla.
Lucas González de Medina casado con Dña. Ana Ribas, que murió el 4 de noviembre de 1.678.

1. El primer clérigo de esa familia es el Lcdo Pedro González, (1606). Era hermano de María González, mujer de Juan de Medina, que fue escribano del Ayuntamiento.
Fueron sus padres Pedro González, regidor, casado con Catalina de Medina (1570).

2. El segundo es el Lcdo. D. Francisco González de Medina, (1674-1682) que murió muy joven el día 5 de noviembre de 1.689, aplicando por su alma 290 misas.

3. El tercero D. Lucas González de Medina (1699-1712), que muere también muy joven el 22 de diciembre de 1722.
[165] Era hijo de Diego González de Medina y Juliana Ibáñez. Era un clérigo muy rico. Murió sin hacer testamento y conocemos su testamento, como ampliamente hemos expuesto al hablar de los ajuares de aquella época.

4. El cuarto el Lcdo Pedro González de Medina (1728), Párroco de Villargordo y posteriormente Maestrescuela de la Santa Iglesia catedral de Jaén ( 1736).

5. El quinto el bachiller Francisco González de Medina, bachiller, que murió el 18 de octubre 1738. Mandó que se aplicaran por su alma 700 misas. Fueron sus albaceas Juan de Contreras, presbítero y sus hermanos Pedro y Francisco González de Medina, fraile franciscano.
Su padre Diego González de Medina estaba casado con Isabelana Rozas, la cual murió tres años antes que él el día 30 de octubre de 1735.

6. El sexto Juan González Carrillo, franciscano, era hijo de Simón González, casado con María Carrillo, el cual murió el día 28 de julio de 1761, aplicándole su hijo 150 misas

7.El séptimo Diego González Gallego, que murió el 27 agosto de 1752-50. Era hijo de Pedro González de Medina y Maria Paula Gallego

20. Los Jiménez

Los Jiménez no tiene un tronco único. Hay varios clérigos con el mismo apellido, aunque su origen es distinto. La mayoría de ellos no son naturales de Valdepeñas.

1. Lorenzo Jiménez de la Palma, Licenciado, (1630).

2. Francisco José Jiménez (1784-1815) muere el 17 de septiembre de 1819.

3. Antonio Jiménez, Cura (184).

4. Bernardino Jiménez, Cura (1843-1848).

5. Rafael Jiménez (1806) muere el 27 agosto 1817. Paga el entierro su hermano Francisco, también presbítero.

21. Los Martínez

En la fundación de Valdepeñas aparecen como pobladores los siguientes Martínez:
Hernando Martínez de Otiñar, labrador de Jaén..
Diego Martinez de Segobia, labrador de Jaén.
Alonso Martinez Domedel, labrador de Jaén,

Con posterioridad recalan por Valdepeñas en la primera época los siguientes:
Alonso Martínez de Hinojosa (1635-confirmciones)
Diego Martínez Enbuenaora casado con Catalina Pérez (B. 1579); esta muere el 4 nov 1676 y le aplican 400 misas.
Pedro Martínez Enbuenaora casado con Catalina Ruiz de Quesada (B. 1613- + 28 abril 1735 20 misas)
Francisco Martínez Enbuenaora (1635-conf.) con Catalina de Molina (B. 1620)
Manuel Martínez Enbuenaora (+ 4 marzo 1745) con Catalina Leonarda González.
Martínez de Ra Pedro (1635-confi.)
Martínez de Piedrahita (1635-conf.)
Los presbíteros que tienen este apellido son varios, siendo muy difícil determinar, dada la gran cantidad de Martínez con líneas distintas, que empiezan en la fundación del pueblo (3) y otras ramas distintas, que se instalan en Valdepeñas muy pronto como hemos indicado anteriormente.
La lista completa es esta:

1. Pedro Martínez de Arias Pedro, Prior,1712-1736, ,comisario del Santo Oficio.

2. Diego Antonio Martínez, bachiller,1762.

3. Juan Martínez Extremera, que murió el día 16 de diciembre de . 1786; a su muerte le aplicaron 400 misas. Este clérigo tuvo una gran actividad caritativa en el pueblo.

4. Juan Martínez Enbuenaora, presbítero, (16 dic. 1786) aplicando por su alma 500 misas Era hijo de Manuel y Catalina Leonarda. Marchó de Valdepeñas a Granada.


22. Los Medina.

Provenía de Alcalá la Real.
Los primeros Medina, que recalaron en Valdepeñas fueron los siguientes:
Juan de Medina casado en primeras nupcias con Isabel Rodríguez (b. 1569) y en segundas con Inés Valdivia (1579)
Juan de Medina, hijo del anterior, casado con María Ortega, fue un personaje muy influyente, ya que fue regidor en varias ocasiones en Valdepeñas, alférez de la Santa Hermandad, venticuatro de la ciudad de Jaén y familiar del Santo oficio hacia los años 1.620-1.624.
D. Francisco Medina casado con Leonor Muñoz (B.1634)
Lucas Medina casado con Isabel Mejía (B.1634). Fue alguacil mayor del Ayuntamiento de Valdepeñas (B. 1638). Murió el 4 de agosto de 1671.
Juan de Medina y Viedma casado con Isabel de Bustamante (B.1664) Provenían de Alcalá la Real.
Los Medina dieron muchos sacerdotes a la Iglesia y tuvieron una gran relevancia en el pueblo.
Este grupo tuvo los siguientes presbíteros:
1. Joan de Medina, beneficiado, (1630-1634), era hijo de Juan de Medina, el mozo, escribano público de Valdepeñas, y casado con María González de la Cruz (1577), hermana del Lcdo. Pedro González. Su padre murió el día 26 de septiembre de 1631, diciendo en el entierro la misa su hijo. Recibió las órdenes menores en el año 1628 y fue ordenado presbítero en 1630.

Este vendió a la diócesis el palacio episcopal del Valdepeñas.
Tuvo un hermano, llamado, Francisco, casado con Leonor Muñoz (B.1634), el cual fue alguacil mayor del Ayuntamiento (B. 1638)

2. El segundo clérigo fue el Lcdo. Juan de Medina Bustamante y Mora (+ 12 nov. 1739), hijo de Gaspar de Medina Bustamante y María de Mora. Fueron sus albaceas Juan Ruiz de Contreras, presbítero y Pedro González de Medina.

3. El tercer clérigo se llamaba Gaspar de Medina Bustamante y Mora, que era hermano del anterior. Murió en Valdepeñas el día 31 agosto de 1739. Tuvo otro hermano presbítero, basilio, residente en el convento de Cazalla, llamado Vicente de Medina Bustamante, que murió de repente muy joven en Valdepeñas el 31 de enero de 1743.

4. El cuarto fue el Lcdo. Francisco Medina, a quien Inocencio XI le concede un beneficio simple servidero por medio de una bula de fecha año 1677 de la parroquia de Valdepeñas. Con anterioridad había sido capellán perpetuo en la Iglesia de Santa María de Alcalá la Real, de donde era natural.
El Beneficio quedó vacante, por renuncia de su tío Juan de Medina.
Las rentas del beneficio al año, sacando una media en los cinco años importaban 69.941 maravedíes y 46 fanegas de trigo, tal como consta en el acta de posesión del beneficio.
Tomó posesión en su nombre, previa la colación, provisión e institución canónica, el Procurador D. Antonio de Torres y Bernal el día uno de agoto de 1678.
Los Medina debían tener una gran influencia, ya que la Santa Sede no solía nombrar ni párrocos ni beneficiados o coadjutores.

5. Pedro Medina y Quesada, Canónigo-Maestrescuela, 1750.

6. Vicente de Medina, religioso Basilio en Cazalla y procurador del monasterio. Murió en Valdepeñas el día 31 de enero de 1743.


23.Los Ortega

Los Ortega vinieron a Valdepeñas en la fundación del pueblo. Provenían de Torredelcampo y tuvieron una gran influencia en el pueblo.
Dña. Bernardina Ortega Vilchez, casada con Juan de Uribe y Salazar, murió el 21 de agosto 1641.
El primero de que tenemos noticias es D. Francisco Ortega, que fue alcalde en varias ocasiones. Estaba casado con Catalina Aranda y murió el 28 de noviembre de 1.670. Mandó en su testamento, que le dijeran 300 misas.
De esta misma línea es D. Bernardo Ortega Gámiz, que fue uno de los personajes más interesantes de Valdepeñas. Era dueño de Navalayegua, abogado y clérigo de órdenes menores.Estaba soltero. De él hemos hablaremos ampliamente en el capítulo siguiente.
Juan de Ortega, presbítero, natural de Torredelcampo, muere en Valdepeñas el 4 de mayo 1698, aplicándole sus familiares 400 misas. Fueron albaceas Cristóbal de Quesada Ballartas, y Juan Ruiz Cortecero, presbíteros. Herederos sus padres Manuel de Ortega y Ana Quesada Ballartas.
Al morir Dña Victoria de Gámiz en Valdepeñas el día 4 de agosto de 1656, viuda de Fernando de Quesada, dejó como herederos a Bernardo de Ortega y Gámiz y a su hermana Mariana de Ortega, que estaba casada con Don Pedro de Monroy, que murió en Valdepeñas el día 7 de noviembre de 1674.
[166]

De la misma familia es Fernando de Quesada casado con Victoria de Gámiz; esta muere el 4 de agosto de 1.656, dejando como heredero a su hermano D. Bernardo Ortega y Gámiz y a su hermana, casada con D. Pedro de Monroy.
La muerte de este clérigo en Valdepeñas indica que la familia de D. Bernardo Ortega, dueño de Navalayegua, vivía en Valdepeñas.

24. Los Quesada

Los primeros Quesada que aparecen en Valdepeñas son estos:

Fernando de Quesada casado con Dña. Victoria Gámiz (+ 4 de agosto de 1656). Ella nombra herederos a su hermano Bernardo Ortega Gámiz y a su hermana, casada con D. Pedro de Monroy, como dije anteriormente. Los Ortega son de Torredelcampo. Fue el primer dueño de Navalayegua.
Pudo dar origen al apellido compuesto el matrimonio constituido por Martín García de Milla (+2 de Marzo de 1651) y María de Quesada, que muere en Valdepeñas el 28 agosto 1672, aplicándose 300 misas. Bautizan dos hijos en 1617 y 1641.
Estos tuvieron dos hijos:
Martín García de Quesada (+16 sep. 1673), hijo de los anteriores, el cual se casó con Isabel de Ballartas (+,24 de agosto de 1692). Es hijo de Martín García de Milla y María de Quesada.
Martín e Isabel tuvieron dos hijos:
Martín (García) de Quesada Ballartas casado con Dña Leonor María de Aranda y Murillo, natural Baños (B. 1738).
Francisco Antonio (Garcia) de Quesada Ballartas, casado con Paula María de la Puerta Robles Murillo, que era hija de Pedro de la Puerta Robles y María de la Paz Murilo (Desp. 14-octubre-1685).
Se suprime el apellido García, como era corriente en la época, aunque es hijo de Martín e Isabel como el anterior.

Alberto de Quesada con Dña. Melchora de los Cobos (muere un hijo en 1702).
Martín de Quesada Ballartas con Dña Leonor María de Aranda y Murillo, natural Baños (B. 1738).
Los siguientes (García de Quesada Ballartas) son hijos de los anteriores. Todos ellos suprimen el apellido García.

La familia de los Quesada tuvo muchos descendientes sacerdotes:

1. Juan de Quesada, religioso de San Agustín, 1648

2. José Ignacio de Quesada Espinosa de los Monteros,
era hijo de Juan Valentín de Quesada (+ junio 1684) casado con Dña Sebastiana de Espinosa de los Monteros. Su madre muere el 18 agosto 1688.

3. Joan Quesada Fray, Agustino ( 1648).
Su historia es muy larga, como hemos explicado al hablar de la jurisdicción.

4. Juan de Quesada, presbítero, murió el 17 julio de 1684. Fundó una capellanía. El primer capellán fue su sobrino el Lcdo. Lucas de Quesada Ballartas, hijo de Martín García de Quesada e Isabel Ruiz de Ballartas (1677) .


5. Lucas (García) de Quesada Ballartas García Ruiz de Milla Fernández, canónigo tesorero 1695, que murió el 5 octubre de 1717, aplicándole 1000 misas.

6. Francisco (García) de Quesada Ballartas, Chantre de la Catedral de Jaén y hermano del anterior. A su muerte aplican por su alma 1700 misas.

Ambos tuvieron un hermano, que fue escribano, Francisco de Quesada Ballartas, que murió el 3 de julio 1696 y estaba casado con María Puerta (B. 1692)

7. Cristóbal (García) de Quesada Ballartas, teniente cura y hermano del anterior (1691-1715) es hijo de Martín García de Quesada e Isabel Vallarta. Ésta murió el 24 de agosto de 1692.

8. Francisco Antonio Gallego de Quesada y Ballartas, presbítero, hijo de Francisco Gallego de Quesada Ballartas y Ana María de Castro Jiménez.

9. Diego Gregorio de Medina y Quesada Viedma, racionero y maestrescuela ( 1736).

10. Juan Jacinto de Quesada Viedma, canónigo, hijo de Blas de Quesada y Catalina de Biedma.

11. Pedro Tomas García de Quesada y Martínez de Atocha,. Canónigo 1778. Es hermano del marqués de Navasequilla. Fue administrador de los bienes de la catedral. Los franceses lo persiguieron en la guerra de la independencia por sus ideas, estando preso en el Castillo de Jaén, con la amenaza de ser ahorcado, si no pagaba una determina cantidad de dinero.


25. Los Ruiz Cortecero

El fundador de la estirpe estuvo muchos años de secretario en el pueblo y dejó una huella muy profunda por su honradez y atención a los feligreses
Se llamaba Juan Ruiz Cortecero (1635-conf.) y estaba casado con Mariana Muñoz. Muere en Valdepeñas el día 30 enero de 1649. Fue secretario del Ayuntamiento durante muchos años. Provienen de Alcalá la Real.
Su hijo Juan Ruiz Cortecero fue sirviente de beneficio y mayordomo de la parroquia hacia los años 1687-1699.

Le sucede en el ministerio el Lcdo. Juan Ruiz Cortecero, que fue beneficiado de la parroquia. Muere en Valdepeñas el día 30 de octubre de 1737. Son sus albaceas los presbíteros Juan de Contreras y Pedro González de Medina.
Este posiblemente sea hijo de un hermano de Juan Ruiz Cortecero, que murió el día 5 marzo de 1662 y estaba casado con María Alonso.
Entre estos dos presbíteros se llena una larga historia del pueblo, ya que estos dos personajes están presentes en la vida íntima del pueblo más de un siglo. Son albaceas y consejeros de muchos vecinos. El pueblo tenía una gran estima y confianza en ellos. Aconsejan a quienes acuden a ellos en múltiples negocios jurídicos y dan clases gratuitamente a muchos pobres del pueblo. El apellido Cortecero desaparece con ellos.

26. Los Ruiz.

Hubo varios troncos en la fundación del pueblo, siendo el apellido Ruiz el más extenso del pueblo en el momento de la fundación:
Ruiz de Juan Miguel Diego, labrador, idem de Jaén.
Ruiz de Baeza Cristobal, labrador, idem de Jaén
Ruiz Cañuelo Blas, labrador, idem de Jaén.
Ruiz de Juan Gomez Martín, * labrador, idem de Jaén.
Ruiz de la Miel Juan, labrador, idem de Jaén.
Ruiz de Montoro Miguel, labrador, idem de Jaén.
Ruiz Serrano Pedro, labrador, idem de Jaén
Ruiz Toral Juan, labrador, idem de Jaén.

Posteriormente, a los pocos años de la fundación, aparecen los siguientes:
Ruiz de los Malos Alonso con María de Ortega (1582)
Ruiz de los Malos Pedro con María Callejón (1620)
Ruiz de Aranda Antonio (alcalde-1584) con Catalina Ruiz En segudas nupcias se casa con Ginesa Pérez en 1592
Ruiz de Aranda Pedro con María Nogales (1578)
Ruiz de Aranda Pedro con María Juliana (1600)
Ruiz de Aranda Pedro, el viejo ,con Inés Pérez
Ruiz de Aranda Pedro, el mozo, con Ginesa Pérez.
Ruiz Malo de Molina Pedro, alférez, con María de Aguilar (B. 1588)
Ruiz de los Malos Pedro (B 1577) y María de los Malos, su hija. (B.1599).
Ruiz de los Malos (de Molina) Alonso, difunto con María de Ortega.
Ruiz (Malo) de Molina con María Rodríguez, su sobrina, hija de Pedro Ruiz de Molina el mozo (1583)
Ruiz de Contreras con Ana de Gámiz, que muere 2 de mayo de 1664.
Ruiz de Ballartas Joan ( + 1 marzo 1648).
Ruiz Lázaro con María Cabrera, casados en 1590
Ruiz de Ballartas Juan (+ 23 de mayo 1704-500 misas).

La amplia rama de los Ruiz dieron muchos presbíteros al pueblo:

1.Ruiz de Villaviciosa Cristóbal, Maestro, prior,1616-1656, + 17 dici. 1656. 4 capas. 50 misas

2. Ruiz de Aranda Antonio Lcdo, beneficiado, 1629, + 4 de mayo de1660. 4 capas. 500 misas.

3. Ruiz de Cisneros Francisco,1639.

4. Ruiz Peral Francisco, Cura, 1703.

5. Ruiz de Contreras y Medina Juan, Cura, 1708,+ 13 octubre de 1757. 500 misa.

6. Ruiz de Contreras Juan, 1740.

7. Ruiz de Castro Francisco, Maestro, Prior.

8. Ruiz de Contreras Juan, + 13 oct. 1759-500 misas

9. Ruiz Puerta Francisco, Maestro, prior.

10. Ruiz José Teniente, 1795- 1810.

11. Ruiz Cuadrado Juan , + 5 de mayo de 1796. 60 misas.

12. Ruiz Martínez José, Cura.

13. Ruiz Valdero José, natural de Andujar, 1820, teniente cura.

14. Ruiz José, Vice-prior, 1851.

15. Ruiz Molina José, Vice-prior, + 17 oct., 98 años -1857.

27. Sarmiento.

Manuel Sarmiento, natural de Burgos
[167] (1582).
El predicho fue nombrado para este beneficio servidero por su tío el entonces Obispo de Jaén D. Francisco Sarmiento de Mendoza el día 8 de Febrero de 1582, vacante por muerte de Francisco Narváez. Le dio posesión su hermano Antonio Sarmiento, canónigo de la Catedral de Jaén, estando presentes Domingo Ibáñez y Pedro Maldonado
Al poco tiempo su tío lo nombró canónigo de Jaén, como había hecho anteriormente con otros dos sobrinos.

28. Tello

Sólo hay un Tello presbítero, Don Esteban Tello Extremera, que fue Vice-Prior y colector, hijo de Pedro Tello Abril y Ana Extremera. Murió en septiembre de 1843 a la edad de 65 años. Nació el 3-8-1777; era hijo Pedro Tello Abril y Ana Extremera Escabias. Administrador del Mayorazgo de Arceo, al cual su poseedor D. José Fernando Gamboa nombró administrador de sus bienes por poder otorgado ante D. Pedro Sánchez Ocaña, escribano de Madrid el día 5 de enero de 1838.
Con anterioridad estuvo al frente de la tercia del pueblo, nombrado por el Cabildo, siendo muy positiva su gestión y elegido en muchas ocasiones por este motivo.
Era una persona muy activa y estuvo presente como albacea en una gran parte de los vecinos de Valdepeñas. El 12 de febrero de 1811, en una carta dirigida al Obispo y Cabildo, protestó enérgicamente al Obispo y al Cabildo de los excesivos cobros, que le había asignado a su beneficio, como consecuencia del reparto del subsidio, que se había hecho en la Vicaría general en aquellos años trágicos de la guerra de la independencia, diciendo que le intentaban cobrar 2.000 reales a un curato tan pobre como el suyo.
[168]


[1]APV., Libro de bautismos, 23 de junio de 1.716.

[2] En la obra del Padre Francisco Larraga, Promptuario de telogía moral, Madrid, 1855, dedica a la penitencia, 86 páginas, al matrimnio 48, al bautismo 18, a la eucaristía 23, y a los pecados 200.
[3] ACV. , actas capitulares, año 1853, fol. 10.

[4] José Martínez de Mazas, Memorial de los Santos, Diputación Provinial de Jaén , 2001.
[5] Circular de 21 de agosto de 1770.
[6] Bibliografía: Lázaro Gila Molina, La parroquia de Santiago Apóstol de Valdepeñas, en Lugia n. 32, p. 12. Martín Jiménez Cobo, las primeras obras de las Iglesias de las nuevas poblaciones, en Lugia n. 45, p. 7.

[7] La parroquia de Santiago Apóstol de Valdepeñas en Lugia n. 36, p. P. 61. Blas Prieto Sánchez, impresiones sobre la Iglesia, en Lugia 36 p. 61. Imágenes desaparecidas de la Iglesia parroquial de Valdepeñas, en Lugia 24, p. 18.

[8] Lázaro Gila Medina, La parroquia de Valdepeñas de Santiago Apóstol de Valdepeñas de Jaén, en Lugia n. 32, pp. 12 ss.
[9] Los Uribe proviene de Durango (Vizcaya), como ampliamente explica Gines Torres en su artículo, titulado Un Hidalgo de Valdepeñas, en Lugia n. 46, p 25.
[10] APV, L. III de cuentas, a. 1749 p. 278
[11] Valdivia Castro R., Sebastián Solís, el retablo de la Iglesia parroquial de Valdepeñas, en Códice 7, p. 85.

[12] APV, libro de hacienda del 18 septiembre de 1606.
[13] Juan Infante, Imágenes sagradas desaparecidas de la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, en Lugia, n. 24, p. 18..
[14] Cierta variedad de manzanas
[15] A. De Contreras, Vida, BAE. T. XC, p. 107.
[16] AHPJ. de Jaén, Legajo 10.541.
[17]A los dos años, esto es, el 3 de enero de mil quinientos sesenta y ocho D. Miguel Ruiz y su esposa Catalina López dejan un huerto cercado en la villa con la carga de cuatro misas al año a la ermita de Chircales. Documento que con los analizados de Castellano prueban que ya existía en esta fecha (1568) una ermita, aunque ésta fuera muy pequeña, y que va a ser ampliada en los años posteriores.
[18] DCH. 17.
[19] Lo cual supone que en Chircales, antes de la fundación del pueblo, había edificios antiguos, ya que desde el año 1568, que se otorga el testamento, que estamos comentando, van sólo 20 años. El llamarlos viejos indica que llevaban tiempo derruidos. ¿Cuando? ¿En la época de los árabes? ¿En la época visigótica? Con los escasos datos, que tenemos, no podemos afirmarlo, aunque sospechamos que pueden ser de la época romana..
[20] DCH. n. 17.
[21] A esta fundación se agrega la donación hecha el 3 de enero de 1568 a Gaspar Lucas, como patrono, de un huerto de morales, en la calle, que se llama del Chorrillo, hecha por Miguel Ruiz de Montoro y su mujer, como dijimos anteriormente.
[22] DCH. n. 17.
[23] DCH. n. 17.
[24] En algunas referencias indirectas se hace alusión a que el dicho Gaspar era también propietario de la dicha fábrica de vidrio. Debería venir mucho por el pueblo, cuando era párroco de San Bartolomé y tener casa, ya que fue albacea del fundador del pósito y su hermano vivía en Valdepeñas, como vimos en su lugar.
[25] Libro de Memorias de Valdepeñas de Jaén. La escritura se otorga ante el escribano de Valdepeñas D. Rodrigo Alba el día 3 de enero de 1568. Son testigos Alonso Lucas, el Lcdo García Cazo, Hernando Jiménez y Juan de Medina.
[26] La escritura completa de la Capellanía o fundación, puede verse en capellanías.
[27] La escritura se hace a los cuatro años de estar recluido en Córdoba, ya que este hecho se produjo en abril de 1586.
[28].Testificación, 3 de agosto de 1606.



[29] B. Jiménes Patón, o. c., p. 93 vto.
[30] B. Ximénez Patón, o. c. p. 93.
[31] García Boix, o. c. p. 237.
[32] Alvaro Puerta, o. c. p. 237.
[33] Aunque el autor dice que es manchega, se trata sin duda de una joven de Valdepeñas, hermana de Pedro de Vilches.
[34] A. Huerga, o. c. p. 229.
[35] Parece ser que el propietario, al menos en sus principios, era el maestro Gaspar Lucas, ya que en la fundación de una memoria del año 1568 se señalan como límites de la finca donada con este fin un horno de vidrio de Gaspar Lucas.
[36] DCH. n. 19-20.
[37] Libro de Visitas de Memorias, folio 72, n. 18.
[38] Serafín Parra Delgado, El Santísimo Cristo de Chircales y su ermita, en Lugia 30-31, 22 s.
[39] Datos tomados del artículo titulado Fundación del Real Convento de San Francisco, de Fray Alejandro Recio, publicado en la Revista Paisaje, n. VIII, p. 1180 ss.
[40] DCh. nn. 1, 2, 3.
[41] DCh. n. 4.
[42] DCh. n. 13.
[43] AH PJ., Legajo 10.555, folio 383, año 1.633.
[44] DCh, n. 5
[45] APV. Sepelios 1-2, p. 242.
[46] APV, Sepelios,V p. 39.
[47] APV Sepelios, V p. 40.
[48] APV Sepelios, V p. 190.
[49] APV Sepelios V, p. 61.
[50] APV Sepelios V, p. 108
[51] APV Sepelios VI, p.122.
[52] APV Sepelios VI, p. 211
[53] APV Sepelios VI, p. 25.
[54] APV Sepelios VII, p. 33
[55] APV Sepelios VII, p. 131.
[56] APV Sepelios VIII, p.119
[57] APV Sepelios VIII, p. 178.
[58] APV Sepelios IX, A.P.V. p. 1. A.H. P. de Jaén, legajo 10.540 de Valdepeñeas de Jaén.
[59] APV, Sepelios IX, p. 198.
[60] AH PJ, Legajo 10.580 de Valdepeñas de Jaén.
[61] A H PJ. , Legajo 10.583, f. 514.
[62] Dch. n. 16.
[63] DCh. n. 9 y 10
[64] DCh. n. 12
[65] DCh. n. 11
[66] DCh. n. 18.
[67] DCh. n. 16.
[68] DCh. n. 16
[69] DCh. n. 17
[70] DCh. n. 23
[71] DCh. n, 29
[72] DCh. n. 30.
[73] DCh. n. 30.
[74] DCh. n. 32
[75] DCh. n. 34
[76] DCh. n. 35
[77] DCh. n. 37
[78] DCh. n. 38.
[79] DCH, n. 43
[80] Se trata de una expresión jurídica de la época que quiere decir, que el Juez se ha excedido en sus atribuciones.
[81] DCh. n. 47
[82] DCh. n. 47.
[83] DCh. n. 48
[84] Serafín Parra, a.c., Lugia 30-31, p. 28.
[85] Este inventario es de fecha 10 de noviembre de 1609, que se levantó a instancias de Pedro de Vilches Delgado, presbítero que parece ser patrón de la ermita, casa y bienes de dicho sitio de Chircales, en presencia del Juez Apostólico D. Jerónimo Montoro, y el Párroco de Valdepeñas Lcdo. Trujillo. El inventario coincide en lo substancial con los anteriores, destacándose un cáliz de plata, un lienzo con la figura de la Magdalena, un paramento pintado de figuras y una cruz de caravaca. Los demás objetos son de escaso valor.
[86] Parece ser que se refiere a la fundación de Miguel Ruiz de Montoro y Catalina López, su mujer, reseñada al principio de este trabajo.
[87] Esta versión aparece en Lugia, n. VIII, p. 10, y está tomada de una estampa del Cristo de Chircales del año 1924, facilitada por Dª María Dolores Martínez Luna.
[88] Correspondencia de D. Francisco Tomás de Porcuna y Fuentes, prior de la Parroquial de Valdepeñas de Jaén, con el geógrafo D. Tomas López sobre noticias de aquella villa (Valdepeñas- año 1781), reproducida en Paisaje, n. IX, p. 1586.
[89] Citado por M. Urbano, Campanas y cehetes, II, p. 1050.
[90] En la estampa del año 1924, de la que hablamos anteriormente se hace esta curiosa referencia, que transcribo literalmente: Vista una fotografía reproducción del lienzo por el inteligente proyectista D. Emilio Fortún, muy conocedor de esta clase de obras, describe su parecer del mérito del lienzo pintado, a continuación. Y opina, aunque sin afirmar en definitiva, pues ya por su composición y perfectos trazados de la obra pictórica, sentimiento expresado en cada una de las figuras, etc. debe pertenecer a la escuela italiana de los años 1. 580 a 1640, cuyos maestros inspirados en las obras de Rafael, Miguel Angel, Ticiano, produjeron infinidad de composiciones admisibles y que se propagaron por toda Europa, debido a las guerras que entre los Estados de aquellas épocas aparecieron (Lugia, n. VIII, p. 10)
[91] Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen..
[92] APV., Libro de Hacienda , p. 204.
[93] APV. Libro de Hacienda, p. 209.
[94] A.H.PJ., Legajo 10.555, folio 383, año, 1632.
[95] AH PJ. , Legajo 10.598.
[96] A H PJ. , Legajo 10.598.
[97] Historia de la Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales (1834-1984) .150 aniversario de su fundación, escrita por José J. Armenteros Jiménez, Antonio Extremera Aceituno, Juan Infante Martínez, José Marchal Molina, Domingo Molina Fuentes y Serafín Parra Delgado.
[98] Historia de la Cofradía ...p. 15.
[99] A MV. de Valdepeñas, libro de Cabildos, año 1739.
[100] Correspondencia de D. Francisco Tomás de Porcuna y Fuentes, prior de Valdepeñas de Jaén, con el geógrafo D. Tomás López sobre noticias de aquella villa, año 1781, reproducida en Paisaje, n. IX, p. 1588.
[101] El Nombre de estas familias era: D. Antonio Tello Santiago y mujer, D. José Valdivia Peinado y mujer. D. Blas Estepa Marchal y mujer. D. Pedro de Milla Rivilla y mujer, D. Blas Padilla Gómez y mujer, D. Francisco Extremera Milla y mujer, D. Nicanor Extremera Milla y mujer y D. Juan Estepa Cisneros y mujer.
[102]
Rafael Valdivia Castro, tres noticias sobre tres ermitas de Valdepeñas, en Lugia n. 29, p. 24.

[103] Catálogo de los Obispos, p.168
[104] Serafín Parra, Ermita de Santa Ana, en Lugia n. 21 p. 20

[105] Serafín Parra, Cementerio y ermita de San Sebastián, en Lugia, n. 24, p. 21

[106] Serafín Parra Delgado, Nuestra Señora de las Angustias y el Parrizoso, en Lugia n. 34, p. 21.

[107]Rafael Valdivia Castro, Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, en Lugia n. 36, p. 37.

[108] Ximénes Patón, Historia .....,1928, edicción facsímil 1883, p. 76.
[109] Ximenes Patón, Idem, p. 77.
[110] Antonio Domínguez Ortiz, Sociedad y estado en el siglo XVIII español, Ariel, 1986, p. 379.
[111] APV, libro de Memorias.
[112] APV, capellanías. AHDJ, capellanías, sección Valdepeñas.
[113] Vide articulo: Valdepeñas y Cambil de Rafael Galiano, en Lugia nn. 43-44 p. 12.
[114] Andrés Nicás Moreno, Heráldica y Genealogía de los Obispos de la Diócesis de Jaén, Diputación Provincial de Jaén, año 1999, p. 153.
[115] A. Cazabán, a.c., p. 327.
[116] AHDJ, Actas Capitulares, año 1796, p. 221
[117] AHDJ, Actas Capitulares, 1 de diciembre de 1812
[118] AHDJ, Actas Capitulares, 14 de enero de 1814).
[119] AHDJ, Actas Capitulares, 1820, p. 99.
[120] AHDJ, Actas Capitulares, 1820, p. 120.
[121] AHDJ., Actas Capitulares, 1823, p. 23.
[122] AHDJ.,Actas Capitulares, 3 de marzo de 1823.

[123] Emilio Lara López, El Chantre de la Catedral de Jaén D. Luis Xavier de Garma, en Revista Códice, n. 15, enero de 1999, año XII, p. 29 ss.
[124] AHDJ, Actas Capitulares , año1808, p. 86 vto.

[125] AHDJ, Actas Capitulares, 22 de septiembre de 1810.
[126] AHDJ, Actas Capitulares, 22 de septiembre de 1812.
[127] AHDJ, actas capitulares, 13 de noviembre de 1827, p. 159.
[128] AHDJ, Actas Capitulares año 1828, p. 77.
[129] AHDJ, Actas Capitulares, 25 nov. De 1808.


[130] AHDJ. Actas Capitulares,22 y 25 nov. De 1808.

[131] AHDJ, Actas Capitules, 6-junio-1800.
[132] AHDJ, Actas Capitulares, 13 sep. 1822.
[133] AHDJ, Actas Capitulares Cabildo de Mesa, 30 de mayo de 1808.

[134] AHDJ, Actas Capitulares, 5 diciembre de 1812.
[135] AHDJ, Actas Capitulares, 1813 p. 182 vto.
[136] AHDJ, Actas Capitulares año 1815 p. 29.
[137] AHDJ, Actas Capitualares, 30 de octubre de 1807 p. 247.
[138] AHDJ, Actas Capitulares año, 10 nov de 1807.
[139] Cañada Quesada, Rafael , Apuntes sobre la vida de Eufrasio López Rojas y su descendencia, Senda de los Huertos, n. 26, p. 33.
[140] AHDJ., Actas Capitulares, 24 noviembre 1800.
[141] AHD, Actas Capitulares, 12 dic. 1815.
[142] A. Cazabán, a.c., p. 228.
[143] AHDJ, actas capitulares de 7 de enero de 1810.
[144] AHDJ. año 1914, p. 348.
[145] AHDJ, Actas Capitulares. Año 1812, p. 146.
[146] AHDJ, actas capitulares, de 18 de enero, de 25 de enero, de12 de mayo, de 18 junio y de 27 de julio de 1799.

[147] APV, Libro de Sepelios n. 22. Principio.
[148] AHDJ., AC. 1815, p. 229.
[149] AHDJ. , Actas capitulares, año 1816 . pp. 3.
[150] Lara Martín-Portugués Isidor, Lucha por la libertad durante el trienio liberal (1820-1823), Ayuntamiento de Jaén, 1996, 501.
[151] Lara, o. c., p. 517.
[152] AHDJ, actas capitulares p.. 169
[153] APV. , L. 1° de cuentas año 1716 , p. 13 vto.

[154] Estas notas están tomadas de la nueva bula pontificia de Benedicto XIV Apostolicis Minsiteriis.
[155] La lista de los vecinos de Valdepeñas, que marcharon a Fondón, me han sido facilitados por el cronista de Valdepeñas D. Juan Infante. Dicha lista le ha sido entregada por el alcalde de Fondón y ha sido extraídos de El espacio agrario de Fondón en el siglo XVI. Ante este descubrimiento ambos pueblos han decidido hermanarse. Me propongo hacer un trabajo más amplio sobre el origen de estos apellidos en Valdepeñas en la medida, en que ello sea posible
[156] Catálogo, p. 198.
[157] l. Coronas Tejada, Jaén, siglo XVII, p. 16639
[158] El diezmo predial consistía en la obligación de pagar la décima parte de lo percibido por productos de tierra, artesanías etc. El Personal por el rendimiento del trabajo personal. El diezmo está muy regulado en los sínodos, y sólo he pretendido el presentar una noción muy general.
[159] Martín de Jimena Jurado, Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y anales Eclesiásticos de este Obispado, Facsímil, Granada, 1991, p. 463 s.
[160] Rodríguez Molina, Sínodo 1492, tit. 1-26.
[161] Los beneficios podían ser de dos formas servideros y y prestameros, que eran ostentados por el titular, pero podían ser servidos por otros, al que debían pagarle una parte, llamada congrua. Ello dio lugar a muchos abusos, ya que se otorgaban por amistad, por parentesco, nobleza, favoritismo etc.
[162] Martín Jiménez Cobo, Los primeros párrocos de Valdepeñas, en Lugia nn. 25 y 26, p. 11.
[163] Luis Coronas Tejada, Jaén, siglo XVI, Diputación, 1994.
[164] Dejó una huerta y un haza de riego en Ranera con la carga de doce fiestas
[165] Es hijo de D. Diego Conzález de Medina y Dña Juliana Ibáñez. Vide inventario de sus bienes e otro lugar.
[166] APV, Libro de sepelios, 4 de agosto de 1656.
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[168] AHCJ; AC del 12 de febrero de 1811. Esta protesta la hicieron también los curas de Alcaudete. En estos momentos era muy arriesgado protestar.